¿Por qué seguía tomando malas decisiones cuando sabía que no me amabas? 

Después de aquellos eternos minutos regalándote besos, las cosas pasaron a mayores y tus caricias bañaron todo mi cuerpo. 

Dime, ¿te gusto? 

Por la forma en la que me mirabas no comprendía si era sólo deseo o había algún sentimiento colado de amor por allí. 

Pronto las prendas de ambos terminaron en el sillón de enfrente... Pronto, sentí tus labios rozando cada minúscula parte de mi pecho... Pronto fueron tus dedos deslizarse por el borde de mi pantalón. 

¿Qué íbamos a hacer? 

Yo estaba debajo de ti abrazada a tu fornido pecho, entrelazando nuestros brazos, pasando los míos por tu cuello y tu respiración golpeaba contra mi cuello. 

— No tengas miedo —dijiste suavemente con tu gruesa y espléndida voz. Pero era imposible no sentirlo, me tenías temblando de pies a cabeza. Dudando porque nunca esperé que quisieras llegar a tanto conmigo cuando ya había alguien más en tu corazón. 

Sólo quiere follarte, no te confundas. 

Pero, ¿por qué la forma en la que me tocabas era tan suave y tu mirada era tan dulce? 

— Nunca he... —no sabía como admitir que nunca había estado con nadie.

Tú parecías experto, yo una oveja acorralada. 

Te detuviste por un segundo y me miraste otra vez, plantaste un beso en mis labios y me pediste que te entregara todo de mí.

— Confía en mí, tranquila. 

¿Debía...? ¿Debíamos, Taehyung? 

Sí, confiaba en ti, porque la verdad me gustabas de forma arrolladora pero... no estaba preparada, te juro que no y por eso cuando te pedí que te detuvieras cuando ya estaba desnuda frente a ti, en cuerpo y alma sentí que estaba cometiendo un error.

Y te detuviste.