Parte única
Un sueño empieza. No se puede ver a sí mismo, pero sabe que es un infante, lo siente y le resulta raro a pesar de ser consciente que es solo un mundo creado por su subconsciente, por su alborotada imaginación.
Juega con la arena del patio escolar mientras otros niños de su edad corretean por ahí o hacen otro tipo de actividades como cazar insectos entre los arbustos. Cosas de niños, piensa, sin darle demasiada importancia y continua amasando la arena para formar un montoncito que, para él, no es más que un castillito. Y entonces escucha voces a cierta distancia y sus ojos brillantes se fijan, irremediablemente, en un pequeño de ojos rubíes llenos de anhelos, con cabello rubio haciéndolo lucir como un diente de león y una sonrisa grande, decidida. Hipnotizado, llega a pensar que aquel es brillante, con una luz propia que le produce interés y quizás algo más que solo admiración. Así que se levanta de su sitio, decidido a acercarse al otro pequeño para hablar y hacerse su amigo. Sin embargo, el rubio se da la vuelta, comenzando a alejarse del sitio y él apresura la marcha, viendo la espalda del contrario. Casi tiene que correr para alcanzarlo, para al menos acortar un poco la distancia que los separa y no renuncia a la idea de estar a la par con él.
Entonces le ve con un uniforme negro, de secundaria, mientras los alrededores se deforman hasta ser solo paredes blancas. Él lleva encima el mismo atuendo, pero no se detiene a meditar sobre eso, solo puede pensar en que desea inmensamente que aquel joven le preste la atención y el cariño que quiere. El rubio continúa con su marcha, sin parar ni un segundo o siquiera mirar hacia atrás, causando aún más desesperación en el corazón del dueño de este peculiar sueño, quién ya no duda en gritar su nombre en voz alta con la vaga esperanza de que reaccione, de que se detenga o le mire, que al menos le escuche. Mas eso no pasa.
Finalmente, se da cuenta de que está reduciendo la distancia entre ambos y esto parece animarlo, alegrarle genuinamente porque le da a entender que su esfuerzo no ha sido en vano. Su brazo se estira con ímpetu, a solo centímetros de la espalda del rubio que ahora tiene un uniforme de preparatoria, gris y azul. Está a nada de tocarlo, incluso si sólo es con el dedo, con eso sería suficiente.
Ve que alguien más aparece, colgándose con un brazo de los hombros del rubio. Tiene cabello rojo escarlata, peculiar, usa el mismo uniforme de preparatoria que ambos y, lo más importante, también brilla. Resplandece con la misma intensidad que el rubio, aunque de una forma distinta y única. Ve, con sus ojos abriéndose desmesuradamente por el dolor, el horror, que el pelirrojo parece decir algo y (¡con un demonio!) el rubio le mira, le dedica toda su atención, como si él verdaderamente la mereciera. El recién llegado sonríe, con unos dientes afilados cual tiburón, y, peor aún, el contrario le corresponde.
Se detiene de golpe, observando que ambos se siguen alejando, yendo a la par y sin que el rubio aleje bruscamente al adverso de su espacio personal.
Y de pronto despierta, con los ojos ardiendole como el mismo infierno gracias a las lágrimas que se estancan en ellos y que no demoran en desbordarse sin control. Siente la almohada húmeda bajo él y no demora en incorporarse, fregandose los párpados con ambos puños, llorando sin saber por qué un sueño le ha afectado tanto. Es sólo eso, un sueño. Observa la hora en su teléfono que ha dejado la noche anterior en un lugar de la cama; es la hora perfecta para salir a entrenar por su cuenta, como todas las mañanas; la verdad que necesita concentrarse en otra cosa que no sea lo que acaba de imaginar.
...
La verdad es que no se siente con muy buen ánimo el día de hoy luego de su peculiar sueño. ¿Por qué su mente ha creado aquella tonta película tan... melancólica? No lo entiende, o quizás no quiere hacerlo.
Suspira, dejándose caer en contra su mesa y llamando la atención de Denki que no demora en acercársele para iniciar una conversación animada la cual, gracias al cielo, funciona para contentar aunque sea un poco al rizado.
—Anoche— narra el rubio de quirk eléctrico—, le llamé a Jirō para preguntarle si la fruta tiene sentimientos y se molestó conmigo.
—¡Eran las tres de la mañana!— le reprocha la fémina desde su sitio, junto a Ashido.
—¡Era una duda existencial que no me dejaba dormir!
—¡Yo no tengo la culpa! La próxima vez llámale a alguien más.
—¿Cómo quién?
—A Sero. ¿Qué no tienen un romance o algo así?
—Se dice bromance, Jirō, bromance. No es lo mismo. Además, Sero me prohibió llamarle a esas horas, que porque está ocupado jugando Minecraft o algo así. Bah. La traición, hermano.
—Llamale a Kirishima— comenta la rosada, con diversión y claramente buscando desviar la conversación hacia el pelirrojo porque, siendo honestos, no tiene interés en oír las preguntas sin sentido de su mejor amigo eléctrico a altas horas de la noche.
—Nah. La última vez que lo hice Bakugō contestó y me amenazó de muerte— dice, encogiéndose de hombros y rascando con simplonamente su barbilla.
—Pero yo te dije que le hablaras a Kirishima.
—Y yo te oí. Acabo de decirte que no lo haré porque Bakugō ya me amenazó para que no volviera a llamar a las dos de la mañana para saber si la kétchup es un smoothie. Aunque lo volví a hacer y casi muero. ¿Tienen una idea de lo terrorífico que es que Bakugō toque furioso tu puerta en mitad de la madrugada, con todo oscuro?
—Eso te lo ganas por idiota— asegura Kyōka, sonriendo al imaginarse la escena. Claro, es divertido si no te pasa a ti.
—Pero...— musita Midoriya con tono lleno de duda—, ¿Kacchan contestó?
—Sí. Me pareció un poco extraño, aunque luego pensé que quizás Kirishima había olvidado su celular en su cuarto. Estábamos estudiando con él ese día, así que tiene sentido para mí.
—A veces Kirishima olvida cosas en mi habitación— corrobora Ashido, restándole importancia y encogiéndose de hombros.
Nadie agrega más a ese tema, tomándolo como algo irrelevante y pasando la conversación a otra cosa, pero Izuku se queda inquieto al respecto. ¿Por qué Kastuki contestaría el celular de Eijirō a esas horas? Quizás los demás tienen razón, quizás al pelirrojo se le olvidó y eso es todo. No hay nada más detrás de eso, piensa, creyendo que está paranoico por culpa de su pesadilla.
...
El katsudon es su comida favorita, pero no importa lo apetitoso que éste se vea, justo frente a él, no siente ganas de comerlo y hasta a él le parece extraño. Iida y Uraraka le preguntan si es que le pasa algo, y él sonríe, forzado, asegurando que solo carece de hambre porque, supuestamente, ha tomado su almuerzo hace nada. Ellos, no muy convencidos al respecto, lo dejan estar, optando por no presionarlo demasiado. Todoroki, a su lado, cree que el problema es que al pecoso no se le antoja su platillo, no pensando en lo extraño que es eso.
Midoriya observa como el hijo de Endevoar intercambia sus charolas como si nada, y sus ojos se encuentran con los propios.
—No le he comido— acota el de cabellos blancos, como si esa fuera la mayor preocupación del contrario.
Observa el plato de soba frío frente a sí, junto a los palillos limpios y demás antes de volver a mirar a su acompañante que le observa estoico y como un animalito curioso.
—¿Quieres algo diferente? Podemos decirle a los cocineros que te hagan otra cosa, Midoriya.
—¿Eh? No, uhm...
—Pensé que tenías ganas de algo diferente a tu usual katsudon.
—Oh. Por eso lo cambiaste por tu soba— el menor afirma con la cabeza, ocasionando que el otro se sienta conmovido por el gesto y ganándose una sonrisa de este, más genuina que la de antes—. Gracias, Todoroki-kun.
Y así, milagrosamente, Midoriya puede comer todo lo que descansa en su plato mientras que Shōto le hace compañía puesto que Iida y Uraraka se han marchado a hacer otras cosas. Los dos permanecen en silencio y a Todoroki este hecho no le molestaría mucho si no fuese el pecoso quien estuviera con él. Sí bien Izuku no es demasiado parlanchín como Kaminari, por ejemplo, no tendría problema, pero no es así. Comienza a pensar que quizás algo está sucediendo con su amigo y eso es suficiente para preocuparse.
¿Ha pasado algo con All Might? ¿Tendrá problemas familiares? ¿Estará enfermo? ¿Se habrá roto algo y Recovery Girl le ha regañado? A lo mejor ha perdido su libreta de datos sobre los héroes.
Los ojos con heterocromia se fijan en el bajito, analizando el por qué se encuentra así de apagado. No considera que sea bueno relacionándose con la gente, pero al menos siente que es bueno leyéndola.
—Midoriya— le habla y los ojos grandes de éste se elevan del plato, ya casi vacío, hasta los suyos—. ¿Pasa algo? Te noto extraño.
—Ah, eh, no. No, no, no. Estoy bien— asegura presurosamente.
—Midoriya. Puedes confiar en mí.
Se quedan en silencio. Izuku inspecciona el rostro neutral del contrario, sopesando sus opciones y sabiendo que no dirá nada de lo que le cuente, no le va a juzgar y genuinamente se interesará en el tema.
—Tuve un sueño...
—¿Feo? ¿Cómo cuando sueñas que se te caen los dientes?
—Uhm, sí. No sé. No tengo con qué compararlo, sinceramente. Solo sé que no me ha gustado.
—¿De qué trató?
Las mejillas del mayor enrojecen sutilmente, llamando más la atención que las pecas en su piel. Shōto dice nada y observa lo adorable que el contrario se ve, removiendose ligeramente con nerviosismo en su sitio y comenzando a mover sus brazos en posiciones raras.
—Yo... Soñé con Kacchan...— Izuku observa tímidamente al más alto que le indica con la cabeza que continúe—. Todos saben que, bueno, que somos amigos de la infancia... Yo siempre lo he admirado, siempre quise llevarme bien con él. Me gustaría que me viera como un igual. Y, verás... Él me gusta, me gusta en... Ya sabes, en ese sentido...
—Como a Ashido le gusta Sero.
—Sí... — un suspiro largo escapa del pecoso que, ante la narración, parece desinflarse sobre su asiento—. Soñé que trataba de alcanzarlo, de ir con él, pero... Kirishima apareció y él sí podía ir junto suyo... Yo... No lo sé... Es sólo un sueño, no debería dejar que me afecte tanto, no tiene sentido.
Todoroki, a pesar de ser alguien que dice las cosas sin pensarlas muchos, sin filtro, y alguien que se define como una persona sin "educación" al hablar, medita incesantemente lo que debe decir. Hay muchas cosas que le gustaría expresar, pero ninguna suena como lo correcto en una situación como ésta. Izuku, viendo el conflicto en su amigo, sonríe dulcemente.
—Está bien, Todoroki-kun, no tienes que decirme nada. Me alegra al menos haberlo compartido contigo. No es gran cosa.
Se levanta, llevando con él su charola para dejarla en el sitio designado para la trastes sucios. Shōto le mira y, resignado, suspira, siguiéndole poco después.
...
Midoriya, junto a Shoji y Hagakure, se encuentra limpiando un poco la sala común de los dormitorios puesto que no pueden dejar de lado los quehaceres. El resto yace en la cocina, trepadora en los sofás sin bajar los pies para no estorbar o en su respectivas habitaciones.
Kastuki aparece, pasando por donde el trío no se encuentra aseando para evitar echarles a perder el trabajo y, sobre todo, para no ensuciar. Por cómo va vestido parece que va a salir a algún lado, pero nadie le da relevancia algo tan banal. El pecoso barre la esquina junto al televisor, dando la espalda al resto y concentrándose en no dejar ni una mota de polvo en el suelo, cuando escucha al rubio gritar:
—¡Oye, idiota!
Abruptamente, Izuku se gira, entre expectante y asustado, pensando que Bakugō le habla, mas se destensa al ver que éste se dirige a Kirishima.
—Vamonos ya, carajo.
—¡Sí, sí! — responde el pelirrojo, despidiéndose de los demás con velocidad al percatarse que el rubio ya se dirige al exterior—. ¡Bakugō, espérame!
—¡Pues camina más rápido!
Midoriya los ve irse y siente que algo se retuerce en su interior de una manera sumamente jocosa. Vuelve a lo suyo, pensando y pensando, ahogándose en sus ideas y sus imaginaciones para nada sanas. Para cuándo termina con su trabajo, se deja caer en un sofá junto a Tsuyu, sintiendo que se ha demorado muy poco con la limpieza y aún así no teniendo energías para nada.
Ya no hay mucha gente en la planta baja para cuándo regresan Eijirō y Katsuki, justo al atardecer. El pelirrojo trae una bolsa plástica de alguna tienda de conveniencia, asegurando que ha comprado bocadillos para todos y comenzando a repartir algunos a los que todavía descansan en el sitio. Bakugō, por otro lado, lleva un vaso de plástico transparente que contiene un líquido del color del durazno, y sorbe éste con una pajilla roja, de manera desinteresada, viendo como el de dientes filosos habla animado con el resto.
—Toma lo que quieras, Midoriya— dice Eijirō, sonriendole al aludido mientras le extiende la bolsa abierta.
—¿De verdad?
—¡Sí! Hay un poco de todo, tú escoge.
—Bueno...— musita apenado, viendo los diferentes dulces y frituras que le ofrecen, tomando al final una caja pequeña de Pockys sabor matcha—. Muchas gracias, Kirishima-kun.
—¡No hay de qué! Lo dejaré en la cocina.
Dicho esto, el pelirrojo se dirige al lugar mencionado y deja la bolsa repleta de cosas en la alacena. Al volver con Katsuki, prontamente se percata de que el vaso ya está medio lleno y no demora en hacer un pequeño berrinche por esto.
—Dejame algo, ¿quieres? — dice, como un niño y haciendo un puchero con los labios hasta que Bakugō le acerca la pajilla y bebe un poco—. Sí te comparto, pero yo también quiero.
—Es tu culpa por dármela. Hey, ¿y mis dulces?
—Oh, sí. Los dejé— vuelve a la cocina, veloz—. ¡No te acabes mi jugo!
—¡No me digas que hacer! — a los pocos segundos el pelirrojo vuelve, con una bolsa colorida en las manos que lanza al rubio.
—¡Aquí están tus horribles dulces! ¡Dame mi jugo!
—Ten, quejica.
El resto continua viendo la televisión, desinteresados de lo que sea que estén haciendo el par, pero Izuku no, él los observa, sintiendo un revoltijo en el estómago aún cuando ambos se marchan; Kirishima mira lo vacío que ya se encuentra su vaso y con lágrimas fingidas se pone a beber por la pajilla, solo cambiando su semblante a uno más alegre cuando Bakugō le dice algo que ya Midoriya no logra oír.
...
Ha corrido tanto que suda profusamente y el aliento se le corta, jadeante. En lo único que puede pensar es en que necesita algo de agua para tomar. Medio muerto, ingresa a los dormitorios y se dirige a la cocina, murmurando que desea un vaso con aquel líquido vital.
Escucha cristal golpeando la barra de la cocina y al mirar se topa con que Katsuki yace ahí, sirviéndole agua en el vaso con cara de pocos amigos.
—Eres un imbécil— espeta el rubio, dejando la jarra de agua donde antes ha estado y mirando de brazos cruzados a Midoriya—. Lleva contigo una puta botella de agua. Parece que te vas a desmayar en cualquier momento, Deku.
—Uhmm... Lo olvidé— las cejas claras del mayor se fruncen con fastidio y ve al rizado tomar el vaso con manos temblorosas—. Gracias, Kacchan.
—Sí, sí. Si el agua no es suficiente hay bebidas deportivas en la alacena.
Bakugō se da media vuelta y continua con lo suyo, causando ligera curiosidad en el pecoso que termina con su bebida.
—¿Qué haces?— pregunta Izuku, viendo que el rubio vacía agua en la cafetera y ganándose un gruñido de su parte.
—¿Eres ciego, nerd? Estoy haciendo café, obviamente.
—¿Tan temprano? —Katsuki se encoge de hombros—. ¿No dormiste, Kacchan?
—No lo suficiente.
—¿Tuviste pesadillas?
—No. Y aún si así fuera eso no importa, puedo volver a dormir. Son solo sueños, nerd. Nada de lo que pasa ahí es real— asegura, dando marcha a la máquina que pronto comienza a hacer ruidos, trabajando, y se gira entonces a mirar al de ojos verdes—. Fue insomnio y nada más.
—¿De verdad? Si te pasa algo malo puedes decirme, Kacchan.
—Que no pasa nada, cabeza hueca. En vez de estar parloteando tonterías deberías tomar más agua. Estás casi tan jodido como Shinsō.
Y antes de que pueda responder, Katsuki vuelve a tomar la jarra, vertiendo agua en el vaso vacío de Izuku y ordenándole a éste que la beba si no quiere que sea él quien lo mate en vez de la deshidratación.
Entre silencios y algunas pequeñas conversaciones, Midoriya se siente tan cómodo que el cansancio de su entrenamiento matutino pasa a segundo plano; hacia mucho tiempo que no ha hablado así de tranquilo con el rubio, agradeciendo que éste haya ablandado aunque se en lo mínimo su actitud.
—Kacchan.
—¿Qué quieres? — réplica, tomando la cafetera que ha terminado de hacer la bebida y vertiendo ésta en dos tazas.
—Ahm... ¿Por qué lo sirves en ambas?
—Por esto.
Y al señalar la entrada a la cocina, Eijirō aparece, con ojos entrecerrados y el cabello lacio yendo en todas las direcciones mientras se rasca la barriga con somnolencia. Midoriya ve como él olfatea el aire, sin decir nada, y poco después se gira en dirección al rubio.
—A ver, aquí está— le espeta Katsuki, tomando la mano del pelirrojo para acercar ésta a la taza—. No lo tires.
Kirishima sujeta el contenedor con ambas manos, llevándoselo a la boca y disfrutando el aroma intenso del café antes de dar un sorbo. Segundos después, el pelirrojo parpadea, ya más despierto y sus orbes rojos se fijan entonces en el pecoso.
—Oh, hola, Midoriya. Buenos días.
—Buenos días.
—¿Te sientes bien? Estás pálido.
—El bastardo está deshidratado— gruñe Bakugō, bebiendo de su taza.
—Midoriya. Cuídate. Mira.
Silencio. Kirishima va a la alacena de dónde extrae una botella de bebida energética, con la taza aún en una de sus manos. El pecoso acepta el ofrecimiento del pelirrojo con un pequeño agradecimiento murmurado y recibiendo una sonrisa amable de parte del otro.
...
—¿Sucede algo con tu botella?— pregunta Todoroki de la nada.
Hasta entonces Izuku se percata de que se ha quedado como bobo mirando el envase de la bebida deportiva color azul. Qué vergüenza.
Menea la cabeza, negando y dejando la botella sobre su mesa, lejos de sus libretas y demás utensilios por si se derrama.
—¿Te sientes mal?
Los ojitos brillantes del pecoso observan tímidamente a Shōto, casi pareciendo un perrito pidiendo cariño y atención.
—Sí...— suelta un suspiro, dejando caer sus brazos sobre la mesa y recargando su barbilla en estos—. Kirishima-kun es muy buena persona. Me siento culpable por tenerle envidia.
—No puedes evitarlo.
—No, pero me gustaría no sentirme así... No sé qué hacer.
—Quizás deberías prestarle atención a otras cosas.
Izuku profiere un ruidito raro para mostrar que concuerda con el de cabellos rojos y blancos, pensando ingenuamente que tiene razón y que debería enfocarse en su entrenamiento, o en la escuela, incluso en sus pasantías, no en su amor unilateral.
Una de las manos de Todoroki se acerca y le acaricia sus rizados cabellos en busca de brindarle apoyo y consuelo. Sus miradas se encuentran y una sonrisa se abre paso en el estoico rostro del menor, es pequeña y sencilla, pero significa mucho.
...
Para cuándo vuelve a los dormitorios junto a Shōto luego de entrenar y hacer anotaciones sobre el quirk de éste, observa que el ambiente está tenso y que todos los presentes observan como Kirishima, con pasos pesados y molesto, se aleja velozmente por el pasillo.
—¡Kirishima Eijirō, esto no ha acabado! — y con eso, Bakugō se marcha por el mismo camino, echando chispas de las manos y más furioso que de costumbre.
Izuku parpadea, consternado, y se gira a mirar al resto buscando una explicación razonable de lo que ha pasado.
—Estaban peleando— explica Hanta, con una sonrisa incómoda.
—¿Por qué?— inquiere Todoroki, genuinamente curioso.
Kirishima es muy paciente incluso con el rubio histérico. ¿Qué ha podido ocasionar tal discusión? ¿Qué ha podido sacar el enojo en esa criatura llena de amor y buenos deseos?
—No lo sabemos— dice Denki, cruzándose de brazos y suspirando—. Llegaron gritandose y diciendo cosas muy raras.
—Y muy gays— acota Mineta, asqueado—. Bakugō le dijo que seguía teniendo la ropa interior de Kirishima. Y Kirishima contestó que él seguía teniendo su virginidad.
—Pero, ¿no hay contexto?
—No— habla Yaoyorozu—. Quizás se estaban molestando como siempre, pero se les fue de las manos.
—Sí. Seguramente Kirishima le dijo algo a Bakugō que no aguantó y estaban viendo cómo atacar al otro— corrobora Jirō—. No creo que lo hayan dicho en serio.
—Seh. Digo, es bromance, hay cierto límite. Yo tengo mi bromance con Sero y hacemos comentarios así, pero son solo eso, comentarios. Si fueran verdad entonces ayer no hubiera dormido por ver memes y hubiera sido por tener una noche salvaje con Sero como bromeamos en la mañana. Full bromo.
—Sin embargo— la pelinegra de mayor altura parece angustiada, con una mano en la mejilla—. No lucía como una discusión cualquiera. Realmente se veían molestos.
—No te preocupes, Yaomomo. No aguantarán mucho peleados. Se arreglarán en un rato.
...
A la mañana siguiente, Katsuki llega al salón a una hora extraña para él, pasa de largo y se acomoda en su asiento. Rápidamente los observadores se dan cuenta de que no se ha hablado con Eijirō, así que suponen que siguen enemistados por el momento y que sólo es cuestión de tiempo para que se arreglen.
—Buenos días, Bakugō-kun.
—Sí. Buenos días, Kacchan.
El rubio profiere un sonido desganado, con las manos en los bolsillos del pantalón, la espalda contra el respaldo de la silla y su mirada carmesí en el paisaje que se muestra a través de la ventana.
Ochako y Midoriya intercambian una mirada cómplice, extrañándose por la actitud tranquila e inusual del contrario.
Las horas pasan con fluidez, las clases avanzan sin contratiempos y cuando culminan es tiempo de ir a entrenar. El salón se va vaciando paulatinamente hasta que ya solo quedan unos cuantos. Izuku y Shōto se retiran por igual, hablando quedamente sobre cosas sin mucha importancia y ven, con claridad, que Eijirō charla animadamente con Tetsutetsu en el pasillo. El par no le presta demasiada atención y continúan con su camino, el pecoso únicamente mirando hacia atrás cuando oye que el pelirrojo le habla a Katsuki, tomándolo del brazo y dirigiéndole una mirada de súplica antes de que se vaya. Y se queda, cruzándose de brazos al escuchar lo que Kirishima tiene para decirle.
Midoriya se regaña a sí mismo por meterse en conversaciones y cosas que no le competen, volviendo a la charla con Todoroki mientras se dirigen al campo de entrenamiento. Una vez ahí, se cambian en los vestidores y a los minutos aparecen el pelirrojo y el rubio, como si la pelea entre ellos nunca hubiese pasado y tan cercanos como de costumbre. Katsuki incluso vuelve a su explosiva forma de ser.
...
—Oh, olvidé algo en el casillero— comenta Izuku, deteniéndose a mitad del pasillo y mirando a Todoroki.
—Te espero afuera.
—¡Gracias! Uh, no me tardo.
Corriendo, el pecoso regresa sobre sus pasos y el heterocromatico se retira con paso lento. El lugar ya está prácticamente vacío si no fuera por ellos y el par que se ha quedado en los vestidores, rezagados porque Kirishima se ha lesionado el brazo y acaban de regresar de la enfermería. A penas da unos pasos en el interior de los cambiadores, cuando ve al pelirrojo y el rubio aún ahí, como a penas cayendo en cuenta de eso. Por mero acto reflejo, se devuelve unos pasos, escondiendose en la pared de la entrada y agradeciendo que ambos le estén dando la espalda. Se siente sucio e infantil, pero la curiosidad le gana.
—Al menos solo fue un pequeño tirón— comenta Eijirō, mirándose el brazo vendado desde el codo hasta la mano, ya con los pantalones del uniforme y el torso aún descubierto.
—Tienes una maldita suerte— comenta Katsuki, sentado en una de las bancas metálicas, listo para volver a los dormitorios—. Bien te pudiste romper el brazo, Kirishima.
—Pero no fue así— sonríe, alzando un pulgar para amainar la molestia del mayor—. Logré activar mi quirk a tiempo, así que solo pasó esto. Recovery Girl dijo que estaré bien en quince días aproximadamente.
Izuku puede jurar que Katsuki rueda los ojos ante el comentario, aún si sólo puede ver su espalda. Eijirō termina de guardar su traje en el casillero y extrae de éste su camisa blanca del uniforme.
—No tenías por qué quedarte, Bakugō.
—Callate, yo sabré qué es lo que hago o no.
—Ow, ¿te sentiste solo durante el tiempo que estuvimos peleados? ¿Es por eso?
—¡No inventes estupideces! ¡Solo fue un día!
—Ya, ya. No hay nada de que avergonzarse, Bakugō. Yo también te extrañé.
—¡Qué solo fue un día! — y al oír la risa de Kirishima, el rubio logra enojarse y avergonzarse aún más. No le gusta que se burlen de él. Luego de levantarse de su asiento, se dirige al pelirrojo, con chispitas saliendo de sus manos—. ¡Deja de reírte o explotaré tu estúpida y bonita cara!
—Oh, vamos, estoy jugando. Es divertido avergonzarte— y ve, está seguro de que ve con claridad, como Eijirō deposita un beso en los labios fruncidos del rubio—. Así que no me hagas explotar, por favor.
Katsuki gruñe, dejando de crear pequeñas explosiones en su manos y mirando al pelirrojo que abotona la camisa. Midoriya no se queda para ver como el rubio murmura algo a Kirishima con petulancia y ocasiona que éste se sonroje hasta las orejas, simplemente se marcha, con el corazón desbocado y doliendo de una forma inhumana. Procura no hacer mucho ruido hasta que sale del recinto, encontrándose con Shōto que se alarma al ver su cara de estupefacción e incredulidad. Viendo el caos que debe estar sintiendo el pecoso, le guía hasta los dormitorios y lo lleva hasta su respectiva habitación, preguntándole si algo le pasa y no recibiendo respuesta. Supone, por la actitud de Izuku, que desea estar solo, así que le asegura que puede llamarle si necesita algo o incluso si quiere hablar nada más, y se retira, sintiéndose inmensamente angustiado por él.
...
Al llegar la mañana, Midoriya se despierta creyendo que todo ha sido nada más un sueño, convenciendose fervientemente que no ha pasado nada de lo que ha visto y que sólo es cosa de su cabeza paranoica. Así que, medio extraño, lleva a cabo su día con relativa normalidad; sonríe, charla y bromea con el resto de sus compañeros y amigos.
Ya en la tarde, reunidos en la sala común para jugar videojuegos entre todos, Izuku por un segundo segundo se olvida de lo que le aqueja y se divierte genuinamente con el resto de sus compañeros hasta que se cansan de los juegos de video y simplemente se ponen a conversar entre sí, comiendo frituras y bebiendo gaseosa o cosas por el estilo. Aunque hay una charla grupal, el grupo autodenominado "Bakusquad" se encuentra interesado en sus propios temas de conversación, ajenos al resto hasta que Mina suelta un resuello que deja a más de uno aturdido y la atención de todos se centra en ellos irremediablemente.
—¡¿Estás saliendo con Bakugō?! — Kaminari exclama, sin creerlo, y mirando al pelirrojo que se ríe nerviosamente, con las mejillas rojas de vergüenza.
Parece que Eijirō quiere decir algo al respecto, pero la lengua se le traba y las palabras no salen. Ante esto, los múltiples pares de ojos se enfocan entonces en el rubio explosivo que bebe descaradamente de su lata de refresco.
—Sí. ¿Algún jodido problema?
Y la conmoción es palpable, aunque algunos ya se lo veían venir, como Tokoyami, Shoji y Aoyama, quienes no dicen nada y actúan como si la noticia no les afectara en absoluto, porque así es a fin de cuentas.
—Estoy tan sorprendido por ganar la apuesta— dice Sero, mirando a Kaminari que parece estar a punto de tener un colapso mental—. Yo había apostado que sí estaban juntos de broma, pero quiero mi dinero de todas formas, bro.
—¡¿Acaso no te das cuenta que estoy en shock?! Yo...— los ojitos del rubio se clavan en Eijirō sentado junto a él—. O sea, tú quieres a Bakugō.
—Sí...
—Como amigos. No homo.
—Ahm... No... Full homo, Kaminari.
—¡Eh! ¡¿Y qué hay de nosotros?!
—¿Ah?
—¿Nos vas a desplazar a tus bros, ahora que andarás de cursi con Bakugō?
—Kaminari, el bromance termina cuando empieza el romance— comenta Mina con ligera diversión.
—¡No!— espeta, aferrándose al pelirrojo y llorando cómicamente mientras Tokoyami le pide a Shoji que le pase la bolsa de Doritos—. Tendrán que arrancarme a Kirishima de mis frías y tiesas manos. ¡Nunca le voy a dar mi bebé a Bakugō!
—Si yo no te estoy pidiendo permiso, intento de Pikachu. Es mí novio te guste o no.
—¡Irrespetuoso! — así, Denki lloriquea contra el pecho de Eijirō quien le da palmaditas en la cabeza para calmarlo—. Kirishima...
—No te preocupes, Kaminari. Las cosas van a seguir igual en el Bakusquad, ¿verdad?
—Llevo casi un año tratando de quitarmelos de encima y sigo sin poder. Obviamente sí, todo es como siempre, idiotas, solo que ahora ya saben lo de Kirishima y yo.
—¿En serio?— pregunta el de quirk eléctrico, batiendo sus pestañas y mirando como cachorrito al pelirrojo.
—Sí. Tranquilo, hermano.
—Bueno...
—Así que Kirishima-chan logró domar a la bestia, gero.
—¡¿A quien le dices bestia, anfibio baboso?!
...
Midoriya ha estado actuando demasiado bien al recibir la "buena" nueva de parte del pelirrojo y el rubio como para que sea verdad. Todoroki está claramente inquieto por ello, siguiendo al rizado cuando todos se dispersan y van a sus respectivos cuartos.
Cierra la puerta suavemente a sus espaldas, viendo como el pecoso se distrae con todo en su cuarto fingiendo bienestar. Shōto quisiera no tener que hablar del tema a sabiendas que Izuku está herido, pero lo mejor sería que él exprese lo que le acongoja.
—Midoriya...
Sus miradas se encuentran durante unos instantes llenos de silencio y tensión hasta que, finalmente, el aludido rompe en llanto cual infante y corre a abrazarse al más alto como si fuera su salvavidas en medio del mar. Todoroki se queda pasmado unos segundos antes de poder corresponder al gesto, escuchando los jadeos, sollozos y murmullos que escapan de Midoriya sin control. Atina a acariciarle el cabello para ver si eso sirve y le calma un poco, pero el pecoso continua llorando inconsolable contra su pecho, seguramente mojando su ropa y hasta llenándola de mocos. Los segundos pasan y Shōto afianza su agarre, queriendo brindarle seguridad al más bajo, y descansando su mejilla contra los rizados cabellos oscuros de éste. Poco después, Izuku se tranquiliza lo suficiente para hablar con normalidad, y se distancia ligeramente del heterocromatico, limpiándose las mejillas con el dorso de las manos.
—Lo siento por molestarte con esto, Todoroki-kun.
—No pidas perdón. Es algo que he querido hacer. Me preocupas.
—Entonces, muchas gracias— suspira de manera temblorosa, pasando sus manos por los párpados humedos—. Yo debí esperarlo. Kacchan siempre ha sido especial con Kirishima-kun, ¿verdad?
—Uhm... Pues... Sí. Sinceramente me había dado cuenta de que algo pasaba entre ellos, solo que no tenía corazón para decírtelo. Lo siento.
—Está bien. Seguro lo has hecho para no hacerme sentir peor. La culpa es mía, a fin de cuentas, Kacchan nunca me iba a ver como yo quería, ni siquiera me ve como un igual. Me negué a ver las cosas como realmente eran y son. Fui un tonto.
—Estando enamorado es muy difícil pensar con claridad— Izuku asiente, sintiendo sus ojos arder lentamente y aún con lagrimitas corriendo por sus mejillas; siente las manos de Shōto acunarle la cara con suavidad y sus pulgares limpian las gotitas de agua—. Algún día podrás abrir los ojos y ver lo que necesitas en tu vida, Midoriya. Tampoco hay prisa.
Luego de parpadear un par de veces, el rizado abre por completo los ojos y vislumbra a Todoroki obsequiandole una suave sonrisa.
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