XIX

El cap. será algo largo, así que léalo cuando tengan tiempo y estén aburridxs. Ya ❤.

-Qué frío...

Aquella noche, Sehun no sabía si hablaba del clima o de su interior.

Bueno, podrían ser tranquilamente cualquiera de los dos. Era pleno invierno y le molestaba porque los dedos se le enfriaban demasiado y le quedaban duros, haciéndole casi imposible tocar el piano con destreza.

Estaba en Chuncheon, una de las ciudades más frías de Corea. Había llegado un día antes del concierto que tenía planeado dar en el teatro municipal. El sol salía tarde y se ocultaba temprano, los días eran cortos y eso lo deprimía más que de costumbre. Ya había hablado con los organizadores del evento y ahora caminaba por la ciudad entre las luces de los autos, los ruidos urbanos y las voces de la gente. Estaba solo. Luego de que sus padres murieran, ya nadie viajaba con él. Sus hermanas solían hacerse espacios para oír sus conciertos de vez en cuando, pero hacía tiempo que estos habían dejado de celebrarse únicamente en Seúl para expandirse a todo el país, y al mundo.

En dos semanas, por ejemplo, debía viajar a Rusia para tocar en el teatro Mariinski de San Petesburgo.

Ya estaba acostumbrado a estar solo.

Sintió como le hacían una foto sin tener la delicadeza de quitar el flash, y la luz le dio de lleno en los ojos. Se arrebujó en la bufanda y apuró el paso; si tardaba mucho más, la gente comenzaría a sentirse curiosa de a quién estaban fotografiando y entonces lo reconocerían, y no lo dejarían tranquilo. Se alejó hacia un lugar mucho más desolado, lejos del centro comercial. Los años sólo lo habían vuelto más amargado y meticuloso, la gente parecía acorralarlo cada vez más con sus actitudes. Nada de todo lo que pasaba en la vida lo disfrutaba... Se le hacían nublosas las razones por las cuales había comenzado a tocar, a presentarse.

¿Cuándo fue que olvidó su amor por la música clásica?

Se había quedado mirando hacia arriba en medio de una acera despejada de árboles. Seguida había una avenida y los autos no dejaban de pasar a altas velocidades. El cielo estaba nublado, seguramente llovería. Últimamente se sentía mimetizado con los días... Aquello siempre dictaminaba cómo tocaría más tarde, siempre había sido de los que interiorizaban todo y cualquier pequeña cosa le afectaba. Estaba con las manos en los bolsillos y los párpados caídos mientras veía salir aliento en forma de vapor.

¿Por qué seguía haciendo lo que hacía?

Sintió que lo estaban mirando y cuando volteó, efectivamente tenía razón.

Un muchacho lo hacía.

Estaba de cara a él y lo veía abiertamente, sin ningún disimulo. Sehun suspiró.

-¿Quieres una foto o un autógrafo?- Preguntó con voz monótona. -Rápido, no quiero más gente encima.

El muchacho ladeó su rostro, no le dijo nada. Le alzó una ceja.

-¿No es eso? ¿Entonces qué? ¿Quieres que grabe un vídeo con un mensaje de feliz cumpleaños para algún familiar?

Frunció el ceño y pronunció algo que lo desconcertó: -¿Quién demonios eres tú?

Aquella única pregunta sentenció por completo a Sehun sin saberlo.

Se quedó de piedra y lo invadió una vergüenza tan grande que se apartó con un chasquido y siguió caminando. Sentía las mejillas hirviendo y las ocultó con malhumor con la bufanda. Después de un par de cuadras, se dio cuenta de que aquel chico lo estaba siguiendo. Comenzaba a creer que no había estado equivocado y que realmente lo reconocía, ¿por qué sino lo seguiría?

Se paró y lo miró. Este también lo hizo y alzó ambas manos.

-Tranquilo, George Clooney, no te sigo a ti, tengo cosas que hacer por aquí.

Sehun le frunció el ceño y continuó. Sin que lo notase, aquel extraño se había adelantado hasta quedar a su lado. Clavó la mirada al frente con la intención de ignorarlo, pero le fue imposible no percibir sus miraditas de reojo. Se preguntaba seriamente qué era lo que quería. Pasaron frente al teatro en el cual debía presentarse mañana y volvió a detenerse, viéndose en la gigantografía que habían colgado fuera para hacerle promoción. Obviamente, el chico se frenó junto a él y lo vio con los ojos enormes.

-¡Ah!- Señaló con un dedo la imagen, tenía la boca abierta y le pareció muy gracioso. -¡Ese eres tú!

Sehun asintió sin expresión.

-Wah...- Balbuceó. -¿Qué haces?

-Toco el piano.

-¿En una banda?

Negó. -Música clásica.

-Oh, un aristócrata.

-¿Disculpa?

-¿No que la música clásica estuvo ligada toda la vida a las clases altas?

-Ese es un prejuicio.

El chico le sonrió y se encogió de hombros mientras guardaba sus manos en sus bolsillos. -Bueno, lamento no haberte reconocido antes. Esto no es lo mío.

-¿Nunca oíste?

-Nah. Muy aburrido y estirado.

¿Qué le pasaba a este?

-¿Por qué me estabas viendo?

-Ya te dije, fue una casualidad.

Lo vio con recelo. -¿En serio?

-Pf.- Resopló con gracia y le hizo un ademán con su mano mientras comenzaba a irse. -Será mejor que me vaya ahora.

A Sehun no le pudo ser más indiferente. -Adiós.- Le hizo un corto asentimiento.

Quedó viendo cómo se alejaba caminando con parsimonia. Volvió a suspirar y alzó la vista al cielo, pero se lo cubría aquella imagen gigante de sí mismo... Cuánta ironía.

-Está bien, te mentí.

Se giró sorprendido y vio al mismo muchacho que se había ido parado a su lado.

-Te quedé viendo porque parecías un actor de cine.

Sehun se había quedado completamente sin palabras. -Esto...

-No digas más.- Posó una mano sobre su pecho y lo calló con un dedo sobre los labios, poniendo una expresión dramática. -Terminarás haciendo que me enamore.

Arqueó las cejas. -P-pues...

-¡Tengo una idea!- Lo sobresaltó cuando le exclamó de la nada. -Finjamos que sigo sin conocerte y ven conmigo.

-Pero tú en verdad no me conoces.

-¡Sh! ¿Aceptas? Soy pequeño y adorable, no podría hacerte daño aunque quisiera.

Sehun nuevamente no supo qué decirle. ¿Qué estaba pasando? ¿Quién era esa persona? De un momento a otro pareció más calmo y le sonrió de una manera extraña. De una manera que le alteró todas las defensas y lo dejó expuesto.

-Finjamos que ninguno de los dos sabe quién eres.

Y como si aquellas hubieran sido las palabras claves, la contraseña correcta, aceptó que lo tomara de la mano y lo llevara con él.

Aquella noche no hicieron nada del otro mundo. Simplemente se mantuvieron caminando de aquí para allá. El desconocido le mostró un montón de lugares bonitos porque su abuela vivía allí y solía visitarla seguido, así que conocía bien la ciudad. Le dijo con total naturalidad que nunca había tenido nada que hacer en esa dirección y cuando Sehun le preguntó por qué lo había seguido entonces, le contestó que le había atraído.

-Tu mirada viendo hacia el cielo me pareció demasiado... amplia.

-¿Amplia?

-Como si quisieras abrazar al universo entero.

Al final, Sehun le terminó dando una entrada gratis al concierto. Cosa que por dentro le había hecho patearse mil veces. Por fin conocía a una persona que no tenía idea de quién era ni de lo que hacía, e iba y lo arruinaba metiéndolo dentro de la bolsa junto al resto del mundo. Pero la realidad era sólo una: había sentido muchas, muchas ganas de demostrarle que la música clásica no era aburrida. Quería transmitirle con una actuación perfecta todo lo que sabía, lo que creía.

La pasión le impedía dejar a alguien ignorante de lo que se estaba perdiendo en realidad.

El chico no le prometió nada porque "no quería dormirse en medio del teatro". Le insistió. Al otro día por la noche, caminó entre aplausos y ovaciones hasta el piano posicionado en medio del escenario. La filarmónica de acompañamiento estaba en el foso. El silencio se suspendió en el aire y se mezcló con las ansias y la expectación del público. Sehun miró hacia arriba y, como tenía por cábala, nombró a sus tres pianistas favoritos: Liszt, Haydn y Chopin. No era ningún tipo de plegaria, tan sólo tenerlos presente le daba seguridad de alguna manera.

Posó los dedos sobre las teclas e hizo su magia.

Aquella noche tocó de manera distinta. No sabía si aquel chico le había hecho caso y estaba entre el público o no, pero tocó como si lo hiciera, poniendo todo de él, cada emoción, cada pizca de su ser. Toda su alma. Cuando acabó la velada, se paró y, con gotas de sudor rodando hacia abajo sobre su rostro, le sonrió al público que aplaudía y gritaba de pie. Aquella sonrisa era de pura satisfacción...

Ah, cierto. Ahora recordaba por qué hacía lo que hacía. En el afán de mostrarle al otro que su vida (porque la música y el piano eran su vida) no era ninguna tontería aburrida, se había dado la respuesta que había olvidado.

Le pareció verlo salir de la sala, pero no estuvo seguro.

Tendría que haberse devuelto a Seúl para ver a sus hermanas al otro día por la mañana, pero no lo hizo. En su lugar alargó la estadía en Chuncheon. No sabía qué pretendía exactamente, pero necesitaba volver a ver a esa persona una vez más. Fue al lugar en donde se lo había encontrado la primera vez, pero nunca lo cruzó. Cuando ya estaba por darse por vencido, lo vio donde menos se lo esperaba.

Frente a las puertas del teatro.

Miraba hacia arriba al igual que lo había hecho él, pero no al cielo, sino al lugar en donde había estado su póster, y que ahora promocionaba una ópera famosa. Cuando se le acercó, se lo quedó viendo en silencio y le pareció gracioso el cambio de roles.

Lo miró y le sonrió. -Creí que ya no volvería a verte.

-Igual yo.

Silencio.

-Cambié de opinión.- Le dijo. -Me gusta la música clásica al final.

La emoción que invadió a Sehun fue tremenda, nunca había sentido nada semejante.

-Pero,- Prosiguió. -Me gusta sólo cuando la tocas tú.

Y aquello fue su final.

Baekhyun se había vuelto su persona más amada en un parpadeo.

Después de eso, no volvieron a estar separados. Primero intercambiaron números, se hablaron sin parar sobre todo; incluso cuando Sehun salía del país, pagaba todas las llamadas por cobrar sólo para oír su voz. Ya en Seúl, comenzaron a citarse sólo para pasar el rato.

Una noche como cualquier otra, Sehun se encontró haciéndole el amor y, en un suspiro, se habían vuelto novios.

Sehun amaba a Baekhyun con locura. Había sido la única persona en el mundo que lo había visto como a un simple chico sin más. Para Baekhyun, Sehun no era un prodigio, no era un legado, no era un pianista... No era más que una persona a la cual quería y que le gustaba. A Baekhyun no le interesaba la música clásica, no sabía quiénes era Beethoven o Bach y tampoco le interesaba, y aunque Sehun había logrado su cometido de conquistar su corazón con sus interpretaciones, con eso estaba más que satisfecho y no lo cambiaría. Ni siquiera su familia lo había salvado de ser un pianista profesional.

Sus padres nunca lo habían dejado salir a jugar porque temían que se lastimara las manos. Antes sus hermanas habían sido juguetonas y habían cometido sin fin de travesuras juntos, pero un día Geonye había caído sobre uno de sus brazos por accidente y lo había herido; le habían dado semejante reprimenda, que ninguna de ellas se atrevió a jugar con él una vez más. A partir de ahí lo habían tratado siempre con delicadeza, como si fuera un bebé de porcelana. ¡Pero no quería eso! Amaba tocar el piano, sí, ¡pero también quería embarrarse de lodo junto a Luda, jugar a la pelota con Geonye y pedirle ayuda a Jyu Ni para escalar árboles! Nunca tuvo amigos porque todos se sentían disminuidos cuando estaban a su lado. Siempre le pareció una tontería, ¿qué culpa tenía de haber nacido con ese don y de que todos fueran una manga de inseguros?

En la escuela siempre rondaba solo, y detrás una gama de incontables comentarios susurrados lo perseguían: "¿ese es el humilde prodigio?". "Dicen que toca igual que Chopin, ¡sólo es una copia!". "¡Qué guapo que es!". "¿Por qué siempre está solo?". "Oí que su maestro le hace tocar el piano catorce horas por día". "Me da miedo, siempre está serio". "¡Sólo es un idiota pomposo!".

¿Qué culpa tenía?

Sólo había querido amigos. Había querido muchachos a su lado con los cuales charlar de cosas idiotas y banales como videojuegos, chicas y deportes, muchachos con los cuales salir a beber algo o divertirse. Le hubiera gustado también tener alguna novia, alguien a quien querer, pero a las pocas que habían tenido el valor de confesársele no las conocía y nunca las había visto, ¿cómo podían quererlo? No lo entendía.

La única persona que había estado a su lado y lo había tratado como a un humano común y corriente, era Baekhyun.

Después de dormir juntos, Sehun siempre solía ocupar el piano porque se sentía relajado y feliz. Baekhyun salía de la cama cubierto con una frazada, se sentaba a su lado de espaldas al piano y le rodeaba la cintura desnuda con un brazo. Entonces le besaba el cuello y susurraba:

-Tócame algo de Schubert, Sehun.

Baekhyun podía pedirle que se lanzara dentro de un volcán y lo haría con una estúpida sonrisa. Lo único que siempre le pedía era que tocara a Schubert. No sabía por qué, pero a Baekhyun le encantaba ese compositor. Supuestamente imaginaba muchos colores en el aire que bailaban cuando lo interpretaba.

Baekhyun se dio cuenta de que cuando prendía la televisión, Sehun se iba de la habitación o le pedía que bajara el volumen al mínimo porque le dolía la cabeza. Esa actitud siempre le había parecido extraña, además de un comportamiento en extremo huidiso: nunca salía de casa y, si lo hacía, se vestía con mucha ropa que lo cubriera; la vez que quiso presentarle a su hermana y su familia, se negó rotundamente, cosa que le dolió, pero que pasó por alto; casi nunca salían ya que Sehun prefería quedarse encerrado, pero cuando lo hacían siempre era de noche y nunca se acercaban demasiado. Baekhyun recordaba la vez que había intentado tomar de la mano a su novio en medio del centro comercial y este lo había apartado con una mirada de miedo a su alrededor.

Ignoraba todo porque, a fin de cuentas, también estaba enamorado. Sehun siempre era cariñoso y gentil, siempre lo sostenía entre sus brazos como si fuera un valioso tesoro y lo besaba con amor. Le transmitía todo el amor que sentía y eso lo llenaba por completo. Por eso podía sacrificarse un poco en pos de todo aquello. Al final del día no era tan malo, ¿verdad?

A finales de semestre de su cuarto año universitario, había estado parado en medio del pasillo sosteniendo su último examen: reprobado. Nunca había sido muy buen estudiante, era distraído y flojo, pero siempre se esforzaba al máximo. Jamás le había importado los tropezones porque sabía que podía levantarse, era capaz, sin embargo aquella vez era diferente... Pensó en Sehun y en lo fácil que sería para alguien como él pasar un estúpido examen. Era un prodigio después de todo, todo lo que hacía lo hacía bien. Había estado el tiempo suficiente a su lado como para saber que era una especie de superhumano casi perfecto.

¿Qué hacía con alguien tan tonto como él? Al lado de toda su grandeza y talento, sólo era un pequeño patético.

-Tsk.- Comenzó a destruir aquella hoja con furia. Ahora no le molestaban sus notas, le molestaban sus pensamientos.

¿Qué mierda le pasaba?

-Oye.

Se giró con malhumor ante el llamado de alguien. Vio a un chico alto y de lentes que estiraba en su dirección la bola de papel que había tirado iracundo.

-Será mejor si mantienes esto contigo.

Le sonrió de forma escabrosa. -Cómetela y atragántate con ella.

El vaso estuvo a punto de rebalsar una noche que Sehun tuvo un concierto de gala en el teatro de opera del Seoul Arts Center. Una semana antes había comenzado estornudando, y para la fecha estaba imposibilitado totalmente con una fiebre terrible y un dolor corporal atenuante. Ese día habían discutido porque se rehusaba a quedarse en cama e insistía en ir a tocar de todas formas. Baekhyun, obviamente, se había negado con rotundidad.

-¡Quédate en la cama, maldita sea!- Había exclamado con pura rabia brotándole por los poros.

-Déjame en paz.- Le había contestado Sehun entre pesadas exhalaciones. -Yo debo... Debo...

-¿Qué debes? Si te pones de pie parece que morirás.

Sehun se apoyó contra la pared. Había estado queriendo llegar a la puerta, pero Baekhyun se lo impedía. Frunció el ceño porque había comenzado a ver borroso.

-Nunca he cancelado una presentación.

-Pues, hoy será el final de ese nunca. Vete a la habitación.

-No.- Meneó la cabeza, logrando marearse más. -Si no voy sabrán que estoy enfermo, y entonces...- La única mano que lo sostenía resbaló sobre la superficie de la pared y estuvo a punto de caer al suelo.

Baekhyun logró cogerlo antes de que sucediera. -No te lo repetiré.- Habló lento y haciéndose de paciencia. -Vamos a la cama, Sehun. Tienes que descansar.- Comenzó a llevarlo al cuarto.

-Sabrán que estoy enfermo y comenzarán a compararme con él.- Siguió hablando este. -Porque murió joven y estaba enfermo y... Mi intimidad. Sabrán que mi salud es mala...

Baekhyun logró dejarlo sobre la cama y, viéndolo con el corazón en un puño, sacó el teléfono celular. Sehun logró enfocarlo mientras tecleaba y llamaba.

-Si lo haces, no te lo perdonaré.

Baekhyun tragó con dificultad, pero ser cobarde no era un rasgo típico de él, así que elevó la barbilla con arrogancia.

-Me arriesgaré.

Al otro día, toda la televisión hablaba sobre Oh Sehun. Sobre él y la cancelación repentina del concierto de anoche y los venideros por problemas de salud.

Baekhyun apagó el televisor cuando habían comenzado a calcular los años de vida que le quedaban a Sehun en comparación con los que había vivido Fryderyk Chopin. Sentía el estómago revuelto. Sabía que aquello había sido su culpa, pero ¿qué más pudo hacer? ¿Dejar que se presentara volando en fiebre? Se desmayaría en mitad del concierto y eso sí que sería un verdadero escándalo. Lo escuchó comenzar a tocar el piano desde el comedor y un nudo se le hizo en la garganta. Así no es como solían oírse las melodías de Sehun. Sehun tocaba con gracia y algarabía, era espléndido y llenaba el corazón, ahora sólo era... Gris. Apagado, agitado, encerrado.

Caminó hacia el salón y lo vio con aquella postura perfecta para tocar. Estaba de espaldas y aun así podía notar lo mal que se sentía. Todavía no se había curado y había estado todo el día en cama hasta el momento. Baekhyun se había desvelado cuidándolo.

Se mordió el labio inferior y empezó a temblar. Todo lo que pasaba era su culpa, pero no debía arrepentirse. Había hecho lo correcto, lo sabía.

¿Entonces por qué lloraba?

Cayó de rodillas detrás de él y se abrazó con fuerza a su cintura. Sehun dejó de tocar de forma abrupta.

-Lo siento.- Le dijo entre sollozos. -Lo siento mucho, Sehun.

Después de eso, el sonido de su piano se hizo cada vez más y más vacío.

Baekhyun, que tanto había amado oírlo, ya no lo reconocía. Siguió aceptando conciertos, pero estos eran muy esporádicos. Todo lo contrario a hacía unos cuantos meses cuando había tenido que mantenerse viajando casi todas las semanas para hacerlo. Recibió millones de solicitudes del extranjero: Alemania, Estados Unidos, Francia, Inglaterra... Todas las cartas quedaron acumuladas y cerradas en el aparador, al final expiraron.

-Estás cada día más feo.

Baekhyun se giró con un rostro de pocos amigos hacia aquel chico alto y de lentes que se había cruzado la primera vez. Habían comenzado a coincidir en las clases y después habían almorzado juntos, a esas instancias ya eran buenos amigos.

-¿Quién quiere tu opinión de... de jirafa?

Le arqueó una ceja. -¿En serio? ¿Jirafa? Es el insulto más común para alguien como yo.

Baekhyun había suspirado. -Sólo cállate, Chanyeol.- Se apretó las sienes. -Estoy tan cansado...

-¿Es tu novio de nuevo, verdad?

No le contestó.

El otro pareció molesto. -No te entiendo.- Había negado de forma furiosa con la cabeza. -Eres de otro mundo, Baekhyun.

Baekhyun había hecho una pequeña mueca mientras veía al cielo. -No me entiendes porque nunca te enamoraste.

-¿Y tú qué sabes?

Lo miró. -¿Sí lo hiciste?

Ahora fue él quien no le respondió. En su lugar directamente se saltó el tema.

-Algún día llegarás a un callejón sin salida, y te darás cuenta de que tú solito te metiste allí por propia voluntad.

Baekhyun ya lo sabía, no era idiota.

También sabía que Sehun se estaba consumiendo y lo estaba arrastrando con él.

Pero se negaba a dejarlo sin lograr que se recuperara, que volviese a ser el Oh Sehun de antes: tan deslumbrante, que te veías en la necesidad de alzar un brazo para cubrir tus ojos de aquella luz.

No sabía por qué. No sabía de dónde surgía semejante necesidad de salvarlo... Quizás, aquella inutilidad que siempre había poseído había colmado su consciencia y sólo quería sentir que servía para algo. Quizás quería aumentar su vanidad siendo el responsable de su mejoría. Quizás se sentía culpable de ser parte de todo su estrés, teniendo que ocultarlo del mundo para que la prensa no siguiera alimentándose de él. Quizás... Quizás...

Quizás entendía que todo estaba llegando a su fin y aquel era su último manotazo de ahogado, un intento por mantener una relación bella al comienzo, desesperante luego y vacía al final.

Quizás quería darse por vencido y no sabía cómo.

Todo continuó en un quizás hasta una tarde que había llegado a casa y la oscuridad y el vacío lo habían devorado hasta dejarlo sin aire. Allí, en medio del salón en penumbras y con un piano de fondo, entendió que estaba completamente solo y le dio miedo... Le dio miedo porque miró hacia atrás y Sehun no estaba. Miró hacia delante y tampoco estaba. Hacia los costados y... Nada. ¿Dónde se había quedado? ¿En qué momento lo había perdido de vista? ¿Por qué nunca se había dado cuenta de que se estaba apartando de su lado?

Fue corriendo hacia el salón y se paró en la puerta con el pecho subiendo y bajando rápidamente. Sehun estaba tocando como de costumbre. Pintó una sonrisa trémula y se acercó.

-Oye, salgamos de aquí.- Le pidió intentando sonar natural, pero aquello fue prácticamente un ruego.

Sehun no lo miró cuando siguió tocando. Nunca lo hacía. -Sabes que no puedo salir.

-Sí puedes...

-No si una avalancha de adolescentes se me cae encima.

Mentiroso.

-Por favor.- Le sonrió con lágrimas y eso le costó muchísimo. -Quiero... Quiero estar contigo.

Sehun por fin lo vio con un ceño fruncido. Se apartó del piano y estiró una mano para acariciarle la mejilla con ternura. Baekhyun jadeó.

-¿Pasa algo malo?

¿Por qué era así? ¿Por qué le hacía eso?

Deja de mirarme así. No me toques. No me confundas.

-Voy a tomar un poco de aire.- Se paró y se fue corriendo.

Tendría que haberlo aferrado con fuerza para hacerlo avanzar y no perderlo.

-Me está consumiendo.- Dijo sobre la barra y con un vaso de alcohol en la mano.

Chanyeol estaba a su lado, ni siquiera lo miraba.

-¿Llegaste al callejón?

-No. Falta muy poco.

-¿Entonces seguirás adelante hasta dar con él sabiendo que al final es lo único que existe?

Apuró el vaso de un solo trago. -No tengo más opción.

Chanyeol había volteado a verlo con el ceño fruncido. -No, sí la tienes.

-Tú no entiendes. Yo, yo debo ayudarlo... Yo lo amo.

-Es a mí a quién deberías querer.

Aquello lo estremeció de pies a cabeza. Abrió los ojos de más y, sintiendo en los oídos sólo el sonido de la respiración, se volteó lentamente hacia él. Chanyeol sostenía entre sus manos un vaso y su mirada parecía apenada. Lo vio de reojo con una sonrisa torpe.

-Olvida eso, fue terrible.- Y se alejó, perdiéndose entre la multitud del bar.

-¡Ah!- Baekhyun dio un paso adelante y estiró una mano, pero se detuvo antes de cometer una tontería.

¿En qué estaba pensando?

La Noche Buena de aquel año después de discutir otra vez con Sehun porque no quería ver a su familia, Baekhyun se emborrachó en una fiesta por la noche. Había salido solo de todas formas porque estaba triste y enfadado y no quería ni verlo.

Estaba cansado.

Había llegado a la casa de uno de sus compañeros de curso en un distrito que no recordaba. Chanyeol le había pasado la dirección mucho antes para invitarlo si quería ir, no había insistido mucho más. Ni siquiera bordeaban las doce y Baekhyun ya había bebido como para dos personas y estaba armando un terrible alboroto corriendo de aquí para allá, gritando que Sehun era un imbécil y bailando como un poseso. Chanyeol, que se había alejado de él desde su confesión y que esa noche también se había mantenido prudencialmente lejos, lo tomó para llevárselo escaleras arriba y dejarlo en la habitación del dueño de la casa.

Baekhyun forcejeó a muerte para salir de allí, pero Chanyeol se lo impidió y, al final, acabó llorando a los gritos como un niño pequeño.

-¿Por qué me ha dejado? ¿A dónde se ha ido? Se olvidó de mí. ¿Acaso no me quería? ¿Qué soy para él ahora mismo? Quiero ayudarlo, pero no tengo idea de cómo hacerlo.- Esas y mil preguntas más habían sido repetidas hasta el cansancio entre lágrimas y sollozos.

Chanyeol se había quedado a su lado en silencio. Estiró una mano cuando dejó de hablar y le acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja.

-Eres demasiado bueno.

Baekhyun había resoplado. -Sí, claro. Yo no soy un prodigio ni superdotado, saco notas malas todo el tiempo y ni siquiera pude hacer que mi novio siguiera enamorado de mí. Además...

Su descargo había quedado en la nada cuando unos labios tibios se habían posado sobre su boca de improviso. No tuvo atino alguno y entonces Chanyeol se separó y lo miró a los ojos.

-Nada de todo eso es tu culpa.- Le había susurrado. -Tú no sólo eres demasiado bueno para él, eres demasiado bueno para cualquiera... Incluso para mí.

La conexión en sus miradas no había podido romperse, una cosa llevó a la otra y todo fue demasiado confuso. Baekhyun no supo si fue debido a la nebulosa de alcohol, pena y frustración que lo rodeaba, pero la cosa no se quedó en aquel primer beso y en un parpadeo estaban besándose de forma apasionada sobre la cama. No tenía mucho en mente en ese momento, sólo podía repetir la voz grave de Chanyeol diciéndole que era demasiado bueno.

No. Él no era bueno. Él era una mierda.

Sabía lo que estaba haciendo y qué sucedería si permitía que Chanyeol le sacara la ropa, ¿y lo detuvo? No, siguió de todas maneras. Seguía sin ser consciente del todo de lo que decía, pero sus acciones estaban siendo más que claras. En algún momento mientras engañaba a su novio, pensó con desesperación que necesitaba que alguien lo quisiera... ¿Lo pensó o lo dijo en voz alta? Sí estaba seguro de los temblores que atacaban su cuerpo por el miedo. Dentro, en su interior, el desasosiego era ahogante.

-Por favor, por favor, ayúdame.- Había pronunciado una y otra vez sin saber por qué.

Cuando acabaron fue lo peor. Porque el placer ya no lo abrumaba y había entendido que en realidad no estaba tan borracho y el desprecio hacia sí mismo se triplicó.

Había dado con el callejón sin salida. Por fin.

Mientras caminaba cabizbajo por las calles infestadas de alegría navideña, se preguntó mil veces por qué había hecho lo que hizo. Se dijo que había intentado buscar atención en donde no debía, que sólo quería una excusa para acabar con todo, incluso que al final se había enamorado de Chanyeol, pero daba igual cuando todo conducía a la misma conclusión: era bajo. Era bajo y cruel, y no había podido hacer nada para ayudar a Sehun. Nada. Todo el tiempo que había estado a su lado había estado haciendo nada. Porque era inútil.

Quizás... Hizo lo que hizo porque fue acorde a lo que era.

Se frenó en mitad de la acera cuando dio con un hombre que veía al cielo con sus manos en sus bolsillos... Cuánta ironía. Aquello acabaría de la misma manera en que comenzó.

Sehun lo miró. -Salí a buscarte.- Le dijo como si nada.

Baekhyun sintió que el interior se le drenaba de absolutamente todo. No existió rabia, ni decepción, ni frustración, ni tristeza, ni alivio... Nada.

¿Por qué siempre me haces esto?

Pero ya era tarde, porque nada de todo lo que había pasado, ni esa noche ni nunca, podría borrarse.

-Acabemos con esto ya.

El cielo se iluminó y fuegos artificiales se escucharon en la lejanía. Ellos no apartaron la mirada del otro. Sehun se quedó peligrosamente quieto y como no le dijo nada, Baekhyun empezó a sentirse muy nervioso.

Le sonrió temblando. -¿Me oíste?

-¿De qué estás hablando?

Chasqueó la lengua y apretó los puños, cabizbajo. -Eres increíble.

-Baekhyun...

-Todo este tiempo y ni siquiera sabes lo que está pasando. ¡Nunca notas nada de tu alrededor!

-Mi alrededor no me importa.- Le espetó cuando lo tomó de los hombros. -¿Qué me estás diciendo? Estás borracho.

-Hola, Sehun.- Le sonrió débil cuando lo miró a los ojos. -Yo soy parte de ese alrededor que te importa un carajo.

-Vamos a casa.- Lo tomó de la muñeca y lo arrastró con él.

-No quiero volver a ese lugar.

-Te recostarás y esperaremos a que la borrachera se te pase. Entonces te olvidarás de toda esa tontería de abandonarme.

-¡No me encerraré contigo!- Le gritó cuando clavó los pies en el suelo y se rehusó a seguirlo. -¡No dejaré que termines de extinguir mi espíritu!

Pareció como si a Sehun le hubieran pegado un golpe en el medio de la cara. Pareció tan dolido que Baekhyun flaqueó y se arrepintió de haber dicho lo que dijo, pero sabía que no lo dejaría ir si no lo hería en serio, así que se dispuso a ser lo más sincero que pudo. Al fin de cuentas, nunca había sido de otra forma.

-Te engañé.- Confesó viéndolo a los ojos. Si iba a enfrentar sus errores, no podía ser cobarde. -Dormí con otro.

Ahora Sehun lo vio con el ceño fruncido en una mezcla de incredulidad y enojo.

Eso es, pensó Baekhyun, enójate. Ódiame. Dame todo lo que merezco en realidad.

-Es un compañero de curso, lo veo hace mucho.

Deja de quererme.

-Creo que me enamoré de él.

Olvídate de mí.

-Por eso se acabó. No busques donde no hay. Se acabó.

Empezó a llorar sin proponérselo y en su mente, terminó:

Espero que algún día entiendas que nunca fui bueno para ti.

Nunca tuvieron un futuro porque las estrellas no bajaban a charlar con las rocas. Porque los dioses no interactuaban con los humanos. Porque Sehun había estado solo y mal desde antes de involucrarse en una relación, y Baekhyun no había tenido la capacidad de darse cuenta ni de ayudarlo. Era simple y plano, nunca fue especial y Sehun necesitaba alguien a su lado lo suficientemente capaz y valiente para salvarlo.

Que lo entendiera sin palabras.

Y mientras se alejaba de él, llorando entre la algarabía de las personas celebrando con las copas en el aire, aprovechando el alboroto para gritar de dolor por su pecho desgarrado, deseó con todas las fuerzas que alguien apareciera y se encargara de lo que había dejado atrás.

Al final, no era valiente... Nunca lo había sido.

El que verdaderamente esté libre y limpio, que tire el primer comentario moralizante.

*

Bien. Tengo un lado oscuro que ama y anhela SeBaek, lo siento (?).

¿Qué opinan del capítulo de hoy?

Por favor, si no les gusta la otp o lo que sea, ahórrense los comentarios; no van a hacer que desaparezcan del fic o de mi mente, así que al final serán innecesarios :'D.

Ahora , nos estamos viendo, hermosuras. ¡Hasta el lunes! ❤.

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