Novel
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Me disponía a escribir un nuevo capítulo, cuando entendí que no sabía realmente como hacerlo bien. Alguien acababa de criticar mi primer capítulo: "Es entretenido, pero los personajes son muy parecidos a otros" ¿Por qué? Posiblemente el "crítico" no se dio cuenta. El problema no eran sus personalidades, semejantes y tan poco desarrolladas en un capitulo; es que era un primer borrador.
Embelesado por mis palabras, comencé a escribir una serie de escenas entretenidas. Los diálogos fluían alegres, aun con dificultad, distinguibles entre personajes. Pero era divertido. Una escena que muchos disfrutarían, pero que en el fondo es superflua.
¿Qué estaba pasando? Pues era una mierda. ¿Quiénes eran los personajes? ¿Qué querían?¿Por qué era así ese mundo?¿¡Cuáles eran las reglas!?¿¡Cuál era el tema!? ¿Escenas claves?¿Montajes?¿Escenas?¿Trama?¿Clímax?¿Crisis?¿Valores?
No estaba mal. Pero sin una idea, sin poder evocar emociones iba a la deriva. Peor aun, jamás alcanzaría profundidad; nunca se volvería memorable.
¿Y qué más da? Uno solo quiere escribir, ¿no? Sí. Y como todo escritor tenía un deseo por qué quería hacerlo. No me refiero al aburrimiento, diversión o fama. Tampoco querer expresarme. El deseo de un escritor es algo que lleva consigo. Algunos es el dolor de una mentira (quizá por que lo engañaron), el temor a la muerte o la dicha de un amor. Cada buen libro, deja ese deseo y demuestra parte de la creencia con que se escribió.
Seguramente no es la verdad. Es solo un dogma que he adquirido. Dejando de lado la filosofía. Hay un deseo más, el mismo que comparte el lector: ¿Qué pasaría si...?
Entonces rueda nuestra imaginación y comenzamos a conspirar en nuestras cabezas una historia. Es decir, es la curiosidad un sentimiento universal. El lector quiere saber que pasará. El escritor juega y descubre esas posibilidades y busca la mejor.
A pesar que es emocionante tratar de responder la pregunta de "¿Qué pasaría si un día un chico conoce a una chica completamente opuesta a él mientras cantaba en la regadera?", por ejemplo. Esa propuesta puede ser abandonada. Y entonces surgirnos otra pregunta.
De forma similar, son preguntas los deseos de los personajes: ¿Qué quieren?, ¿Por qué lo desean?, ¿Qué hacen para conseguirlo?, ¿Qué les detiene?, ¿Cuáles son las consecuencias? ...
Al escribir podemos improvisar, en el momento que surge una de esas preguntas, responderla. En la mayoría de los casos, hace que se sienta espontaneo y natural. Pero como quien debe inventar una nueva mentira para solventar otra, caé como un castillos de naipes, la mayoría de las veces.
Responder las cientas de preguntas de antemano, pueden salvarte de equivocarte, dar la oportunidad de retractarte. Y poco a poco conjugar todo: Personajes y estructura, en una buena historia.
Claro que siempre habrá alguien con talento o suerte y a la primera escribirá una obra maestra, un best seller. Pero si existen calculadoras y no somos un genio, podemos utilizarlas, mientras seamos noveles.
PD: Y a la par, prescindir de ella, de vez en cuando. Sí, hacer quizá borradores de mierda —como decía Hemingway—, es decir, hacer operaciones sin calculadora, y entonces comprobar los resultados: usar los métodos.
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