EXTRA | Navidad color arcoiris

Navidad... Genial. Jongin podía hacer una lista enorme de las razones por las cuales aquella fecha le era tanto indiferente como agobiante.

En primer lugar, la familia se juntaba. Al menos la de él lo hacía. Un conjunto de tíos, hermanos, sobrinos y primos en el mismo lugar para festejar quién sabe qué. Nunca había entendido eso último, que supiera su familia no era católica, pero bien. Ver a sus familiares perdidos no era el verdadero problema, la molestia surgía a la hora de la cena o durante la sobremesa: la ruleta rusa, le llamaba.

El objetivo eran los más jóvenes, aquellos inexpertos de la vida, las pequeñas ovejas descarriadas. Como si los adultos no tuvieran inseguridades también, pensaba Jongin. Lo que hacían era someterlos a preguntas clave: primero cuestionaban cómo les iba en los estudios, especialmente a los que aun asistían a la escuela, luego, lo que pensaban hacer en el futuro. Si eso tenía algo que ver con el negocio familiar, los dejaban con una pequeña sonrisa, sino, las preguntas continuaban. Que por qué la elección, que si estaban seguros, que si sabían que la familia tenía, al menos, una decena de sucursales en la ciudad y que podían trabajar allí, estables. Que si pensaban casarse y tener familia, que cómo los mantendrían y, para finalizar, una corta historia personal sobre cómo ellos triunfaron siguiendo a sus padres y abuelos y ahora eran felices.

Bien, eso era si te mantenías estudiando y tu futuro aun podía decidirse, sino estaba Jongin, que ya había acabado la escuela hacía tres años, no seguía ningún tipo de camino especial y jamás había presentado ni una novia... Imaginen.

Si tenía que elegir uno rápido, debía seguir el negocio, mas no era lo que deseaba. Secretamente había estado ahorrando para mudarse a la ciudad y olvidarse de todo, pero el dinero aún le era escaso y la espera era, casi literalmente, eterna.

Día a día sentía cómo se consumía y sus esperanzas se desvanecían en la oscuridad.

Sin embargo aquella Navidad había dicho basta. Había saludado a su familia muy amablemente y luego había escapado. Ni siquiera había cenado con tal de evitarlos. De todas formas, en el centro del pueblo todo estaba animado y había muchas cosas que mirar y recorrer, así que estuvo un buen rato entretenido. Cuando se hizo de noche y la gente comenzó a rondar con más frecuencia y en cantidad, estaba muriendo de frío. Sólo se había llevado una sudadera fina.

Miró hacia el cielo y supo que aquella noche nevaría.

Pero no quería volver. Y no iba a volver. Moriría de hipotermia antes de aguantar que se metieran en su vida y decidieran lo que era mejor para él... Como si lo supieran.

Rondó por todo el pueblo al menos unas quince veces, sin parar. Volvió a la feria del centro y volvió a ver los puestos por milésima vez. Entonces, mientras observaba cómo a algunos niños les brillaban los ojos en lo que veían formarse el copo gigante de algodón de azúcar alrededor del palillo, sintió algo extraño en la columna y en la nuca. Como un picor detrás de las orejas, un zumbido enviado a través de todo el cuerpo.

Giró con el ceño fruncido y vio a Do Kyungsoo.

Instantáneamente, la insensibilidad de la que había echado mano todo el día desapareció. Los ojos se le abrieron y el cuerpo se le evaró, hasta los dedos se le crisparon. ¿Qué era esa reacción tan extraña? Agitando la cabeza, recordó el día que lo había visto por el pueblo intentando encontrar a Minseok hace una semana, el amigo de Sehun. Se le había acercado después de tener exactamente el mismo estremecimiento y el resto había sido actos inconscientes dominándolo. ¿Lo había invitado a la fiesta por Navidad, no? Rayos, ¿qué más le habría dicho sin darse cuenta?
Se volvió hacia el frente con los ojos igual de grandes. ¿Debía acercársele? Pues, duh, lo había invitado después de todo, sería descortés. Pero ¿por qué se sentía tan miedoso? Como cuando había tenido catorce y se había enamorado del chico más lindo de la secundaria; cada que había pasado cerca se había quedado tieso como un tonto, pero era diferente a la parálisis que sufría en esos momentos. Antes había sabido la razón: se quedaba quieto porque le gustaba y era tímido, pero ¿y ahora? Era como si algo por encima de él lo gobernara, algo que poseía, pero de lo cual no era completamente consciente.

-¿Jongin ssi?

Pegó un respingo ante su voz y apretó los puños. Algo se sentía demasiado raro, pero de alguna manera también estaba ansioso por ver qué pasaría. Kyungsoo se le acercó y lo miró con curiosidad, puesto que llevaba puesta la capucha de su abrigo, no sabía bien si era él o no.

Cuando lo confirmó, le sonrió de forma enorme.

-¡Qué gusto verte! ¡Pensé que tardaría años en encontrarte!

Jongin se lo quedó viendo sin decir una palabra. No le salían. Se veía mucho más relajado y feliz, le sentaba mejor que el estrés producido por un escritor irresponsable, aunque siempre le había parecido un hombre atractivo... Incluso cuando amenazaba con intentar quitarse la vida.

Azorado por sus propios pensamientos, pestañó y le sonrió de forma pequeña.

-No pensé que en serio vendrías...

-Pues,- Rascó su nuca con una sonrisa tonta. -Estar en la ciudad después de tanto trabajo me resulta ahogante.- Dio una mirada a su alrededor. -No sé qué tiene este pueblo, pero es tranquilizador de una extraña manera. Por una vez, pensé que estaría bien festejar lejos del ajetreo propio de una urbe.

-Ya veo.- Jongin nunca había sido de pocas palabras en realidad, pero con este hombre no sabía qué rayos le ocurría.

Kyungsoo se lo quedó viendo con una sonrisa en los labios, esperando por algo más. Jongin comenzó a ponerse más nervioso porque nada le salía, nada inteligente o interesante al menos, y por alguna razón no quería parecer un tonto frente a él. Al final, el más bajo comenzó a decirlo todo.

-¿Puedes creer que nunca he estado en un festival? Al menos, no en uno por Navidad. Aunque supongo que en las ciudades grandes la gente no está muy acostumbrada a estas cosas, ¿o sí? Creo que son más grandes en comparación... Bueno, es algo natural, aunque debo admitir que en Yeonghon es encantador. Ah...

Se frenó en mitad de la habladuría con la boca abierta y la mirada en el espacio. Jongin le alzó una ceja, aguardando con interés lo siguiente que diría. Kyungsoo parpadeó y le sonrió con pena.

-No puedo compararlo si nunca antes he estado en uno, ¿no? Lo siento, a veces de mi boca salen cosas sin sentido, pero tú no me hagas caso.

Jongin le sonrió. De forma grande. Las pocas veces que había estado con él antes, se había dado cuenta del hecho de que hablaba muchísimo y de cualquier cosa. Le gustaba que fuera así... Era realmente encantador y, además, no lo hacía quedar como un idiota por sus silencios.

-Con gusto te lo enseñaré todo entonces, hyung.- Ofreció.

-Eso sería maravilloso.- Indicó con mirada esperanzada.

Comenzaron a pulular lentamente por los cientos de puestos que había montados. Yeonghon era pequeño, pero también conocido por sus artesanos que especializaban su trabajo en decenas de disciplinas: su familia, por ejemplo, hacía chocolates artesanales, mas también había gente que se dedicaba a las manualidades en madera, tela, cera, botellas e incluso piedras preciosas. Había comida además, muchísima. Bajo las luces anaranjadas y opacas con el murmullo animado de las familias que iban y venían felices, y los vapores de la comida caliente que viajaban por el aire junto a los aromas mezclados, todo parecía un gran hogar acogedor.

Jongin se sentía mucho mejor. Kyungsoo le habló todo el rato de muchas cosas sin parar, y escucharlo era tan entretenido como interesante: le contaba de sus experiencias con escritores porque había leído tantos libros y escuchado tantas ideas a lo largo de su vida, que cualquier pequeña cosa le traía el recuerdo de otra. Además, le gustaba su voz. Era grave y comedida, ligeramente elevada cuando trataba un tema que le gustaba en especial.

En un momento dado, cuando Kyungsoo volteó hacia él de improviso, se dio cuenta de que lo había estado observando mucho y sin titubear. Se apartó con un carraspeo. A esas instancias, podía hacer una lista de los ademanes que había observado en Kyungsoo y volvió a fruncir el ceño ante semejante revelación.

-Eres un tanto taciturno, ¿no, Jongin ssi?
Se giró hacia él y parpadeó con los ojos grandes. -¿Eh?

-Me siento un tanto mal siendo el único que habla... Seguramente debas estar cansado de oírme.- Balbuceó con una pequeña risilla.

-¡No, no!- Se apuró a negar. -Oírte... Oírte es genial.- Admitió en un murmullo.

Kyungsoo lo vio con los párpados bien abiertos un momento, y luego le sonrió con más suavidad. Jongin sintió las mejillas rojas y volvió la vista al frente.

-¿No tienes con quién pasar este día?- Preguntó, pero luego se arrepintió. ¿Y si le decía que tenía una bella novia esperándolo en casa más tarde?

Aguarda... ¿Por qué le importaba algo como eso?

-Mis padres siempre vienen desde Gyeonggi para las fiestas, pero esta vez no pudieron porque mi madre cogió una gripe muy mala y debe reposar.- Contestó con tristeza. -Quería ir yo en su lugar, pero al parecer es muy contagiosa y mi trabajo es demasiado demandante, no puedo enfermar.- Arrugó la nariz como si la idea le molestara. -Iré a verla cuando mejore.

-Eso apesta...

-¿Qué hay de ti?- Lo vio con otra media sonrisa. -¿Tu familia?

Ah... ¿Qué podría decir sobre su familia?

-Mi familia... Está por allí.- Se encogió de hombros débilmente.

Kyungsoo ladeó el rostro para verlo mejor. -¿No sueles estar con ellos por estos días?

-Suelo hacerlo, es sólo que hoy... No quise, no tenía ganas ni deseos de aguantarlos.

-Oh...- Se retrajo con más cautela. -No tienes una buena relación entonces. Lo siento mucho.

-No, está bien, ya me acostumbré.

-Mmm...- Ahora Kyungsoo hizo un mohín con los labios, estirándolos.

Jongin lo miró con curiosidad y no pudo evitar preguntar: -¿Qué es?

-Es sólo que pensaba que acostumbrarse a algo como eso es la peor elección de todas. Después de todo, algo malo no debe normalizarse.

-¿Ah, no?- Su voz sonó distante y baja, como miedosa.

-No. Al final acabas insensibilizado.- Entonces lo miró un momento antes de sonreír otra vez. -Y el mundo está hecho para sentirse.

Después de eso, Jongin siguió a Kyungsoo como un insecto a la luz.

Por alguna razón, aquella extrañeza en su interior persistía, pero de una manera diferente: ya no le daba miedo, sino que le satisfacía. Le revolvía el estómago, era raro. Por primera vez, sintió que aquella fecha era especial de alguna manera, pero por cuestiones que volvían a excederlo. Tampoco quiso deparar en justificaciones, después de todo le gustaba estar junto a Kyungsoo y, a medida que el tiempo pasaba, fue sintiéndose más cómodo y abierto, hablador. No iba a arruinarlo con pensamientos rebuscados.

Sólo viviría y ya.

Se habían parado frente a un puesto de hweori gamja porque a Kyungsoo le había apetecido. Momentos antes, Jongin había estado contándole sobre una vez que había tenido que actuar como príncipe en una obra de teatro de la escuela, y había tenido que usar mayas azules. Siempre había sido un recuerdo digno de vergüenza, pero se sentía inmerso en una neblina de euforia, así que le importaban poco emociones parecidas. En su lugar, había tenido la oportunidad de oír la simpática risa de Kyungsoo, algo ronca por su voz grave. Entonces había pensado con una sonrisa idiota que con gusto develaría todas las anécdotas bochornosas si con eso tenía más imágenes de él riendo.

Luego, todo se había esfumado tan rápido que fue absurdo.

De refilón, logró ver a su hermano mayor.

Lo primero que atinó a hacer fue a esconderse. Corrió rápido hacia una esquina y se ocultó tras una de las paredes de un puesto. Su hyung estaba junto a una de sus primas más pequeñas, conversando entre risas sobre quién sabe qué. Cruzaron por su lado, pero no lograron verlo puesto que estaba oculto, al final siguieron de largo y se perdieron entre la multitud.

Jongin se permitió respirar.

Si lo hubieran visto junto a otro chico riéndose como había estado y verdaderamente disfrutando, se hubiera armado una gorda. Desde el incidente en el cual lo habían visto en una situación privada junto a otro muchacho de la escuela, ahora cualquier acercamiento a otro masculino era motivo de sospecha. Porque los homosexuales no podían tener amigos del mismo sexo, claro.

Se asomó por el borde de la lona que cubría el puesto en el que estaba escondido y descubrió que Kyungsoo no estaba.

Un nudo le atenazó la garganta y apretó tan fuerte los dientes que le rechinaron en los oídos. Salió de dónde estaba inundado de ira con la intención de buscarlo y volver a su lado. Estaba enojado consigo mismo y con el mundo. Enojado por permitir que su familia influyera en sus decisiones, en su vida. Pero pensándolo mejor, ¿qué más esperaba? Se los había permitido todos los años anteriores, ¿por qué sería de otra manera? A esas alturas, entendía que ellos no cambiarían y que el movimiento decisivo lo tenía sólo una persona: él.

Cruzó por el lado posterior de la feria, allí donde las luces lo alcanzaban de forma mínima y el bullicio de la gente no se oía tanto. Se frenó, bastante cansado de todo y, sin proponérselo, miró hacia la montaña. Maravillosa y altiva mientras se cernía sobre ellos como la madre que siempre había sido. Había vivido en Yeonghon desde que nació y nunca le había prestado la suficiente atención se temía. ¿Por qué ese día la sentía de una manera más intensa? Como si su presencia fuera absoluta.

-¡Jongin ssi!

Su corazón le latió fuerte de la nada y se giró para ver a Kyungsoo caminando hacia él con la misma sonrisa contagiosa de antes. A su lado había una nueva persona.

-Jonginnie goon.- Saludó Minseok cruzado de brazos y con una sonrisa pequeña. -Muchas felicidades.

-Igualmente, hyung.

-Minseok quería ir a beber algo, ¿conoces algún bar bonito?

-Eso sería Honnies, está doblando la esquina a una cuadra de aquí.

Kyungsoo se giró hacia su escritor con una gran sonrisa. -¿Oíste?

-Lo único que oigo es el sonido de mi consciencia diciéndome lo mucho que debo emborracharme esta noche.

Kyungsoo ladeó el rostro con interés. -¿Algo malo pasó?

Minseok se encogió de hombros con expresión impasible. Miraba hacia la entrada del festival y las luces anaranjadas creaban sombras sobre su rostro en apariencia imperturbable.

-Nada fuera de lo normal me temo.

Aquella respuesta pareció confundir a Kyungsoo, Jongin lo percibió en su ceño ligeramente fruncido y en la inquietud emanada de su mirar. Con la intención de retomar el buen ánimo, les indicó rápidamente por dónde ir para ir al bar.

-Aguarda, tú también vendrás.- Le dijo Kyungsoo.

Jongin titubeó un poco, nunca había bebido más que un vaso de cerveza y siempre había sido en compañía familiar durante los cumpleaños o los festejos patrios. Volvió la mirada a los ojos de Kyungsoo y se dio cuenta de que aquella afirmación había sido expresada como si fuera algo obvio y natural el que estuviera con ellos.

El que estuviera con él...

Que les den, iría.

Se sorprendió de ver a tantos en Honnies, pensó que estarían todos en la feria, pero al parecer había gente en Yeonghon con ganas de tomar las fiestas como un excusa para divertirse en grande. Le dio algo de pudor al comienzo, no había nadie en ese pueblo al que no conociera y que no lo conociera a él, si hacía algo que no debía al otro día sus padres se enterarían ni bien despertaran... Sin embargo después de dos cervezas y media, poco le importó.

-Este bastardo,- Decía Kyungsoo señalando a Minseok con las mejillas un tanto enrojecidas. -Una vez se fue hasta el mar del sur con la intención de evitarme, ¿puedes creerlo?

Jongin le hubiera contestado algo, pero sentía como todo su pecho se le clavaba en el brazo, Kyungsoo le estaba casi encima sin darse cuenta y le hablaba bien cerca para hacerse oír por sobre la música fuerte, y sólo en eso era capaz de pensar.

¿Qué le había dicho antes?

-Ya te dije, yo no quiero huir de ti, quiero encontrar inspiración lejos.- Argumentó Minseok, arrastrando casi el mismo número de palabras que Kyungsoo.

De los tres, el único más o menos rescatable era Jongin, pero el calor del bar por la cantidad de gente que había lo sofocaba y las luces estaban bajas, el alcohol que había bebido era poco, pero no estaba acostumbrado así que le hacía efecto rápido. Era todo un ambiente que contribuía a que su lucidez se perdiera de a poco.

-Mentiras.- Dijo Kyungsoo frunciendo el ceño, pero con la mirada en la nada. -Te escapas porque sabes que no haces tu trabajo.

-Lo que sucede contigo, Kyunggie, es que tienes que aprender a relajarte más.- Canturreó Minseok, dando vuelta entre los dedos el vaso de la bebida fuerte que había pedido.

-Yo me relajo.

Ahora chasqueó la lengua. -Demuéstramelo.- Desafió.

Y Kyungsoo tenía los sentidos embotados de igual manera, así que sin pensárselo dos veces elevó una mano hacia el mesero más cercano.

-¡Tres tequilas, por favor!- Entonces se giró hacia un Minseok sonriente. -Vamos a relajarnos hoy, qué demonios.

Jongin no sabía si estaba bien beber más, pero el mesero ya se había ido en busca de la orden y... Sólo apuró lo que le quedaba de cerveza y esperó el tequila.

Cuando salieron de allí, el frío aire de una noche a punto de dejar caer nieve los golpeó duro. Jongin se detuvo un momento sobre la acera, Minseok y Kyungsoo estaban más allá, riéndose a carcajadas de quién sabe qué mientras se tambaleaban un tanto. Cerró los ojos y respiró hondo, sintiendo el viento helado sobre la piel de las mejillas enrojecidas.

-Jongin ssi.- Le dijo Kyungsoo estirando las vocales de forma linda para ser ya un hombre adulto. -Vamos a jugar.

Aquello le sobresaltó un tanto y tuvo que esconder el rostro en la bufanda porque se había sentido enrojecer aún más. Sobre todo por los pensamientos tontos y fuera de lugar que lo habían asaltado sin advertencia ante semejante propuesta. Estaba un tanto borracho, pero al igual que sus compañeros, le faltaba para perder la cordura por completo.

-Allá, allá.- Había indicado Minseok. -Vi que iban a celebrar juegos más tarde, vamos a ver qué tal.

Y sin más se habían puesto a caminar.

Se trataba de una carpa más grande en donde se jugaban una serie de postas. De a parejas, cruzaban por una serie de diferentes juegos como actuar el nombre de una película sin hablar para que el otro adivinara, preguntas y respuestas, rompecabezas gigantes y así más. Los que terminaran todo el recorrido en el menor tiempo ganaban.

-¡Anotémonos!- Había gritado Kyungsoo sin consciencia.

Jongin iba a decir que no le parecía del todo bien que tres muchachos al borde de la borrachera total se metieran a un juego familiar, pero antes de poder abrir la boca, Minseok y él ya estaban hablando con los organizadores. Frunció el ceño, preguntándose qué tan lentas estaban sus reacciones ahora que la cerveza y el tequila le ofuscaban el buen juicio.

El tiempo discurrió entre los vítores y la algarabía de la gente que había asistido para pasar un rato de sana diversión. Jongin notó que también había bastante gente allí, sobre todo familias y parejas, disfrutando. Fue parte del público, creyó que Minseok y Kyungsoo lo habían llamado para jugar, pero se había negado. No estaba muy seguro. De todas formas, la cosa era por parejas, así que no había cabida allí para él, aunque después de algunos minutos notó que Minseok cogía amigable de una mano a Kyungsoo y, repentinamente, deseó poder estar en su lugar.

Luego, la cosa se puso más acalorada para él cuando jugaron fútbol de tres piernas contra dos de los animadores y después de tropezar con torpeza, se cayeron dejando a Kyungsoo bajo Minseok. En vez de levantarse rápidamente, se mantuvieron riendo de forma adorable y sin fuerzas para ponerse de pie. Jongin ya no estaba de tan buen humor. Después tuvieron que reventar un globo puesto entre sus cuerpos abrazándose y realmente, realmente deseó estar en el lugar de Minseok.

Al final, los alentó inducido por el alcohol y el ánimo general, pero se mantuvo mirando a Kyungsoo fijamente, intentando llamarlo de alguna manera. Como si fuera posible... Pero entonces sucedió y, cuando llegó la posta final, él corrió hacia donde estaba y lo tomó de la mano.

-¡Aprovecha y juega este conmigo!- Le exclamó sobre el barullo de la gente.

Jongin se quedó sin palabras, entendiendo de golpe todo lo que había estado pensando y deseando sin saberlo. Sólo cuando Kyungsoo le sonrió de cerca y le rodeó los dedos con su piel suave, se dio cuenta de que eso es lo que había estado esperando desde que habían entrado en la carpa y se quedó un tanto estático.

Minseok, jadeante a su lado, le extendió una mano.

-¡Ve!

Jongin se vio alzando una propia para chocársela, aquello le valió para entrar al juego sin más.

Por un momento se arrepintió debido a que el juego que les tocó era un poco intenso (al menos desde su punto de vista): debían sostener una manzana entre sus bocas y conducirla hacia la cintura sin despegarse ni dejar que cayera. Uno de ellos debía moverse por el cuerpo del otro, lo que significaba que estarían muy cerca. Titubeó cuando ya estaban posicionados y vio de reojo a toda la gente presente, riendo y gritando. Creía conocerlos a todos, incluso llegó a divisar a su vecino más allá. Si hacía eso, entonces todos hablarían al día siguiente, todos lo mirarían distinto...

-Hey.

Se giró hacia Kyungsoo, este era mucho más bajo por lo que tuvo que ver hacia abajo. Dio de lleno con su rostro relajado, aquellos labios gruesos esbozando una suave sonrisa... Kyungsoo tenía una boca bonita, ¿por qué no lo había notado antes? Frunció un poco el ceño y resopló, un tanto mareado; todos sus pensamientos se estaban mezclando: lo que quería, lo que no quería, lo que debía y lo que no, los labios de Kyungsoo, sus mejillas redondas y adorables, azoradas por efecto del alcohol.

-Si no quieres nos retiramos.- Le habló claro y con voz tranquila.

-No.- Pero la boca de Jongin se abrió rápido y sin que quisiera, sin considerar una mierda nada, ¿por qué debería hacerlo? -No, juguemos, no hay problema.

-Bien.- Otra vez esa media sonrisa tan atractiva.

Otra vez su corazón latiendo rápido.

Ahora estaba él allí... No Minseok, ni nadie más, él. Podía estar al lado de Kyungsoo en lugar de cualquiera, ese era su sitio, de nadie más.

El más bajo alzó en una mano una manzana roja y perfectamente redondeada y la posó sobre sus labios aterciopelados y acolchados. Jongin tragó saliva, sentía la garganta seca, y se acercó para hacer lo mismo del otro lado. Con la fruta asegurada, Kyungsoo le rodeó la cintura con una lentitud y calidez que le hizo temblar; también lo hizo y se dio cuenta sintiendo a través de su camisa blanca, que era menudo y que sentía sus costillas. Le dieron ganas de recorrerlas una a una con un dedo desnudo, pero se contuvo porque no era el lugar.

En cambio cerró los ojos e intentó concentrarse para no echarse a jadear como un adolescente. El tequila no le sentaba bien... O sí.

Jongin quiso moverse primero después del silbatazo, pero puesto que Kyungsoo era más bajo fue difícil. La manzana resbaló hacia un lado por su mejilla y se movió en la misma dirección, encontrándose con aquellos labios que no había podido sacarse de la cabeza. No los rozó (por mala fortuna), pero se quedó tan cerca de ellos que la impresión lo hizo detenerse en seco y en consecuencia la manzana cayó y rodó lejos.

Tenían dos intentos más. Gracias a Dios, porque no quería separarse de él aún.

Kyungsoo corrió a buscar la fruta entre risitas porque seguía algo abrumado. Al final, el sonido de sus carcajadas se le metió bajo la piel y lo contagió, porque comenzó a divertirse.

-Ahora me moveré yo.- Anunció Kyungsoo antes de ubicar la manzana sobre sus labios una vez más.

Dicho y hecho, volvieron a intentarlo. Kyungsoo se puso de puntillas para alcanzar la manzana sobre la boca de Jongin y se abrazó más a su cintura en lo que dejaba escapar pequeñas risas, toda la situación era tanto curiosa como adictiva, no quería alejarse del cuerpo duro y firme de Jongin. Sentía las manos de este un tanto dubitativas rodeándole las caderas, habían bajado sin que se diera cuenta. La manzana ya estaba bordeando la garganta del más alto, este mantenía la cabeza echada hacia atrás para dejarle más espacio, sin embargo se le escapó y cayó al suelo otra vez. Kyungsoo pasó de largo en el afán de sostenerla contra su piel, y terminó riéndose sobre el cuello de Jongin.

Este sintió su aliento y se le erizaron todos los vellos del cuerpo. Creyó sentir cómo Kyungsoo le acariciaba la piel con la punta de su nariz, pero no estuvo muy seguro.
Se separaron, se vieron un momento y rieron como idiotas.

-Esto es bastante más difícil de lo que creí.

-Quizás sea porque estamos un poco borrachos.

-Verdad.

La gente dejó de importar en cierto punto. Los vítores ni se escucharon, tampoco llamaron la atención los ojos sobre ellos o los comentarios susurrantes sobre la forma en la que se quedaron viendo por un tiempo tan largo como absurdo. Jongin comenzó a ver destellos insólitos en los ojos de Kyungsoo y frunció el ceño, parpadeando varias veces para deshacer aquellas visiones locas producto del alcohol todavía viajándole por el torrente sanguíneo.

-Hay que jugar la última.- Balbuceó, un tanto torpe.

Kyungsoo echó un vistazo sobre su hombro.

-Ya nos han ganado, creo.

Jongin se encogió. -¿Qué importa?

Kyungsoo lo miró un momento y sonrió. -Sí, ¿qué importa? La última es la vencida, Jongin.

Degustó que le hablara de manera tan informal, que lo nombrara así. Fue él quién tomó la manzana esta vez y la posó sobre sus labios. Kyungsoo esta vez puso ambas manos sobre sus hombros y descansaron de forma perfecta en su anchura, se puso de puntillas y se le acercó. Se movió de forma lenta, rotando la fruta por su piel lisa y morena. El cuidado con el cual procedieron esa última vez fue inesperado, como si ganar importara cuando en realidad no, no lo hacía. Las manos de Jongin se deslizaron de sus caderas hacia arriba hasta su cintura cuando se agachó para dejar rodar la manzana por su pecho, sin despegarse un milímetro, transmitiéndole una tibieza reconfortante en contraste al frío que aquel día de Navidad asolaba.

La fruta llegó segura y victoriosa a la altura del ombligo de Jongin, apoyada en la frente de Kyungsoo.

Se irguieron y festejaron con un gran grito de júbilo, alzando sus brazos hacia el cielo. Minseok se acercó a ellos y se colgó de sus hombros, compartiendo la alegría de una victoria personal, puesto que habían tardado demasiado como para quedar primeros, o segundos, o terceros... O séptimos.

Cuando salieron de la carpa, los sorprendió el estruendoso sonido de fuegos artificiales iluminando el cielo y sus rostros. Jongin se había quedado mirando a estos de forma hipnótica sin hacer nada más, aun cuando todo su alrededor había explotado en chillidos de felicidad, su interior estaba inundado de una calma extraña e inusual. Sintió unos finos dedos rodeándole el brazo y bajó la mirada con los labios entreabiertos.

-Feliz Navidad, Jongin.- Había dicho la voz suave de Kyungsoo.

Por primera vez pensó que las fiestas no eran una porquería.

A los pocos minutos comenzó a nevar, como había predicho. Mientras Minseok y Kyungsoo corrieron para resguardase en algún lugar cercano con reparo, Jongin volvió a quedarse quieto, observando el cielo. Reaccionó cuando lo llamaron y fue con ellos. Se arrimaron a un puesto que servía bebidas calientes de forma oportuna y disfrutaron de grandes vasos de café. Le pareció divisar a Luhan y Sehun alejándose de la feria, pero no estuvo seguro.

-Será mejor que regrese a casa.- Se lo escuchó a Minseok con algo de desgano.

Se giraron hacia él con intención de retenerlo, se lo estaban pasando bien, pero algo les dijo que sería mejor dejarlo marchar. Algo en sus ojos, en las facciones un tanto endurecidas de su rostro... No dijeron nada en lo que se alejaba. Al final quedaron solo ellos dos. Estuvieron un rato más juntos, terminando sus bebidas en un silencio ridículo teniendo en cuenta que antes habían estado tonteando extrovertidamente como adolescentes. Jongin se ruborizaba al volver a pensar en lo cerca que habían estado el uno del otro momentos antes con el juego de la manzana.

Si hubiera sido más atrevido o valiente se hubiera movido sólo un poquito más cerca para...

¡Dios! ¿En qué cosas pensaba con un hombre que apenas conocía?

-Creo que ya va siendo hora de regresar.- Dijo Kyungsoo con un largo bostezo.

A Jongin se le subieron los colores. Escuchaba su voz y los pensamientos que había estado teniendo se hacían más vehementes. Intentó verlo con normalidad, si preguntaba por el rojo intenso de sus mejillas, diría que era debido al alcohol, aunque este ya se estaba desvaneciendo de a poco.

-Tengo trabajo que hacer y estoy muy cansado. A estas horas generalmente estoy durmiendo como un bebé en mi cama, supongo que mi cuerpo ya no es el de un joven resistente. Antes hasta podía estar todo un fin de semana sin dormir, ¿no te pasa igual? Aunque tú eres más joven, así que creo que no lo entenderás.

Ah... Más de su perorata. Jongin estaba comenzando a amar toda esa información particularmente trivial y redundante. No pudo hacer más que sonreír como un tonto de forma abierta en lo que acababa de hablar, ya no le importaba lo que pensaran.

-¿Trabajas a pesar de las fiestas?

Kyungsoo se estiró entre gruñidos.

-Tengo libre, pero un editor jamás descansa.- Le sonrió de medio lado, aunque en esa sonrisa había mucho de escalofriante. -Estoy a cargo del escritor estrella Kim Minseok, ¿lo olvidas?

Jongin deparó en sus profundas ojeras y en la palidez poco saludable de su rostro, en la delgadez de sus brazos. Recordó sus costillas prominentes. Todas cosas en las cuales no había deparado antes... La apariencia de Kyungsoo no podía importarle menos, seguía siendo un hombre hermoso a sus ojos.

-No te descuides, hyung.- Se animó a aconsejarle. -Sé que debes trabajar mucho, pero tú siempre debes estar primero.

Kyungsoo le sonrió con gran ternura.
-Lo mismo te digo.

Tragó saliva con dificultad y agachó el rostro, sin saber por qué se le vino a la mente su familia, dejada en un rincón olvidado aquella noche. Pegó un respingo cuando sintió su pequeña mano sobre los cabellos.

-Nos estamos viendo, Innie.

Se mordió el labio y esperó a que se fuera antes de levantar de nuevo la mirada, entonces lo observó irse.

-Eso espero.

Siguió rondando solo el resto de la noche con la incertidumbre carcomiéndole la cabeza. La duda estúpidamente panicosa de no saber si de verdad lo volvería a ver, si se volverían a encontrar. El amanecer lo encontró sobre aquella colina que tanto le gustaba, aquella con un gran árbol y un banco blanco para descansar sentado. Las sombras de una noche diferente asediaban por detrás, y al mirar el monte de las ánimas con un poco más de atención, logró discernir colores parecidos a los del arcoiris.

Y su duda fue resuelta.

Bien, nuestros queridos Jongin y Soo ❤. Para lxs que no espabilaron, esto pasó la noche de Navidad, la noche en la cual Sehun y Luhan tuvieron su primer beso, ay -3-.

Les dejo un Sehun sexy de regalo a lxs que llegaron hasta aquí:

Sólo quería compartirles esta hermosura ;-;.

Imagínenlo tocando el piano así... Ah re, mejor llevo a la vieja pervertida a dormir, gracias.

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