Repentinamente mi vida se ha vuelto un desorden que no he podido arreglar por más que lo intente todo termina en perdición.

Los días se me hacen eternos y las noches demasiada cortas.

No sé que hacer al respecto, siempre que me involucro en algo termino en un callejón sin salida.

De pronto le he perdido miedo a la noche, me gusta caminar sola en la oscuridad sobre lo frío de la calle; admirando el solitario paisaje que solo pueden contemplar las almas en pena.

Probablemente destruya mi vida antes de que pueda vivirla, y francamente cómo están las circunstancias la muerte me parece una solución y no un problema.

Mientras pueda mantenerme emocionalmente estable sin caer en la demencia seguiré peleando por ganar la batalla y vencer mis pesadillas que me atormentan en el interior de mi mente, guardados en un rincón dónde no puedan escapar y lastimarme.