¹¹.⁵
Así no es mi estilo.
Quería gritarle pero se contuvo está vez, no quería que la situación terminará igual al pleito en la cafetería hace unos días. No quería más problemas con Bakugō, solo quería seguir adelante con su vida separada a la de él. Aunque claro, eso no sería tan sencillo si se estaba involucrando raramente con él en privado por medio de esas notas.
"Debería mandarle una última... De todas maneras, creo que se está saliendo de control esto."
Analizaba mientras mordía ansiosamente la uña de su pulgar. Quería parar todo antes de que empezará a sentir lástima por su bully. Pero si esa era su decisión final, desgraciadamente no sería posible realizarla.
—¿Que pasa?— pregunto por fin Midoriya después de un largo silencio entre ellos
Casi a la entrada de la cafetería había ya una multitud, y cada vez más se iban uniendo al tumulto de gente que al parecer se estaban divirtiéndose con algo, o quizá alguien.
—¿Ah?— fue lo único que logró formular cuando por fin salió de su trance al oír el tono curioso de Izuku que se levantó para subirse a la banca y poder ver mejor
—¡Deku-kun! ¡Kabuyā-san! ¡Problemas!— una castaña llegó corriendo veloz a ellos con expresión preocupada, y detrás de ella Tsuyu
—¿Que pasa Uraraka-san?— se acercó a ella algo preocupado por la noticia que ella le traía algo agitada
—Es-es... Él... Comida... Le están...— no encontraba las palabras para expresarse ante tal escena prácticamente inimaginable
—¡Bakugō es el centro de basura!— por fin Tsuyu habló fuerte
Eso fue todo. Esas simples palabras fueron capaces de movilizar a ambos adolescentes que, sin intercambiar palabra alguna o aunque sea una mirada, salieron corriendo veloces al pasillo de la cafetería.
No lo podían creer, así que ese era el motivo de las carcajadas burlescas, de la bulla y de los insultos. El imponente Bakugō Katsuki, el campeón del festival deportivo, el egocéntrico chico con el quirk tan genial del que tanto alardeaba ahora no era más que residuos de comida y basura que se estrellaban contra él sin parar. De hecho, parecía que algunos alumnos llegaban solo para lanzarle la comida e ir corriendo a buscar más.
No lo creían. ¿Quién era esa persona vulnerable que se dejaba pisotear? ¿Dónde estaba el Bakugō que tanto conocían que no dejaba que rosaran si quiera con su hombro? ¿Dónde estaban sus amigos? ¿Debían disfrutar de aquella vista? ¿Deberían burlarse de él, desquitarse y vengarse por todo lo que les había hecho en el pasado al par de adolescentes que veían impresionados la escena? Incluso podrían no ser participes del tiro al blanco a Katsuki, pero darse la vuelta y no hacer nada también sería ser cómplices.
Uraraka no sabía que hacer y tampoco era como si quisiera mancharse de comida al interponerse entre su supuesto novio y los alumnos ardidos que disfrutaban de humillar a su compañero.
Pero si Uraraka no lo haría, Kabuyā si.
Sin siquiera pensarlo un segundo más, empujó con brusquedad y con hasta cierto tono de violencia a los bastardos que acosaban a su antiguo amigo y sin dudarlo, se paró en medio y enseguida, sin importarle si su traje se llenará de agujeros o si sería culpable de algún herido solo pudo pensar en activar su quirk, abrir sus poros y lanzar pequeños espinos del tamaño de un alfiler, atinando a todos los que formaban el círculo en primera fila, y cambiando el ambiente de risas crueles a pequeños lloriqueos y quejas de dolor y ardor intensos que no hacían más que estresar el cargado ambiente y llenarlo más de algunos gritos de sorpresa y otros de miedo.
La comida se detuvo, algunos de los que estaban hasta atrás huyeron y otros simplemente se quedaron estáticos.
¿Lo había defendido? ¿La abandonada y solitaria marginada había defendido a su bully? ¡¿Que rayos le pasaba al mundo?!
Izuku corrió al centro y casi se lanzó de rodillas frente a Katsuki quién ahora veía con los ojos abiertos como platos a la pelinegra que tenía una mirada asesina clavándose en los malditos que se quejaban ahora de dolor por los espinos.
—¿Kacchan, estás bien?— pregunto urgido por una respuesta el peliverde, pero sus preguntas no lograron captar la atención del rubio que veía sin creerlo a la chica
—¡Malditos cobardes!— gritó furiosa —¡Claro! ¡Todos contra un desgraciado!— gritaba con sarcasmo —¡¿Que diferencia tienen ustedes justo ahora a la liga de villanos?! ¿¡Que los diferencia de ellos!? ¡Respondan!— gritó, pero solo hubo silencio absoluto, incluso los lloriqueos y quejas callaron por un momento —¡Si creen que serán heroes déjenme decirles que en el futuro solo serán extras lamentándose de ser inútiles! ¡Que se pudran!— gritó hecha una fiera mientras los veía a cada uno, y pensaba seguir lanzandoles ofensas, de no se porque la mano de Midoriya tomó la suya y la hizo voltear a verlos
Bakugō estaba estático, con sus labios apretados de frustración y sus ojos clavados en los de ella sin saber que expresaba confusión en su máximo esplendor. Luego vió a Deku, que le dio una corta sonrisa ladina, invitándole a calmarse y recobrar la compostura, cosa que funcionó. Así que solo dio un hondo respiró, y dándoles un último vistazo a los que la veían soltó:
—Que poca madre tienen enserio.— les dio un último vistazo y por fin se volteó a Bakugō y lo vió
Sus ojos estaban cristalizados. No, no permitiría que lo vieran llorar.
"Solo yo puedo tener ese placer." Pensó. Se quitó rápido su agujereado saco y lo cubrió mientras se agachaba a lado suyo.
—Mira tío, nos debes una grande.— habló colocando su mano en su cabello, algo avergonzada
¡¿Pero que estaba haciendo?! ¡Era su momento de venganza! No entendía porque hacía lo que hacía, pero por el momento le había salvado el pellejo al cenizo, y no sabía si sentirse orgullosa, avergonzada o indiferente.
Izuku intento ayudar a levantarse a Bakugō, pero este ignoro la mano del peliverde e intentó ponerse de pie con algo de dificultad. Ya sería demasiado para su orgullo si ahora también era un "inútil" que no podía levantarse solo.
—¿Te lastimaste en alguna parte Kacchan?— pregunto buscando alguna herida, pero la única visible era la de su labio hinchado
Él no dijo nada, solo empezó a avanzar con la mirada baja siendo cubierta por su flequillo mojado de refresco que goteaba. Los alumnos que contemplaban la escena les abrieron paso casi con temor, ¿les explotaría la cara en ese mismo instante? ¿Mei les dejaría como coladera? No sabían, y por eso evitaron la mirada asesina de la chica.
Caminaron en silencio, no sabían a dónde se dirigía el rubio pero les pareció bien seguirlo. Pronto, llegaron a los vestidores y él entró sin decirles nada. Obviamente la chica se detuvo pero Izuku no sabía que hacer.
—¿No entraras?— le pregunto mientras se apoyaba en la pared viendo como su blusa también tenia agujeros, agujeros en sus mangas y en la parte superior de su pecho, justamente donde controlo para que salieran los espinos.
—No creo que acepte mi ayuda.— siguió viendo el pasillo por dónde su ex amigo entró sin decirles nada, así que solo suspiro y se colocó en la misma posición que Meirara, a su lado —¿Por qué lo hiciste?— pregunto viendo al suelo, y ella comprendió a qué se refería
—¿Querías que lo dejará allí tirado?— lo vió frunciendo el ceño
—No lo se, él te ha hecho tanto daño que pensé que...
—Me ha hecho tanto daño como a ti y sin embargo tú también lo ayudaste.
—Si, pero tú actuaste sin pensarlo.
—¿Que esperabas Izuku?— lo miro con algo de confusión —¿Que me vengará, que lo dejará allí abandonado mientras lo humillaban?— lo siguió viendo esperando respuestas de su parte, pero estás no llegaron, así que se intentó relajar, de nuevo se estaba poniendo a la defensiva —Ese no es mi estilo Izuku, mis venganzas no son tan abiertas. Seguir a la multitud casi nunca es inteligente.— se cruzo de brazos viendo al techo —Y... Tampoco es como si me lo hubiera pensado. No pude permitirme ver así a Kats... a Bakugō.— mordió su labio dándose cuenta de que su corazón se sentía triste por él
—¿Sabes?— intervino Midoriya al ver la lucha interna que reflejaba el rostro de la joven —Nunca te lo conté, pero una vez me pasó algo similar... Jaja, y ahora heme aquí. En esta gran escuela, con amigos, con este quirk, y...— hizo una pausa y entonces la volteó a ver —A tu lado nuevamente.— sus ojos se fijaron en los de la chica que se encontraba algo sonrojada y con su expresión algo nerviosa de repente
Sin darse cuenta, Izuku se empezó a acercar a ella despacito, esperando alguna reacción de parte de la pelinegra, algo que le indicará que parará o que continuará, pero nada llegó. Así que continúo acercándose.
¿La besaría? ¿La quería besar? ¿Ella quería besarlo a él?
—¿Por que siguen aquí?— una voz lo detuvo de golpe justo antes de besarla, unos cuatro centímetros era lo que separaban sus labios.
—La pregunta sería, ¿por qué rayos te quedaste quieto sin explotarlas sus estúpidas caras?— apenas oír su voz se dió la vuelta y lo encaró
Tenía una ropa limpia pero sin su saco, y su cabello se veía pegajoso y mal arreglado.
—Mirate, ¿que con tu pelo?— dijo con un tono algo divertido de verlo tan calmado como un cachorro regañado, se acercó a él que mantenía su filosa mirada en el suelo, con sus manos en los bolsillos —Un poco de agua lo pudo haber arreglado.— alzó su mano y la acercó a la melena alborotada del rubio, pero justo antes de poder tocarlo, el tomó su muñeca de una manera algo brusca, quedando quieta, a la espera de su siguiente movimiento
"¿Por qué pensé que se dejaría tocar? Ja... Acabo de quedar como una tonta."
—No necesitaba su ayuda.— hablo por fin con voz ronca y viéndolos con cierta molestía
—Pero Kacchan...—
—¿Ayuda? Ja... Por una vez un simple gracias bastaba.— se arrebato de su agarre —Ya decía yo que sería sorprendente recibir gratitud de tu parte.— chasqueo irritada la lengua
—¿Entonces lo hiciste para que te debiera algo, hipócrita?— la vió con aún más molestía dando un paso más cerca de ella
—No, lo hice por mí. Por qué no me perdonaría el ser igual que tú y abandonar a quien necesita ayuda, ¡oh! O peor aún, tratar a la persona como so fuera basura, creo que eso te suena, ¿verdad Bakugō?— dijo con sarcasmo
—Entonces no exijas las gracias.
—Creo que es sentido común, es tener modales. Estúpido.— escupió sus palabras mientras le mantenía la mirada apunto de matarlo
—Me-mei.— le llamo poniendo su mano en la de ella, y haciendo que lo viera de reojo
Suspiro cansada. Y dio un paso atrás. No llegarían a ninguna parte discutiendo, y sentía que el rubio ya le habían herido suficiente su orgullo y ego como para que ahora les fuera a dar las gracias. Algo muy dentro de ella le decía que parará, que solo se retirará, pero otro lado le decía que se quedará con él, que no lo dejará solo, que comprobará si realmente estaba bien.
—Ya da igual.— confesó con cierto tono de decepción —No sucedió nada, nadie debe nada.
"Considerarlo una compensación por haberte acosado con las notas, porque yo aquí me retiro de tu vida para siempre. No me puedo dar el lujo de mantenerme en tu camino por más que me preocupes si es que mi vida es la que saldrá afectada." Pensó mientras se daba la vuelta. Pero algo la detuvo. Bakugō le puso algo en la cabeza.
—Yo soy el que tiene la última palabra.— la despeinó con si mano sobre una ¿tela?
Solo vio la ancha espalda del joven alejarse por el pasillo. Llevo su mano a su cabeza y vió que le había dado un saco, pero no era el suyo. Era un saco de él, nuevo, limpió, pulcro. Sin agujeros. Con este era ya el segundo saco que obtenía del cenizo. El primero fue el que le puso en su espalda el día de la explosión y que aún mantenía guardado en un gancho en su clóset, y este era a cambio de su saco agujereado y manchado de bebidas por el cabello de Bakugō.
Apretó el saco en sus manos y tapo su rostro con este mientras aguantaba las lágrimas de frustración.
—¿A-ah? Mei, ¿estás bien? ¿que te pasa? ¿te duele algo?— pregunto preocupado si amigo por el repentino cambio de actitud que tuvo la chica de melena oscura
—¿Por-por que es tan idiota?... Te odio Katsuki...— soltó con un hilo de voz mientras unas cuantas lágrimas salieron por sus ojos
Ambos dejaron al otro con lágrimas en los ojos.
Por qué si, Bakugō no era de piedra, y se encontraba a la vuelta del pasillo apretando sus dientes con impotencia, humillación y odio a si mismo mientras una lágrima acumulada no pudo soportar más tiempo en el borde de su ojo izquierdo, y por fin, goteo hasta el suelo. Se limpio enseguida y dio un golpe a la pared.
—Nadie nunca más me verá así.— se juro recordando al anónimo que lo había visto llorar antes, ¿estaría el entre la multitud? ¿fue participé del show? Él enserio esperaba que no, pero algo le decía que el extraño si estuvo ahí en ese momento. Solo que no sabía que él o ella había sido el que le salvó el pellejo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top