VI
Sehun estiró sus estremidades sobre la cama como si fuera una estrella de mar. Recién despertaba de su siesta y se sentía gratamente anestesiado, a gusto entre sus sábanas suaves y tibias... Se planteó con seriedad seguir allí algún tiempo más, pero giró hacia su reloj y, como de costumbre, las agujas marcaban una hora en punto y si se retrasaba más, entonces toda su rutina se vería afectada, así que con un suspiro se sentó sobre el borde de la cama. Frotándose un ojo con un mohín parecido al de un niño pequeño molesto, vio pegadas en la pared de su derecha todas las notas que había recibido de Luhan hasta el momento y no pudo evitar sonreír con los ojos adormilados.
Al lado de su reloj estaba la más reciente de todas. Siempre las dejaba cerca para no olvidar contestarlas. La tomó entre sus dedos y volvió a leerla por enésima vez.
¿Qué crees que hay después de morir?
¿Cuál es el pueblo más cercano a la mansión?
No entendía su costumbre de copiar preguntas al azar sin ningún tipo de relación, pero se le hacía demasiado gracioso y entretenido. Cierto, si se quedaba allí dentro, entonces no podría salir en busca de los mensajes que Luhan le dejaba siempre. Después de su primer notita en contestación, habían pasado una semana entera comunicándose de esa manera tan peculiar, y se había vuelto parte de su rutina consecutivamente: recorrer los rincones buscando papelillos amarillos con letras negras y en su lugar dejar papelillos verdes. Descubrió que le gustaba hablar con el chico... Tenía una mente extraña, pero le llamaba la atención.
Escribió una respuesta rápida sobre su bloc de notas y salió de la habitación casi corriendo, pegó el papel sobre el jarrón decorativo en la mesa del pasillo, seguramente la encontraría rápido. Echó un vistazo al lugar y bajó las escaleras con premura, muy posiblemente le había dejado otro mensaje por ahí y quería encontrarlo para contestarle.
Jyu Ni y Luhan mientras tanto estaban dentro del salón en el que acostumbraban tener sus encuentros. Ella no había podido dejar de sonreír ni un solo momento desde que lo había visto aquel día... En ese momento tampoco. Luhan estaba sentado sobre el sillón frente a ella balanceando sus pies de atrás para delante mientras una suave sonrisa cincelaba sus labios y su mirada viajaba a través de la ventana, el sol de la tarde filtrándose le bañaba el rostro y a Jyu Ni le pareció el muchacho más guapo que había visto alguna vez, incluso más que su hermano... Aunque esto último no lo diría nunca en voz alta.
-¿Luhan?- Él se había girado hacia ella con la misma expresión apacible. -No has contestado a mi pregunta.- Le recordó con amabilidad.
Él se estiró para tomar su cuadernillo y marcador.
Lo siento, es que hace un día precioso hoy. ¿No le parece, noonim?
Jyu Ni parpadeó y le sonrió con alegría. -Ya lo creo.
Luhan se la quedó viendo un buen rato antes de volver a escribir una vez más, esta vez tardó un rato y Jyu Ni se sentía cada vez más curiosa.
Sueño sobre el día que me llevaron lejos.
Ella quedó pensativa un momento ante la respuesta. Últimamente, Luhan había estado presentándose con muy buen ánimo y mucho más propenso a hablar de sí mismo y las cosas que le ocurrieron. No sabía la raíz de semejante cambio, pero él tampoco le había comentado nada fuera de lo común. Después de verlo varios días seguidos, se atrevió a ser más directa y certera con las preguntas y el rumbo de estas, aprovechando su buen humor. Luhan le había comentado que no solía dormir debido a sus pesadillas y ella le había increpado acerca de estas, recibiendo aquello último como respuesta... El día en que lo llevaron lejos, ¿eh?
-¿Quién te llevó lejos, cariño?
Su respuesta fue rápida: "No lo sé".
-Entonces, desconocidos te han llevado lejos.- Prosiguió con lentitud. -¿Qué tan lejos?
La mayoría de sus respuestas se reducían a un "no lo sé." Jyu Ni comenzaba a creer que era una necesidad desesperada el no recordar nada y que por eso, sus respuestas siempre se inclinaban al olvido, al desconcierto. Su hipótesis acerca de un gran trauma pasado se reafirmaba.
Luhan comenzaba a sentirse agitado... Esas preguntas le estaban haciendo rememorar cosas que le daban miedo, a las que siempre rehuía. Había estado bien antes, pero su corazón comenzaba a tener taquicardia y su cerebro estaba empezando a formar el aviso de alerta. Sus dedos temblaron cuando volvió a escribir.
No lo sé, no vi nada.
Jyu Ni terció un gesto con los labios y volvió a quedarse en silencio. Se lo llevaron lejos, gente desconocida, él no veía nada... Demonios, insultó en su fuero interno cuando su cabeza llegó a una posible conclusión. Su pecho se había agitado en rabia y un increíble disgusto, pero cuando miró a Luhan, procuró hacerlo con la seriedad debida de un profesional completamente anestesiado.
-Luhan,- Comenzó. -Sólo tú puedes sacarme de estas dudas y, si lo haces, entonces tendré una vía completa para ayudarte, por eso respóndeme.- Tomó aire. -¿Has sufrido un secuestro en el pasado?
******
Jyu Ni salió de la habitación más fatigada que nunca en su vida, creía estar involucrándose de más con Luhan como no lo hizo nunca con ninguno de sus pacientes, pero suponía que era preferible eso a desentenderse por completo de alguien que necesitaba tanta ayuda como él. Hablar aquel día le estaba pasando factura... ¿Con que así había sido? Al final había estado en lo correcto el día que habló con Sehun y Minseok. No sabía si sentirse satisfecha o largarse a llorar. Ni siquiera años de profesión la protegían contra casos crueles de este tipo.
Buscó a su hermano con la mirada y no lo encontró a simple vista. Miró su reloj de muñeca y supuso que ya se había levantado de su siesta y en esos momentos estaría comiendo algo de merienda. La primer cosa extraña que notó, fue que no se encontraba en el salón más grande que usualmente usaba para comer, cosa que la descolocó un poco. Sehun no comería en su habitación aunque su vida dependiera de ello, así que el descarte lógico era la cocina. Cuando llegó, este estaba sentado en una de las banquetas frente a la isla de mármol, comiendo con la calma y prolijidad que le eran propias.
-Aquí estás.- Ingresó. -Recorrí toda la casa, es raro que comas aquí.
-No tanto.- Mencionó él con despreocupación mientras le daba un bocado a su panqueque de avena y vainilla... Delicioso.
Jyu Ni se acercó con lentitud, viéndolo fijamente. -Usualmente ocupas tu sillón con vista al patio delantero.
Sehun se encogió de hombros sin prestarle atención. Había caminado por toda la casa tratando de averiguar si Luhan se había comunicado con él una vez más, y gratamente había encontrado una nota en la pared del pasillo que llevaba a la cocina. Había olido los panqueques horneados y no se había podido resistir... De hecho, extrañamente no se le había pasado por la cabeza ir hacia el salón como de costumbre.
Sí, era raro, pero no lo admitiría.
-¿Cómo estás?- Le sonrió Jyu Ni con dulzura mientras se acomodaba a su lado.
-No me quejo, ¿y tú, noonim?... Buenas tardes por cierto, no te esperaba hoy.
Ella detuvo el movimiento de su brazo que justo se estiraba para coger un vaso vacío de la encimera. Se retrajo y volvió lentamente la vista a él, ¿qué...?
-¿Quién eres?
Ahora pareció malhumorado. -¿Otra vez con eso?
-Puedo aventurar que estás de muy buen humor...- Mencionó viéndolo de reojo mientras se servía un poco de agua.
-Tonterías.- Dijo en aquel tono comedido y algo altanero que lo caracterizaba. -Soy el mismo de siempre.
-Mmm...
Jyu Ni no habló más sobre el tema, pero si le preguntaban, se le hacía quizás un poquitín sospechoso que su ánimo estuviera elevado a la par del de Luhan... ¿Habría pasado algo importante? Sentía que no le estaban contando toda la historia.
-¿Por qué me miras así?- Le terció con un mohín de disgusto.
Ella apartó la mirada recelosa y le sonrió como siempre. -Nada, nada.- Agachó la cabeza y quedó observando sus manos pequeñas rodeándo el vaso de agua. -Acabo de hablar con Luhannie goon.
-Lo imaginé.
-Aproveché que estos últimos días ha estado muy alentado.
Sehun ladeó el rostro. -¿Ah, sí?- Contestó con indiferencia.
-Ajá. ¿No lo notaste?
Detuvo en el aire su tenedor con un pedazo de la masa del panqueque. -Quizás.- Murmuró y siguió comiendo.
Jyu Ni entrecerró los ojos.
-Como sea, hemos avanzado mucho.- Suspiró con pesadez. -Tenía razón, Luhan sufre TEPT.
Sehun dejó de lado sus cosas para ver a su hermana por primera vez. -¿Qué fue lo que le pasó?
-No sé los detalles, he cortado la sesión antes de que tuviera un ataque de pánico más grande, pero me ha confirmado que hace algunos años lo secuestraron.
-Bromeas... ¿Secuestro?
-Así es.- Habló mientras movía los hombros en círculos. -Bueno, eso explica muchas cosas; como su desconfianza hacia los desconocidos y el que siempre se pare o siente de espalda a las paredes, quizás lo hayan tomado por detrás cuando ocurrió.
Sehun no pudo decir nada, absolutamente nada. Había estado tan concentrado y ocupado en Luhan y sus conversaciones amistosas, que había olvidado por completo los problemas que este podía llegar a tener. Pensó en lo que Jyu Ni le había dicho del posible trastorno, pero la sola idea de que alguien sufriera semejante injusticia y que ese alguien fuera Luhan, no le había gustado nada. Nada de nada. Y ahora que sabía que era una realidad se sentía ahogado en tanta ira. Luhan era un muchacho inocente y curioso, era amable y respetuoso, le tildarían de loco, pero tenía tales impresiones de sólo hablar con él mediante notas... Su forma de escribir, sus preguntas, sus contestaciones... Luhan volcaba su falta de habla en la escritura. ¿Por qué la vida tenía que dejar que gente como él sufriera de esa manera? Era algo pasado, pero tan gigante que aún en la actualidad seguía torturándolo.
-Despreciable.- Balbuceó cabizbajo.
Jyu Ni lo vio sin expresión.
Él apretó con fuerza los puños sobre los muslos. Qué despreciable, quien quiera que sea que le haya hecho vivir semejante calvario era un ser despreciable y merecía lo peor.
-¿Y bien?- Quiso que su voz sonara libre de cualquier sentimiento, pero salió demasiado ronca, casi como un gruñido. -¿Qué sigue ahora?- No pudo verla, no se sentía tranquilo.
Su hermana suspiró, vagando la vista sobre la pared de enfrente. -Hay que volver a hacer que confíe en el mundo que lo traicionó una vez.
-Cuando lo dices así...
-¿Suena imposible, no?- Sonrió con solemnidad. -Tú lo sabes mejor que nadie.
Sehun cerró los ojos e intentó calmarse... Tonterías.
-Bueno.- Se puso de pie y cogió su bolso. -Si tú y Minseok me ayudan desde casa, sería mucho más productivo.- Se quedó un momento pensativa. -¿Dónde está Min a todo esto?- Preguntó ceñuda. -No vino a pedirme matrimonio en todo el día.
Él gruñó, algo más compuesto. -Tampoco lo vi, debe estar encerrado en su habitación terminando de escribir.
Jyu Ni lo miró detenidamente y luego sonrió, estiró una mano y metió los dedos suavemente entre las hebras rubias del cabello de su hermano. Este la vio con desconfianza. -Tranquilo, todo va a estar bien, te lo prometo.
Sehun sabía que si su noona le aseguraba eso, entonces así sería, por eso se calmó mucho más. Largó aire por entre los labios lentamente mientras ella seguía viéndolo.
-Sobre la boda de Luda...
-Por favor.- Elevó una mano para callarla. -No más con ese tema, sabes que no iré.
-De hecho, sí lo harás, tocarás el piano durante la ceremonia.
Todos los músculos de Sehun se tensaron al punto de parecer rocas. Giró lentamente el rostro hacia ella. -¿Y de quién ha sido la maravillosa idea?- Cuestionó con mesura.
-Mía.- Jyu Ni quería parecer resuelta, pero no era capaz de verlo a la cara, así que se mantuvo jugando con las manijas de su bolso.
Sehun se puso de pie en silencio y su altura y tamaño la intimidaron aún más. -Espero que puedan cubrir semejante gasto. Soy un profesional, no cobro monedas.- Le dijo con frialdad.
Jyu Ni tragó en seco mientras lo veía con fijeza. -Así será.- Alegó, aunque su voz sonó baja e insegura.
-Olvídalo.- Se cruzó de brazos con resolución.
Ella frunció levemente el ceño. -Lo harás. No sabes lo feliz que se ha puesto de que...
-¿Le mintieras?- La completó antes de que terminara. -Esto es tu culpa, si Dannie se siente mal luego, tendrás que tomar la responsabilidad.- Se encaminó hacia la salida para volver a su habitación.
Jyu Ni se giró y se le adelantó para impedirle huir. -Eso no pasará porque tú irás.- Habló resuelta.
La mirada que le dio Sehun casi le hiela la sangre.
-Deja de molestarme, te lo advierto ahora.
-¿O qué? ¿Qué harás?
-Te prohibiré pisar esta casa una vez más.- Alzó la voz sin proponérselo, haciendo que ella trastabillara.
-¿Qué te hemos hecho?- Susurró su hermana mayor, sus ojos se mostraban heridos y él apartó la mirada para evitar sentirse culpable.
-Forman parte del mundo al cual no quiero volver.- Murmuró... Esto apestaba, quería irse de una vez, ¿por qué no le dejaba solo?
Las mejillas de Jyu Ni se sonrojaron por la cólera. -¡Eso no...!
Ambos frenaron la disputa cuando notaron que en la puerta había una persona, estaba Luhan. Tanto Jyu Ni como Sehun apartaron las miradas al ver la sorprendida de aquel otro, se sentían avergonzados. Luhan les hizo una corta reverencia antes de pasar a su lado y tomar un poco de jugo fresco de la heladera, estaba sediento. Cuando desapareció, ambos hermanos suspiraron.
Sehun la vio con el ceño fruncido. -Se ve muy decaído, ¿qué le has hecho?
Ella resistió el impulso de poner los ojos en blanco recordando que era un adulto. Sólo su hermanito menor lograba sacarla de las casillas de esa manera.
-Nada, Sehun. Luhan habló mucho hoy, probablemente recordar no le haga bien.
-¿Por qué hiciste eso? Si le hace mal, déjalo.
Entonces no pudo evitar sonreírle con algo de compasión. -Tenemos diferentes formas de proceder.
Se dio la media vuelta y se retiró, había sido suficiente por todo un día. No pensaba ponerse a discutir con él y recordarle que el profesional presente era ella, sabía lo que hacía, era su trabajo, pero hablar con Sehun era lo mismo que hablar con una pared.
No todos somos como tú, hermanito.
******
Luhan caminaba a casa.
¿A casa?... Cierto, ese día había terminado con el primer examen de ingreso de la universidad, le había ido muy bien y se sentía feliz a pesar de tener otros tres encima, pero sabía que podría con esos de la misma forma. Era una persona muy inteligente. ¿Sus amigos...? Ah, allí estaban, repentinamente aparecieron junto a él. Estaban Yixing y Yifan, ellos habían ido a la escuela con él y aplicaban a la misma universidad; su felicidad era aún más grande de saber que seguirían juntos. También estaban Ziyi y Xiubo, a ellos los había conocido durante las clases de ingreso. Ziyi era linda, súper linda, quizás la invitara a tomar algo más tarde. La última vez que se habían quedado solos esperando el autobús ella le había coqueteado, estaba seguro de que le correspondía... ¿Era posible que su felicidad sólo se sintiera aumentar?
Estaba riendo, recordaba ese día: Yixing y Xiubo discutían sobre cuál había sido la mejor presentación en los premios MAMA de la noche anterior, mientras Yifan le preguntaba qué había contestado en la pregunta seis y Ziyi caminaba a su lado como de costumbre, sonriendo divertida ante los comentarios de los otros dos.
Había estado riéndose en voz alta cuando de repente se encontró solo en mitad de la calle.
Parpadeó confundido y vio hacia todos lados, intentando divisar a alguno. Abrió la boca y lo primero que atinó a hacer fue a gritar sus nombres, pero su voz no salía... Tomó su garganta con una mano y comenzó a agitarse, ¿por qué sentía que gritaba, pero no oía su voz? Qué... De un momento a otro, la vivaz avenida por la cual había estado caminando se convirtió en un callejón oscuro y horrorosamente familiar. Vio su alrededor con la respiración pesada, tenía que hacer algo, sabía que debía, pero no sabía qué... Figuras completamente negras como la maldad más pura aparecieron al comienzo del callejón y se lo quedaron viendo; el rostro de Luhan se desfiguró, intentó verles la cara, ¿quiénes eran? No tenían rostro, estos eran completamente negros también. Sus pies comenzaron a moverse rápidamente, cierto, eso era lo que debía hacer.
Escapar.
Pero era tarde. Lo único que podía proferir mientras huía como si su vida dependiera de ello eran jadeos pesados, gritó por su madre, por su padre, pero su voz no se oyó. Nunca se oyó. Saltó un pequeño enrejado como pudo y vio hacia atrás, las sombras no se movían, pero estaban cada vez más cerca de él, no importa lo que hiciera, no importa cuánto intentara gritar o escapar, era inútil.
Entonces dejó de ver.
Se frenó en secó, completamente paralizado. Ahora ni siquiera correr le servía si no sabía a dónde iba. De un momento para otro, supo que ese era su fin. La desolación, el pánico y la desesperación que sintió fueron tan increíbles, que lo llenaron por completo al punto de sólo poder sentir eso y nada más. Y si iba a ser así, entonces podían matarlo en ese instante y acabar de una buena vez con aquella pesadez en su alma.
Sintió que lo pusieron de rodillas con mucha rudeza, intentó forcejear un poco más, pero un puñetazo en el lado izquierdo de su rostro terminó por hacerlo desistir. Entonces pusieron una mano sobre su boca y comenzaron a asfixiarlo, y fue curioso porque justo cuando lo imposibilitaron totalmente y lo estaban matando dejándolo sin aire, pudo oír su voz.
¡Ayuda! ¡Ayuda, por favor! ¡Ayuda...!
Hizo un gemido ahogado cuando se despertó de repente, sentándose en la cama. Una mano temblorosa subió para posarse sobre su pecho y tironear desesperado de la camiseta que vestía... No podía respirar, no podía, lo habían asfixiado. Salió del colchón gateando y cayó al suelo duramente, dando pesadas y difíciles inhalaciones, intentando recobrar un poco de sentido.
Estaba muriendo.
Sus manos se aferraron a una de las patas de madera de la cama y siguió intentando respirar con el corazón latiéndole tan rápido que amenazaba con hacerle un hoyo en el pecho, y todo su cuerpo sufriendo estremecimientos violentos. Sus ojos eran grandes y sus pupilas dilatadas cuando enfocó su alrededor aterrorizado... Estaba en la habitación en la casa de Sehun, amigo de su primo Minseok. Eso es, allí no pasaba nada, allí estaba seguro, había luz y un silencio apacible. Todo estaba bien, sólo había tenido otra pesadilla. Cuando entendió todo eso, sus pulmones pudieron volver a coger algo de oxígeno del aire.
No supo cuánto tiempo estuvo tirado en el suelo con la cabeza dándole vueltas y sus sentidos embotados. Le dolían las sienes y le ardían los ojos de mantenerlos tanto tiempo abiertos, no quería cerrarlos, si lo hacía volvería a estar en la oscuridad. Como pudo se puso de pie, tembloroso. Nunca dormía porque era justamente eso lo que ocurría si lo hacía, pero había estado tan cansado que sin quererlo había caído presa de la inconsciencia al tocar las almohadas. Su pasado no lo dejaba vivir... No podía comer sin recordar, no podía dormir sin recordar, no podía hablar sin recordar.
Su vida era un infierno.
Abrió la puerta y, ni bien lo hizo, aquel sonido proveniente del tercer piso le llenó los sentidos. Por un momento olvidó lo que había pasado y vio hacia arriba, concentrado en la música que Sehun les regalaba aquella tarde.
Cierto, Sehun... Debía ver si le había contestado, debía pensar de qué le hablaría ahora, qué cosas quería saber y que sólo deseaba que le dijera él. Es verdad, aquello en comparación no era un sueño, aquello era la realidad.
Era el presente.
Se adelantó en el pasillo y logró identificar una nota verde pegada en el jarrón sobre el aparador que daba de frente a su habitación. Tomó una honda respiración y se acercó con más entereza, ahora su mente lo único que podía reflejar era la emoción de volver a leer un mensaje de Sehun. Nunca pensó que sería contestado, pero allí estaba, a más de una semana de mantener una conversación por medio de adhesivos con un desconocido (no tan desconocido al final). Descubrió que Sehun era muy entretenido y sumamente circunspecto. La necesidad de saber acerca de su alma le incitaba a hablarle más y más con tal de estar aunque sea un poquito más cerca.
Aquellas ansias de saber y conocer superaban cualquier obstáculo... Incluso hasta su timidez o temor.
Cuando te mueres no hay nada más.
El pueblo más cercano se encuentra a cinco kilómetros de aquí.
Eh... ¿Ni siquiera un cielo? Luhan sonrió con algo de ironía mientras sostenía la nota entre los dedos, entonces, ¿qué hacía allí? ¿Qué esperaba? Ni siquiera al morir sentiría paz, aunque la sola idea de que al fallecer te vuelves la mismísima nada le parecía sumamente absurda... ¿Por qué existían entonces? ¿O la razón de ser sólo se reducía a vivir aquella única vida?
Caminó hasta las escaleras, todavía oyendo las melodías dispuestas por los dedos ávidos de Sehun, y se sentó en el primer escalón. Se mantuvo muchísimo tiempo allí, tan sólo escuchando... La música seguía impregnada de decadencia y pesadumbre, pero a Luhan le calmaba igual... Tal despliegue de sentires era tan perfecto y emocionante, era hermoso e hipnótico. Se sintió mil veces más tranquilo, ojalá pudiera oírle tocar el piano luego de una pesadilla siempre. A través de todos esos sentimientos, logró discernir tras sus párpados caídos un poco de luz. Fue sólo una pizca y no era la gran cosa, pero la bruma que cubría las piezas de Sehun comenzaba a verse despejada.
De a poco...
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