Ahh 8
Que sentimiento tan nuevo era el que le provoca el mayor. No sabría bien como describirlo, era tan cálido y suave que lo dejaba indefenso. Pero no de mala forma, era una dulce sensación que apaciguaba su ser. Como cuando llega el frío invierno y te quedas en tu casa, recostado en el sofá con una suave manta y un chocolate caliente mientras disfrutas de tu serie favorita. Una extraña forma de describirlo, pero no se le ocurría otra. La amistad no compartía esas sensaciones y las del amor eran tan diferentes a las que conocía. No llegaba a la dulzura que sentía con Nuit, ni le hacía sentir tan confortable en sus brazos. Lo que experimento no se parecía, pues solo era un sentimiento vacío que confundió con otro, creyendo tal mentira al negarse de conocer la verdad. Pues lo que le esperaba en esta solo era soledad y el alma dolida por un tonto mal de amores. Pero esa realidad que vio tan clara en momentos, igual podría cambiar, quizá la soledad no le espere ahí y ese sentimiento del que era preso no llegue a dañarle como esperaba. Ya no parecía tan clara, su cabeza estaba en tantas cosas y su "corazón" mezclaba emociones, todo aquello provocado por el mayor. Aquel chico del que disfrutaba molestar, que no parecía tener mucho interés en lo romántico y no mucho existo con sus amistades. Al que le robo sus primeros besos y los cuales le dejaban con ganas de más. Las lindas palabras que le decía, la calidez de su cuerpo, ya se había perdido en ello. Basto unos simples besos para dejarse llevar por sus emociones, sin ser consciente del entorno o lo que pasará después de que terminen. Quizá podrían seguir dándose esas muestras de amor, o todo quedé en el recuerdo de lo que pudo llegar a ser y no fue. Sería una lástima que pase la segunda opción, por eso no lo permitiría. Ya temió perder al mayor por culpa de sus acciones y por suerte no lo consiguió, llevando acabó más de estas. Mezclando sentimientos confusos, pero todos con la misma esencia, la del cariño que en verdad se tenían.
—Podrías abrir los ojos Nuit. Me gustaría ver lo hermosos que son~. —necesitaba poner su tono habitual de voz, para no verse tan indefenso. Pues sentía sus mejillas arder y seguramente ya se habrían formado corazones a su alrededor. No podía evitarlo, era la primera vez que compartía una escena así, tan intima pese a ser llevaba en un sitio público. El mayor lo tenía como quería, con esos pequeños besos dados al rededor de su boca. Lindos gestos que hacían derretir su alma, o más bien, desavenencerla, para ser un poco más literal. Aprovechaba cuando esos lindos gestos eran dados en sus "labios" para corresponderlos en un intento de hacerlo más largo. Sentía que podría pasarse así todo día, aferrado al mayor recibiendo el afecto de este, lo cual también daría el propio.
Se siente tan cálido, con él a su lado, sentía que su alma se derretia, se fundía traciasta un sentir al que no estaba tan acostumbrado. Solo eran ellos dos, en la privacidad de un aula, compartiendo pequeños pero dulces gestos de amistad porque, eso era a fin de cuentas, ¿No? Seguramente no serían los más apropiados pero todo sea por sus amigos, en especial por Issei, quizás no tengan la conexión ni amistad más afinada pero era especial, lo sentía en su alma, cada que aquel chico le molestaba con sus bromas y coqueteos, sentía que había algo más, algo más que le provocaba gusto y doler en sus palabras. Se sentía bien oirlas, dolía saber que no solo de las decía a él, quizás el único que sienta que es especial esa relación, sea él, quizás para Issei sea normal, aunque ambos se dieron esos primeros besos, quien sabe que otras muestras de afecto entre amigos existan, además de besos y abrazos, ¿Que más habrá? Si Issei se lo permitira le gustaría experimentar y descubrir junto a él todo eso, se sentía en confianza como para pedirlo, ser aceptado en esos gestos ya era más que suficiente para que sus grandes dudas se fueran apaciguando, y quién sabe, quizás llegué a aprender tantas cosas sobre la amistad que no necesite el amor en su vida, siempre se planteó esa opción al ver que sus fracasos amorosos iban uno tras otro, el amor no le interesaba, pero consideraba fracasos cada uno de sus intentos por enamorarse de un increíble partido, según Blas, uno tras otro, lamentablemente nadie era de su "gusto" o es que su alma no ansiaba a nadie más que la soledad amorosa. Sus brazos se apretaron un poco a la cintura de su menor, con cuidado, quería sentir esa dulce realidad y abrazarla.
¡O-oh! ¿En verdad su amigo opinaba eso de sus ojos? ¡Que lindo de su parte! También piensa que los ojos de Issei son hermosos, siempre tenían ese brillo especial algo egocéntricos pero encantadores, hermosos. Asintio con su cabeza, abrió sus cruncas, sus miradas se encontraron casi al instante, fue magnético. Mejillas pintadas de tonos morados, un brillante y atrayente color, su alma estaba palpitando con fuerza, solo deseaba besar sus "labios" hasta que el receso acabe.
— Tus ojos también son muy lindos Issei, me encantan. —Halago, podría hacerlo siempre que estuvieran ellos dos en privado, la vergüenza le podía más en ocasiones, se sentía seguro y vulnerable a su lado, ¿Cómo no desear llenarle del cariño con el que le llena? Los mimos duraron un poco más de tiempo, se sentía perder en ellos, como si sus emociones le arrastrarán la razón y dejarán expuesta su alma para su menor, no temía que fuera lastimado una vez más, si ese cariño seguía presente... Issei podría romper su alma en mil y aún así podría seguir latiendo, y ser rearmado las veces que hicieran falta.
Avanzo pequeños pasos, sentia que perdía el equilibrio durante unos momentos. Uh, no estaba seguro que tan bien podría acabar eso, no sería bonito si alguno de ellos cae al suelo.
¿Como no querer más del mayor? Si cada gesto suyo le hacía sentir sensaciones nuevas, las lindas palabras que le decía y el abrazo tan cálido en el que estaban. Perderse, se había perdido hacia tiempo y aún así no lo asimilaba. Era una realidad lo que estaba pasando, pero se sentía como una suave nube de algodón de azúcar, por lo blandas que estas parecían y lo dulce que era aquel azúcar. Podría comparar de una mejor forma las cosas, pero no era lo suyo. El encanto de aquello residía en buscar las similitudes que ambas cosas tenían, era mucho más divertido y misterioso de esa forma. Sus pensamientos se alejaron de su cabeza en cuanto pudo ver los orbes del mayor, tan intensos y bellos, como el rojo carmesí que nos permite vivir. Compartían un solo color, pero las tonalidades de este, se veían presentes, como ciertas partes brillaban más que otras. Uno fácilmente podría perderse en esos orbes, tan sólo observando su singular belleza, y ese sería el caso del menor, de no ser porque Nuit halago los suyos. Si poco podía distinguir la realidad, con ese comentaría le quedaba claro que esta era una hermosa fantasía. Pues que el mayor le diga algo así, era poco común, por no decir que muy improbable.
—A mi también me encantan. —ese comentario debía ser pensado, no dicho. Pero ¿que podía decir en su defensa? Le gustaba bastante sus orbes, una de las pocas que cosas que agradecía haber sacado de sus padres biológicos, o de la mezcla tan extraña que se formó con aquellos ADN tan singulares.
—P-pero los tuyos más~. —intentó corregir su error, un poco tarde, aunque ¿más vale tarde que nunca? ¿No? Bueno, mientras le sacará una sonrisa al mayor le bastaba. Por el momento, seguirá disfrutando de la atención dada en forma de lindos gestos. Sin intentar quedarse atrás claro está, pues también quería expresar el cariño y aprecio que le tania al mayor.
Estaba perdiendo el equilibrio, Nuit avanzó un poco, sin que él pudiera dar unos pasos atrás para compensar, pues el mayor lo tenía agarrado por la cintura. Aquellos besos que le separaban de la realidad, ahora serían los causantes de que chocará literalmente con esta. Un golpe seco y una escena un tanto malinterpretable era lo que se podía ver, había perdido el equilibrio por completo y para no caer tuvo que agarrarse a lo que tenía más a mano ¿y que era? El mayor, al cual había conseguido tirar y se encontraba entre su piernas. ¿Vergüenza? ¿Nervios quizá? Nada de eso, lo que sentía era cierta gracia. Demasiado anime como para ya haber visto aquello antes, ahora solo faltaba que entrará alguien a la clase y ya se cumpliría el cliché.
—¿Estás bien Nuit? No pensé que ambos caeríamos, perdona. —varias risillas le siguieron a lo dicho, puede que arruine el ambiente que hace poco tenían. Pero esa escena y esa pose, era algo que simplemente le superaba, y sin mencionar el hecho de que su falda se había subido más de lo que debería, cosas que pasan cuando uno se cae de repente.
—¡Ahí te quedas Mocca! ¡Voy a por Issei! —la emoción y las ganas de ver pedir explicaciones al menor le superaban, nada más sonó el timbre salió inmediatamente de su clase. El menor le debía unas cuantas explicaciones, sen especial de porqué estaba acompañado a Nuit en tal presentación. También estaba el novio de Blush, pero eso no era importante, lo único que le importaba en ese momento eran ese par. Ya intentó de muchas formas convencer al menor de buscar pareja y de dejar de estar enamorado del aquel esqueleto de los últimos cursos. Puede que no sea un buen amigo por eso, pero tenía su excusa, la misma que el resto de su grupo, pero igual servía. Y esa era una muy sencilla, pues Rafer no sabía de la existencia de su pequeño amigo, o eso era lo más probable. Hubo un tiempo en que intentó al esqueleto de huesos grises a conquistar a su crush, pero todo intentó fue en vano. El mayor rechazaba cada uno de ellos indirectamente, y lo que le hizo dejar de insistir fue el enterarse que que ni siquiera al menor. Ni su nombre le sonaba. Aquella fue la primera vez que pudo ver un corazón romperse delante de sus ojos.
—Que impaciente. —su amigo ya se había ido, dejándole solo en un aula desierta, pues como él, sus compañeros hicieron lo propio. Ah, debía darse prisa en salir y estar un rato con ellos antes de ir a su "sitio especial". Intentar controlar a Iris para que no moleste tanto a Issei, ya cuando suba su hermana esta se encargará.
Ah... Eran profundos, sentia que perdía la razón fe dónde estaba de tan solo verlos, ¿Esa era la tan ansiada conexión que tantos ansían tener con sus amigos, aquella que te motiva a besarle, abrazarle y decirle palabras hermosas sin importar la vergüenza o pena al decirlo? Creía que si, pues de sentía especial, eso que tenían estaba siendo más que especial, había algo mutuo y brillante, un sentimiento dulce y que florecía como árbol en primavera, quizás su amistad estaba destinada a no decaer nunca, eso es lo que sentía y prometía esforzarse en conseguir, pensando en eso, llegó a volver a la realidad fuera de su cabeza, riendo suave por ese pequeño comentario egocéntrico, oh hasta esos pequeños comentarios que denotaban el cariño propio de su ajeno eran encantadores, no hacia falta disculparse, había gran verdad en ello, los orbes ajenos son tan preciosos, debía de admitirlo sin culpa, le dejo un pequeño “Clank” sobre sus dientes, como el único tipo de beso que conocía hasta el momento y sabía dar, una parte de su le decía que había algo mucho más intenso que podrían explorar, algo que haría de sus gestos algo más íntimo pero, sin saber que era ni conocer mucho sobre el tema, ¿Cómo dar ese cariño que tanto ansiaba su alma en darle a Issei? Podría preguntarle, ¿No sería un poco extraño? Seguramente, no todos los días alguien se te presenta con la oferta de enseñarle sobre el amor y más aún, ¡El mismo día que te pedía besarte! Sabía que se podía malinterpretar un poco, pero empezaba a surgirle la curiosidad sobre ello.
—No lo creo. —nego suave con su cabeza— los tuyos son más bonitos Issei. —fue su corta respuesta, se preguntaba si al final empezarían un pequeño juego de quién es más lindo, eso típico, ya lo había visto un par de veces pero no estaba seguro si aquellos que lo hacían eran pareja o amigos, no se detuvo a preguntar, aunque las dudas le corcomian en ocasiones. Ese mal hecho paso les provocó caer, fue se imprevisto, jadeo de la sorpresa, pudo lograr detener parte del impacto al poner sus manos sobre el suelo, no fue fuerte el golpe, fue bastante suave en comparación con peores caídas que ah tenido pero ¿Cuando... Había ocurrido eso? Fue su culpa de seguro, perdió la concentración y dió un paso en falso, es torpe en ocasiones. Todas las ilusiones vagabundas de disiparon con ese accidente. Dió una leve risilla nervioso por la culpa, y cierta gracia de esa situación, de alguna forma eso apaciguaba la tensión imaginaria que tenía en su cabeza, ahora estaban más ocultos que antes, sería difícil que alguien les viera a simple vista al estar ambos en el suelo, cubiertos por ese gran montón de sillas y mesas hechas para estudiar, ahora servían para ocultar sus muestras de afecto y su momento.
—No te preocupes Issei, estoy bien, ¿Y tú estás bien? Seguro de una dura caída. —estaba preocupado, una de sus manos se dirigió al rostro se su menor, tomándole por la mejilla para ver su rostro a detalle, y cráneo, no vaya a ser que se haya fracturado algo, ¡Oh no! Eso sería fatal, no sabría que hacer si eso ocurriera, quizás entre en pánico y, y luego busque ayude o podría pedir ayuda primero y luego entrar en pánico. Lo que llegue primero.
Para fortuna de ambos, no había nada, se veía bastante bien, soltó un suspiro aliviado, estaba bien, eso le confortaba, no quería saber que daño por su torpeza a su amigo, no quería que su momento de besitos se arruine así, ¿Y si por su culpa ya no quería más besos? Sería triste pero lo aceptaría, es demasiado malo como para ser apto para alguien, ni siquiera como amigo, se siente insuficiente.
El lindo momento que compartían se sentía desvanecer, todo por culpa de aquella caída que le hacía demasiada risa al menor de ambos. Y es que no podía dejar de compararla con muchas otras escenas, desde las más cómicas a otras con un aviso para mayores de edad. Estas últimas tenían la misma parte de culpa, o más de sus risillas incontrolables. Sabía de lo rápido que esas situaciones escalaban y estar ahora en una de esas. ¿Debía sentir miedo? ¿Alguna otra emoción que no sea de felicidad? No lo creía, pues con quien compartía tal escenario era Nuit, un esqueleto positivo y amable como ninguno. No lo veía capaz de avanzar más de esa línea de lindos gestos que tenían... Y si.. Oh dios, eso sería realmente divertido, y ciertamente no la primera vez que lo hace. Sus coqueteos con el mayor a veces eran más subido de tono que los normales, pero nunca llegó al punto de tocar de forma inadecuada y claro que no, ya era demasiado para lo poco que compartían. Pero esta vez era un tanto diferente, hace nada estaban besándose y diciendo cosas lindas el uno del otro. Jugar con fuego quemaba, pero solo sería por un tiempo corto.
—Menos mal, pensé que te había hecho daño al tirarte. —la calidez de la mano ajena se sentía tan bien. —No te preocupes, estoy bien. Fue más el sonido que el golpe, además, una caída así no podrá conmigo. —ya volvían esos aires de grandeza, se podía notar fácilmente por su tono de voz. Pero que eso no le impida seguir compartiendo unos momentos tiernos más. Una de sus manos fue a la mejilla ajena, tal y como el otro había hecho, solo que en vez de acariciarla la acerco a su rostro para besarlo una vez. No fue un beso corto, fue uno de esos largos que se sentían tan especial, tan únicos como hermosos. Y así seguiría de no ser por una leve aportación del menor, aprovechando la posición en la que estaban, junto sus piernas con algo fuerza. Acercando así un poco más al mayor e impidiendo que se mueva demasiado, no podía evitarlo, molestar era una de sus más grandes pasiones y ya que habían tenido ese momento tan bello, jugar un poco con lo que seguía después no estaba tan mal.
Bajo las escaleras rápidamente, con cuidado de no caerse. Un resbalón tonto y tendría que ir a enfermería, perdiendo su gran oportunidad ¡y no lo permitiría! Grande fue el susto cuando creyó haberse caído, pero solo fue una extraña sensación, en realidad estaba bien y sin posibilidad de que ocurriera. Unos cuantos escalones más y listo, ya estaba al final de la escalera, en la plante donde el menor daba clases. Podía oír unos pasos acercandose con rapidez, sería Mocca. Que seguro no tuvo más remedio que salir corriendo de tras suya, podría esperarle e ir juntos pero ¡nop! Debía aprovechar el tiempo que tenía antes de que el contrario se lo impida, o de que Sora suba. Avanzó a un paso rápido, esperaba que Issei seguirá ahí y no hubiera huido al saber su destino.
Le sonrió con confianza. Se estaba tranquilo al saber que su ajeno estaba bien, le alegraba y de cierta forma quitaba la culpa imaginaria que sentía sobre sus hombros. Acarició su rostro con cuidado y delicadeza, era tan lindo, estar así es lindo, pese a la caída el ambiente cómodo y cariñoso no les había dejado, hasta estando así las cosas parecían seguir igual de calidad.
—Me alegra que estés bien. —estaba listo ya para ponerse de pie, y poder continuar con esa sesión de besos tan tiernos. Que podía decir, mostrar afecto de esa forma tan nueva le estaba emocionado, era algo nuevo, algo distinto que probar y con alguien de confianza, querer más era inevitable, pero saber que más me faltaba era complicado, es inexperto en los besos, con suerte esos pequeños choques de dientes eran lo que manejaba, más haya, lo sentía algo demasiado inapropiado. Nunca podría ser suficiente para él, ahora que lo descubrió, siempre querría más de su menor, más de sus besos y mimos, su alma sentía estallar por ese afecto.
Pero algo le detuvo de cualquier acción, una caricia suave sobre su rostro, eso le dejo quieto y curioso, esa mirada, acusaba, su menos planeaba algo o al menos lo estaba haciendo, un beso, y quedó atrapado. No pudo evitarlo y no ansiaba hacerlo, sus cuencas se fueron cerrando con lentitud mientras ese beso pasional continuaba, siendo largo y especial, era su menor el que lo hacía especial y el que sea algo entre ellos nada más lo volvía único. Quería creer que sería algo solo de ellos... Sabía que estaba siendo egoísta pero no podía evitarlo, quería que ese momento fuera solo para ellos dos, que nadie se les fuera a interponer o ponerse en medio, por esta vez en su vida se permitiría ser algo egoísta sin culpa. Junto más sus cuerpos, apegando su pelvis a la ajena, con inocente intención, para él solo sería una forma de juntarse más durante ese beso, no veía hasta lo más obvio de ello, no podían culparle, no presto mucha atención a la educación sexual que daban en su escuela y tampoco llegó a investigar por su cuenta, mucho desinterés tenía como para hacer eso pero hey, al menos aquella no duraria tanto. Cada año los celos eran más fuertes, cada año estaba más cerca de ceder a la curiosidad vaga que tenía y querer experimentar algo más haya de lo puro. Su mano bajo del rostro se su menor al suelo, para sostenerse mejor al inclinarse hacia el, teniendo precaución está vez para aumentar la cercanía tan cómoda que tenían, el calor entre sus cuerpos es confortante, casi podía sentir el alma ajena latiendo a la par que la suya, al unisono diría. Que lindo momento solo de ellos dos.
¿Quién se imaginaria que aquello podría escalar tan rápido? Sólo basto una simple petición para llegar a eso, una a la que no pudo resistirse. Pues parecía tan inocente y pura, sin malicia alguna, solo con el único propósito de volver a sentir tan bella experiencia. Podía culparlo sin miedo, al fin de al cabo todo comenzó por el mayor y su irresistible sonrisa. Que bien y mal le hacía estar así, bien por el cariño de los gestos que se deban, en forma de tiernos besos, mal por... Otras cosas no muy puras. La escena que tanto le causaba gracia momentos antes, ahora se la estaba jugando. Estuvo bien reírse y tal, pero que por su mente no pasarán otras cosas que no sea contenido sugestivo, ah, eso estaba mal. No negaría que más de una vez sintió "curiosidad" de saber lo que era estar "así". Dos amantes compartiendo en la más absoluta intimidad, un amor ardiente y pasional, a veces meramente por la atracción física, y otras por ese sentimiento tan anhelado, llamado amor. Las caricias subidas de tono, los besos que aumentaban su intensidad, el cuerpo del ajeno encima del propio y esos sonidos tan obscenos que denotaban placer. Una pasión carnal que cada vez deseaba más experimentar, todas esas sensaciones que leía, la variedad de posiciones que existían y las lágrimas que en ciertas ocasiones se podían observar. No era por masoquismo, creía, pero si por curiosidad. Esa mezcla entre placer y dolor le llamaba genuinamente la atención, ¿y como no? Con la cantidad de obras que usaban ese recurso. Sin avisar, siguió con aquel beso, intensificandolo de poco a poco. Hacíandolo más dinámico antes de meter su lengua, y así lo hizo, en un descuido donde vio la oportunidad. El lío de su cabeza no se había quedado sólo ahí, ya se estaba empezando a notar por fuera, como empezaba a verse un contorno púrpura recubriendo sus huesos. Todavía podría pasar desapercibido, pero no por mucho tiempo, en especial el tener agarrado de esa forma al mayor. No debería tardar en darse cuenta de lo que estaba pasando, eso sí que se podría malinterpretar demasiado. Pero ¡no será solo él! No pasaría por tal vergüenza solo, si el mayor se encontrará en las mismas sería todo mucho más fácil. Subió su mano hasta el pecho ajeno, tocando un poco este y haciendo un pequeño recorrido de ahí hasta lo que vendría siendo su cintura. ¿Seguir bajando? Era una opción, pero denle algo de paciencia, es la primera vez que intenta provocar a alguien. Ya estaba con tocamientos subidos de tono, su primer beso de lengua y sus piernas empujando al mayor a tocar cierta parte prohibida que comenzaba a formarse. Demasiadas cosas en tan poco tiempo.
No tuvo más remedio que salir corriendo del aula, su amigo ni se molestaba en disimular su huida, suspiro pesadamente, ni tiempo le dio para guardar bien sus cosas en la mochila. Se apresuró en recorrer el largo pasillo, podía escuchar cada vez las risas del mayor más cerca. Quizá pueda alcanzarle en las escaleras, y así parecía la verdad, estaba bajando los escalones de dos en dos con tal de llegar donde Iris. Pero debería haber prestado más atención por donde pisaba, al bajar de esa forma las escaleras, le hizo resbalar y caer por esta. Por suerte, estaba en los últimos escalones por lo que el daño fue el mínimo, lo que no evitó que se lastimara un poco la rodilla. Todo pasó tan rápido, fue una descarga de adrenalina lo que sintió antes de impactar de mala forma contra el suelo, si que se podía observar ese curioso momento donde ves tu final a cámara lenta. Pero en su caso, era el final de la escalera.
No faltaría mucho para llegar a esta, quizá un par de metros más. Oh Issei~ no sabes la que te espera, y así tendrías que quedarte, esperando. Pues un ruido y algunas quejas le hizo darse la vuelta, tenía un buen oído, y algo que podría pasar desapercibido por la distancia para él no lo hacía. En cuanto visualizo lo que pasaba salió corriendo en su dirección. ¡Mocca se había caído! ¡Ahhh! Estaba en el suelo, sobandose la rodilla ¡y encima vestía con falda! La ropa no debió haber amortiguado nada la caída. Una vez con el menor se puso de rodillas para quedar a su altura.
—Mocca ¿Como te has caído? ¿Te duele mucho? Deberías haber tenido más cuidado, déjame ver tu rodilla. —se le notaba la preocupación, ¿y como no? Apreciaba y quería mucho a sus amigos, no se alegraría de que estos estuvieran cayéndose por ahí, o de que algo malo les pase. Al parecer el menor estaba bien, fue más un raspón con algo se sangre, pero podía moverse y más de eso no le nada más, quizá un poco el codo pues también cayó con este. Y ahí la situación era la misma, un raspón con algo de sangre. Siguió revisando el cuerpo del amante felino, por si acaso, no vaya a ser que tenga otro o peor ¡que se haya fracturado algo! Luego de terminar lo suyo con las extremidades del menor, siguió si cráneo. Con lo delicado que podía ser éste, si tuviera una fractura sería horrible. Pero por suerte estaba bien, no tenía nada más, algo de polvo y suciedad si, pero nada más.
Ah, si, eso era lo que ansiaba experimentar pero no sabía. Tímidamente movía su lengua contra la ajena, en roces pequeños y suaves, como un tanteó inicial probando cómo se sentía aquello. Cada pequeño roce le dejaba un estremecer recorriendo su columna, y una curiosidad más hambrienta que antes, necesitaba probar un poco más, aquel extraño gusto en su boca era agradable, como una dulce golosina que no podía dejar de comer, era adictivo diría. Sus lenguas se movían torpes, inexpertos. Sería el primer beso que daba de esa forma, en un solo día estaba experimentando tantas nuevas sensaciones y todas por culpa de un solo monstruo, su amigo le tenía la cabeza hecha un lío con pensamientos raros y deseos curioso. Sentía como su magia iba por todo su cuerpo, preparándose para la formación de su ecto-cuerpo, lo sabía reconocer, era lo mismo que sucedía cuando estaba en celo, solo que ahora no había incomodidad. Y tenía un genuino interés por ver hasta donde su contrario planeaba llegar con esas muestras de afecto, pues como su amigo, le seguiría e imitaria lo mejor posible para complacerle. Apego sus cuerpo un poco más, necesitaba sentir ese calor que el cuerpo agendo le daba, sin importar lo algo incómoda que era esa posición, con el trasero ajeno chocando contra su pelvis, y las piernas ajenas apretando un poco su cadera, era extraño, pero ese sentir en su alma le estaba haciendo emocionar. Se tomó unos momentos con calma, suspirando, pudo sentir algo más suave chocar contra su cuerpo, ¿Acaso su menor... Había formado su ecto-cuerpo? Una vez más algo suave, al parecer no era el único con ese pequeño problema de magia descontrolada, al menos la suya aún estaba a raya con eso.
Con lentitud se aparto del beso, dejando un hilo de saliva uniendo sus bocas, ah, perdió el aliento con ese gesto de afecto.
—M-me gusto ese beso. Se sintió muy bien. —era una sutil petición de más, un pequeño jadeo se le escapó de la boca, al sentir esas caricias bajar por su cuerpo, no sabía que planeaba su amigo, pero le estaba gustando, hacia que su alma latiera tan rápido y algo similar a cosquillas bajará por su columna hasta su pelvis, ya iba teniendo un pequeño gran problema por culpa de esos estímulos tan buenos y extraños; empezaba a sentirse caliente y a sentir como su cuerpo de magia se formaba, lento, pero ya se podía notar la membrana de magia que daba forma a una figura algo delgada pero con esos ciertos rasgos masculinos e infantiles. Era aún un puberto en desarrollo, su cuerpo es un claro reflejo de ello y para si desgracia, también un relfejo de lo que iba sintiendo, ¿Placer? ¿Exitacion? ¿O solo era emoción por esos besos? No estaba seguro, pero quería averiguarlo. Solo un par de respiraciones después, atrapó nuevamente la boca ajena con la suya, en un beso que con inocencia intentaba imitar el anterior, abriendo levemente su boca para dar paso a algo más, esperando recibirlo por parte de su ajeno. Uf, empezaba a hacer bastante calor.
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