VIII
Luhan siguió al extraño misterioso por cuadras y cuadras.
No notó verdaderamente lo que hacía, ni siquiera sabía lo que haría si llegaba a hablarle, pero ahí estaba... Sólo siguiéndolo, como si eso solucionara algo. ¡Vamos, que ni siquiera sabía qué decirle! Era un completo desconocido de todas formas, no había nada que pudiera decirle y que sonara cuerdo, así que sólo se mantuvo caminando. El otro iba por delante y él procuraba no hacer ruido con sus pisadas. No se dio cuenta de que habían comenzado a subir por una pendiente y, justo cuando llegaron a la cima donde había un banco blanco bajo un gran árbol, el chico se giró tomándolo por sorpresa.
-¿Por qué me estás siguiendo?- Preguntó con recelo.
Luhan hizo muecas extrañas, ¿qué debería decirle? Ni siquiera hablaba. Sólo pudo hacerle una corta y titubeante reverencia a modo de disculpa. Lo vio de reojo y ahora que estaba más cerca podía asegurar que era alguien joven, incluso de su edad o hasta más pequeño aventuraba. El chico sólo negó lentamente y lo vio con el ceño fruncido.
-A-aléjate de mí.- Dijo mientras comenzaba a irse lejos.
Luhan jadeó y consideró que si había llegado a ese punto, sería todo un desperdicio dejarlo ir sin más, así que en un impulso corrió y lo tomó del brazo, deteniéndolo. Ahora sí lo vieron con auténtico miedo.
-¿Qué haces? ¿Q-quién eres?- Se alejó lo más que pudo de él.
Luhan lo miró a los ojos con ansiedad y entreabrió los labios, pero fue en vano. El otro comenzó a forcejear con más fuerza.
-De-déjame, eres extraño.
Luhan lo soltó, pero le hizo señas vehementes de que se esperara. Pareció tan desesperado que el chico no pudo hacer más que verlo hacer con confusión y algo de temor, ¿quién era ese niño y qué quería? Notó cómo sacó algo de atrás y se retrajo con cautela, preparado para salir corriendo si hacía falta, pero parpadeó aún más consternado cuando se puso a escribir en una pequeña libreta. ¿Qué...? Contra todo buen juicio, se acercó más para leer cuando le enseñó lo que había escrito.
¡No quiero hacerte daño, quiero ayudarte!
-¿Cómo sé que no eres un ladrón o algo así?- Cuestionó con cautela.
Luhan bajó los brazos, frustrado mientras lo veía contrariado. Escribió otro mensaje rápido.
¿Acaso tengo pintas de poder hacerte daño?
El otro lo miró mejor y llegó a la conclusión de que, si ese era el caso al final, no tendría de qué preocuparse... El chico se veía muy frágil y delgado, apostaba a que ni siquiera lo alcanzaría si salía corriendo. Considerando que estaba a salvo por el momento, se destensó y bajó la guardia lentamente.
-¿Quién eres?
Luhan.
Frunció el ceño. No se refería a su nombre, pero suponía que era lo más que podía esperar de una persona que se comunicaba mediante escritos.
-¿Por qué haces eso?- Señaló con la cabeza la libreta y volvió a mostrarle un mensaje copiado con anterioridad.
No puedo hablar, lo siento.
-Ya veo...- Susurró. -¿Por qué me seguiste?
¿No lo sé?
Eso, más la expresión tonta y avergonzada que tenía le hicieron reír un poco, ¿acaso era un extraterrestre? ¿Qué pasaba con él? Paulatinamente su sonrisa se borró y volvió a parecer desahuciado, se abrazó a sí mismo y su mirada se desvió hacia a un costado. Caminó hacia el banco y se sentó con pesadez.
-Da igual.- Se encogió. -Si hicieras algo conmigo tampoco importaría... Da igual.
Luhan bajó los brazos y quedó viéndolo con pena. Lo sabía, sabía que algo andaba verdaderamente mal con esta persona desde el primer momento en que lo había visto. Era impensable para alguien como él seguir a un extraño hacia un lugar casi desolado, pero aquella voz de su interior le había exigido ayudarlo a como dé lugar y ni siquiera sus más grandes temores podían contra una obligación dictada por su propio corazón. Quizás no fuera un gran psicólogo como Jyu Ni ni tuviera la fortaleza necesaria para guiar a alguien cuando tenía serios y grandes problemas que tratar todavía, pero al menos se creía capaz de dar palabras de aliento sinceras.
No lo era todo, pero al menos era algo.
Ocupó el lugar a su lado y el muchacho desconocido ni se mosqueó por la cercanía, mucho menos le prestó atención en los largos segundos siguientes en los cuales se dedicó a mirarlo con aflicción. Parecía no importarle nada en realidad. Ni que estuviera, ni que no estuviera... Nada. Ante el silencio que seguía extendiéndose de forma interminable, Luhan arrugó algunas hojas de la libreta en su regazo cuando apretó los puños con frustración. Si al menos pudiera hablar...
-Oye.
Inesperadamente fue el otro quien comenzó. Se giró hacia él con los ojos abiertos en sorpresa y lo encontró con la mirada clavada en sus zapatos.
-¿Tú sabes... por qué existes?
Luhan jadeó.
La montaña que los observaba desde la distancia pareció volverse roja como la sangre y brilló por los rayos del sol atardeciendo.
El muchacho sonrió a la nada con resignación y se puso de pie.
-Supongo que es absurdo preguntarle a un desconocido semejante cosa.- Y sin más comenzó a alejarse.
Luhan volvió a abrir la boca con unas ganas increíbles de gritarle algo, lo que sea, pero sólo chasqueó la lengua y mordió con fuerza su labio inferior. Copió algo, lo primero que se le ocurrió y que tuvo algo de sentido en su cabeza, arrancó la hoja, hizo un bollo con ella y se alzó para lanzársela al chico que ya estaba descendiendo la colina. Le dio de lleno en la nuca y se alivió de que frenara para cogerla y leerla.
Este parpadeó confundido cuando leyó las palabras escritas a las apuradas en aquel papel arrugado, podía decirse que no lo entendía del todo, pero no supo por qué de alguna extraña forma se sintió reconfortado, por qué sintió que le estaban gritando aquello a la cara.
Como si hubiera descubierto otra certeza...
Vivir no es estar vivo.
******
¿Cuándo había sido la última vez que Sehun había conducido un auto? Demonios, creía haber olvidado por completo cómo poner los cambios incluso. Sin embargo, en el calor del momento no se preocupó por ello, ni siquiera consideró más alternativas, en su mente sólo estaba instalada la necesidad de llegar al pueblo lo más rápido posible y Bo Ram se había llevado el auto, así que sólo quedaba caminar o usar su propio vehículo (al cual no montaba desde hacía años). De esta manera había corrido a la cochera, había descubierto su Chevrolet antiguo y, con ideas pesimistas, se había montado en él pensando que ni de cerca funcionaría y descubriendo con alivio que prácticamente estaba como nuevo. Después de todo, lo había dejado luego de unas pocas usadas.
Seguido a eso había conducido como un poseso por los caminos de tierra agradeciendo que fuera una vía desolada y no una ruta circulada. Había estacionado de forma horrorosa y descuidada en medio de un lugar que no conocía (porque nunca había visitado Yeonghon), provocando que todas las personas que justo pasaban por ahí lo miraran como si se tratara de un loco. Sin importarle esto más que un comino, cerró la puerta con brusquedad y salió corriendo.
Sehun no pensaba, no quería pensar, porque si lo hacía entonces debía aceptar muchas cosas. Cosas que no comprendía y en las cuales no quería profundizar. ¿Estaba preocupado? Sí. ¿Por qué? No lo sabía, sólo tenía claro que necesitaba vislumbrar por su propia cuenta que Luhan estaba perfecto, que nada le había sucedido, que no se lo habían llevado lejos otra vez. No era una opción quedarse en su casa sentado esperando la llamada de Bo Ram, se sentiría enfermo de hacer algo como eso. Por eso quería ser un desentendido, por eso no quería darle más vueltas al asunto y hacerlo pasar todo como un ataque pasional, una locura temporal. Si reflexionaba de más, tendría que preguntarse a dónde se habían ido todas sus barreras, qué había pasado con sus miedos, con su visión del mundo podrido y mezquino al cual no quería volver...
Porque al final, allí es donde estaba ahora, ¿no?
El pueblo era pequeño, pero él corrió tan ciegamente por todos lados sin encontrar rastro de Luhan, que le pareció más gigante que todo Corea del Sur. Ni siquiera se había topado con Bo Ram, quien seguramente estaría igual de desesperada buscando. Se alejó mucho, casi hacia las afueras y tuvo que detenerse cuando su corazón se saltó un latido... Abrió los ojos muchísimo y giró con un jadeo, ¿qué era esa sensación? ¿De dónde provenía? Inmediatamente sus ojos viajaron al horizonte por el norte y...
La montaña.
Nunca antes la había visto, no sabía de ella, pero su presencia de un momento a otro le pareció casi tan imprescindible como el aire que respiraba, le pareció evidente, fue obvia, como si fuera una convicción el que estuviera allí.
Discernió una pequeña colina algunos metros más allá y vio a una persona sentada en el banco de la cima. Inmediatamente se dirigió allí y logró llegar hasta Luhan con pesados jadeos, sudado y muy agitado. Luhan había estado con la mirada clavada en la hermosa montaña, su tez blanca bañada por luz anaranjada, sus pestañas largas haciendo sombra sobre sus mejillas, sus párpados algo caídos y sus manos delicadamente juntas y apoyadas sobre su regazo. Pegó un respingo y giró hacia su izquierda, abriendo sus ojos como platos al notar al otro allí parado, sólo observándolo. Se puso de pie con titubeo.
¿Sehun...?
Pero cualquier pregunta o palabra de más que fuera a formularse en su mente, quedó en la nada cuando en un milisegundo Sehun llegó hasta él y lo abrazó con fuerza.
¿Eh?
Si antes había estado sorprendido, no era nada comparado al pasmo que le provocó semejante acción. ¿Qué hacía allí? ¿Por qué estaba allí? Ahogó una gran bocanada de aire cuando entendió algo importante que le bañó el corazón de un indescriptible cariño: Sehun había salido de su casa... por él. Pero no le gustaba salir de allí, no lo hacía, entonces por qué... Inmediatamente sus ojos se llenaron de lágrimas, ¿por qué por él? El cuerpo de Sehun se sentía duro contra el suyo, era reconfortante y lo rodeaba, lo abrumaba. Su calor lo estaba derritiendo y rayos, qué bien se sentía. Quería devolverle el gesto también, quería enrollar los endebles brazos a su alrededor y aferrarse a él como nunca, pero le faltaba impulsividad.
Sehun rodeaba apretadamente el menudo cuerpo de Luhan entre los brazos. Tenía los ojos cerrados con fuerza y la mente desconectada de la realidad, sólo estaba siendo guiado por el infinito alivio de verlo bien y a salvo. Lo acercó todavía más a su cuerpo como si se tratara de un oso de peluche y Luhan deseó poder decirle que lo estaba dejando sin aire, pero por otro lado también consideró que no estaba tan mal después de todo.
-¿Por qué hiciste eso?
Luhan lo oyó murmurar y parpadeó confundido justo cuando lo separó con un rostro desencajado de furia. Se sintió exaltado de un momento a otro, pero algo le dijo que no debía preocuparse. Sehun lo sostuvo con fuerza por los antebrazos.
-No conoces a nadie aquí, no había posibilidad de que te fueses con un amigo, ¿tienes si quiera una idea de lo que pensé cuando me dijeron que habías desaparecido?
El grito adusto le hizo estremecerse y lo comprendió... Sehun sabía aquello, era de esperarse. Pero más allá del reto que estaba recibiendo, su interior decidió llenarse de una calidez extraña de todas formas, sin importarle nada más que la preocupación que había despertado en él. Era egoísta quizás, pero nada podía hacerse contra un sentir honesto más que ocultarlo o ser hipócrita.
Entonces Sehun largó una gran bocanada de aire y lo miró a los ojos. Su rostro fue hermoso mientras el sol lo bañaba por completo y el corazón de Luhan comenzó a latir desenfrenadamente cuando se dio cuenta de que estaba demasiado cerca.
-No vuelvas a desaparecer.- Le pidió en un susurro.
Aunque a Luhan se le asemejó a un ruego y sólo pudo asentir tímidamente, aceptando y comprendiendo su error... Y deseando con todas sus fuerzas que volviera a abrazarlo tan fuerte como antes, pero Sehun sólo volvió a suspirar y terminó por soltarlo.
-Vamos a casa.- Dirigió un rápido vistazo a la montaña tras ellos. -Ese monte me pone los pelos de punta...
Luhan le sonrió y jadeó emocionado al comprender que no era el único capaz de sentir la extraña energía que aquella maravilla natural emanaba.
Y no era otro que Sehun quién compartía su opinión...
******
-Muy bien, Luhan, creo que hemos terminado por hoy.
Jyu Ni le sonrió con ánimo y muy alegre, recibiendo una mueca parecida en respuesta. Luhan estaba cada vez más entusiasmado e interesado en su propio bienestar, y por eso seguía al pie de la letra toda la guía que le daba para mejorar y aprender a sobrellevar sus ataques de pánico o su nerviosismo. Se lo quedó observando un momento mientras guardaba algunas cosas dentro de su cartera; él se mantenía observando distraídamente a través de la ventana con una leve sonrisa en los labios, moviendo sus pies de atrás para delante juguetónamente. Su semblante era mucho más tranquilo, debía aceptar, pero todavía perduraban problemas graves que debían tratar cuanto antes como su insomnio, su falta de apetito y las regresiones que sufría como consecuencia del trauma.
Estaba metida en tales pensamientos cuando notó que había comenzado a escribir otra vez y frenó sus acciones. Miró curiosa lo que le mostraba.
Hablo mucho con Sehun.
-Ah...
Aquello la tomó por sorpresa, pero en el fondo se lo esperaba. Sabía que su hermano había estado comportándose extraño en torno a Luhan, así como Luhan había superado un poquito mejor su timidez. Dudaba que esto último se diera solo de la noche a la mañana y las conclusiones sólo surgieron. Nunca preguntó ni presionó a Luhan con nada de ello a pesar de sus sospechas, en su lugar esperaba ansiosa el día que decidiera hablar él mismo sobre aquella extraña relación surgida de la nada.
Aquel, por alguna razón, había sido el día elegido por Luhan.
Ella sonrió suavemente. -¿Es así? ¿Él te trata bien?
Luhan asintió con una pequeña sonrisa mientras sus mejillas se tornaban rosadas y Jyu Ni ladeó el rostro, bastante curiosa.
-Eso es bueno.- Decidió. -Mi hermanito es algo difícil de entender y lidiar.
Se quedó completamente quieta ante la mirada fija de incomprensión que le estaban dando. Luhan parpadeó y comenzó a escribir algo.
No es así. Él es sencillo.
Ahora sí abrió los ojos como platos porque nunca a nadie en todos sus años de vida le había escuchado (o leído en este caso) decir que Sehun era alguien fácil de tratar. Ni siquiera sus padres lo habían comprendido alguna vez y ella, aunque tenía vagas ideas de su forma de ser gracias a su profesión, a veces creía estar tratando con un ser imposible y hermético. Y ahora venía este niño y le decía con una calma palpable que todo aquello que la gente y ella incluida creían, era una vil equivocación.
Sólo pudo reír. ¡Qué loco!
-¿Así es, eh?
Luhan volvió a escribir con entusiasmo.
Nos dejamos notitas pegadas con mensajes que luego respondemos. Me gusta dejarlas lejos para ver cómo las busca.
Mientras sostenía el cuadernillo le regalaba una sonrisa sincera y bella. Jyu Ni no podía imaginarse a su pequeño hermano interesado en otra cosa que no fuera alejarse del mundo y tocar el piano de vez en cuando, pero le resultaba agradable la sensación de calidez en su interior al entender que aquella relación estaba beneficiándolo tanto a Luhan como a él.
Era inesperado.
Luhan la miró fija y atentamente a los ojos y ella borró la sonrisa de a poco. A veces, el chico la veía como si supiera todo sobre ella, la hacía sentir expuesta y le daba algo de miedo. Aclaró la garganta y siguió juntando las cosas que le quedaban, había apartado la mirada rápido, pero todavía sentía la de él encima y se estaba poniendo algo nerviosa. Cuando levantó la vista, sintió casi pavor de leer lo que le había escrito.
Yo te he contado mis secretos, ¿qué tal si ahora me cuentas uno tú, noonim?
Jyu Ni abrió la boca, sentía la garganta seca. Se había quedado congelada en el lugar. Con una mueca extraña vio cómo se apartó para copiar otro mensaje.
Dime, ¿por qué tu alma llora tanto todo el tiempo?
Ella gimió cuando los ojos se le llenaron de lágrimas. ¿Qué le pasaba? Vio como Luhan también estaba a punto de llorar y de pronto comenzó a costarle respirar. Nunca le habían hecho una pregunta así, nunca notaron cuánto penaba por dentro, siempre creyeron enteramente en su acostumbrado buen humor y sonrisas amables, entonces por qué; ¿por qué él era diferente? ¿Por qué él lo había notado? ¿Qué tenía de especial?
Sin poder evitarlo mucho más, cubrió su rostro con ambas manos y comenzó a llorar. Luhan la miró con un tristeza infinita y un par de gotas de agua salada rodaron cuesta abajo por sus mejillas también. No había sido su intención hacerla sufrir, sólo quería aliviarla como ella lo aliviaba a él. Con un nudo en la garganta, agachó la cabeza y apretó la tela de su sudadera entre los dedos.
Sehun había escuchado los agónicos sollozos de su hermana desde afuera y había entrado en la habitación como alma que lleva el diablo. Lo había mirado a él y a ella sin saber cómo demonios proceder exactamente.
-¿Qué ha pasado?
Antes de que Luhan alcanzara su cuadernillo, Jyu Ni frenó sus gimoteos y le contestó que no era nada. Sehun la vio poco convencido.
-Uno no llora así por nada.
Jyu Ni negó y mientras secaba sus lágrimas, le sonrió trémulamente. -En serio, no es nada.- Miró a Luhan con pena. -Lo siento mucho, Luhannie. No te sientas mal, por favor, sólo quería... Hablaremos luego.
Y poniéndose de pie salió de allí con premura. Sehun la siguió casi trotando.
-Noonim.- La llamó. -¿Le pasó algo a Luhan? ¿Todo está bien?
-Te dije que sí.- Le habló ella apurada, recogiendo su abrigo y secando los rastros de lágrimas de su cara. -Él... No pasó nada, sólo... Creo que deberé comenzar a darle medicación para que pueda dormir y esté mejor de ánimo.- Le comentó para sacar otro tema.
-¿Medicación?
-Sí.- Se calzó rápidamente y se dirigió a la puerta. -Vendré pronto.- Comenzó a cerrar, pero se detuvo con la mirada en la nada. -No olvides pensar qué balada tocarás en la boda.- Y desapareció.
Sehun se quedó parado en el lugar con el ceño fruncido. Suspiró y se dio media vuelta para volver a la habitación donde esperaba encontrar a Luhan; pensó que este quizás ya había huido, pero se sorprendió de encontrarlo todavía sentado, cabizbajo. Se lo quedó viendo un buen rato antes de ocupar el sillón dónde había estado sentada su hermana momentos antes.
-No la veía llorar así desde que murieron papá y mamá.- Confesó.
Luhan apretó aún más fuerte los puños y mordió su labio inferior. Sehun lo notó.
-No fue tu culpa.- Le habló con una suavidad inesperada. -Si ella sintió que debía llorar, no creo que haya sido por tu causa.
Luhan levantó la vista y vio el daño en su mirar, le sonrió un poco a modo de reconforte.
-¿Tú estás bien?
Le asintió.
-Genial entonces.- Unos segundos de silencio. -¿Quieres contarme bien lo que pasó?
Luhan pareció apenado cuando comenzó a escribir su respuesta.
Sólo quise saber el pesar que recaía sobre su alma.
Sehun frunció el ceño levemente. -¿Su alma?
El menor asintió desaforadamente con los ojos enormes. Sehun mordió su labio inferior para evitar reír; a veces ese chico era tan extraño de una adorable forma...
Yo puedo leerlas.
Aseguró. Sehun parpadeó un par de veces seguidas en silencio.
-¿Entonces tienes súperpoderes?
Sonrió cuando Luhan lo vio con ojos entrecerrados. Oops, lo había fastidiado, qué interesante. Pareció molesto cuando escribió otro mensaje y se lo enrostró bien cerca.
No te burles de mí.
Antes de que pudiera contestarle algo, dio vuelta la hoja y continuó.
Tú también puedes hacerlo, sentiste a la montaña.
Sehun ya no sonrió. Entreabrió los labios buscando qué decir, pero no encontró nada. Ni él entendía lo que había sucedido el día de ayer, todavía seguía buscándole un nombre a las emociones que lo embargaron. Pero por otro lado, ¿Luhan también lo había percibido? Aquella energía extraña... No podía estar mintiendo, no sabía con exactitud lo que le había pasado a él. Se reacomodó cruzándose de piernas elegantemente cuando carraspeó.
-No tengo idea de lo que hablas.- Decidió hacerse el tonto en lo que buscaba una explicación factible a aquello.
Luhan resopló y se echó sobre el respaldo del sillón de brazos cruzados y gesto malhumorado, su mirada viajó lejos a través de la ventana. Sehun volvió a sonreír ante semejante despliegue, le gustaba que Luhan se mostrara así porque parecía vivo, intenso... Repentinamente sintió un deseo arrollador de oír su voz. ¿Qué timbre tendría? ¿Sería grave? ¿Cómo sería su acento? Quería oírle hablar de las cosas que le gustaban. No deseaba leerlas, quería escucharlas. Comenzó a imaginar y supuso que su voz sería justo como él: delicado, apacible, como un arrullo.
-¿Algún día te oiré, Luhan?- Susurró.
El menor volteó a verlo y alzó ambas cejas a modo de cuestionamiento, pero él negó.
-Será mejor que vaya a tocar un poco.- Comentó.
El rostro del otro se iluminó por completo y Sehun aguardó con paciencia a que terminara de escribir.
¿Tu piano es bonito?
Le sonrió. -Es maravilloso y muy antiguo, lo tengo desde hace años.
Tu auto también parecía antiguo. ¿Te gustan las cosas así?
-Me encantan, no soy adepto a las cosas modernas... Supongo que desde que descubrí la música clásica mi alma se avejentó.
Luhan lo sabía. En la casa no había ni un solo elemento tecnológico actual, más allá de los teléfonos que Minseok y Bo Ram utilizaban. Ni siquiera había televisión. Las costumbres de Sehun también se lo decían: siempre vestía elegante, tenía horarios pautados para cada una de las comidas como en la Inglaterra del siglo XVIII y sus modales eran impecables. Luhan lo había visto comer en varias oportunidades sin dejar ni una sola miga, ni sobre la mesa ni sobre su ropa. No dudaba de que la gente puntillosa como él existiese, pero en la actualidad nadie cuidaba de sus maneras como lo hacía Sehun.
Era prácticamente perfecto.
Mordió su labio y se animó a ir más allá.
¿Amas tocar el piano?
Ah... Hacía años que nadie le hacía preguntas como esa a Sehun.
"Música clásica... No sé qué le ven. A ti, por ejemplo, te hace ver como a un niño con alma de anciano, Sehun".
Tragó saliva con dificultad. Repentinamente una risa que en algún momento de su vida había sido un elixir para él, había comenzado a sonar molesta en sus oídos. Sentía que podría voltear y encontrárselo allí, sonriéndole gigante, sin ningún tipo de complicación... Ah, estaba comenzando a sentirse mal, le dolía el estómago y quería vomitar.
Malditos recuerdos... Maldijo en su mente sin aliento.
Sintió una fina y fría mano posándose sobre la suya y volteó exaltado. Luhan, al verlo tan inquieto, se había movido de su asiento para sentarse a su lado. Sehun se lo quedó viendo con los ojos enormes y llenos de pánico porque por un momento había creído que era otra persona, pero su alivio fue arrollador al entender que sólo se trataba de él. Tomó aire lentamente y lo largó de la misma forma, sin apartar la mirada de sus ojos preocupados. Cubrió su mano fría y le sonrió para dejarlo tranquilo.
-Amo tocar el piano.- Le respondió para deshacer el agarre que habían formado.
¿Entonces por qué siempre te oyes tan triste? Era eso lo que quería decir Luhan, pero había otra pregunta en su mente que resonaba en un eco constante desde que lo había visto por primera vez. Podía acercarse al muchacho del pueblo, podía preguntarle a Jyu Ni sobre sus sentires, pero ¿por qué era tan difícil para él hacerlo con Sehun? Formó letras que a su vez crearon palabras con su marcador negro, lentamente... Muy lentamente. Copió la pregunta que quería y después de sostenerla eternamente entre los dedos y su corazón en vela, volteó la hoja y formuló otra.
Tembló cuando la enseñó.
¿Puedo conocerte más?
Cuando Sehun cambió su expresión suavizada por un duro gesto, supo que se había equivocado de todas formas. No le sorprendió para nada que este se levantara y se fuera con la excusa de querer tocar el piano. Luhan vio que no subió las escaleras, sino que se fue hacia el patio trasero. Sabía que aquello pasaría, lo sabía porque Sehun tenía tanto miedo como él, sin embargo, ¿qué era aquello que quería guardar tan celosamente dentro de él? ¿Cuáles eran sus temores?
¿Qué pasaría si recordaba?
¿Por qué tu alma pesa tanto, Sehun?
¿Adivinen quién participó en el concurso de canto e, inesperadamente, acabó en segundo lugar con un premio de diez mil pesos (bastante dinero en mi país, debo aclarar)?
Así es, ¡esta nena! Me dieron ese cheque gigante y fue como :O (?).
Sé que fue por sus ánimos. Es que siempre que me pasa algo o que comento algo, ustedes están ahí diciéndome tantas cosas bonitas aún cuando no es obligación, que hacen que mi corazón vuele de alegría *se pone cursi*.
¡Gracias por sus palabras! No saben lo feliz que estoy y que todxs ustedes me hacen ❤.
P.D.: sé que todo esto es random y no tiene nada que ver con la historia, pero me gusta compartir estos momentos con mis niñas adoradas~.
Momentos antes de ir a concursar; sí fui re mendiga y gané igual (?).
Creo que nunca me presenté visualmente (?), así que aprovecho la oportunidad.
Ese individuo es Morgan.
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