XVI

El veinticuatro llegó y mientras otros hogares se preocupaban por esperar las fiestas todos juntos, acabar con los últimos detalles para la cena y más cosas así, la ansiedad fue lo único reinante en casa de Sehun.

Al menos por parte de Luhan.

En lo único en lo que pudo pensar antes y después de ese día fue en Sehun y en la invitación que le hizo. La preocupación le había carcomido los nervios al principio, pero luego se había llenado de resolución: sin dudas haría que saliera de su casa por primera vez desde que lo habían dejado. Cuando lo decía así hasta parecía surrealista, pero no le importaba, de algún modo se las arreglaría. No supo cuánto tiempo estuvo sentado en el suelo frente al árbol de Navidad con las piernas cruzadas estilo indio y su mejor ropa. No era mucho, tan sólo una camisa y un jean color gris desgastado, pero tampoco había llevado mucho cuando fue a parar súbitamente a la casa de Oh Sehun.

Estaba de brazos cruzados y movía las rodillas de arriba abajo con nerviosismo. Bo Ram se había acercado y le había extendido con una sonrisa una taza de cocoa caliente, sabía y entendía el motivo de su despliegue. Quedó viendo un momento las pequeñas luces que rodeaban al árbol y que prendían de forma alternada con colores como el blanco, azul, verde, rojo y amarillo. Eso, más la bebida caliente que templó su interior, le hicieron tranquilizar su corazón. Todo estaría bien... Todo saldría bien.

-Lulu.- Apareció su primo junto a Bo Ram. -Ya es hora.

Llenando de aire los pulmones se puso de pie, sacudió sus pantalones y corrió escaleras arriba. Cuando estuvo frente a la puerta de Sehun, titubeó un poco, pero al final alzó un puño y tocó fuerte con una mirada de absoluta resolución. Sehun abrió con un ceño profundo.

-¿Sí?

-Nos estamos por ir, vamos.

Sehun lo vio con una mezcla de pena y culpa. -Sabes bien que no iré, no insistas.

-No me importa.- Continuó sin retraerse. -Vendrás conmigo, quieras o no.

Aquello pareció molestarlo porque, después de pintar una expresión más fiera, chasqueó la lengua y le estampó la puerta en la cara. Luhan contuvo el aliento con las mejillas enrojecidas; había esperado tal reacción, era la más realista comparada con las otras en las que Sehun aceptaba su mano y salían juntos y felices. Apretó los puños con fuerza, sintiéndose bastante enfadado.

-No me iré de aquí hasta que salgas conmigo.- Declaró, entonces se dio la vuelta y desde el comienzo de las escaleras les avisó a los otros dos: -Aún no está listo, pero ustedes pueden ir yendo. Les aseguro que lo verán allí en un rato.

Minseok y Bo Ram se dieron una mirada apenada, pero al final decidieron confiar en él y con una sonrisa se despidieron. Luhan volvió a la habitación de Sehun.

-Me quedaré aquí fuera el tiempo que sea suficiente hasta que salgas. Incluso si debo marchitarme o morir, aquí lo haré.- Le habló con voz un poco más elevada y rotunda.

-¡No me siento bien, Luhan, no gastes tus energías en cosas absurdas!- Le exclamó Sehun desde dentro para hacerse oír.

-Incluso si muero, ¿me oíste, Sehun?- Volvió a aclarar, entonces se pegó contra la pared y se sentó en el suelo al lado de la puerta.

Estuvo allí mucho tiempo... Creyó que los minutos se convirtieron en una hora y hasta más. En el interior se aferró a la esperanza de que Sehun no sería tan cruel como para humillarlo de aquella manera, haciéndole esperar por mucho tiempo sentado en el suelo, pero la esperanza se fue volviendo cada vez más pequeña y ya no pudo sostenerla.

Allí, en medio del pasillo mientras abrazaba sus delgadas piernas, se sintió un completo inútil. ¿Qué había querido probarse, lograr? ¿Qué tan tonto pudo ser como para pensar que un árbol de Navidad bonito en el vestíbulo lo haría cambiar de opinión? Era tan iluso... Tan joven e ingenuo. La gente no cambiaba sólo por acciones de corazón. Hacía frío y sentía las extremidades pesadas, sus dedos estaban duros y no podía moverlos, su nariz también estaba fría. Había querido ayudar a Sehun así como este lo había ayudado a él, de alguna manera, quería contribuir en algo, pero sólo podía quedarse allí sentado a esperar que saliera. Patético.

Se abrazó con más fuerza... No. Aquello había sido más que un acto desinteresado de ayuda. Luhan quería que Sehun olvide. Quería que se deshiciera de todas las cosas del pasado que le impedían volver a ser agradable y atento con él. Quería que lo mirara, que lo animase, que lo acariciara y le sonriera, hasta deseaba que bromeara... Eso es. Además de todo lo anterior, ahora también era avaricioso y egoísta. No le importaban los demás, hasta creía que tampoco le importaba Sehun en realidad.

Sólo se veía a sí mismo.

Olvídate de él. Deseó con todas las fuerzas. Olvídate y mírame a mí.

Sintiéndose frustrado, inútil y nada bueno, hundió el rostro entre los brazos y lloró.

Sehun se mantuvo todo el tiempo sentado en la cama y mirando la puerta con completa fijeza, como si en cualquier momento alguien pudiera abrirla de improviso. Le daban mucha curiosidad las acciones de Luhan, ¿por qué insistía tanto y con tanta terquedad que vaya a aquella feria? Sabía bien que odiaba salir, entonces ¿por qué? Nunca lo había visto tan obstinado, nunca le había dirigido la palabra de aquella manera... Le sorprendía que todo fuera por él, ¿acaso quería hacerle sentir mejor debido a su obvio decaimiento?

Cuando le había dicho que se quedaría allí esperándolo así tuviera que morir en el intento, su corazón se había detenido.

Seguía sintiéndose así con él... No importaban las veces que hablara con Jyu Ni, las veces que intentara no dormir para evitar sueños como aquel, el tiempo que pasara sin verlo o hablarle, era lo mismo. Luhan había anidado en su interior y ya estaba aferrado con muchísima fuerza... A esas instancias, hacer cualquier cosa contra eso sería una estupidez así también como algo inútil.

No quería salir, le daba miedo. Odiaba recordar. Aquel día todo, absolutamente todo, le recordaba a él. La música navideña, los adornos, los colores, el ánimo de la gente, incluso el olor de la comida típica... Mientras pudiera evitarlo lo haría porque salir significaba llenarse de todo aquello que detestaba, sin embargo ¿por qué estaba dudando tanto? Más bien, ¿por qué le daba vueltas a un asunto zanjado hacía tiempo? Miró hacia la puerta cerrada y no tuvo que pensarlo mucho... ¿Seguiría allí aún? ¿Se habría ido? No había salido después de todo, seguramente se cansó y se marchó. No había visto su sombra por debajo. Sí, en definitiva era lo mismo de siempre, igual que todos los demás. Nadie mantenía sus promesas, nadie se jugaba así por otras personas.

¿Entonces por qué le daba tanto miedo abrir la puerta?

No supo cómo, pero repentinamente se vio con una mano en el picaporte y sudando como si fuera verano. Su garganta se sintió seca y sintió el sonido de su propia respiración como nunca en aquel lugar desolado. ¿Y si al final se había quedado? Claro que no, ¿cómo podría...? Si no abría la puerta entonces nunca sabría. Con los ojos cerrados como un tonto, lo hizo, tiró del picaporte hacia atrás y... No vio nada.

Una decepción tan enorme lo azotó que jugó con dejarlo tirado en el suelo, regodeándose en angustia y arrepentimiento. Si tan sólo hubiera abierto antes, si sólo no hubiera sido tan estúpido, entonces ahora Luhan estaría con él, junto a él... Le sonreiría dulce como sabía hacer y sus problemas e inquietudes se irían al infierno, y sólo existiría él.

Entonces salió al pasillo por fin y casi se queda sin aire.

Luhan estaba allí al final, recostado sobre la pared y abrazando sus rodillas, durmiendo. En un parpadeo estuvo de rodillas a su lado porque las piernas repentinamente se le habían vuelto débiles y no pudo mantenerse en pie. Lo vio con fijeza como si se tratara de un espejismo y, al estirar una mano para tocar sus cabellos, supo que esto no era así. Discernió sus mejillas húmedas y las mangas de su camisa mojadas y entendió que había estado llorando. Llevó una mano hacia la boca quedamente y cerró los ojos con fuerza... Lo había hecho llorar, lo había lastimado. Todo lo que pasaba era su culpa y lo lamentaba como nunca antes a nada.

Movió la mano más abajo y le acarició una mejilla con delicadeza, borrando aquellos rastros de tristeza de los cuales había sido causante. Luhan pareció sentir aquello porque abrió los ojos lentamente, parpadeó y lo miró medio dormido. Cuando reaccionó, pegó un respingo y al instante se lanzó sobre él, tomando su suéter con ambas manos. Sehun cayó de bruces y se lo quedó viendo con sorpresa.

-¿Qué pasa?

Luhan estaba casi encima de él. -No voy a dejarte entrar otra vez ahora que por fin estás conmigo.

Sehun sintió que sus manos temblaban y se mordió el labio. Se incorporó y se las tomó con suavidad, deshaciendo el agarre.

-No volveré a meterme, ya estoy aquí.- Lo miró a los ojos. -Lamento haberte hecho esperar, Lu.

Este se le tiró encima y lo abrazó con más fuerza. A Sehun se le alborotó el cerebro porque estaba demasiado cerca y pegado a su cuerpo; antes se habían abrazado, pero era la primera vez que Luhan tomaba la iniciativa. Estaba entre sus piernas y mantenía el rostro hundido en su pecho.

-Dime que vendrás conmigo.- Lo apretó con más fuerza. -Hazme aún más feliz.

¿Cómo podría decirle que no?

Salieron de la casa tomados de la mano y, aun cuando Sehun tuvo que conducir el auto, Luhan no lo soltó; se mantuvo sosteniendo su suéter con una mano y cuando bajaron, volvió a tomarlo con firmeza. Sehun no le dijo nada, la verdad es que no quería que lo soltara en ningún momento. Aunque Luhan temía volver a perderlo de vista, no sabía que a pesar de todo ese era el lugar en el cual Sehun quería estar: al lado de él.

Al llegar, caminaron bastante hasta encontrar el centro del pueblo, allí donde había puestos de artesanos vendiendo toda clase de manualidades y cosas interesantes. Estaba lleno de gente que iba y venía, familias, amigos, parejas, todos riendo y muy animados. Luhan sonrió enorme porque el ambiente lo contagiaba, era tan cálido y festivo, se leía un entusiasmo general, una unión invisible... Lo amaba. Giró hacia Sehun para ver si percibía lo mismo y lo notó viendo hacia todos lados con cautela, como si en cualquier momento alguien pudiera saltarle de la nada y pedirle una foto, atosigarlo a preguntas o atormentarlo con cualquier otra actitud acosadora. Una mujer pasó demasiado cerca de él debido a la multitud y se corrió como si se tratara de agua hirviendo.

Bueno, lo entendía. Era la primera vez en mucho tiempo que estaba en medio de tanta gente.

Lo derritió por completo saber que estaba allí de todas formas, sólo por él. Tiró de su mano con una sonrisa y lo guió hacia un puesto de comida caliente. Bastó que señalara con un dedo algo para que Sehun sacara su billetera y lo comprara; Luhan nunca había comido eso, su nombre era tteokgalbi y eran como muchas albóndigas clavadas en un palo y bañadas con salsa blanca, cuando lo probó lo amó, estaba realmente delicioso. Sehun no había comprado para él, así que le ofreció. Esperaba que tomara el palillo y comiera, pero en su lugar se estiró y tomó un bocado de su mano, dejando que lo alimentase. Le sorprendió, pero no le molestó para nada.

Sus labios quedaron manchados con un poco de la salsa blanca y se estiró para limpiarlos con un dedo. Se vio tan bonito bajo aquella luz anaranjada y tenue de los puestos, que no pudo evitar acariciarle una mejilla con los nudillos. Sehun lo miró a los ojos y le tomó la mano para llevarse aquel dedo manchado a la boca y lamer lo que quedaba de salsa.

-Está delicioso.- Murmuró con voz grave.

Luhan se dio la vuelta y continuó caminando tan rígido como un robot. ¿Cómo se atrevía a hacer semejante cosa en público? ¿Acaso quería matarlo de un paro al corazón? Demonios... Continuaron caminando un poco más y recorriendo, y Sehun se sintió muchísimo más relajado con el pasar del tiempo. La timidez de Luhan lo conquistaba y su dulzura le robaba un poquito más el corazón... Estaba amando pasar el rato de aquella manera junto a él. Lentamente su memoria estaba siendo vaciada y en su lugar llenada con otros recuerdos.

Todo lo que le pidió, se lo compró. En su mayoría era comida, Luhan había estado tan nervioso los días anteriores que no había podido ingerir nada. Había visto que siempre le convidaba de todo, así que no se compraba nada a posta para comer de su mano, le gustaba mucho.

-¿Sehun?

Se tensó cuando oyó la voz de Minseok a sus espaldas. Ambos se giraron para verlo junto a Bo Ram. Se acercaron con miradas incrédulas.

-Jamás imaginé que...- Iba a proseguir, pero entones vio a Luhan negar con su cabeza de forma frenética y se calló. Le sonrió. -Esto está muy bonito, disfrútenlo.

Bo Ram también sonrió sin una palabra y Sehun sólo les hizo un corto asentimiento. Se sentía feliz y a gusto, pero que lo vieran tan expuesto no era una opción que le agradara. Metió las manos en los bolsillos del pantalón y se quedó un poco cabizbajo, lo que más quería era volver a quedarse a solas con Luhan... No quería ser descortés, pero esperaba que sucediera pronto. ¿Cuándo se había vuelto tan maleducado? Los modales siempre habían sido una base para todo.

-¿Kyungsoo?- Parpadeó Minseok con sorpresa viendo más allá.

Entremedio de toda la muchedumbre apareció el susodicho, llevaba una sonrisa enorme y un hweori gamja en una mano. Parecía muy relajado y era una imagen tanto inusual como extraña.

-¿Qué haces aquí?- Minseok le pasó un brazo por los hombros.

-La vez pasada me quedé en Yeonghon y estuve con Jongin ssi, me dijo que habría un festival en Navidad así que aquí estoy.

-No hablaremos de trabajo, ¿verdad?

Kyungsoo mordió una papa sin dejar de mirarlo. -Depende, ¿acabaste el manuscrito?

-¡Eso es!- Le palmeó la espalda, quizás, con mucha más fuerza de la normal. -¡No hablaremos, hoy es un día para divertirnos!

-Yo quiero saludar a la señora Moon.- Comentó Bo Ram. -Le prometí hacerlo.

-Kyung, vayamos a beber.- Insistió Minseok.

Este lo vio con malhumor, pero no se negó. -Supongo que está bien, hace mucho no salimos.- Vio a su alrededor. -Perdí a Jongin, tendremos que buscarlo primero.

-Está bien, está bien, vamos.- Minseok se lo llevó casi a la rastra, antes de desaparecer se giró y sonrió a Luhan. -Cuídamelo, Lu.- Le guiñó un ojo y se fue.

Sehun suspiró y lo tomó de la mano otra vez, llevándoselo lejos consigo antes de que otros los monopolizaran. Cuando llegaron a un lugar más apartado de todo el gentío, todo quedó sumido en un completo y apabullante silencio un segundo antes de que el cielo se iluminara y una explosión les hiciera detenerse. Se quedaron quietos observando los fuegos artificiales en el cielo, flores inmensas y luminosas de colores hermosos convirtiéndose en estrellas más cercanas y efímeras. Sehun sintió cómo el corazón le apretaba con dolor porque aquel acontecimiento, aquel exacto momento, sin dudas era el que más odiaba de todo aquel día.

"Acabemos con esto ya".

No. No te vayas... Los labios se le tensaron en una línea recta e hizo un puño con la tela del abrigo, allí donde moraba su corazón. El pecho le ardía. Apartó la vista e intentó no oír porque todo le recordaba a él... Todo, cada pequeña cosa. Odiaba la Navidad. Odiaba el frío, odiaba el invierno.

-¿Echas de menos a alguien, verdad?

Pegó un respingo ante la voz suave de Luhan a su lado. Lo miró consternado porque por un momento se había olvidado de que estaba con él... ¿Cómo era posible que lo hiciera? Aquel muchacho era imposible de ignorar, y sin embargo era tan idiota.

Entonces le sonrió de la forma más triste posible y terminó de enfermar.

-Lo llevas escrito en la cara con unas letras enormes.

Se dio la vuelta y siguió caminando. Por el resto del camino le dio la espalda.

Odiaba la Navidad. Odiaba el frío, odiaba el invierno.

Se odiaba él.

Así que sabía sobre eso, ¿eh? Minseok era un boca floja. Bueno, suponía que si se había empeñado antes en investigar sobre él, naturalmente se enteraría. Esperaba que no supiera detalles. A Luhan por su parte le estaba costando tragar saliva por el enorme nudo en la garganta, ¿qué esperaba? ¿Que hubiera olvidado de un momento para otro sólo por estar con alguien como él? A veces, el cariño que Sehun le demostraba le hacía olvidar quién era en realidad: un chico escuálido e insignificante, alguien con una vida patética que tenía veintiún años y que sólo hacía un par de semanas había comenzado a hablar.

Era natural...

Sentía las pisadas del otro detrás sobre la nieve fresca. Estaba caminando sin un rumbo fijo, no sabía a dónde se dirigía. Los fuegos artificiales habían terminado y un segundo después todos habían gritado "¡feliz Navidad!" al aire. Luhan se los imaginaba alzando sus copas, brindando y abrazándose con cariño. Ellos no habían dicho nada, lógicamente. Estaban lejos, pero el barullo todavía se oía.

Sonrió un poco de lado cuando observó el cielo oscuro. -Bueno... Supongo que es lo más que puedo hacer.- Se detuvo y Sehun en consecuencia también. -Al menos logré que salieras de casa, eso es algo bueno.

Mentiroso. Mezquino. Sólo cállate.

Sehun se lo quedó viendo aprovechando que estaba de espaldas, porque no se atrevería a mirarlo a la cara. Se sentía despreciable. El ataque de los recuerdos no era algo que podía controlar a nivel consciente, pero si pudiera lo haría si con eso no hería más a Luhan. Él sólo había deseado su bien y allí estaba... Devolviéndoselo de aquella manera. Quería decirle algo, demostrarle que estaba feliz más allá de aquellas memorias agrias, que él lo hacía más feliz que nadie en mucho tiempo. ¿Acaso pensaba que habría salido de la casa si se lo hubiera pedido otro? Luhan era especial.

No sabía en qué momento sucedió ni cómo, pero había decidido que negarlo no tenía caso.

Sin embargo boqueaba como un imbécil, sin saber cómo responder, qué hacer. Luhan lo vio sobre el hombro con una seriedad inesperada.

Di algo, lo que sea.

Sintió como algo frío caía sobre su cabeza y ambos notaron que había comenzado a nevar. Sehun se adelantó y volvió a cogerlo para llevárselo a un lugar donde pudieran resguardarse. La verdad es que en esos momentos estaba desesperado y fue la única excusa que encontró para volver a estar cerca de él. Luhan lo siguió sin chistar, pero no lo cogió de vuelta y eso le dolió feo. Caminaron con premura y se quedaron bajo el pórtico de una casa desconocida justo cuando la nieve cayendo se volvió mucha y más violenta.

Suspiraron a la misma vez. Sehun desvió la mirada porque no quería verlo, no sentía derecho. No al menos hasta que tuviera algo inteligente para decir. A pesar de todo, su presencia era tan intensa y estaba tan cerca, que no pudo evitar mirarlo un poquito de reojo, entonces lo descubrió viendo hacia arriba con los labios entreabiertos y aquellos ojos gigantes.

Vio en la misma dirección y discernió una rama pequeña de muérdago en el techo del pórtico. Volvió a mirarlo a él y por más de que lo intentó con muchas fuerzas, no pudo evitar abrir la boca.

-¿Deberíamos besarnos ahora?

Bueno... No era lo más inteligente para decir en esos momentos, pero...

Luhan lo miró con los ojos como platos y las mejillas prendidas fuego, no dijo nada de nada. La respuesta fue tan inesperada, que Sehun también se sonrojó. Qué demonios, ¿no debería molestarse o algo mucho más lógico que sólo mirarlo con vergüenza? ¿Acaso él...? Ah... Cubrió con un antebrazo la mitad de su rostro y se lo quedó viendo con los párpados caídos. Este muchachito era todo un caso.

Sin pensárselo demasiado, se acercó y rápidamente le corrió los cabellos de la frente y lo besó allí. Apoyó los labios de forma delicada porque Luhan era como un fino objeto de porcelana que debía ser tocado con la más absoluta suavidad. Cuando se separó igual de apenado que antes, Luhan lo veía extrañamente más calmo, como si de verdad hubiera estado esperando algo como eso al final, aunque su rostro seguía rojo.

-Si pudiera hacer que estuvieras así conmigo mucho tiempo más, lo haría.

Le tomó una mano con ternura y dio un paso lento para apoyar la frente sobre la suya, viéndolo a los ojos de manera fija y profunda. Luhan sentía la garganta seca y su corazón más alborotado que nunca alguna vez.

-Por favor, tenle paciencia a este idiota. Aparento ser grande, pero sólo soy un hombre miserable.

Luhan asintió lentamente. Sehun siempre había estado a su lado de alguna u otra manera, incluso cuando estaba en lo más bajo, incluso cuando era cobarde y en extremo tímido, él le tuvo una gran paciencia y esperó sentado y tranquilo a que mejorara de a poco. ¿Acaso era perfecto como para criticarlo o considerar inaceptables sus acciones? Ni de cerca. Lo menos que podía hacer era aguantarlo por el momento.

Ya más animado el ambiente entre ellos, siguieron paseando un rato más y disfrutando de todo hasta que decidieron que estaban cansados y volvieron a casa. Lo hicieron en completo silencio, pero no fue para nada algo incómodo o desalentador. Luhan ya no sostenía a Sehun porque sabía que este ya no escaparía. Cuando llegaron el auto de Bo Ram estaba en el garaje, así que aquellos dos tendrían que haber vuelto antes. En la mansión todo estaba oscuro y silencioso, debían estar durmiendo ya.

Ellos subieron las escaleras en el mismo silencio.

Cada uno fue hacia su habitación. Sehun se detuvo antes y Luhan siguió un poquito más hasta la próxima puerta. Con una mano en el picaporte, se dieron una mirada exactamente a la misma vez. Se sonrieron y desaparecieron tras el sonido de las puertas cerrándose.

Sehun había entrado ya y la soledad sobrecogedora de su cuarto le invadió y le revolvió las entrañas... Aquel día (o bueno, gran parte de él) había sido casi perfecto. Casi. Siguiendo ciegamente el impulso en su interior, salió otra vez y golpeó un par de veces en la puerta de Luhan, quien abrió lentamente. Este ya ocupaba sus pijamas y lo miró con incertidumbre del otro lado.

Sehun señaló hacia arriba con un dedo y Luhan siguió la dirección de este, viendo el marco blanco de la puerta.

Entonces lo empujó dentro y se metió con él.

Y con un pie cerró la puerta tras ellos.



7u7.

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