Ajio 7
¿I-imitarlo? ¿Estaba hablando en serio o solo jugaba con él? No sabía que hacer, le daba vergüenza tener que enseñar eso, y peor que, tener que.. Bueno, imitar al mayor. No negaría que le gustaría saber como se siente, el mayor parecía disfrutarlo cundo lo vio. Pero ¿hacerlo delante de Ty? Estaba encima del mayor, con un evidente bulto en aquella lencería de mujer. Podía sentir algo de masa formase debajo de él, era el ecto-cuerpo del contrario. El tacto suave, el gran calor que sentía y los recuerdos obscenos del local le estaban empujando a hacerlo.
—P-puedo intentarlo.. —se remango un brazo, dejando a la vista sus pequeños huesos llenos de cicatrices y arañazos más recientes. No era algo de lo que se sentía avergonzado, aunque tampoco los mostraba con orgullo. Simplemente le daban igual, era algo que se hacía en sus ataques de pánico. Se conformaban con que sanaran bien, y si llegaban a irse con el tiempo, era feliz. Levantó poco a poco la corta falda, dejando expuesto aquella lencería vergonzosa. Metió su mano dentro, sacando a su amigo demandante de atención. Un poco pequeño, pero todavía bien para su edad. Se estremeció un poco al comenzar a moverlo, era tan extraño como placentero. Varios jadeos y suspiros comenzaban a salir de su boca, su cuerpo temblaba al mínimo movimiento. Esa sensación no se comparaba a la de besos y caricias subidas de tono, era más atrayente, no tenía palabras para expresarlo. Su cuerpo se estaba dejando llevar, cada vez haciendo más regulares los movimientos de muñeca. Era torpe, no lo podían culpar por eso, aunque intentaba hacer su mejor esfuerzo para que el mayor supiera y le explicara.
Ver de esa forma al amigo más inocente que tenía le causaba cierto conflicto. El poder del Au era fuerte, como logró corromper un alma tan pura como la del menor. De la forma que lo hacia era intrigante, comenzando de poco a poco, pero con un fuerte enganche, hasta llegar a ese nivel de lujuria. Él tocandose en el baño y los menores de aquella forma. Puede que lo haya malinterpretado, las mantas cubrían una gran parte y su visión no era muy buena. ¡Seguro que solo fue una terrible confusión! Se armo de valor para a salir del pequeño lugar. En cuanto se encontró afuera se arrepintió de no fiarse de su instinto.
—¿Chicos? P-perdón por i-interumpirlos. —no miro más la escena y se dio la vuelta, podía escuchar los jadeos y suspiros de Ashy. Como salían tímidamente de su boca, algo tan cierto y candente. Sólo hacía falta que se imaginará al menor de forma obscena, más rápido lo piensa y más rápido lo hace. Una situación bastante incómoda, deseaba darse la vuelta y unirse con los menores, pero algo se lo impedía. Tal vez vergüenza, quien sabe, quizás los menores necesitaban intimidad. La manta no deja mucho que ver, pero por la forma en la que estaban, seguro ya habían caído en la lujuria del lugar. Aunque algo le extrañaba, no podía escuchar los gemidos del menor, solo pequeños suspiros y jadeos. Debería ser porque no querían que él se diera cuenta. Al fin de al cabo antes estaba en el baño, y lo rápido que escaló la situación daba que pensar.
La maldad interna de los menores le llegó a sorprender bastante. Ver como estaban dispuestos a matarse por unos objetos, sin más valor que el emocional, y ahora se abrazaban con esas expresiones de arrepentimiento, viéndose tan culpables e indefensos por los actos cometidos. Sentía cierta lástima por el mayor, a diferencia de sus hijos, este mostraba emociones y sentimientos reales. Otra cosa que lo enamoró en un pasado, sus sentimientos y la manera de expresarlos era algo que casi nunca tenía la oportunidad de ver. Tan nuevo y atrayente, que no resistió la tentación, cayendo en las garras del amor. Pero como todo lo bueno de esta vida termina, él dejo a su ser más amado, sin darle explicación, ni siquiera una despedida llena de falsas promesas. Sólo se fue, sin más. Su vida a partir de ese momento cayó en picado, con lo que a las emociones respecta. Conoció un grupo de esqueletos, con los que conecto rápidamente. Su falta de moral, la maldad dentro de ellos y gran deseo de odio y destrucción, sensaciones que conocía bien. Lamentablemente, sus relaciones nunca llegaron a ser verdaderas del todo, siempre los separaba una fina y resistente capa de egocentrismo. Ninguno quería abrirse y nadie lo intentaba tampoco, tan cercanos de alguna forma, pero separados por los pensamientos y forma de ser. ¿Ryu? Frío, egocéntrico y calculador. ¿Cherry? Adorable a más no poder, un mentiroso patológico y gran capacidad de manipulación. Llegó a caer varias veces en su trampa. ¿Kletz? Gran odio por cada ser viviente, fuerte y muy peligroso. Tuvo suerte de no morir en los reinicios cuando él se encontraba cerca, aprovechaba hasta la más mínima oportunidad para salir a matar sin piedad. ¿Comet? Oh, que decir de él, una apariencia tranquila, que no tiene nada que ver con su verdadero ser. ¿Caos? El caníbal del grupo, intentando comerse a sus compañeros si veía una oportunidad. Él mismo vivió varias experiencias de esas, ser de caramelo no ayudó mucho a que lo dejara en paz. ¿Nox? El más decente de todos, capaz de abondonarlos si la situación se lo permite, todo un maestro con las armas blancas. Y curiosamente el más famoso del grupo, con dos pretendientes que le ayudaron en su mejora de habilidades, a base de rechazos sordos por parte de estos dos. Quizás ya no esté en el grupo, se acordaba que tenía dos hermanos, por eso no vivía en la misma casa que ellos. Quien sabe. ¿Y como terminar sin mencionar a los líderes? Un par de hermanos capaces de todo. Su maldad no tenía límites, llegando a ser todo lo que él hubiera deseado algún día atrás. No hubiera durado mucho ahí, de no ser porque uno de ellos se apiado de él, forjando en terrible carácter con el que los abandono. Desde luego "Apple" no se lo perdonaría, como vuelva a verlo su fin se acercaría. Pero al menos, llegó a tener una "familia" en ese período de tiempo, varios del grupo lo eran por parte de padres. Un claro ejemplo, Kletz, un combo de Error y Paper Jam. También medio hermano de Brush, con lo diferente que podían ser esos dos.
—S-si, son muy lindos.. —los viejos recuerdos llegaron a él, quedándose divagando en su mente. Sin ser consciente del lugar en el que estaba, un simple abrazo vacío de los menores fue suficiente para recordarle su antigua vida.
Por culpa del descarado abrazo sus ganas de golpearlo aumentaron. Aunque sonará feo, lo único que sentía por el menor, era odio, rencor, y algo de respeto, basado en el miedo que su persona impone. ¿Como alguien de tan corta edad podía llegar a ser así? Y lo peor, sin tener un motivo claro. Aquello lo superaba en cantidad, su mente no llegaba a comprender como el adorable e inocente niño que fue en un pasado llegó a ser aquel diabólico niño que tenía en sus brazos.
—Y-yo también te q-quiero mucho Stains... Te prometo que será la última vez hermanito. —repugnante. ¿¡Qué no le gustaba molestarle!? Si parecía que había nacido exclusivamente sólo para aquello. Cuanto más hablaba el menor, más ganas tenía de separarse y encararlo, la ira contenida necesitaba salir. De una forma u otra, y vomitar no le gustaba. Era tan extraño y con la sensación de que se ahogaba. Lo odiaba, pero no tanto como al menor, sus días tranquilos y sin discusiones no volverían pronto. Superar toda esa rabia interior no era cosa fácil. Y nada bueno podía ver en aquello, una dependencia insana era lo que tenían. Si no peleaban, buscaban la manera de hacerlo. Solo el placer del pleito y ellos, escuchar al otro maldecir y decir las cosas más "bonitas" que un hermano puede decir sobre otro. Admitía que solo cogió los dulces del menor para eso, y bueno, también para comérselos. El dulce sabor de en su boca no podía compararse con la satisfacción de pelear con el menor. ¿Masoquista? Puede, siguen peleando pese a que a eso los mete en problemas, a él sobre todo. Stains consigue librarse por su "tierno ser". Algo que lo irritaba todavía más, ya que este no se cortaba a la hora de molestarlo. Y cuando estaba castigado era mucho peor, ya que no le quedaba más remedio que aguantarse para no buscar otro castigo. Y quizá peor que el que ya tenía.
Dios. No creía lo que estaba viendo. Era algo tan obsceno y parecía tan impropio de su menor, alguien tan inocente y tierno no debería estar haciendo eso, menos con alguien viéndole. Sentía como su miembro se iba erectando oculto bajo su ropa, oír esos suaves suspiros y jadeos era exitante, tan candente, su cabeza empezaba a llenarse de fantasías poco puras.
—E-eso se llama masturbación, Ashy. —respondio aquella duda de su menor. Parecía estarlo disfrutando bastante, admiraba como su mano subía y baja rápido sobre ese falo, en un vaiven casi desesperado, se preguntaba si esa era la primera vez que Ashy hacia algo asi, por si expresión de éxtasis juraba que podría ser asi, su primera masturbación sería esa, nos era un grato recuerdo y peor aún, frente a uno de sus amigos, ¿Penoso? Bastante, pero de igual modo le resultaba bastante caliente. Tener ese pene tan cerca de su cara, y tan cerca de poder tocarlo con sus manos, la curiosidad le iba ganando, quería saber que se sentía, ¿Sería calido al tacto? ¿Algo duro quizá? ¿Y como serían los sonidos de su meneo si iba algo más intenso? Demasiadas preguntas las que quería hallarle respuesta.
—¡B-Blush! N-no te preocupes, Ashy solo me mostraba lo que estabas haciendo e-en el baño. —apresurado le dió una explicación, al ver a su amigo de esa forma no pudo evitar sentir que le dejaban de lado, y que quizás invitarle podría ser una opción pero, ¿Y si...? No, si avanzaban más haya sería caótico, ya masturbarse le parecía el límite al que podia soportar, estar desnudo; jamás. Tenía mucho que ocultar y ya se arrepentía de no traer parte de su ropa.
Aveces creía que sus hijos menores sacaron es aparte suya que se propuso tanto ocultar, tenía un pasado "oscuro" por así decirlo. Causó caos, daños y mató a tantos, fue en un periodo de su vida en el que hacer ese tipo de cosas era una especie de rebeldía, contra todo lo que aprendió que era bueno, hacer las cosas mal fue divertida, consiguió bastante HP gracias a eso. Luego, creció, se aisló de todo, y se dió cuenta, se había vuelto un monstruo. Igual que Error, y odiaba eso. Se propuso cambiar y ser un protector. Porque eso le pareció lo correcto, ver vida y creación dónde antes deseaba ver caos y muerte, fue algo radical. Quizás, Stains y Toffee acaben siendo un dúo desastrozo alguna vez, esperaba poder cambiar eso. Guiarlos por el camino correcto antes de que cometan todos los errores que él ya conocía, ¿Y si tenían malas amistades? No sé lo perdonaría si podia evitarlo.
Divagando entre sus cosas se distrajo un momento, recordar su pasado era hacer un recuento de todo. Hasta ahora. ¿Aún le dolía el abandono? Si y bastante, era de esas cosas que costaba superar aún con los años, cada vez volviéndose más amargo el sabor del recuerdo, sin ese toque ácido del limón, era algo más desagradable que eso. Volvió así labor. Ese cuarto estaría listo en un par de horas. Tal vez. Sus hijos ni notarían aquella hasta que diga cuál sería su castigo, esperaba no se molestaran mucho con esa decisión. Era pro su bien.
Quería reír, a carcajadas, esas falsas promesas siempre se rompían, una y otra y otra vez, era solo un pequeño teatro que armaban en cada intento de disculpa, quizás el único momento que compartían sin discutir, no podían evitarlo, eso se volvió parte importante de su rutina, si no habían razones, creaban para poder pelear, quizás por nada, quizás por todo, siempre había algo por lo cual estar en desacuerdos. Se aferró a ese abrazo, con cierta fuerza levantando su rostro para ver a su mayor.
—Digo lo mismo hermano... Espero no rompas tu promesa, como otras veces Toffee. —lentamente le soltó, dejando esa escena hasta ahí, ya quería ir a su cuarto a disfrutar de sus dulces, de un momento en calma sin su hermano estorbando.
—o me encargaré de que toda tu amada ropa acabe hecha una pila de mierda e hilos. —murmuro, tenían un pequeño público que no quería que escuchará aquello, queria evitarse tener más peluches dañados, y esperaba esa amenaza calara lo suficiente como para asustar un poco a su contrario. Se le parto y paso de largo hacia su cuarto. Con paso altanero, la cabeza en algo orgulloso. Sabía que había fastidiado a su mayor, un simple toque suyo el causaba asco. No le gustaba saberlo, ser odiado no se sentía tan bien como ser amado, ese sentimiento le hacía querer golpear a su mayor, ¿Por qué no le quería? Quizás sea por sus múltiples peleas pero siempre peleaban, y aveces la empezaba Toffee, el también disfrutaba de esa atención que recibía aún cuando era de esa forma, no lo consideraba como algo extraño, más bien lo consideraba la costumbre a lo cotidiano. Miro curioso, su padre estaba arreglando el cuarto que tenían vacío, tenía una litera. Algunos muebles y decoraciones sencillas. Demonios, no sabía que sucedía ahí pero no sería nada bueno. Continuo caminando hasta si habitación, abrió al puerta y se encerró en esta, dónde le recibían sus amados peluches, aunque ese día tenía uno menos, le haría un funeral a su querido amigo de felpa, sería el más bonito que jamás se haya hecho, pondría flores y lo haría en el jardín de su casa, lo enterraría con su ropita más bonita y unos cuantos dulces para que no le olvide, si, tenía demasiado tiempo libre como pata organizar eso, invitaría a sus hermanos y padre a ese evento. Menos a Toffee. Él asesino de su unicornio no merecía estar en algo así, menos cuando la familia de si peluche estaría presente, ¡Oh no! La pobre esposa de su unicornios ahora era viuda, y sus hijos ya no tenían un padre. ¿Feliz Toffee? Rompiste una familia de peluches y dejaste a un hueco en el corazón de todos quienes conocieron a ese precioso unicornio. ¿Es muy imaginativo? Pues claro que sí, era la única cosa que nunca le aburría, inventar historias y jugar con sus peluches y muñecas, era divertido. Le encantaría que alguno de sus hermanos alguna vez se anime a jugar con él, siempre lo hacía solo pese a invitarlos más de una vez.
Así que era eso lo que hacía el mayor, una nueva cosa aprendida, a cambio de inocencia perdida. Pero ¿a quien le importaba? Se sentía tan bien, además que muy complicado no era, solo subir y bajar para sentir ese placer. ¿Qué si le daba vergüenza? Pues claro, hacer ese acto delante de Ty y con Blush en un rincón de la habitación es algo que avergonzaria a cualquiera, menos a los habitantes del lugar. Lo único que le detenía de parar y meterse entre las sábanas a esperar que la noche pase, era cierto bulto que sentía debajo suyo. Chocando con su parte trasera, no haciendo más que calentarlo de formas obscenas. Varios escalofríos recorrían su cuerpo con los movimientos involuntarios de este, si intentaba concentrase en su "trabajo" no aguantaba mucho. Lo estaba perdiendo esa extraña sensación, quería sentirla más cerca, no solo por roces, el saber como se sentiría al estar dentro de él. Ni él mismo sabía en lo que pensaba, ¿muy impropio de amigos? Seguramente, pero con las las líneas cruzadas ese día parar ahora no sería lo mejor, al menos para él.
—B-Blush.. ¿Podrías ahh~ v-venir y e-enseñarme~? —lo estaban dejando de lado, otra vez ¿que quizá no hubiera sido lo mejor llamarlo de esa forma? No tenía otra más, lo que hizo el mayor en el baño le servía perfectamente. No sabía si a Ty le molestase, pero lo necesitaba, la escena que vio de él en el baño invadía su mente. Con tenerlo cerca no le bastaba, quería comprobar con sus propios "ojos" lo que vio. Y tal vez tocarlo, le resultaba muy atrayente... Por dios, si que estaba perdiendo la razón.
La situación no mejoraba, ¿como que mostrando? Ty no podría estar hablando en serio, ¡si Ashy era el más inocente del grupo! Y ahora escucharlo así, haciendo sonidos tan impuros de su edad, oh mierda, con cada jadeo se calentaba más, si es que no debería haber salido del baño. Todavía se negaba a darse la vuelta, verlos otra vez le hacía mal. Mira todo lo que había provocado con tal de calmarse y tener una linda noche con los menores. Negar lo mucho que quería estar con sus, aparentemente, más que amigos era inútil. Pero todo aquello es alaba con una rapidez que asustaba. Lo suyo sería dejarles terminar y el a sus cosas, tranquilito en el baño. Estaba apuntó de irse cuando escucho la voz del pequeño, entrecortada y jadeando más que antes, tan jodidamente caliente y con una propuesta indecente. Dudaba si aceptar o negarse, sabía lo que pasaría si es que aceptaba, demasiado tentador como para evitarlo.
—Y-yo.. ¡S-será mejor dormir! —que vaga excusa y la peor de todas. Al menos podía haberse encerrado en el baño, evitaría quedar tan cerca de ambos. Se dirigió al otro rincón de la cama, evitando cualquier posible contacto visual. Se fue quitando sus ropas nerviosamente, solo se dejó puesto su camiseta, cortos y mallas. Aunque quisiera quitársela no podía hacerlo sin evitar que salgo se viera, algo que no deseaba mostrar y prefería olvidar. Dudó si dejar su cinturón encima de la pequeña mesita que estaba a su lado, podría guardarlo en alguno de los cajones, pero a saber que se encontraría. Lo dejo bien envuelto en su bufanda, en un intento de proteger las esferas que de ahí colgaban, mejor encima de la mesita. Se tumbó lo más pegado al rincón de la cama que pudo, intentaría dormirse sin dar más importancia a los obscenos sonidos que escuchaba. Para más comodidad, y algo de autocontrol, les dio la espalda a los menores, arropandose todo lo que pudo con las sábanas de ahí.
Podía ver como Brush estaba algo ocupado en un cuarto vacío, los menores hablando de cosas que no llegaba a escuchar y el resto de sus hijos... Quien sabe, puede que en sus cuartos. Se acercó al mayor, curiosear por cosas ajenas a su persona, era su pasión. Podía ver como creaba muebles y adornos para el lugar, era ciertamente asombroso. No estaba acostumbrado a ver aquello, el destruía, no creaba. Ni siquiera contaba con esa capacidad, era mágico verlo. Como de repente aparecía algo de la nada, donde antes no había más que un lugar vacío, esperando para ser usado por alguien o algo. Se adentro en el cuarto acercándose al mayor, tal vez podía ayudar, lo dudaba, pero tener que hacer eso solo debe ser un trabajo pesado. Y si al final no hacía más que estorbar se iría a por los dulces de los menores. También debía preguntar aquello, esperaba que le dejara. Él no tenía la autoridad como para hacer lo que quisiera con los niños, recién los iba conociendo y debía acercarse a ellos. Aunque, curiosamente "conoció" más a dos de sus hijos por una pelea que por hablar tranquilamente.
—Oye Brush ¿necesitas ayuda? —cómo odiaba ser pequeño, si mantenía cierta distancia del mayor, no se nota a su falta de altura. Pero al estar cerca de él, todo lo contrario, incluso parecía más pequeño que antes. ¿Cuál era su secreto? Antes se veía tan pequeño y adorable, pero ahora, es tan alto y apuesto. Ya conseguirá sonsacarselo, todavía tenían que hacer muchas cosas juntos. Enfocadas principalmente en que le superé, bastante extraño recibir ayuda de quien te daño en el pasado. Pero quería pagárselo de alguna forma, que sea feliz, e incluso consiga a alguien con quien tener una familia feliz, pero eso sí, no volvería a separarse de sus hijos. Les debía mucho, y volver a recuperarlos era lo que más deseaba, a menos que estos no quieran. No lo aceptarían tan fácilmente después de todo, pero se esforzaría por ellos.
Con su ropa no, ¡eso no se lo perdonaría Suficiente tuvo con su camiseta favorita, ahora siendo no más que trapos sucios y sin utilidad. El cariño que le tenía era demasiado, incluso para una simple prenda de ropa. Pero eso no es lo que importaba, ropa tiene mucha, pero cada una guarda lindos recuerdos de como le ayudaron a sentirse bien. Por eso las apreciaba más que a nada, en especial, más que a su hermano. Ese demonio, ¡se las pagará como le dañe más recuerdos! A ver que tal arden sus amados peluches y juguetes~. Las cenizas son imposibles de arreglar, puede que se buscará el peor castigo de su vida. Pero lo haría sin importar que, con sólo verlo destrozado, soltando lágrimas reales por unos trozos de plástico y felpa, lo que siempre deseó~. Además de lo difícil que sería reemplazarlos, sabía que algunos era de colección o edición limitada. Ese dato no hacía más que emocionarlo, la idea había calado bien. Ya tenía su plan de venganza si es que el odioso de su hermano se atrevería a siquiera tocar un solo hilo de sus prendas.
—Claro que no lo haré, enano. —vio como el menor se iba tan tranquilamente, como si nada hubiera pasado, sin saber las consecuencias que lo esperaban. Que dulce saber que su hermanito recibiría un castigo. Paso delante del cuarto donde estaba su padre, lo estaba amueblando. Bastante extraño, ese sitio siempre está vacío y de repente ¿comienza a decorarlo? Algo no le llegaba de encajar, como tenga que ver con el menor. ¿Qué pintaba aquí? Mucho, todo lo malo siempre estaba relacionado con él. Un niño de apariencia tierna y adorable, que escondía una personalidad manipuladora y narcisista. Como intentó advertirles a sus hermanos varias veces, un pequeño criminal.
Como todos, también se fue del lugar, podía irse a su cuarto e intentar disfrutar algo antes del castigo. Pero la rabia y odio que sentía debían salir, como le disgustaba hacer eso. Se dirigió al baño y se encerró ahí, quizá sea algo bulimico, pero no lo hacía para adelgazar o similar, si no para sacarse esos sentimientos tan negativos que tenía dentro. Otra razón por la que odiaba a su hermano, vomitar le daba asco y por culpa de este, se había convertido hasta algo común.
Era complicado no ceder a la tentación. Pero tenía autocontrol, el suficiente para no hacer nada al menos por un rato, no poder sacarse la ropa era motivo suficiente para mantener a raya su deseo lujurioso y necesidad carnal.
Vio a Blush acostarse a su lado. Ignorandoles, eso no era justo, él debía de acompañarles en esa actividad y enseñarles al ser el mayor, después de todo fue el principal causante de que Ashy empezará a tocarse de ese modo tan impropio de él, frente a su cara y sin pudor al jadear de esa forma, tan caliente. De solo imaginarse tener algo con ese par de chicos, su cabeza daba vueltas y el calor en su cuerpo aumentaba, joder, sería tan increíble; sentir sus cuerpo tocándose tan directa y obscenamente, no podría resistirlo, la calidez que habría y el ambiente cariñoso pese a la lujuria.
—Blush~ por favor, no nos dejes solos así, t-tu sabes más sobre esto, enséñanos, e-estas muy calientes. —dijo coqueto, con ese pequeño toque inocente y tímido, fue una pequeña mentira pero ¿De que otra forma podría incitar a su mayor? A este parecía excitarle bastante la inocencia de Ashy, y fingir que era puro como este no era difícil, sabía cómo hacerlo, vio bastante contenido erótico como para saber, que tono usar, torpe pero sintió que lo logro. Extendió uno de sus manos para tocar a Blush, solo logrando alcanzar su hombro, un par de toques para que le mirase, solo eso necesitaba.
—A-ashy, ¿Podrías ir con Blush? —tenia algo en mente, que quizás podría salir bien y que no involucraba que se tuviera que quitar la ropa, pero necesitaba de la cooperación de su amigo menor para ello. Habia podido ver el miembro de Blush antes solo entre sus ropas, quizás ayudarlo con su erección no vendría mal, no sería el mejor de los tres en esas prácticas pero hacer el intento nunca estaba de más. Quería saber que se sentía tenerlo en su boca, llegando hasta su garganta quizá, y el sabor del semen. Podría decirse que era su única fantasía sexual, lo demás no era algo que le llamara mucho la atención. Al dar una mamada no tenía que desvestirse, esa ya era una buena razón para inténtarlo pese a no recibir placer del modo que más le gustaría.
¿Ah? ¿Ayuda? Quizás un poco. Necesitaba algo con que despejar su cabeza, quizá solo que este haciendo cause más mal que bien. Necesita otro punto de vista para ver la realidad de las cosas, para no quedarse con solo la fantasía de que quizás sus hijos podrían llevarse. ¿Podría preguntarle sobre eso a Cery? Lo dudaba, el apenas estaba al tanto de cómo eran los niños y conocerlos. Le daría tiempo para que les conociera. Sería lindo aparentar ser una familia feliz aunque sea por un corto periodo de tiempo, aún tenía que superar su anterior pareja, se sentía lamentable, no creía ser capaz de superar a Cery cuando le tenía tan cerca, le dañaba más que cuando estaban separados. Ahora era era como si su alma fuera una figura de cristal y Cery la haya dejado caer, luego intente repararla con pegamento, era inútil.
—No, pero gracias. Puedo con esto solo, espero que a Toffee y Stains les guste. —intento adaptar el ambiente a los gustos de los pequeños. Tan distintos, había espacio suficiente para casi todos los peluches de Stains y la ropa de Toffee, y la combinación de colores era armónica aunque un tanto extraño a su parecer. Estaba acostumbrado a usar tonos pasteles pero, parecía que sus hijos menores no habían heredado sus gustos por los colores dulces y suaves.
—Ponte cómodo en la sala si gustas, puedes ver televisión. —sugirio, aunque había otra opción si su contrario no quería estar ahí, junto a él, suponía que estaban solos, sus hijos se irían a sus respectivos cuartos a pasar el día con sus pasatiempos. Algo normal en jóvenes de su edad.
—A-aunque si quieres irte, házlo, puedes volver cuando gustes. —¿Y si le abandonaba de nuevo? No sé lo perdonaría tan fácil como antes, quizás y se quebré más. No estaba seguro. Todo era una mala posibilidad y escenarios negativos pasaban rápidos por su cabeza. Se desconcentro. Uno de los muebles se volvió tinta por si despisté. Tendría que hacerlo de nuevo, y limpiar después esa mancha de tinta oscura que estaba en el suelo.
Soltó un suspiro. Con tranquilidad volvió al proceso de crear aquel mueble, una estructura básica con colores simples, sin detalles, lentamente pasaría a hacer esos mientras tanto debía de armar la estructura y ubicar en algún lugar ese objeto, para darle cierta armonía a la habitación intentaba usar colores similares y dejar bastante espacio pese a todo, sabía que un lugar pequeño podría llegar a causar gran estrés, más aún en el menor de sus hijos. Es claustrofobico. Lo descubrieron por accidentes cuando visitaban un Au, larga historia, pero Stains entro en gran pánico que, sorprendentemente, abrió un portal a casa y se escondió en su habitación, abrazando sus peluches. Jamás debajo de las mantas, él aseguraba que sentía que se ahogaba en lugares pequeños. Ah, pobre de su pequeño niño, no se imaginaba el terror que un lugar pequeño podía causarle, a tal punto de un ataque de pánico ya brusco que su magia se utilizó únicamente para sacarlo de ahí, fue la única vez que Stains abrió un portal según sabía.
Un funeral. ¿Que estilo podría usar? Buscando entre su gran cantidad de posesiones encontró algo que podría servir. Ropa negra, algunas gustas de color. Perfecto, también encontró una caja algo pequeña para los restos de su unicornio. Tomo todo lo necesario y empezó a decorar la cajita. usando pintura oscureció el interior con color negro y color unas cuantas telas pequeñas para simular un acolchado dentro del ataúd, por fuera lo pinto de café como si madera fuera. Agradecía tener tantos materiales de arte pese a no ser su pasión podía entretenerse un rato ahí simplemente haciendo detalles que a su parecer se veían lindos. Esperaría a que la pintura secara. Tomo la cinta de colores y fue haciendo lazos en todos sus peluches, algo lindo para un funeral de ese estilo. El primero que organizaban y esperaba que el último. Perder a más de sus peluches sería un caos, eran lo que más amaba.
No le gustaba que el mayor los estuviera ignorando y encima por dormir. Al menos estaba tumbado al lado de ellos, con los sonidos que hacía, solo sería cuestión de tiempo hacerlo reaccionar y que venga sólito. Por suerte no era el único que pensaba así, Ty también quería que el mayor se uniera a esos roces y actos impuros. Pero este no estaba dispuesto a esperar a que eso pasara, prefería adelantar lo sucedido.
—C-claro Ty~. —no sabía lo que pretendía su contrario, pero con tal de al final sentir algo, estaba dispuesto. Su razón quedó nublada por completo, ya no pensaba si eso era lo correcto o no. Simplemente, no le prestaba atención, era algo que careció de importancia, con sentir ese indomable calor y roces subidos de tono, le bastaba. Por el momento, ya iría subiendo el rango. Se bajo de encima del mayor, todavía sentía esa sensación de algo rozandole por su parte trasera, conseguirían que Blush se uniera, pero Ty no se libraría de él y las necesidades que tenía. La lencería le estaba estorbando, ya se la había bajado para dejar que su "amigo" respire. Había estado bien, pero ya no la necesitaba, antes de ir con el mayor se quito esas prendas que estorbaban, lo que incluía la sudadera también. El calor lo estaba asfixiando, de cierta forma. Por fin podía respirar tranquilo y sentir algo frío que lo calmara. Se sentó por debajo del pecho del mayor, quedando lo más cerca posible de su rostro.
—¿S-seguro que no nos puedes enseñar~? Intentó que su tono fuera lo más provocativo posible, quería enganchar al mayor cuanto antes. Sin dejarle tiempo a responder se abalanzó a besarlo, no un lindo y tierno beso que derretían sus almas, si no uno que incitaba a cosas más adultas. Era su tercer beso de ese tipo, mucha experiencia no tenía. En especial por que ambos fueron dados por los mayores, quienes tomaban el mando y rumbo de estos.
Intentaba controlarse, sabía como podía terminar la situación si cedía a sus instintos y no estaba seguro de nada. La erección le llevaba doliendo un rato, el calor, pese a que se calmo al sentir las frías sábanas, volvió nada más se acomodo. ¿Por qué querían tentarlo de esa forma? Sintió cómo alguno de los menores le tocaba el hombro, por quien hablaba en ese momento podía saber que se trataba de Ty. Ashy se encontraba muy ocupado excitandolo de forma indirecta, los sonidos del menor era lo más deseaba y temía. Si caía con algo sería por eso, no tenía dudas de aquello. Se dio la vuelta un momento, había escuchado bien ¿no? Porque ¿como que mandar al menor? ¡Era justo lo que quería evitar! Lo había escuchado de formas tan obscenas, que no podía quitárselo de la cabeza. Se giro un poco para ver que tramaban estos dos, mala idea. Lo que le faltaba ya, ver como el menor se desprendía de esas prendas, quedando solo con la corta falda. Su cuerpo se asemejaba al de una mujer, tan delicado y seguramente suave, con sus curvas y una una cintura bien definida, la falda no ayudaba a quitar esa impresión, lo volvía tan jodidamente caliente. El menor conseguía perderlo y más al ver que ya estaba encima suya, demasiado cerca. Su delicado cuerpo tan cerca, con ciertas cicatrices que podía ver, pese a tener el antifaz puesto. Si las podía ver así ¿como de grandes y profundas serían en realidad? Sentía curiosidad y una buena forma de apaciguarla sería ir tocando el cuerpo del menor.
Un momento, así que eso tramaban. Bien jugado chicos, pero no caería, estaba apunto de responder cuando Ashy le interrumpió con un beso. Ya no sabría si es que podía aguantar, todo lo que se necesitaba fue un intento de beso apasionado por parte del menor.
Bueno, era algo que se esperaba. Brush tenia capacidad suficiente de crear como para destruir, algo bastante útil. No se iba a ningún extremo y llegaba a carecer de otra, a diferencia de él. El cuarto pese a verse simple y sin muchos muebles parecía que iba a quedar bien. Era para Stains y Toffee ¿no? Quizá ese fue su castigo, convivir por portarse mal, una gran oportunidad para que reforzarán lazos y dejar de llevarse mal, o para matarse entre ellos. Todo podía pasar cuando dejas a dos individuos que se llevan mal en un mismo cuarto. Pero todavía eran pequeños como cometer atrocidades, esperaba, lo más probable es que se acabarían llevando bien. Pensaba desde la ignorancia, no conocía bien a los pequeños, por lo que sólo podía suponer de lo que vio en la pelea entre estos dos y el nulo conocimiento de infantes.
—Bueno, quería ir a comprar algo para los niños. No sé si te parece bien. —si le dejaba, ya que estaba podría también comprárselo a los más pacíficos. No conocía bien sus gustos, pero de lo poco que vio no les sería desagradable. Bonbon quiso invitarle y las féminas parecían comer galletas de chocolate. De igual forma ¿a quien no le alegra un dulce? A un diabético, jaja, que extraña forma de hacer que algo bonito se vaya por el lado contrario. Le gustaría conocer alguno, ya saben, forjar una linda y vacía amistad para luego presenciar su inevitable muerte. Puede que sufra, que sea largo y doloroso, o todo lo contrario, indoloro y en un periodo corto de tiempo. Quien sabe, estaría bien llegar a tener el placer de conocer alguno, y ser él mismo el causante de su muerte. Él caramelo de su cabeza estaba hecho puramente de azúcar, una gran cantidad de ella y las bolitas que en este habían eran igual o más dulces. Suficiente para acabar con la vida de alguien que sufra de esa enfermedad. Cosas no muy agradables pasaban por su mente, no lo podían culpar. Su vida seguía normal hasta el momento, sin muchos cambios más que el de reencontrarse con su primer amor y el de conocer a sus hijos. Seguía siendo ese esqueleto que destruía sin piedad alguna, que no le importaba herir a los demás con tal de obtener beneficio. Salvo una pequeña excepción, su familia, la forma de compararse con ellos era tan distinta que casi parecía otro. No quería causar más daño del hecho, por lo que intentaría comportarse, en verdad sentía una genuina empatia por ellos. ¿El resto de seres vivos? Sólo más HP que espera a su llegada.
Varias arcadas resonaron en aquel cuarto, tenía suerte de que se encontrara lo suficientemente lejos del cuarto de sus hermanos, a excepción del suyo y del pequeño demonio. La mala suerte lo perseguía, siempre atrayendo al enano consigo. No podía ser el cuarto de Kaiga el que estuviera cerca ¡no! Tenía que ser el del menor de la familia, ugh, otra arcada más, opacada por los restos de comida ingerida mezclada con una especie de masa viscosa negra. Probablemente tinta o caramelo, que asco. Ya había sacado un poco del veneno que lo consumía por dentro, genial, a esperar para sacar la mayor parte. A medida que los minutos fueron pasando, el veneno salía de poco a poco. Odiaba tanto aquello, lo peor no era vomitar, era hacerlo de poco en poco. La saliva bajaba por la comisura de su boca, el gusto de su boca era repugnante y si seguía así, la sangre no tardaría en salir de su "nariz". Detestaba tanto la situación, había demasiadas cosas que odiaba de tener que vomitar. El repugnante gusto de su boca, su "nariz" sangrando, el sentirse vacío por dentro y la deshidratación de después.
Por fin consiguió terminar aquello, estaba listo para ir a por una jarra de agua y tirarse a su cama. Antes de salir del baño, limpio el "pequeño" desastre que había causado. Luego se limpio la cara y de enjuago la boca, esperando que el gusto se pasara un poco. Fue directo a la cocina con un trozo de papel metido en el agujero donde debería estar su nariz, no era un fuerte sangrado, pero si tardaría en rato en irse.
Eso estaba resultado mejor de lo que pensó. Una vez estuvo libre se sentó en la cama, acomodando su vestimenta para no dejar mucho a la vista, a diferencia de Ashy, sintió su erección doler y su cuerpo calentarse tanto, su tenía un cuerpo realmente atractivo, pese a las cicatrices, era hermoso. Cintura algo celosa y caderas levemente anchas, un cuerpo juvenil y hasta algo infantil a si parecer, se veía delicado, como si al tocarlo se mala forma fuera a romperse por completó. Sacudió levemente su cabeza, debía de concentrarse. Con el menor de los tres distrayendo a Blush, aprovechó para ir quitando las mantas y sábanas que cubrian el cuerpo de el mayor, lo tendrían acorralado para lo que tenía planeado. Cumplir una de sus fantasías no haría mal, le avergüenzaba bastante que fuera de ese modo, y con sus amigos, estar medio desnudo no mejoraba la situación. Para nada. Se trago sus nervios, quedando estos como un nudo en su "estómago", atrapando la mariposas nerviosas que revoltoteaban ahí, la adrenalina de hacer algo indebido, superaba sus miedos, solo en lo que respetaba poner un pene en su boca. Desnudarse aún era todo un lío en su cabeza. A gatas se acercó a él cuerpo del mayor y se acomodo entre sus piernas, con su cabeza apoyada en uno de sus muslos, mientras sus manos iban curiosas a acariciar el bulto que sobresalía, grande, fue lo primero que pensó, para ser el primero que veía, que no fuera el propio, estaba bastante bien, al tacto se sentía cálido y algo duro, era casi como si palpitara por atención. Bajo las prendas inferiores liberando el necesitado falo, erecto, y tenía algo chorreando de la punta, era poco, podía suponer que era el líquido preseminal. Su cara ardía, juraba que parecería una pequeña mora azul, ya había llegado hasta ese punto, no podía retractarse, además, dudaba que Blush notará que estaba ahí, Ashy distraía a cualquiera, lo moto, el mayor tenía mayor atracción por las apariencias tiernas y delicadas, como Ash, lo entendía, era adorable ver y escuchar sus inocentes preguntas y gestos.
Con su diestra tomo el tronco del miembro y lo acerco a su boca, la punta choco contra sus "labios" suavemente, su lengua se asomo para pasar sobre la glande expuesta, limpiando ese extraño y espeso liquido, bajo sus lamidas por la extensión del órgano, como cualquier torpe principiante podía hacer, titubeando, sin saber exactamente qué es lo que hacía o si estaba bien, solo esperando alguna reacción del más alto para calmar sus dudas.
Hey. Era una idea bastante buena, un pequeño incentivo antes de un castigo que podría hacer enfadar a ambos. Y tal vez eso haga que estén menos enfadados al saber su pequeña condena.
—Claro, ve, a los niños les encantaría eso. No tienen una gran preferencia de dulces pero, podrían ser algunas gomitas o galletas. —sugirió, eran los favoritos de sus niños, o al menos eso aparentaban, comían casi de cualquier golosina que les ofrecieran, menos de aquellos que incluyeran una fruta endulzada con caramelo o chocolate. Ese era el caso de Stains, a sus demás niños no les importaba. Curiosas mañas. Mientras continuaba con ese cuarto, debía ir planeando que hacer de comer para más tarde, algo nutritivo y la vez delicioso, no quería repetir mucho platos que hizo anteriormente así que buscar alguna receta en Internet no haría mal, era bastante divertido poder probar cosas nuevas. Era parte de tener una mente creativa, querer experimentar sabores y colores nuevos, desde los más amargos hasta los mas dulces. Cocinar era como dibujar, era lo más cercano que tenía para comparar, era un artista, para él cualquier cosa podía ser arte, si lo veía del lado más positivo o hermoso.
Oh, pobre idiota, ¿Cómo cree que eso le ayude a sentirse mejor? Podría detestar aveces a su hermano, pero eso no significara que la otra parte del tiempo en la que no le veía, no se prepara aunque sea un poco por él. Tener cuartos cercanos facilitaba el saber demasiado el uno del otro, era una extraña confianza que se afinaba con el conflicto diario, una rivalidad "amistosa" y casi eterna, a su parecer podía llegar a serlo, se detestaban, se odiaban, Toffee le odiaba. Y él, se preocupaba un poco por su conductas extrañado, la vez también tenía ganas de golpearlo por ser tan idiota, como por otros motivos más que lentamente le empujaban a molestarlo.
Arcadas, pequeños jadeos, el sonido de algo espeso callendo sobre agua. ¿Cuántas veces a la semana ya había escuchado eso? Le sorprendía que Toffee no tuviera más de un problema dental por ello, sabía las consecuencias del vómito inducido, tener acceso a internet y sin supervisión expandía cada vez más sus horizontes. Por un momento escucho tos, normal, si el ácido quemaba hasta la garganta y cerraba está impidiendo el paso del aire a sus "plumones", era curioso que tuvieran la necesidad de respirar al no tener pulmones, al igual que comer o vomitar, tan extrañó pero quizá algún día pueda preguntarle a su padre. Los sonidos cesaron. Y pasos fuera de su cuarto llamaron su atención, bien, solo iría a fastidiar un poco. Dejo de lado las cintas de colores para adornar sus peluches, y se levantó de su cama, llendo hacia el humbral que daba al pasillo, camino con tranquilidad y cierto cuidado, no quería ser oído, menso cuestionado por su actitud de acosador, no lo era, solo iba a curiosear el estado físico de su hermano mayor, lo odiaba pero no le permitirá matarse de esa forma tan absurda y estúpida, ¿¡Acaso no sabía las consecuencias de lo que hacía!? Para su infantil mente podría ser sencillo como dejar de vomitar, no le tomaba el suficiente peso, tal vez cuando llegue a tener más edad y sea un adolescente pueda entender a Toffee. Asomo su cabeza por la entrada a la cocina, con esa mirada acusadora y a la vez molesta. ¡Le iba a decir a papá! Aunque antes darle un aviso a Toffee de eso no vendría mal. Eso molestaría a su hermano, y de paso luego su padre podría hacer algo respecto a las constantes visitas de su hermano al baño.
—Le diré a papá que vomitaste otra vez. —se quedó unos momentos en su lugar, viendo a su mayor. Este le daba la espalda. No podía saber que expresión hizo, o si le molesto lo que dijo, cualquier cosa, quería saber si al menos se hayaba bien de ánimos, cualquier señar podría ser útil para su pequeña preocupación natural, pegarle a su hermano aún era una opción pero no por el momento, se arriesgaba a algún castigo.
Puede que fuera un tanto torpe, y se notará la inexperiencia del menor, ¿que se le iba hacer? Debía mejorar en aquello y él encantado de ayudarlo, lo que sea por el menor. Al final, consiguió lograr su cometido, la moral y razón dejaron de importar en el momento que lo beso. Su delicado cuerpo, los suaves sonidos que salían de su boca, tenerlo de esa forma. ¿Quién no cedería? El menor traía consigo algo que enganchaba, ¿su dulce inocencia? Puede ser, el verlo con tanta iniciativa lo volvía loco. Sentía curiosidad de que tan lejos estaba dispuesto a llegar, lo estaba calentando y demasiado, realizar esos obscenos actos cada vez se veía más posible. Además que al parecer el cuarto estaba bien equipado para eso, más que bien, traía de todo. Desde condones hasta cuerdas y cadenas, la temática se iba por cierto gusto masoquista. Siempre le pareció curioso ese de la excitación a través del dolor, él no era muy fan de aquello, pero por el probar no le haría mucho daño, más o menos. Tomó la iniciativa del beso, Ashy no lo hacía tan mal, pero algo más apasionado vendría perfecto, su erección todavía dolía, y tal vez consiga que le prestará un poco de atención. Posó sus manos en la cintura del menor, pudo sentir como su pequeño cuerpo se estremecía ante el tacto. Apenas lo había tocado y se ponía así, oh pobre Ashy, ya recibirá su castigo por provocarlo de tal forma. Por el momento, tocarlo de forma inapropiada le servía. Sus manos tocaban sin pudor alguno la cintura del menor, bajando por sus caderas. Verlo era una cosa, pero sentirlo era totalmente diferente, si ya pensaba que el contrario tenía un buen cuerpo, con esto ya quedaba confirmado. No tardo en llegar a los muslos del menor, suaves y con con ciertas imperfecciones que podía sentir con sus falanges. Las imágenes obscenas del menor jadeando volvieron a su cabeza, con eso sí que no podía. Se imaginaba tantas poses y situaciones que su mente divagaba sola, no le hacía bien, pero le daba igual. Con solo tener una posibilidad de que el menor termine mordiendo la almohada le bastaba.
Parecía tan inmerso en el suave tacto y sus obscenas fantasías que se llevó a olvidar del otro menor, por su suerte, él no estaba dispuesto de que así fuera. Tenía un buen ritmo con el beso, ganando terreno al menor de todos, además las suaves caricias dadas, podía saber que a Ashy le gustaba por como se movía. Resultó no ser tan inocente como pensaba. Pero claro, todo eso se perdió en un fugaz momento. Su nerviosismo regreso, y con más fuerza que antes. ¿¡D-de verdad!? Le gustaría estar confundido, pero no, Ty estaba atendiendo a su "amigo". Joder, ¿que debía hacer? La verdad se sentía bien, era una sensación tan nueva como extraña. Y aunque la opinión se barajaba en su cabeza, no lo haría. Pedirle que pare sería un fastidio, pero dejar que siga.. No estaba seguro, demasiadas sensaciones nuevas, y cada una más adictiva que la otra.
Otra vez igual, el beso fue tomado por el mayor. No iba negarse, los besos dados por este debían agradecerse. Era tan curioso como transmitían pasión y ternura a la vez. Se nota el amor con los que lo daban, uno tan dulce y puro del que debía obtener más. Sus lenguas chocaban una con la otra en un vaivén irregular, fue bonito tener algo de control. Pero eso no era lo suyo, el beso cada vez pertenecía más a su mayor, pese a que él empezó. Como compensación por aquello, recibió ciertas caricias que hacían su cuerpo extremecer. Se parecían a las dadas anteriormente, pero siendo diferentes a a la vez. Como iba acercándose más a lo que ocultaba bajo esa corta falda, si tan solo se acercará más. Su desesperación se hizo notar, realizando movimientos y acomodandose más encima de Blush. No tenía nada debajo, su entrada y miembro rozaban directamente con las prendas del mayor, calentandolo de una forma que desconocía. Le gustaba tanto, como hacía reaccionar su cuerpo, era algo simplemente mágico. Necesitaba más, sentir el tacto del mayor directamente contra su piel. Aprovecho un descuido que tuvo este para levantarse de encima y quitarle esa molesta camiseta. Se tomó su tiempo para admirar el hermoso cuerpo de su amigo, estaba bien formado y ejercitado. Se podía notar fácilmente que no sólo el amor era su pasión, sino ¿de que conservaría tal belleza? Sus ganas de avanzar a más aumentaron considerablemente, el mayor lo había dejado deslumbrado. Competir contra eso era difícil.
Ya tenía luz verde para irse, además de recomendaciones de que poder comprar. El chocolate eran tan tentador y las gomitas una delicia, no le extrañaba que les gustará. Conocía un buen lugar en Sugartale, vendían toda clase de dulces, si querías algo en específico ¡ese era tu lugar! Los dulces eran realmente buenos, además de tener un buen servicio al cliente. El esqueleto que atendía dolía ser un tanto excéntrico y emocional, pero de conocer, conocía bien el tema. Y porque no decirlo, también le daba un pequeño descuento por ser familia. Con un sitio así, no necesitaba de ningún otro.
—Intentaré no tardar. —abrió emocionado un portal a su espalda, directo a su tienda favorita. Estaba a punto de cruzar cuando se detuvo en seco. Abrazo fuertemente al mayor antes de irse, quizás tenía sus dudas de que lo podría abandonar otra vez. Sería horrible que pensara aquello, no quería sentirse culpable por un mal entendido.
—Volveré con los dulces. Intentaré no tardar Brush. —se separó del corto abrazo y le dedico una sonrisa al contrario antes de meterse por el portal, y desaparecer con este.
Se sentía débil, lo normal después de hacer su rutina. Aquel horrible acto que conseguía calmarlo por más poco que fuese. La cocina parecía estar tan lejos del baño, ese si que fue uno fuerte, le costaría recuperarse de aquello. Pero no tanto como otras veces, hubo una que incluso tuvo que irse arrastrando a su cuarto, literalmente, fue la peor experiencia de su corta vida, o al menos si con lo de a vomitar se refiere. Carecía totalmente de fuerza, ni siquiera podía levantarse para morir encima de su maravillosa cama, la cabeza no hacía más que darle vueltas. Llegó a pensar que de verdad ese era su final, quieras o no, ver más sangre que vómito al terminar es algo que te da pánico. Todo un caos como se puede imaginar, y como siempre, una castigo al recuperarse, que a saber como lo hizo, un reto que le permitía saber sus límites. Mientras la negra masa sea más que su sangre, todo bien, podía seguir viviendo sin problemas. Más allá de los que él mismo se causaba. Por fin llegó a su destino, se apresuró demasiado, la cabeza comenzaba a darle vueltas y perdía de a poco el equilibrio, por no mencionar su "garganta", la que ardía con fuerza. Se le estaba complicando eso de tener que respirar, agarró una jarra grande que estaba cerca suya y abrió el grifo para que esta se llenara de agua. Luego agarraría el vaso, necesitaba su otra mano para apoyarse. ¡Por fin! Un poco de agua fresca, ya le hacía falta, pero mucho no duro su alegría. Escucho al menor detrás suyo, no quería volver a vomitar ese día por lo que le ignoró. Comenzó a tomar su preciado líquido con cierta dificultad, su mano temblaba un poco, le había puesto nervioso lo que le dijo el menor. Otro castigo más no, por favor, sabía lo que su "hermanito" buscaba, un pleito más. Lo normal, pero no sé encontraba con las fuerzas suficientes para enfrentarlo. Tal vez más tarde pueda darle aquello que busca, pero ahora no era el momento.
—Stains, ya vale por hoy. —se giro y miro al menor con una expresión desganada. Totalmente diferente a la que solía tener con este. Le costaba hablar, y la tos no se hizo esperar en aparecer. Comenzó a caminar lentamente hacia el menor, este se encontraba en al marcó de la puerta, por fuerza debía pasar por ahí. Dejaría la jarra y el vaso con agua en su cuarto, después otra pequeña visita al baño. Debía quitarse ese trozo de papel de su nariz, o al menor cambiárselo. Esa era su intención, no iba a volver a realizar aquello con el "estómago" vacío. Que curioso aquello, como podía sentirse tan mal por algo de lo que carecía. Era suponer que, magia de esqueleto. Muchas cosas no tenían aparente razón, pero al rebuscar bien se conseguía encontrar una. Seguro que la suya tenía una, pero le daba demasiada pereza buscar, simplemente "magia" y ya esta.
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