Ahh 10

Los colores que pintaban su alma se fueron desvaneciendo, dejando tras de sí un gris apagado y sin luz. Pues había lastimado al menor, todo por culpa de su impertinencia. No escogió bien las palabras dichas y al final hubo heridos. Su mirada comenzaba a perder su brillo, a la vez que sus cambiantes orbes se quedaban en una figura simple y blanca. Observaba atentamente la escena, la molesta mirada del contrario que se ganó a pulso, mientras abraza al menor. Esos suaves sollozos, realmente lo fastidio, uso su punto débil sin darse cuenta, exponiendo lo que realmente pasaba con los problemas de su pequeño amigo. Lo utilizo a su antojo sin siquiera ser consciente de lo doloroso que aquello era, una acción repugnante que no será perdonada con facilidad.
—Vámonos. —el tono frío en su voz demandaba atención, sabía que los otros dos querían consolar al pequeño, pues pudo oír unos pasos temerosos acercándose. Issei ya había eligió con quien quería desahogarse, era mejor que los dejarán solos pese a lo poco que estos quieran. Se levantó del suelo con la mirada perdida y de dirigió hacia la puerta, evitando cualquier contacto visual con sus otros dos amigos.
—Ahora. —apenas dicho esto salió del salón, esperando ser seguido por el resto del grupo, aunque esta vez, sin uno de sus integrantes.

¿Como que irse? Claro que no, iría donde su hermano para apoyarlo y darle el consuelo que este se merece. No lo dejaría solo en una situación así, se quedaría y lo intentaría animar. Pero más pasos no pido dar, escucho la voz de Iris, como les mandaba salir de ahí por obedecer al contrario. Pero, quería ayudarle, le rompía el alma ver así a su hermano mayor. Y dejarlo con aquel extraño, no lo veía buena idea, pese a que a este fue al primero que abrazó. Tenía muchas dudad al respecto, y el ver como Mocca no hizo nada más que agachar la cabeza y obedecer no lo mejoraba. Quizá si deban irse, que necesite tiempo para pensar las cosas y tranquilizarse, no le gustaría ser un incordio más que un ayuda. Una última palabra por parte del mayor le hizo reaccionar, ya debían irse y todavía estaba insegura de que hacer al respecto. Los miro por última vez, antes de salir del lugar, aquel extraño parecía verdaderamente preocupado por su hermano. Viendo como correspondía el abrazo e intentaba animarlo con esas pequeñas caricias. Puede que no corra peligro, pero no se encontraba del todo cómoda que aquel esqueleto se quedara con su hermano. Aunque si así lo prefería este, no podía hacer otra cosa más que dejarles solos. Una vez los tres salieron, cerraron la puerta y se fueron de ahí, con Iris adelantándose otra vez. Sabía que a él también le dolió darse cuanta de que lastimó a Issei, pues pudo observar como su mirada perdió sus colores, sustituyendo estos, un blanco vacío y sin emociones.

Dolía ¿por qué dolía tanto? ¿Por qué no podía quitarse ese sentimiento de su alma? Era como una garrapata, tan aferrado a él que llegó a acostumbrarse, sin importarle todo el mal que le hacía. Simplemente lo ignoraba y decidía seguir con su vida, tragarse sus sentimientos era más fácil que admitir una triste realidad. Nunca será correspondido, su corazón estaba en un callejón sin salida, del que no podía salir. ¿Tan poco servía que seguía intentando buscar una? El amor dolía, era consciente de eso cuando aquello ocurrió, pero no puso trabas a sus sentimientos cuando se llegó a enamorar. Un tonto gesto que desencadenó por lo que ahora sufría. Llorando en el pecho del mayor, siendo observado por sus amigos, como si se tratase de un mono de feria. En verdad se sentía patético, que poco controlaba sus emociones. Debería haber tomado aquello con gracia y no darle más vueltas, seguir evitando un posible asesinato y no exponerse de tal forma. Iris traicionó su confianza, contando aquello como si no fuera nada. Estaba enfadado con el, pero no podía evitar que la pena le ganará. Seguramente lo hizo sin querer, sin ser consciente, pues luego de la petición de Nuit su tono de voz cambió. Parecía vacío y hueco, obedeciendo solo por inercia. Le costaba reconocerlo, pero no del todo. Algunas veces le llegó a pasar lo a mismo con anterioridad, como las emociones del mayor le abandonadaban cuando estas no hacían más que causar problemas. El sonido de la puerta cerrándose, ya se habían ido. La verdad, lo prefería así, no quería verse de esa forma con los demás. Hasta aún estando solo con Nuit intentaba llorar por lo bajo, sin que se notará mucho. Sentía ser una molestia para el mayor, que lo agarró a traición y este quizá prefiera irse. Lo entendería la verdad, no era lo suficientemente cercanos como para que este tenga que soportarle. Si todavía quería irse, estaba bien. Solo necesitaba unos minutos para recomponerse, tragarse sus amargos sentimientos evitaría que el mayor se sienta comprometido a quedarse.
—P-puedes irte si.. q-quieres..—le costo decir esas palabras, para que negarlo. Pues se sentía seguro con el mayor, como intentaba darle ánimos con sus sinceras palabras y gestos tiernos. Pero no quería tenerlo atado a él, seguro era incómodo para este.
—No t-te sientas comprometido a q-quedarte.. —eran inútiles palabras que invitaban al mayor a irse, pese a lo mucho que quería es este se quedará. Su alma dolía, necesitaba ese cariño ajeno, y hecharlo de esa forma no era una buena opción. Pero no sabía que hacer, sus sentimientos eran confusos, y su cabeza no hacía más que deprirmirle, pensando cosas que no eran. Obligándole a verse a si mismo como una molestia, un estorbo que se agarró a lo que más a mano tenía para no hundirse en lo que era su mar de sentimientos reprimidos.

Espero paciente que esos extraños abandonaran el salón, mirando con molestia aquel que iba primero, se veía tan vacío, daba pena, pero eso no quitaba la molestia y enfado que le provocó, a ojos de Nuit, aquel era un idiota que merecía un perdón, pero no inmediato, cualquiera se sentiría humillado ante tales declaraciones, y más aún frente a conocidos, si ese fuera su caso, también reaccionaria de esa forma, quizá menos violento pero habría roto en llanto buscando consuelo en su más cercano y querido amigo, lo entendía y por ello sería el apoyo de su amigo, se lo merecía, y se notaba que lo necesitaba. Sigo con sus pequeños mimos, besos pequeños que iban en su cabeza, pequeños choquesitos, su padre hacia algo similar para calmarle cuando está triste, siendo un afecto paternal el que le daba, quizás el cariño que le dé a Issei sea amistoso, quizás, aún tenía sus dudas a respecto, ¡Pero! No es tiempo para ello.
Nego con su cabeza y dejándose un poco para ver a su menor le sonrió con cariño, antes de darle un pequeño besito en su cabeza. Le quería, verle llorar era deprimente, sentir que podía hacer algo y no lo hacía le molestaba, quería ver sonreír a su amigo una vez más, que ir es signifique llorar en su lugar, ver a alguien triste siempre le ponía triste también.
Era como un dominó, por un simple empujón sus emociones caen como esas piezas de plástico, derrumbando la torre de su positivismo y estabilidad, era una reacción en cadena, mejor explicado.
—No quiero irme Issei, no puedo dejarte, eres mi amigo, me duele verte así de triste, por algo así, quizás no entienda bien lo que sientas pero quiero apoyarte en todo lo que pueda, para eso están los amigos. ¿Sabes? Te quiero mucho Issi —habia tomado la seguridad suficientes para decir eso, sin trabarse, en momentos así debía de tomar cierta iniciativa, lo sabía, y no le molestaba ser un apoyo para su menor, le daría su alma para verle sonreír, le besaría todas las veces que pidiera para que las lágrimas no siguieran bajando, y golpearía al idiota que lo lastimo para que su venganza estuviera complida, quizás no se lo más apropiado lo último pero el coraje le dejo con esas ansias de pelea que siempre evitaba al intentar estar en calma u tranquilidad. Subió sus manos al rostro ajeno y secó sus lágrimas, con cuidado pasaba la yema de sus dedos, acaricianda zona. Cada acción reflejaba lo que el alma de Nuit reflejaban. Un afecto sincero, y que con el tiempo de conocieras paso a ser fuerte, quería a Issei pese a no ser los amigos con mejor relación, literalmente la mayor parte del tiempo pasaba el tiempo bromeando que hablando de tema serios, pero saben, ¿Que más daba? Era amistad y cariño a fin de cuentas lo que sentia en su pequeña alma de hielo.
—Estoy aquí para ti, siempre que lo necesites. —
Siempre. Palabras un tanto fuertes para un adolecente joven que apenas va descubriendo su propio sentir, aún con esas eran palabras que Nuit compliria, las promesas jamás podrían ser rotas sin una consecuencia después, era su código de confianza. Volvió a abrazarle, posando su mentón sobre el hombro ajeno, quería que sintiera su alma, latía tan fuerte por el, a un ritmo que se podría tomar como relajante, aveces era hermoso de oír, hasta para él, sentir su alma latir en ocasiones le relajaba de los nervios, era como si tuviera un verdadero corazón en ese lugar, estaba vivo aún, y eso le alegraba, quería que Issei sé si fuera vivo, que sintiera seguridad, estaba vivo y la vida no es sencilla menos el amor, se sufre, se ama y se viven experiencias que nos marcan, no quiere que ese mal día le marque, que desconfíe de sus amigos, solo fue un accidente que pasó y se deje superar, estaba más tranquilo, así que la venganza ya no era una opción... Por ahora.

Querer ¿Lo decía en serio? Su relación no era la mejor, ni siquiera era cercanos o próximos. Sólo dos compañeros de clase que se llevaban medianamente bien, y aún así, el mayor no titubeo en decirselas. Aquellas palabras tan sinceras, que guardaban dentro de sí un lindo sentimiento de afecto. Se sentía tan indefenso ante ellas, como le obligó de cierta forma a tener que mirarle, mostrándole aquella sonrisa tan encantadora que tenía. Transmitía tanta confianza, una tranquilidad que difícilmente podía encontrar en otro lado. Puede que estar tan vulnerable le haga sentirse así, pero no quería que parará. Las declaraciones del mayor, tales hermosas palabras que no esperaba escuchar, le provocaban un fuerte vuelco en su dañada alma. Como pasaba su mano por sus mejillas, con la intención de limpiar sus lágrimas. Se negó a irse, decidió quedarse con él aún viéndose tan vulnerable, y más que eso. En verdad parecía preocuparse, podía notarlo, cada gesto y palabra que le dedicaba, con un único propósito, y este era ayudarlo a salir de ahí, de su agujero negro antes de que llegue la mar y termine ahogado. Prefería dejar pasar las situaciones, evadiendo sus sentimientos y emociones reales. Pues así podía construirse un lugar seguro en el que no sería dañado, creía ser fuerte, pero no lo era. Su lugar seguro se podía derrumbar con facilidad, en tan sólo pensar en un ajeno este quedaría destruido. No tenía cimientos fuertes, solo era una pila de paja acumulada una encima de otra, pintada de dorado para hacerla ver lo que no era. Y así terminaba después, llevada por la marea cuando esta subía. Pero ya no más, estaba cansado de que todo ello le afectará, de sentirse como la mierda al ser consciente de su realidad. Soporto demasiado por no compartir sus verdaderos sentimientos, se tragaba su propio veneno, uno que no lograba procesar y le hacía efecto lentamente. Conocía el antídoto, y solo lo alejaba más de si, evitando saber la existencia de este, queriendo seguir sufrir más y más. Tan dispuesto estaba que distorsionaba las cosas de su alrededor, aún con las veces que consiguió ver la luz al final de túnel de quedaba dentro, sin salir. Solo observando desde la más remota oscuridad, pues sus emociones carecían de importancia, o eso era lo que pensaba. ¿No era increíble lo que una palabras verdaderas podían lograr? Abrazo todavía más fuerte al mayor, se sentía seguro con él, como si todos su males y penas desaparecieran. Siendo tan sólo un  fugaz recuerdo.
—Y-yo.. también te quiero Nuit. —sus brazos se aferraron más al contrario. Agradecía tanto que se encontrará con él, animándole por sólo verle feliz nuevamente. ¿Como un alma tan pura se arriesgaba a tanto? Era consciente de que no era la mejor persona que existía, nadie debería seguir su modelo ni ser su ejemplo a seguir. Era egocéntrico, despreocupado y no servía para entender las emociones ajenas. Poco o nada le podían llegar a importar los demás, si conseguía beneficio propio estaba dispuesto a cualquiera cosa. Era una mala persona, lo sabía de memoria, y aún así intentaba ser mejor. Pues consiguió a unas personas que le comprendían y le querían tal y como era, solo por ellas se esforzaba a dejar de lado sus malas actitudes. Le dolería dañarlos y hacerles sentir mal, no se perdonaría que derramaran aunque sea una solo lágrima por su culpa. Hace tiempo, un anciano monstruo le mostró que dentro de toda la maldad que habitaba en el mundo también había bondad. Parecía que no estaba ahí, pero si lo hacía, solo que esta estaba en menor cantidad que la otra. Y ahora por fin lo podía ver claro, esa bondad que parecía un sueño imposible la tenía delante de él. Abrazandole y tranquilizandole en su momento de debilidad. ¿Cuando llegó a ver de esa forma a su mayor? No lo sabía, y por primera vez, podía decir de verdad que no le importaba.
—Gracias. —una palabra débil que salió de boca sin mucha dificultad, dejando que sus lágrimas disminuyeran tras de sí. Todavía dolía, pero no tanto, el dolor se hizo más ameno gracias al mayor, quien lo fue disipando con su compañía.



Ese chico sería su perdición, verle a los ojos le hizo sobresaltar, sus cuencas desbordantes de lágrimas y aún se oían sus sollozos, le dolía en el alma verle asi, tan triste y vulnerable, quizás así es realmente Issei, alguien que sufre y lo oculta con su personalidad desinteresada y fuerte, ¿todo ese tiempo le veía sonreír cuando se estaba derrumbando por dentro? Le daban ganas de llorar no saberlo antes y apoyarle cómo se debe, quizás sea por culpa de la relación casi lejana que tienen, no son los amigos más cercanos o si quiera se conocen bien mutuamente. Que triste era oírlo aún en su cabeza. No son amigos realmente, solo son conocidos muy amistosos que se besan, entonces, ¿Que de especial tuvieron los gestos que se dieron antes? Quizás solo fueron un consuelo amoroso para su menor, y a Nuit no le importaba, estaba feliz con ser el apoyo de su "amigo", es feliz de ayudarle y verle sonreír por sus gestos, no le importaba que no fuera especial para su menor, porque para él lo sería siempre, sus primeros besos y momentos cercanos a lo sexual fueron increíbles a su lado. Le debía demasiados buenos momentos a Issei para compensarlo. Sus orbes parecían iluminarse de ese tono rojizo al escuchar esas pesadas palabras, una declaración de afecto sincera, se abrazaron con necesidad, parecían necesitarse mutuamente por motivos tan distintos. Uno por consuelo y olvidar y el otro, queriendo apoyar y recordar ese momento con cariño y afectó puro.
El silenció resultaba acogedor, nohacuan falta intercambiar más palabras, estaban juntos y eso era lo importante, Issei necesitaba de ese cariño afectivo, sus amigos no eran la opción más cercana para obtenerlo, Nuit intentaba tomar ese papel, aún con las pequeñas dudas que les separaban de la amistad, se querían, confiaban en el otro. El cervatillos ya se vio débil y vulnerable frente a su menor, de una forma distinta pero la debilidad parecía ser la misma, sentirse expuesto frente al otro con el alma delante de alguien que la juzgaba, tal vez, así se sintió su menor ante las miradas de sus conocidos, tan sorprendida, tan extrañados por las fuertes declaraciones. Mecio suavemente el cuerpo ajeno, dejándole desahogar, que dejara sus penas en el llanto y no se ahogara en él, la peor experiencia que podría haber es la de tragarse sus propias emociones, te destrozaban por dentro, era un veneno que tú mismo creabas, fracturando tu alma en mil, estallando en llanto cuando menos lo esperas, es un veneno letal que acaba con las sonrisas y alegrías. Lo sintió, pero la peligrosa combinación venía con un afecto fuerte hacia su verdugo, nunca estuvo así, nunca se sintió tan feliz junto a alguien, tan peligrosos y letal que respirar es doloroso, todo eso quedó atrás, ¿No? Lo superó, lo superó. No le volverían a lastimar, hablo, y quedó expuesto, recibe ayuda y está bien, porque decidió acusar como un cobarde.
—No hay de que Issei... —murmuro bajo, sus pequeñas caricias siguieron ahí, bajando por la columna de su menor, subiendo por está misma hasta las últimas vértebras, sabía que era relajante, lo experimento en hueso propio, eran cosas que se aprendían de los padres y familiares, bueno, de su padre y tío, eran su única familia, junto a sus pocos amigos, los apreciaba demasiado como para dejar que se derrumbaran y quedaran sin salida de su caos personal, todos merecen una oportunidad se reconstruir sus vidas, hasta Jack, por eso le sugirió asistir a un psicólogo y quizás un psiquiatra por el problema de la personalidad multiple, si su menor gustaba, no le dejaría solo el tiempo que haga falta, para que se recupere de ese enorme bajón de ánimos, hace unos momentos todo estaba bien, y ahora era un caos. Los momentos felices no pueden existir sin los malos... Aún así, ¿Es normal que quiera comerse al idiota que causó eso? No desayunó y la molestia junto a la hambre se estaban mezclando demasiado bien, ah, no creía controlar ese instinto de caza muy fácilmente, iría tras ese esqueleto en cuanto su pequeño amigo este mejor, y quizás le pida si consentimiento para hacer tal cosa, quien sabe, puede que Issei piense lo mismo que él, en vengarse de alguna forma por la humillación que vivió.



Unas caricias que pasaban por su espalda y esos suaves movimientos. Era tan relajante, le hacía sentir como un niño pequeño otra vez. Volteado a ver esos bellos recuerdos del pasado, como su padre adoptivo les abrazaba y mecia si se encontraban mal. Un lindo gesto del anciano, que les dejo entrar en su vida sin avisar, haciéndose cargo de ellos al no tener a nadie más. Siendo unos niños abandonados en el frío de un lugar que desconocían, recordaba tan bien ese día pese a su corta edad. Que decir, los traumas pueden llegar a ser muy vividos si uno hace el esfuerzo de acordarse. Algo que no supo bien si era bueno a malo, pues desgarro su alma recordarlo todo con tanta claridad. Y no era de extrañar, como Hate los abandono en el frío de un lugar desconocido, poco después de que también lo hiciera Cross. Quien sabe sus razones, puede que no fuera feliz con esa relación tan destructiva, y decidió cortar por lo "sano". Abandonando a su familia sin mirara atrás, para que poco tiempo después Hate siga sus mismos pasos. Al menos tuvo la decencia de no dejarlos a su suerte en un Au no tan malvado, Underfell estaba bien cuando ya te acostumbras. Peor hubiera sido Dusttale u Horrortale, seguro que no habrían aguantado vivos ni el primer día. Al menos en ese lugar, lograron sobrevivir un par de días solos, teniendo que cuidar a su hermana sin saber como. La fémina cumplió su primer año sin un techo en el refugiarse, sin comida la cual celebrar el día de su nacimiento. Por suerte al ser tan pequeña no lo recordaba, evitandose quedará marcada de por vida. Pero si, el día en el que fueron abandonados fue el día que su hermana cumplía años. ¿Qué crueldad no? Que se podía esperar de unos padres así, tarde o temprano terminarían muertos, ya sea por ignorancia o por la violencia que se ejercía en su primer "hogar". Demasiada suerte tuvieron, ahora tenían un padre amoroso, si era verdad que un tanto cascarrabias, pero se dejaba pasar fácilmente. También unos buenos amigos, idiotas un rato largo, sobre todo cierto esqueleto que le provocó tal malestar, ese idiota. Todavía no estaba preparado para perdonarle, pero sabía que tampoco podría estar enfadado con él mucho tiempo, quizá mañana se digne a hablarle. A él y al resto del grupo, se sentía seguro con Nuit y no quería separarse de su lado. No sabía cómo lo hacía, era como su supiera justo lo que necesitaba. Llenaba su alma con ese amor que él solo conocía, en verdad era mágico lo que sucedía en ese momento. Le fascinaba un poco, sus emociones por fin podían salir a flote, sin que su cuerpo sufra más por ese amargo veneno. ¿Como lo conseguía? Se estaba mostrando como verdaderamente era, sin temor de ser juzgado. El contrario debía tener algo mágico que le ayudase, solo fueron unos besos y gestos tierno lo que hacía y aún así no lo comprendía ¿como aquello era tan fuerte? Una dulce sensación que adormilaba sus heridas, podría decir que las sanaba, pero mentiria. Sólo él podía hacer que están cicatricen, asumiendo la verdad y superando su mal de amores. No se veía útil para ello, pero ahora, con el mayor apoyándole sabía que podía hacerlo. Este le quería ¿no? Pues eso era lo único que necesitaba, el amor de ese esqueleto con el compartió sus primeros besos. Que rápido de saltaron la etapa de conocerse y ser amigos, podía decir que ya estaban más adelantados que eso. Las vías fueron rápido con ellos, quizá por eso su confianza y cariño aumento tan drásticamente. No lo negaría, ya desde antes apreciaba y quería el mayor, pero de otra forma. Era más como una que se le tenia a algo que disfrutabas hacer, vacío y superficial, así podría describirlo concretando mucho y dejando matices fuera. Pero este nuevo sentimiento, ya no se parecía al anterior, era más cercano al que se le tenía a las personas y no acciones u objetos. Dulce y cálido, como una suave brisa en un día de verano. ¿Así podría compararlo? No estaba seguro, sus comparaciones eran un tanto extrañas y difíciles de entender, pero no quería parecer forzado, ya no más. Se mostraría como era en verdad, con sus pensamientos y sentimientos. Puede que no de primeras, pero sabía que podía ser así con el contrario. Este no le juzgaria y le protegería de cualquier mal, lo sentía así y él también intentaría dar lo mejor de si mismo. Al fin de al cabo el que se tenían era mutuo, no sabía bien que era, pero esperaba que así fuera. Se acomodo mejor, quería sentir mejor ese suave movimiento y caricias delicadas. Sus cuencas todavía tenían lágrimas acumuladas, que no se cortaban en bajar por sus mejillas, la inercia de llorar era demasiada para él. Por mucho tiempo sus lágrimas reprimidas fueron la fuente de lo que ahora era su mar, y para cuando las dejaba salir, no podía controlarlas tan fácilmente. Pese a lo que podría parecer por fuera, su alma ya se encontraba más tranquila, relajando ese tormellino de emociones y pensamientos. Se aventuró a incorporarse un poco, se sentía en la necesidad de agradecerle al mayor por su apoyo y mejor forma de hacerlo no se le ocurría. El sonido de un "clank" fue lo que se pudo escuchar, un pequeño beso dado de su parte hacia el mayor.






Le dejo apaciguar su tormenta en ese abrazo, no le pediría que dejase de llorar por más que le doliera escuchar sus sollozos, sabe que llorar e la forma más efectiva se dejar ir un peso, muchas veces se sintió mejor después de hacerlo, después de dejar ir las cosas y centrarse en lo bueno para superar, quizá sea muy ingenuo de su parte creer que esa es la forma más sencilla de sanar pero es la que le ha funcionado, su psicólogo no está del todo de acuerdo con el método que eligió pero le apoya, algo bueno que ha hecho en su vida, logra decir con orgulloso. Hablar de su pasado es... Incómodo. Es un tema que no gusta de tocar, ni siquiera pensar, duele, duele tanto que quema sus orbes y le hace llorar, hasta quedarse dormido o parará de lagrimear por deshidratación, una de dos, no puede parar de llorar de forma voluntaria, muchos dirán que no fue la gran cosa, ¿Y que su no lo fue? A él le lastimo a niveles que jamás imagino, cosas que enterró en el pasado. No podía vivir creyendo que fue la gran cosa, cuando había quienes la pasaban peor y aplastaban sus sueños constantemente, personas y monstruos que necesitan ayuda, por ello se decidió a crear un club de ayuda psicológica, para todos quienes lo necesiten y quieran aprender sobre eso, tratando con sus propias emociones o con la de conocidos a los que quieren cuidar. Él quiere cuidar a Issei, y está seguro de algo, haría lo que este a su alcance para que su amigo pueda sentirse mejor, le hacía sentir tan imponente no hacer nada al respecto. Aún tenía en mente comerse al idiota que ocasionó eso pero seguro tenía un sabor desagradables, como a metal, aunque en si la sangre sabe a eso, pero había ciertos tipos de sangre que eran más dulces que otras, esas eran sus favoritas. Algo en su interior le decía que Issei debería de tener un sabor dulce pero algo apagado, su sonrisa se había visto opacada por un mar de lágrimas y un dolor al que solamente podía acceder imaginando cómo sería; amar y apenas ser conocido, algo totalmente descabellado como posible, su amigo no es el primero ni el último en caer en ese tipo de sentimientos obsesivos.
Ya su amigo podrá superar eso, solo le hace falta apoyo y consejo, o al menos eso creía pensando en positivo, quería creer que su menor al menos tendría una oportunidad con el chico del que gustaba, sería lindo verle feliz junto a él, pero ¿Cómo lograrlo? Si seriamente aquel muchacho no conocía a Issei o su nombre ni le sonaba, que trágica historia de amor, dónde solo uno de los dos siente algo, el otro es ignorante de lo que se vive por su culpa, que injusta puede ser la vida en ocasiones.
Un pequeño choquesitos le saco de sus pensamientos y le hizo sonreír como ruborizar de un suave tomo rojizo, aún con las lágrimas y el dolor, su menor le daba afecto también, es una ternura en verdad, ¿Cómo alguien como él no es amado con locura? Se merece ser feliz aunque sea con amigos de confianza, o quizás un novio, con quién compartir bellos momentos, Issei se merece ser feliz, quizás no sepa mucho sobre la vista de este pero algo en su alma le motiva a prometerse aquello, hacerle sonreír y ser feliz él tiempo que dure su relación amistosa, nada es para siempre y las amistades son prueba de ello.
Le dejo un pequeño choquesitos de dientes más, devolviéndole el mimo con afecto y tranquilo sentimiento.
—¿Te sientes mejor Issei? —su preocupación era audible y casi palpable, noto que las lágrimas habían disminuido, eran un par de gotas gruesas las que bajaban ahora, no una torrencial lluvia tormentosa, parecia más tranquilo.
—¿Necesitas algo más? P-puedo hacer lo que gustes. —Sus palabras no podían tomarse para menos, es complaciente, sumido en ocasiones, alguien que gusta de entregarse por completo para ver a otros mejor que si mismo, quizás alguien deba de enseñarle a ser más egoísta que eso de compartir se le iba de las manos, rompería su alma por alguien a quien quería, no habían límites cunado el cariño y los sentimientos estaban por delante, hasta los mas positivos podían ser destructivos, que bueno que su padre Horror no le permitiría jamás arruinar su vida de esa forma tan amable y poco considerada en su propia salud, que se podía agregar sobre el chico canibal, fue bien adiestrado a las malas por un maníaco fanático de la ciencia, si no es obediente y complaciente, el castigo podía ser peor que los experimentos. Dejando aquello a un lado, por lo incómodo que puede ser tocarlo, ya les quedaba menos tiempo en ese pequeño paraíso se lágrima, se habían pasado gran parte del receso dentro del aula disfrutando de la compañía ajena, ahora siendo más un consuelo que un placer carnal, que gran giro de la situación, la tranquilidad puede ser añorada ahora, dónde solo se puede esperar a que la tormenta se calme para seguir con su navegar, una linda forma de decir que, debía de esperar a que Issei de calmara antes de intentar levantar sus ánimos, ese era su plan, ver sonreír por sus tonterías al chico tan lindo que tenía por amigo.
El lío que pudo ser su alma se guardo para después, habían cosas más importantes que su propio sentir, sentía que flotaban en una pacífica nube aún con la tensión y pena, era algo extraño, pero se sentía como un hogar, cálido y acogedor, tan verdadero. Eso jamás podría ser un juego, ellos tienen algo especial, ¿Cierto? Cueste creer que es así por la conexión hasta lejana de amigos que tenían, solo en un día eso cambio, es real y un sueño a la vez, casi una pesadilla gris, cálida como el sol y relajante como un día en la playa, solo escúchando el vaiven de las olas chocando con la costa, si, es relajante como nada en el multiverso. Pero ¿Y si todo resultaba ser falso? ¿Si Issei solo le tenía ahí como consuelo momentáneo? Sería un desatre, su alma sería desgarrada en mil una vez más, quemada con el sol por estar demasiado cerca, porque nunca se permite ser feliz, pensar en negativo y contrarestarlo con su positivismo es la rutina ya. Si todo eso era un juego, perdería, para darle la sonrisa y la victoria a su amigo, un predador escamoso, una serpiente venenosa pero amigable, mientras él se deja morir por el veneno, no es más que un ciervo joven e inexperto en tantos sentidos. Solo espera su alma no sea destrozada cuando la entregué a su menor.



Con cada mimo que recibía su alma se apagaba más, agradecía tales gestos dados, dulces como ningún otro. Y de cierta forma, la culpa por la que estuvieran así ahora, por esos mismos gestos la bella escena que tenían aumento su entesidad, siendo, poco tiempo después, encontrados de esa manera tan vergonzosa. Por la confusión del momento se llegó a decir algunas verdades hirientes, lo que provocó que terminará rompiendo en llanto, ¿todo eso vivieron en un solo receso? Fue de forma apurada, pero a la vez se sentía estar a un velocidad perfecta. ¿Como es que fuera posible aquello? No lo sabía, solo fue un gesto de amor el que fue escalando de tal forma, con las múltiples salidas que tenía este y con la que acabaron. Quizá solo un beso y no se volvería a repetir la situación, quizá algo más íntimo era lo que llevaría a cabo en el aula, quizá un tono carmesín sería lo que dejaría huella en tal lugar. Y ese quizá resultó ser un derrumbamiento de emociones, siendo cuidadosas con las que todavía quedaban en pie. ¿Qué no era el mejor final? A veces los que parecen ser el peor, son los mejores de todos. Por fin consiguió hacer frente a sus sentimientos, sincerandose de forma indirecta con el mayor. Que supo justo lo que decir en el peor de los momentos. Un simple "te quiero" que fue apaciguando lentamente la tormenta de su alma. Que volvió todo más ameno y pasable, hasta que por fin llegará a salir el sol, dejando el mar en calma.
—E-estoy mejor Nuit, gracias por quedarte. —levanto la vista, mirando ese leve rubor que se había formado en el rostro ajeno. Era tan lindo, un rojo que tomaría más intensidad a medida que el mayor sienta esos nervios otra vez. Era fácil que eso pasará, con pequeños gestos  en los que se podía observar.
—Sólo te necesito a ti. —y no era para menos, consiguió calmarme y ahora gracias a él no se había tragado otra vez el veneno que corrompia su marchita alma. Ya estaba llegando, la clama despues de la tormenta, y parecía ser tan agradable, un sentimiento tranquilo que llegaría a ser contagioso. Se limpió las últimas lágrimas que recorrian sus mejillas, le dolian un poco sus orbes y cabeza. Si que había dejado salir lo que guardaba en él, pero no todo, aún faltaban cosas que debían salir y sentimientos que superar. Aunque por hoy estaba bien, sería ya demasiado que el mayor a ayudará con todo, había ciertas cosas de las que solo se podía ocupar él. Un par de besos más fueron dados, eran bellas muestras de amor que adormilaban sus sentidos. Tan puras como le hacía sentir su contrario, ese esqueleto, ¿como podía ser tan especial? Había personas que así les hacían sentir a otras, especiales y únicas. Esas personas debían tener algo más de lo que aparentaban, puede que un oscuro pasado o malvadas intenciones. Y estaba seguro que el mayor tenía ese algo, pero debería escoger el oscuro pasado. Que sus intenciones sean malvadas no era un opción, con lo amable y complaciente que era, simplemente un no rotundo.
—Crees.. ¿que podamos comer j-juntos? —bajo su tono de voz al decirlo, ya le había quitado tiempo del receso y sabía que el otro tiempo libre que le quedaba debía ser para el club del mayor. Puede que prefiera estar solo y centrarse en sus cosas, además que podría ser cansado tener que verlo ahí también. Podría ayudarle con sus cosas si se lo permitía, para que solo sea un estorbo que le distraiga de sus obligaciones. Todavía tenía tiempo libre, las audiciones de sus concurso se lo quitarían pronto, pero aún faltaba tiempo hasta que este se lleve acabo. Y quería aprovechar antes de meterse en esa montaña de estrés y café.






¿Entregar su alma? Una bella forma de decir que sería completamente para alguien, ¿Un tanto extremista? Quizás pero no puede dar más que eso ya que nada más que posee tiene tal valor como un alma,la fuente de vida y magia que posee casa ser vivo y monstruo. Entregársela a quien más quería y confiaba sería el gesto más simple que podía hacer para demostrar afecto, quizás cuando esté listo, quizás cuando sea mayor, quien sabe cuándo entregué su alma a otro ser, hasta podría ser ahora cuando su amigo más lo necesitaba, le daría su alma para que se sintiera querido cómo se debe y con la confianza de que jamás se iría se su lado pese a que la amistad tiene sus dificultades naturales. Poder verle bien era su mayor tranquilidad, era un suspiro cálido entre tanto frío en su alma y cuerpo, relajante, hermoso, es todo lo que necesita. Le seguía sonriendo con ese gesto amable y cariñoso. Esa sonrisa casi única que reflejaba tanto cariño y bondad, bondad que en su alma abunda, desea ayudar a tantos como pueda, dándole segundas oportunidades a quienes lo quieren y merecen. Esa era su gran motivación. Y ayudar a su amigo sería su mas grande logro y misión, el propósito de sus siguientes días para hacerle sonreír.
—Sabes que haría muchas cosas por ti, me alegra que te encuentres mejor. —ese tono carmín iba en aumento sobre sus mejillas, la poca seguridad que logro tener ya se iba desvaneciendo, se sentía tan vulnerable frente a esos orbes, como si vieran su vida entera y aún con esas, le viera con respeto y cariño, como si todo lo pasado no fuera nada, eso le tranquilizaba, hagau que su dolor disminuyera, ya no dolía más, hasta podría animarse a usar faldas como tanto le habría gustado, sin temor a mostrar sus lastimada piernas, lamentablemente esa confianza duro tanto como sus orbes estuvieron sobre los ajenos antes de desviarse con vergüenza hacia un costado. Usar ropas que cubrieran todo su cuerpo hasta rostro es una opción buena ahora mismo. "Solo te necesito a ti"... Eso es lo que dijo su contrario, aumentando el rojizo de sus mejillas y disparando pensamientos puros a respecto, calmando el hambre de venganza. Ese chico podria volverse su mundo y sería feliz, cuando no tenga a nadie siempre podría acudir a él, eso sentía en lo profundo de su alma destrozada. Le quería mucho, sus brazos con cuidado bajaron hasta la cintura de su menor por comodidad, queriendo estar cerca el uno del otro el tiempo que les quedará. Fue solo un intenso receso en el que muchas cosas pasaron y se mezclaron entre si dando fuertes revelaciones, quien diría, que tendría tan fuertes emociones por su amigos, algo tan fuerte que no entraba dentro de la categoría de amistad normal, eran mas bien mejores amigos, quizás incluso más que eso, se sentía tan distinto a lo que tenía con Ty y los demás, era Aldo más fuerte y emocional, en tan poco tiempo llego a esa conclusión, solo le quedaba una respuesta a las dudas que eso ocasionó.
—¡Claro Issei! Sería lindo. —Sono tan emocionado por esa propuesta, nadie le quitaría la emoción de comer junto a su amigo, ayudarle a sonreír y compartir eran dos cosas que se estaba proponiendo desde ese momento. Le dejo un pequeño beso sobre sus "labios", seguido de muchos más, quería demostrarle cuando le quería y apreciaba, que le ayudaría con lo que tenga, aunque esté ocupado gran parte del receso del almuerzo gracias a su club y deber de organizar todo, sería complicado al ser tan pocos miembros, pero estaba seguro de lograr grandes cosas con eso. Tenía grandes espectativas sobre su club y la ayuda que ofrecería a tantos.




Sabía el poder que las palabras tenían, incluso más que el arma más letal que existía. Con suficiente fuerza para ocasionar guerras o alianzas entre dos bandos opuestos. En verdad podrían ser letales, empujando a personas a cometer el error más grande de sus vidas, como empujando a otras a compartirla con esa persona especial. Por eso amaba tanto la poesía, palabras juntas expresando un pensamiento que desencadenaba en varias emociones distintas. Algunos simples y hermosos, otros más elaborados y difíciles de entender. Pero aún así, transmitiendo la respectiva emoción del autor. Siempre creyó que esas personas estaban a otro nivel, por sus increíbles relatos llenos de pasión y lágrimas. Pero la vida real era tan diferente, no hacia falta ser un poeta para desencadenar ese tormellino de emociones. Simplemente con escuchar las palabras adecuadas de una persona bastaba para eso, pudiendo ser tanto positivo como negativo. Y cada vez se reafirmaba más esa idea en su cabeza, al escuchar al mayor decir tales cosas. Le hacía sentir tan especial y único con solo unos verbos conjugados en el tiempo correcto. Eso era lo que eran, solo verbos y determinantes, no había nada más allá de eso. Pero, no todo era Fijarse en el significado de las palabras, si no, en el sentimiento que estas llegaban transmitir. Como podían ser tan puras y encantadoras si las decía él, aquel chico que le consoló en vez de dejarlo solo. ¿Qué poder responder ante ello? No lo sabía, quería ser tan especial como lo fue el contrario, hacerlo sentir de la misma forma que el le hacía sentir. Abrazarlo con cariño, que sepa que podía contra con él y no lo dejaría a su suerte si le necesitaba. Sería su apoyo emocional si lo necesitaba, tal y como fue el suyo. Le sonreía con confianza y amabilidad, intentado imitar la del mayor. Pues esta era tan perfecta que dejaba indefenso a cualquiera, y hablando de eso. Noto como el sonrojo del mayor aumento en medida, puede que no mucho, pero si era más fuerte que antes. Sus sentidos se encontraban algo adormilados por lo que no sabía cual era la razón por lo que aquello pasó. ¿Fue algo que dijo? ¿O quizá algo que recordó el mayor? Igual fue la segunda opción, pues pudo sentir la mano del mayor sobre su cintura. No parecía haber malicia en esta, solo le acercaba más a Nuit, quien le dejaba varios besos sobre su boca y rostro. ¡Había aceptado! Podía pasar más tiempo con el mayor y eso le llenaba de gran felicidad, ya sus sentimientos negativos se fueron. Dejandole indefenso a los positivos ¿y como no? Era una escena tan bella e idílica, digna de cualquier trama adolescente. Subió una de sus manos hacia el rostro del mayor, acariciando su mejilla con ternura mientras seguían con esos gestos tan íntimos. Era un soñar tan dulce del que no quería separarse, bello y hermoso, una fantasía que volvía a ser un realidad.
—Sería bastante lindo sí, pero no tanto como tú. —estaba mejor y quería demostrarlo, ¿que mejor forma que dedicarle un piropo al mayor?

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