Eso de la desnudez nunca ha sido lo mío, en serio, de hecho mi madre siempre decía que incluso de más joven siempre usaba ropas holgadas o camisas mangas largas. Y es cierto, exponer mi cuerpo ante los demás no es precisamente algo que me agrade. 

Por eso el estar sobre ti completamente desnuda, inmóvil, sintiendo como tu pecho subía y bajaba junto a tu respiración, me tenía los vellos de punta. 

¿Cuándo siquiera alguien pensó que eso podría ocurrir? 

Tú, yo, ambos sin ninguna prenda que nos separara, sólo nuestras pieles conociéndose. 

— Este es el primer paso —dijiste. 

Admito que al principio no entendí. 

— ¿Cuál primer paso?— pregunté. 

No habíamos hecho nada porque yo te había pedido que te detuvieras y tú, gracias al cielo lo hiciste, pero aún así me tomaste entre tus brazos y me dejaste reposando sobre tu cuerpo con nuestras figuras alineándose una con la otra. 

— El que te acostumbres a estar cómoda contigo misma, con tu cuerpo. 

Espera... ¿Acababa de...? 

Estuve a punto de llorar pero me contuve.

Sabía que sólo me habías citado allí porque tenías la intención de acostarte conmigo pero el verte tratando de consolarme, tratando de hacerme entender que mi cuerpo estaba bien, realmente me sorprendió.

Me conmovió.

 Levanté mi rostro de tu pecho y te miré estupefacta, pero los nervios me consumieron e intenté zafarme de tus brazos. 

No lo permitiste. 

— No, quédate aquí porque no voy a dejarte ir —dijiste detonando en mí algo que más tarde sabría reconocer pero que al momento no llegué a atinar. 

— Por lo menos... —estaba realmente apenada —Deja que me ponga la ropa interior. 

Mi comentario te pareció gracioso y verte sonreír no sólo alivió la tensión que sentía por estar expuesta ante ti, sino que también me hizo darme cuenta que cuando sonríes te ves mejor.

Como un demonio en piel de ángel.

 Siempre que sonríes iluminas cualquier habitación. 

Sonríe Taehyung, incluso si con esa sonrisa sólo logras romperme aún más el corazón.