EPILOGO
Y ahora me dirijo a ti...
—¿Que quieres cenar?— le pregunto mientras seguía quitándose su traje de héroe y guardándolo
—Mmm, ¿Quieres salir comer algo? Estarás cansada, oí que atrapaste a un villano durante un atraco.
—Si, no fue mucho, era un tonto jajaja
—¿Te heriste el brazo y aún así quieres cocinar?
—Oh, ¿viste las noticias?
—¡Esta en todas partes! No sé cómo puedes hacerte de menos, has de estar agotada.
—Ah jaja... No me hago de menos, solamente quiero cocinarle algo a mi querido esposo, ¿me permitiría señor Midoriya?
—Suena tentador señora Midoriya, pero prefiero consentirla está noche, así que, si no quieres salir, ¡me pondré ya mismo el mandil!— exclamó animado por la bocina del teléfono
—Ansío ver qué me tendrás, y más te vale que tú vengas incluido para comer.— agregó picarona y riéndose ante el silencio del peliverde
—¡Mei!
—A que estás colorado, ¿cierto? Jaja, bueno, llegó allá como en veinte minutos, me conformo con un tazón de fideos instantáneos.— salió de su guardarropa y camino por los pasillos de su agencia directo a la salida, saludando cada tanto a los trabajadores y algunos héroes que pasaban.
—¡Hey! Mei, ¿salida temprana?— le llamo su rubio amigo fosforescente
—Ya me tocaba ¿no? Jaja, linda noche Kaminari.— le hizo la mano y el respondió el gesto
—Saludame a Midoriya.
Por fin salió del edificio y respiro el aire frío de invierno.
—Bueno amor, nos vemos en un rato.— se despidió del peliverde y colgó, saco las llaves de su motocicleta y se dirigió a ella
—Black Thorn.— alguien le llamo
—¿Si?— se volteó con una sonrisa, creyendo que quizá fuera un admirador... Pero se congelo al ver qué no era así.
—Cuanto tiempo.— le sonrió de lado aún manteniendo su distancia
—Si... Ha pasado mucho.— su semblante se torno serio, no porque siguiera molesta o rencorosa con él, era más bien la ola de recuerdos que le pego de golpe
—Al final no recurriste a la liga de villanos, jaja... ¿Recuerdas que me lo planteaste una vez?
—Estaba medio loca antes. Perdón por eso.— intentó sonreír de lado pero pareció una mueca
—Si, me quedo claro. ¿Cómo es que terminamos así?— sonrió divertido dando un paso más cerca de ella
—¿Por que me buscas ahora?—le corto el rollo de viejos amigos, ya que no lo sentía así
... La chica que alguna vez quise...
Si era verdad que hace mucho tiempo lo había perdonado con ayuda de su querido Izuku, no quitaba el hecho de que se sintiera incómoda cada que se encontraba con él. Le traía una gran cantidad de recuerdos de la persona que era antes y de la cual no se sentía para nada orgullosa. Solo pudo superarlo hasta que Bakugō le dejo de hablar definitivamente, separando por fin sus vidas, poco tiempo después de aquel suceso en el qué casi lo mata decidió que era mejor cambiar de escuela. Nadie se enteró de lo sucedido, quedó como secreto entre los tres presentes. Kabuyā Meirara desapareció de la UA sin despedirse de nadie, le llamo su "reinició de vida". Incluso llegó a desaparecer de la vida de su querido pecoso por un año y cuatro meses, hasta que él por fin la encontró.
Por los siguientes tres años mantuvo su noviazgo con Midoriya en secreto de casi todo el mundo. No quería nada público ya que el joven heredero del One For All iba en constante ascenso y su popularidad crecía. Así que su matrimonio tomo por sorpresa a todo el mundo, sobre todo al tercer héroe, Dynamite. Al cuál la noticia le rompió el corazón, pero continúo su enfoque en su profesión.
Pero ahora, después de cuatro felices años de casada, Bakugō reaparece e intenta establecer una charla como si hubieran sido amigos que finalizaron bien. Pero no era así, nada que ver con la verdadera realidad.
—Tengo que hablar contigo. Porfavor.— dio otro paso más cerca
Suspiro e intentó calmar el temor que estaba empezando a surgir en ella. ¿Katsuki no la atacaría verdad? ¿No la chatajearia justo ahora que su vida estaba llendo de maravilla, verdad? Intentaba creer en él, ya no eran los mocosos inmaduros de hace años.
—Bien, hablemos.— se alejo de su moto y termino de acercarse a él —¿Quieres un café?
—No, oí que cenarias con Deku.— pronunció neutral, hasta cierto grado tranquilo, cosa que sorprendió mucho a la pelinegra
—Ahm, si. Bakugō, ¿que sucede? Apareces de la nada y...
—Perdóname.— la interrumpió, quitándole el aliento a la mujer joven —Perdon por llegar tarde a presentar mis disculpas.— y se doblo para hacer una corta reverencia
—Es-espera.— lo intentó enderezar pero el rubio se quedó firme en esa posición
—Realmente fui un verdadero idiota. Olvidemos todo. Te pediría que recomenzaramos pero eso es imposible por nuestras vidas ahora. Prometimos alejarnos.— se enderezó poco a poco y la vió a los ojos
... pero que también lastime y perjudique...
El vapor que salía de sus labios por el invierno que azotaba esa temporada le hacía verlos deseables, tan deseables como esa primera y última vez que los pudo besar.
—¿Por qué te disculpas ahora? ¿Que pasa?— intentaba ocultar su preocupación por el extraño comportamiento del hombre que tenía al frente
Katsuki era un héroe que se hacía cada vez más famoso, y su actitud salvaje durante las peleas y fuera de ellas era parte de sus encantos que traía locas a muchas mujeres. Los años no habían borrado su personalidad original, pero si la habían pulido, volviéndolo el hombre maduro que Kabuyā tenía enfrente.
—Hay una chica...— por fin hablo —Me enamoré de ella, pero antes de formalizar cualquier cosa, debía atender un asunto pendiente. ¿Adivinas cuál es espinita?— pregunto inyectando un toque de diversión para no hacer tan serio el momento
—Creí que ya lo habías olvidado.— metió sus manos en los bolsillos de su suéter oliva
... Perdón por no saber responder todas esas notas que fueron únicas para mí... Perdón por no poder calmar tu furia en ese entonces o siquiera entenderla...
—Pues al parecer no soy el único que recuerda a qué me refiero.— extendió sus brazos y tomándola desprevenida, la abrazo fuerte y firmemente
—Ya-ya, ba-bakugo, ¿que haces? Nos pueden ve...
—No sabes cuánto hubiera dado por haber hecho esto hace ocho años.— confesó entre el pelo oscuro de la joven mujer
—Bakugō...— no pudo evitarlo, colocó una mano en la melena alborotada del rubio y le dio un par de suaves toques —En algún momento espere por este día.
—Yo lo evitaba porque significaría que te estaba dejando ir.— se separó lento de ella y colocó una de sus grandes manos en la mejilla de Meirara —Pero ahora te puedo dejar ir, extraño anónimo.— sonrió de lado y la pelinegra soltó una corta risa
... Aún conservo todas esas notas, ¿sabes?
—Me alegra, idiota.— le sonrió divertida, y cuando pensó que la soltaría, le dejo un corto y suave beso en la frente
—Suerte con el inútil de Deku.— se separó y empezó a caminar de espaldas, mientras que su sonrisa cruel pero divertida se dibujaba en su rostro
—Mándale mis lamentos a tu novia. Espero que no te demande por obsesion.— río haciéndole la mano
—¡Ya, superalo!
—No lo creo posible. ¿Aún eres un idiota?
—No lo se, ¿tu qué crees?— y por fin, se dió la vuelta soltando una corta carcajada en son de orgullo
—Fuiste un querido idiota para mí, lo serás para ella también.— aseguro para sí mientras lo veía alejarse
... para recordarme como no debo tratar a quien es especial para mí.
—¿Mmm? ¿Y esto?— cuestionó al meter su mano en uno de los bolsillos de su suéter
Era una nota, ¿en qué momento la metió? La desdobló y la leyó.
Así que tranquila, la próxima vez que oirás de mi no será por una orden de distanciamiento o una demanda por acoso por la mujer que te conté. Jaja, no ... Será porque superare al inútil de tu marido. ¡Les reventare la cara a todos los villanos! ¡Ya verán!
No pudo evitarlo, río algo enternecida al leer cada palabra escrita por el hombre que alguna vez quiso y que alguna vez le causó dolor.
Así que, por ahora aquí pausamos de nuevo nuestro trato ¿no? Solo no quiero que un día aparezcas por mi casa con tus estúpidas notas de nuevo.
Pero bueno, basta de estupideces cursis. Hasta aquí llega mi límite de diálogo sin gritos ni insultos. Hay cosas que no cambian.
Cuídate extraño anónimo.
PD. Ya no tienes que responder dejando la nota en el cuarto de conserje.
PD2. Gracias a ti se me quedó grabado cuando va el posdata, no fuiste tan inútil después de todo ¿eh?
—Vaya reverendo idiota que permanece en ti.— negó divertida
Saco sus llaves, se subio a su moto y emprendió viaje a su hogar, a su cálido hogar. Lejos de recuerdos desastrosos y relaciones peligrosas.
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