⁷.⁵
Confesiones.
El timbre sonó e hizo eco por todo su pequeño departamento con pocos muebles, una sola ventana que tenía vista a la calle y que estaba colocada justo arriba del lavadero de la cocina, y con temperatura helada y algo húmeda.
La chica con algo de pereza, salió de su habitación en pijama y sin brassier, después de todo, aunque Recovery le haya curado una parte, aún sentía molestia en la piel en proceso de cicatrización. Esa zona se sentía rara, como si le hubieran costurado un pedazo de piel que no era suya.
Se colocó una sábana para tapar sus pechos y se acercó a la puerta.
—Llegas algo tarde, pensé que ya no vendrías.— abrió la puerta y enseguida se dió la vuelta, llendo a tirarse en el sofá de su pequeña sala. —Ah... Por favor dime qué no te olvidaste de las gotas, el dolor de oído me está molestando... — se quejó boca abajo, por lo que su voz se perdía
—¿Ah?
—Oh, no lo trajiste entonces... Descuida, solo me enviaré un mensaje a papá para que pase a la farmacia después del trabajo.— tomó su celular, escribió veloz y envío el mensaje —Cierra la puerta, se escapa mi aire acondicionado natural jajaja...—
La puerta de cerro por fin de golpe y escucho como se acercó a ella.
—¿Que aire acondicionado mocosa? Esto está demasiado húmedo para tu salud.— escucho la voz ronca y brusca que tanto odiaba
—¡¿Eh?!— exclamó asustada levantándose de prácticamente un saltó y viendo que el joven que estaba parado frente a ella no era su querido amigo pecoso —¡Tu no eres Izuku!— lo señalo acusatoriamente
—¡Vaya descubrimiento Sherlock!
—¿¡Por qué entraste!?
—Tu me dejaste pasar.— respondió neutral, metiendo sus manos en sus bolsillos
—¿¡Por qué no dijiste que eras Bakugō!?
—Por que no preguntaste mi nombre y ni siquiera te dignaste a verme. Dime, ¿enserio tienes
16 como para dejar pasar a tu casa a cualquiera?
—¡Si! Es decir no, yo di por sentado que eras Izuku, lo estaba esperando... Es el único que ha venido en mucho tiempo.— ve al piso algo incomoda por haber soltado eso último
—¿Cómo? ¿El bastardo de Deku a venido antes?— pregunto sin querer, sonando molestó
—Si.— respondió con la mirada baja aún
—¿No que estabas sola? Creí haber alejado al nerd de ti.— dio un paso algo imponente a ella, quien solo pudo retroceder por inercia
—Bueno, no nos separaras por completo. Nunca cruzamos palabra, solo me encontraba pequeños regalos o meriendas en la puerta... Sabía que eran de él.— aseguro
—¿Los... Los regalos? ¡¿De Deku?!— pregunto tremendamente ofendido alzando la punta de su labio, mostrando su claro disgusto
—¿Pues de quién más?— lo vió extrañada y cruzada de brazos, tratando de ocultar el hecho de que no traía brassier
—¿¡Tu crees que todo eso era del inútil de pelos verdes!?— se acercó veloz a ella hasta que la chica dio contra la mesa del comedor
—A-ah s-si.— se puso nerviosa ante la cercanía
—¡Entiende! ¡Él tonto de Deku no sabe de cocina!— la tomo de los hombros y la sacudió —¡Es un inútil!
—Ya-ya, mi Izuku no es inútil.— se intentó sacar del agarre del rubio, pero, ante la expresión que acababa de formular, solo sintió como el agarre de Bakugō se apretó más —O-oye, me haces daño.— se quejó
—Repite eso.— le exigió con el semblante serio
—¡Me haces daño!
—¡No! No eso, ¿cómo le dijiste al bastardo?— busco la mirada de la joven que lo evitaba por sus ojos de loco
—¿Ah? ¿A qué te...? Oh, ¿"Mi Izuku"?— pregunto confundida y sintió como el agarre de Katsuki se fue aflojando
—¿Te gusta el huesos rotos?— pregunto perdido
—Jaja, ¿que con "huesos rotos"? Hasta que cambias de apodo.— río divertida
—Dime, ¿te gusta o no?— se acercó más a su rostro, esperando ansioso y nervioso la respuesta, aunque, claro, nada de eso mostró, al contrario, parecía irritado y que en cualquier momento le explotaría la cara a la joven
—¿No lo se?
—Eso no es una respuesta, es una pregunta.
—Es que no lo sé. Él es lindo conmigo.
—¡Él brócoli es lindo con todos! ¡Incluso con los villanos!— la sacudió despacio pero como desesperado
—Si, es una bolita de azúcar.— una risa de ternura se le escapó, y el cenizo vio como en las mejillas de la chica, en las cuales se veían unas cuantas venitas, se fueron tornado de un suave rojo
No podía creer que él no fuera el causante de esa reacción. Le dolía y le hacía hervir la sangre.
—¡No es nada varonil!
—¿Y eso que? Depende cual sea tu punto de vista de "varonil"— hizo comillas con sus dedos —¡Para mi lo es!
—¡NO SABE COCINAR EL MUY INÚTIL!
—¿Y eso que? Yo le podría enseñar.— frunció sus labios disgustada
—Juntos quemarian la cocina.— agregó con cara de póker
—Jeje, quizá tengas razón. ¡Ya! ¡¿Cuál es tu maldito problema?!¿¡Y que si me gusta o no el Deku!?— se desesperó y gritó
—¡Tu ignorancia es mi problema estúpida!— le gritó y se esponjó como perro chihuahua
—¡Sueltame idiota!— saco un par de espinos donde el chico tenía sus manos, pinchando levemente la palma del joven
—¡Oye! Ahg, ¡¿porque quema como el demonio?!— se quejó mientras restregaba sus palmas en su ropa, pero eso solo le aumento el ardor y el picor
—Jejeje, este quirk es perfecto para evitar que te toquen sin consentimiento.— río al ver como una gota gorda de sangre brotaban de las palmas del rubio, las tomo y causó un leve respingo en el joven alto, no se esperaba esa acción, creía que la chica lo odiaba tanto que no se atrevían siquiera a ponerle un dedo encima
Con su pulgar, repaso la zona perforada una y otra vez hasta que la herida se cerró.
—¿Que fue eso?— pregunto consternado
—¿Oh? ¿Esto? Un pequeño truco que aprendí de mi quirk. El veneno que traen mis espinos es lo que hace arder la piel como fuego, pero, mi propia piel, en contacto con las heridas del contrario, puede cerrarlas. Ya está.— sonrió al ver qué, efectivamente, las perforaciones habían cerrado, se sintió orgullosa de ella por ver qué al fin lo había logrado controlar bien
—Si no tienes nada más que hacer aparte de molestar y perturbar mi descanso, te invito a largarte a la...
—Las gotas. — le interrumpió, la chica por fin soltó sus manos y él se acercó a la esquina de la mesa, donde había medicinas —Dijiste que Deku te las traería,— rebusco entre los medicamentos que tenía —¿te molesta mucho el oído?— alzó su roja mirada conectando con la de ella, cosa que hizo que la chica la apartará repentinamente nerviosa por la atención que le estaba dando de manera tranquila
—Si... El sonido de tu explosión me lastimó...— habló viendo a cualquier parte que no fuera el rubio
Con todo el malentendido y la llegada sorpresiva del rubio, incluso se le había olvidado la situación en la que estaba.
—Tu quirk, ¿que problemas tuvo?— su tono era extrañamente calmado, como analizando la situación y las palabras de la joven pelinegra
—No podré activarlo en la zona quemada, al menos hasta que mis poros y piel se regeneren por completo.
—¿Y Recovery?
—No pudo curarla del todo. Huesos y esas cosas son su especialidad, la piel quemada... Es difícil. Implica varias cosas que...— se abstuvo de seguir dando detalles que seguramente no le interesarían — Olvídalo, no te importa.— agregó seca
— Perdón.— soltó de la nada, con la mirada baja y los puños apretados
—¿Cómo?— pregunto consternada —¿Que acabas de decir?— habló pausadamente
—No quería lastimarlos... Solo apartarlos...
—No tiene sentido.— negó con la cabeza —¡Tu querías herir a Izuku!— dio un paso delante algo dolida
No podía creer lo que el rubio estuvo apunto de hacerle a su amigo. ¿Cuánto había cambiado Katsuki? Antes, en una época, él los llegó a proteger a ambos, y ahora solo quería herirlos.
—¡Solo quería que cayera! ¡Quería avergonzarlo frente a ti!
—¡No! ¡¿Por qué querrías humillarlo?! ¡Siempre andas diciendo que lo quieres matar! ¡Tu lo querías herir!— se acercó gritándole
—¡Él no es genial!— gritó con fuerza acercándose —¡¿Por qué entonces lo sigues viendo como alguien genial?! ¡Él te dejo hace mucho y viene un día de la nada y te comienza a hablar!— su voz sonaba casi desgarrada —¡¿Por qué rayos continuas llendo hacía él?!
Quería respuestas, quería sinceridad. Siempre le pareció que la chica huyó de él desde mucho antes de que él bullying comenzará, quería entenderla y no podía, no podía y eso le hacía ser posesivo y perjudicial. Si no se abría con él, entonces no lo haría con nadie más, porque otros la lastimarian... Pero entonces, ¿por que parecía que con los demás si quería abrirse pero con él no? ¿Le resultaría el privarla de todos? ¿Evitaría eso que otros abusaran de ella como sucedió en el pasado? ¿Serviría hacer que el odio de la chica se concentrara en él y olvidará su odio hacia el mundo y hacia los héroes? ¿Le ayudaría el volverla más dura y poco confiada? Pues todo parecía indicar que si estaba funcionando, incluso ahora quería convertirse en un así que ayudo, ¿cierto? O al menos eso quería creer el de ojos rasgados.
Sentía que ahora sí le diría la verdad, que ahora sí podría soltar de una maldita vez que siempre estuvo enamorada de Midoriya, que siempre prefirió al débil y encantador peli verde. O aunque sea, que la chica por fin expresará una emoción o pensamiento frente a él. ¡Pero que le mostrará algo de ella! ¡Quería sentirla como hace mucho no lo hacía!
Pero solo recibió una fuerte y sonora bofetada que resonó por toda la pequeña y húmeda casa.
—Cállate. Cállate de una vez.— habló con voz ronca y entre dientes sin siquiera verlo, solo veía a la nada —Deja de exigir respuestas que no mereces. Deja de obligarme a dirigirte la palabra. Deja de gritarme como si fueras mi amo. Y...— su voz se quebró, con brusquedad lo tomo del cuello de su camiseta con facilidad ya que el joven estaba como en un estado de shock —Deja de aparecer en mi vida si lo único que harás sera hacerme perder la cabeza.
Sus palabras, sus palabras clavaron el corazón de Bakugō como si la chica estuviera usando su Kōsei de espinos y los estuviera clavando con fiereza en su rojo corazón. La dureza, la filosa mirada que le dedicaba, y sus palabras heladas hicieron que no pudiera moverse para nada, ni siquiera emitir un sonido.
Se despegó de él con lentitud mientras tenía su mirada fija en él.
—Porfavor, solo vete. Lárgate y déjame descansar.— colocó su mano en su frente mientras la sobaba, el dolor de oído había aumentado
Katsuki salió sin decir nada más. La chica solo vio como el joven salió dando un fuerte portazo. Suspiro y se dejó caer en el sofá.
Pasaron los minutos, ¿por qué Izuku aún no llegaba? ¿le habrá pasado algo? La chica empezaba a preocuparse cuando el timbre sonó, así que, emocionada, se levantó casi de un brinco y se apresuro a abrir la puerta.
—Izu que bueno que...— pronunció al abrir, pero se detuvo a la mitad al ver qué, de nuevo era aquel rubio —Oh, ¿que quieres?— pregunto algo decepcionada
—Toma.— le extendió una bolsa que la chica vio como si tratase de algo peligroso —¡No tiene nada! ¡Tómalo de una buena vez!
Con duda, lo agarro y abrió para ver su contenido. Abrió los ojos sorprendida al ver qué traía la bolsa.
—¿Cómo sabías que gotas para el dolor?— lo vió recelosa esperando una respuesta
—Vi la receta entre las pastillas.
—¿Y por que las chocolatinas?— pregunto intentando esconder el hecho de que le divertía el pequeño detalle, sacando la tira de una bolsita transparente de cinco pequeños bombones, cubiertos de chocolate.
—¿Ya no te gustan estos?
—No, no es eso,— habló bajito y sus ojos hicieron contacto —Siempre me gustaron, solo no creí que... Lo recordarás.
—Siempre lo hago.
Sus ojos estaban fijos en los del contrario. Los de la joven eran de un grisáceo intenso y brilloso, ahora le mostraban un tenue brillo, y eso le causó que su corazón acelerará un poco, después de tanto tiempo su mirada a él no era sin vida y opaca.
De los de él emanaba una energía que exigía victoria a cualquier cosa que hiciera, el carmín de sus ojos era tan intenso como el rubio lo podía ser cada que se lo propusiera. Fue una de las cosas que siempre le gusto a la muchacha de él, pero que había enterrado en su corazón cuando la agresión comenzó.
Ambos querían decir algo, pero no sabían que, así que, solo se quedaron ahí, estáticos pero cómodos contemplando al contrario. Ni siquiera la chica sabía porqué aún no lo mandaba a volar. Querían permanecer un poco más de tiempo observando los bellos orbes del contrario que hace mucho no veían, pero algo les hizo tener que salir de ese pequeño trance.
Ambos reaccionaron al escuchar unas voces de las escaleras. Giraron a ver, y ahí se encontraron con escena de que Midoriya y Uraraka llegaban platicando muy animadamente.
—Izuku.— le llamo sorprendida
—¡Oh! Mei, ¿que haces afuera?— ignoro por completo a Bakugō y se acercó a la joven que le ofrecía una mirada amable
—Nada en especial.
—Katsuki, ¿que haces acá?— la castaña se acercó a su novio y depósito un beso en su mejilla a lo que él intentó ocultar el asco que sentía de recibir muestras de afecto de alguien no deseado
—¿Te lastimó?— le pregunto Midoriya preocupado a la pelinegra mientras tomaba su mano, cosa que hizo que su corazón latiera feroz, y que provocó la molestía de dos jóvenes que los veían con ciertos celos
—No, solo...
—Traje la medicina que tú no te apresuraste a traer. Has algo bien por una vez en tu maldita vida nerd.— Bakugō intervino colocando su mano en su cabeza, viéndolo con suma molestía
—¿Medicina? ¡La medicina!— gritó avergonzado e ignorando la última frase de su ex amigo —¡Mei, perdón! A eso iba pero Uraraka me encontró y se me olvidó por completo.— empezó a hacer reverencias frenéticamente, a los que ambas chicas solo rieron ante aquello
—Ya, no importa.— lo detuvo y vió de reojo a Bakugō —¿Cuánto te debo?
—Solo aplicalas y deja de parlotear, andando cara redonda.— y se dió la vuelta para marcharse
—Hasta luego Deku.— se despidió de su Crush y solo le dedico una leve sonrisa a la joven del hogar y se apresuro a alcanzar a su novio, colgándose de su brazo
—¿Mei?— el peli verde pasó su mano frente a los ojos de la chica intentando atraer su atención, ya que se había quedado viendo fijamente a la pareja que caminaba a las escaleras
—Oh, pasa Izuku.— le cedió el pasó
—Gracias, oye y... ¿Y esas chocolatinas?— señaló la bolsita que tenía apretada en su mano y que no se había dado cuenta de que lo hacía
—Ah... No creo que sea importante.— lo vió suspiró y cerró la puerta tras de sí.
—¿Por qué le trajiste medicina?— pregunto Ochako mientras bajaba las escaleras, unos cuántos escalones más atrás que el rubio
—Que te importa.
—Pero tu no eres de hacer mandados, ¿ella te lo pidió?
Un bufido divertido se escuchó de parte del varón. Una sonrisa de lado se dibujo en su rostro y soltó:
—Alguien me lo sugirió.
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