🍪 Capítulo 95 🍪

Y sí, se fue la semana y no pude hablar con él. Hoy era el último día en la casa de los Jeon, mañana partiríamos a la casa de mis padres. Había intentado hablar más de una vez con él, pero extrañamente siempre nos interrumpían. Esa mañana salí de compras con la madre de Jungkook, y temía que se diera cuenta de que algo me preocupaba. El instinto de madre es increíble, pensé.

—Eun Bi. -Me estremecí al escuchar a la señora Jeon- ¿Puedo preguntarte algo?

—Claro. —Sonreí.

— ¿Está todo bien entre Jungkook y tú? —Sonrió— No me refiero a las cosas sencillas, ya sabes…

—Realmente no lo sé. —Dije nerviosa.

—Bien, seré más franca; ¿ya lo has hecho con Jungkook?

Ahí fue cuando todo tipo de pensamientos inundó mi mente. No quería que mi futura suegra me viera como una pervertida, pero tampoco como una conservadora. Ella comenzó a reír al ver mi rostro tan rojo como un caramelo. 

—Cariño, eres una mujer ya, puedes hacer lo que la juventud hace hoy en día, mi hijo te ama y tu a él, pueden hacerlo sin tener preocupaciones. —Me abrazó, más bien, los hombros.

—Pero…

— ¿Sabes cuántas veces lo hice con el padre de Junngkook antes de casarnos? Uy, ni yo recuerdo. Pero, fui yo quien tomó la iniciativa, vivía persiguiéndolo en la escuela superior, ¡y mírame ahora! No me arrepiento de nada.

—Pero…

—Dejame contarte un secreto, —se acercó a mi oído— Jungkook no es tan rudo como se ve, es un masoquista, me lo dijo cuando comenzo a salir contigo. Debes asegurarte de ser tu la activa, además, los dulces nunca fallan. —Sonrió alejándose.

— ¿Du-dulces? —Dije algo confundida. Ahora si te lo vas a comer todo, Eun Bi, imagínate, amarrado a la cama… Callé a mi concencia antes de que comenzara a fantasear.

—Tenemos que prepararnos, mi esposo y yo saldremos de la cuidad hasta Incheon, así pueden sentirse más cómodos, Jun Byeong estará con sus amigos y se quedará a dormir con ellos…

— ¿Cómo es que…?

—Preparé todo de antemano porque sabía que Jungkook no tomaría la iniciativa, —se levantó— vamos, hay que ir a comprar dulces~


Nuestras respiraciones chocaban frente al rostro del otro, sonreí cayendo sobre su pecho, una capa de sudor en ambos hacía el calor insoportable. Me levanté, tuve que ponerme unas bragas nuevas, las otras estaban en quien sabe donde. Levanté la camisa de Jungkook para después ponérmela, olía a perfume, otra razón para tenerla como pijama. Jungkook se levantó a ponerse un bóxer, sonrió al verme con su camisa puesta. El efecto de los dulces ya había pasado.

— ¿Puedes caminar? —Reí ante su pregunta.

—Disculpa, ¿quién era la que hace dos segundos te estaba azotando? Sí, yo, Hwang Eun Bi, así que yo debería estar preguntándote eso.

—Solo me duelen los muslos, y el cóccix, pero estoy bien. —Se acercó para rodear mi cintura con sus brazos— Debo admitir que aún soy tímido con todo esto, es nuevo para mi, aunque siempre creí que sería yo quién empezaría.

—Eres un pasivo, Jeon. —Reí, señalé las marcas en su cuello y torso— Todo esto dice que yo soy la reina activa, y, sé que lo amas, eres masoquista ¿no?

Se alejó bruscamente, su rostro confundido hizo que comenzara a reír a carcajadas, los vecinos deben estar muertos de miedo, mi subconsciente, primero gemidos bien ricolinos y ahora carcajadas, sin mencionar que soy casi las 4 am. Me arrojé a la cama, Jungkook se acostó a la par.

— ¿Te lo dijo mi mamá? —Voltee a verlo asintiendo— Y yo que creí que era alguien de confianza, ¿qué más te dijo?

—Cosas interesantes, muy interesantes. —Sonreí.

—No le digas a los chicos, tengo miedo de que sepan y se burlen de mi hasta mi inexistencia. —Jungkook me abrazó.

—No lo haré, aparte son unos idiotas, ¿cómo van a burlase por eso? 

—A veces yo tampoco los entiendo.

—Hay que dormir. —Lo besé tiernamente— Sé que sonará tan cliché y estúpido esto, pero, te amo Jungkook.

—En los libros y películas siempre se dicen "te amo" luego de revolcarse más de mil horas en la cama, pero, decirlo ahora es distinto. Porque es para toda la vida el amor, y no solo para esa noche de calentura, así que Eun Bi, yo también te amo. Ahora estoy más que seguro que quiero casarme contigo, cariño.

— ¿O sea que no lo estabas?

—No empieces, siempre arruinas nuestros momentos emotivos.

—Los perfecciono con mi sentido del humor, bebé. —Reí al ver como su expresión cambió por haberle dicho "bebé".

—No soy un bebé.

—Eres mí bebé. —Besé su mejilla.

—No dirás eso después de esto… 

Y ahí fue cuando cedí a seguir. Ese hombre podía ser pasivo, pero de repente me sorprendía. Como ahora.

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