— ¿Quién? —Dije antes de abrir la puerta, no quería toparme con un sasaeng.

No recibí ninguna respuesta. Miré por la mirilla en busca de un rostro conocido, nada, quien sea que este en la puerta la había tapado. La abrí rápidamente.

—Oh, eres tú. —Dije sorprendida al ver a Jimin sobre el tapete.
—Hablemos. —Fue lo único que dijo después de darse la libertad de entrar.

Cerré la puerta lentamente. Estaba muy nerviosa, tenía un millón de cosas que confesar, pero no quería que ninguna de ellas saliera a la luz. Quise huir de dicha conversación hundiéndome en la cocina, prepare dos tazas de café con ayuda de la cafetera. Me senté frente a él.

— ¿Qué es lo que quieres? —Dijo con un tono seco— Sabes que todo lo que estás haciendo está mal, ni siquiera se que está pasando contigo, Jun.
—Me cambié el nombre, —comenté sin apartar la mirada de mi café— me llamo Sophia Han Chwe.
—Ese es tu nombre de nacimiento.
—Lo sé, quería que todos dejaran de llamarme Jun, porque ese nombre me lo puso mi madre después de que mi abuela decidiera mi nombre. Ahora lo odio.
— ¿Por qué dejaste a Yoongi hyung? No me digas que te aburriste, porque eso ni tu hermano te lo cree.
—Quería espacio para resolver lo que tengo en mente, no es nada serio. Es solo que quiero centrarme en lo mío.
—Eso es egoísta. —Esas palabras fueron como flechas clavadas en mi alma— ¿Es eso lo único que sabes hacer? Ser una chica egoísta y ambiciosa que tiene todo lo que desea, quien cree que el mundo gira a su alrededor, y que todos están a sus pies. No seas ridícula.

Jimin nunca me había hablado así, menos en mi propia cara. Siempre me había tratado bien, éramos los mejores amigos, pero ahora me estaba dando la espalda por mi culpa. Había cavado mi propia tumba. Las lágrimas comenzaron a caer lentamente. Mi orgullo hacía que me tragara todo evitando decirle que lo necesitaba más que nunca, que aún seguía amando a Yoongi, que extrañaba a Eun Bi y que los momentos que viví junto a ellos fueron los mejores de mi vida.

—Lo siento. —Dije al ver el cuerpo de Jimin recostado sobre el sofá. Él no debía notar a dónde huiría por ayuda.

Tomé su celular y mande un mensaje a Yoongi, era la única manera de asegurarme de que Jimin estaría a salvo.