Me encuentro perdida en mil maneras posibles, cometo estupideces sin pensarlo, no logró reconocerme. ¿Quién diablos se supone que soy?

Admito que jamás he sido una santa pero tampoco andaba en cosas malas, sin embargo he hecho ciertas atrocidades que no soy capaz de reconocerme a mí misma.

Yo nunca fumaba, nunca tomaba, ni me drogaba. Juré que jamás robaría, y me prometí a mi misma que nunca le haría daño a una persona que me importará pero lo hecho en más de una ocasión.

Lo frío de la noche me hizo perder la cabeza, sinceramente no tenía el deseo de estar con alguien por él que no siento nada en lo absoluto .
Sus besos amargos me terminaron de destrozar el alma, su abrazo que no  emanaba calor me hizo comprender lo vacía que estoy por dentro.
Y todas tus caricias haciéndome gemir de
placer fueron el punto de quiebre que detonó todo.

Renunciar a mis sueños, vivir indiferente entre la vida y la muerte, alejarme de quienes quería porque era lo mejor para ellos, quedándome completamente sola, no pueden compararse con seguir con mi vida cuándo lo que realmente quería era morir.

Soy un mounstro cruel sin sentimientos.

Vivo en un mundo indiferente ante lo que les rodea, en el que todos fingen lo que no son en realidad, en el cuál no puedo escapar ni mostrarme como en realidad soy.

La vida me ha hecho insensata, amargada y deprimente. Yo no quería nada de ésto, sin embargo debo lidiar con los hechos que me apuñalan por dentro.

El amor puede asfixiarme desde adentro, el cigarrillo quemarme la garganta, y yo misma cortarme la piel que ya se encuentra muerta.

Ya no quiero seguir viviendo.

Deseó cambiar, volver atrás y todo lo malo arreglar para soñar con un mejor futuro.

No obstante aunque lo intente sé que no funcionará. Alguien rota como yo no merece sentir piedad, nunca podré tener arreglos.
Sólo me queda esperar a que la vida se encargué de mí.