That's how it should be
Para todos los corazones rotos, incluyendo el mío.
Vamos a sanar.
—Él se llama Sehun.
Con una sonrisa ligera que no dejaba ver sus dientes saludó al recién presentado, su diestra se agitaba vagamente junto a su cabeza que ladeaba, era su típico saludo para alguien que acababa de conocer.
—Yo soy Yixing —indicó amable—, ¿cómo conociste a Luhan?
Luego de una mirada cómplice con el mencionado acompañada de una carcajada el chico alto de cabellos negros explicó la pequeña aventura en el metro que enredó a diferentes personajes como la anciana que atropellaron para llegar a su ruta y la ardilla que encontraron en la basura. El restante soltaba pequeñas risas imaginando a su amigo y al recién conocido en esa situación.
—Creí que debía ser mi amigo luego de todo eso —comentó el joven con apariencia de niña agitando una de sus manos para abanicarse el rostro que estaba rojo gracias a las risitas.
A Yixing le agradó bastante ese chico, en silencio observaba cómo jugaba un poco con Luhan, cómo soltaba palabras que el bajito no entendía y que luego él explicaba como si esperara que le preguntara el significado, que incluso si parecía muy escandaloso entre bromas al pasar alguien se encogía sobre su propia sombra.
Al chino le gustaba analizar a las personas, las pensaba demasiado.
—Yo también me voy por ahí —explicó Sehun señalando la ruta que Yixing estuvo a punto de tomar luego de despedirse del par de jóvenes.
Levantó las cejas sorprendido— Entonces, ¿vamos? —se rio con suavidad.
—Bueno —se encogió de hombros colocando sus manos en los bolsillos de su sudadera— ¡Nos vemos, Luhan!
Emprendieron su camino con un silencio ligero.
—Y... —se mordió los labios divagando—, ¿has escuchado a QUEEN?
A Yixing se le detuvo el corazón y levantó la mirada con asombro que no pudo ocultar, asintiendo repetidas veces e incluso saltando un poco al dar un paso.
Cuando pasaron los meses el chino se percató que fue ese momento en que sintió cositas por el coreano, la primera vez que sus latidos se alteraron por las palabras de alguien más. Era realmente estúpido que se hubiese sentido así cuando apenas lo había conocido, ¡pero el amor se presenta de esa manera! Fue lo que se repetía con una sonrisa en el rostro.
Luego de medio año de haber conocido a Sehun el mayor admitió sus sentimientos hacia él una noche que acababa de bañarse y tenía el cabello mojado, le humedecía su playera favorita pero lo ignoraba por teclear con velocidad su historia con el coreano y que Baekhyun dejara de exasperarse tanto.
«Eso es todo, ¡es tonto! Lo sé, pero me gusta», le escribió mordiéndose los labios y respirando entrecortadamente.
Hablaba de vez en cuando con el bajito, aunque no fuese con tanta frecuencia siempre estaban en los momentos difíciles para apoyarse y darse algún consejo que los ayudara a reparar la sonrisa por la mañana.
«Igual sé que nada va a pasar, él no siente lo mismo. JAJAJAJAJA», escribió con los labios curvados, ya había aceptado eso.
«Pero, ¿ya le dijiste que te gusta?», preguntó el de apariencia de cachorro dejando las mayúsculas de lado para que la pregunta se viese seria.
No, no le había confesado sus sentimientos, ¿por qué habría de hacerlo? Yixing tenía malas experiencias con el asunto de las declaraciones. Su corazón con grietas pronunciadas no iba a aguantar otro rechazo. Y se lo hizo saber al menor, que no estaba en sus planes revelarle sus sentimientos, era una total locura.
«De cualquier modo ten cuidado, Yixing», le aconsejó volviendo a dejar las letras en tamaño grande.
Baekhyun ya había pasado por esos romances, se había ilusionado demasiado pronto y echado de las vidas ajenas con heridas en el corazón, cicatrices que luego tardarían en desaparecer o simplemente nunca se irían. Quería lo mejor para su pequeño, aunque este fuese mayor que él, porque su sonrisa no merecía torcerse.
—Tendré cuidado —dijo frente a su computadora, como si su amigo pudiese oírlo o siquiera percibir sus palabras desde la comodidad de su apartamento.
En verdad quiso seguir las palabras de Baekhyun o las que él mismo pronunció esa noche, solo que no podía evitarlo.
—¿Qué debería usar? —preguntó Sehun tomando dos de sus camisetas y enseñándoselas.
—Yo creo que la celeste, te hace ver más atractivo —soltó una pequeña risita.
Las sonrisas se le escapaban frente al menor, sus halagos ocultos en pequeñas burlas salían sin permiso burbujeando hasta el exterior. Adoraba cómo el también pelinegro sonreía o se carcajeaba con sus ocurrencias, que le acariciara las mejillas ocasionalmente o hasta lo abrazara por los hombros, tomando en cuenta que a él le desagradaba el contacto físico.
Todo parecía una película de comedia romántica cuando salía a comer con el contrario, que le mostrara videos graciosos en su celular o que incluso le haya dado la clave de este.
Su corazón rebosaba de emoción cuando el coreano le decía que era lindo, que era una persona genial o que simplemente estaba agradecido de conocerlo por la increíble compatibilidad que tenían. Grababa mentalmente su voz gruesa diciendo aquello y por las noches reproducía esas frases para dormir con una sonrisa pintada en el rostro.
—Oye, Yixing —le pellizcó una mejilla—. Vamos a llegar.
Asintió con la cabeza medio adormilado volviendo a encogerse en el asiento del bus que los llevaba hasta el centro comercial donde se encontrarían con Luhan, Kyungsoo y Jongin.
Soltó una pequeña risa en forma de suspiro— Despierta, Yixing —le frotó el brazo derecho.
—Estoy despierto —bostezó.
—Eso te pasa por quedarte hasta tarde en el celular —se burló—, si vas a hacerlo al menos deberías invitarme, ¿no?
Tomó la cabeza del chino que daba tumbos en el aire y la apoyó en su hombro, sobre la camiseta celeste que su mayor había escogido hace varios minutos.
Yixing tenía sueños de dormir abrazado a Sehun, enterrar su rostro en el cuello del más alto y que a este no le interese porque también le correspondería, que él le dedicase sus palabras recién descubiertas o canciones con letras dulces, solo lo suficiente para transmitir el sentimiento de tranquilidad que tanto añoraba a sus veintitrés años.
¿Cómo sería un beso de él? ¿Sería suave como tanto fantaseaba? ¿Dulce? ¿Sentiría su mundo detenerse? Todo apuntaba a que sí.
El coreano era el indicado, ¿no? Les agradaba a sus amigos, Luhan siempre se la pasaba bien junto a él y la nueva pareja que conformaban Jongin y Kyungsoo también se divertían con él. Todo parecía alinearse, casi dándole luz verde a lo que su corazón deseaba.
—Sabes, Yixing, me gusta alguien.
Los ojos del menor brillaron cuando observó al chino, mordiéndose el labio inferior también.
—¿En serio?
Al chino todo le temblaba por dentro, su mente estaba revuelta y qué decir de su pulso, tal vez le daría un ataque de nervios con esas palabras pronunciadas de una forma demasiado dulce y suave que no sentía merecer.
—¿Cómo es? —preguntó tanteando el terreno.
Infló las mejillas— Es un amigo reciente —inició—, es muy gracioso, a veces sus chistes son tontos pero me encantan. Su sonrisa es dulce y podría iluminar una habitación entera.
La sonrisa en los labios del mayor quería escaparse.
—Me gana por un par de años pero a pesar de ello tengo el instinto de cuidarlo siempre, ¿entiendes? —el aludido asintió con la cabeza bastante emocionado— Y, es extranjero, nació en China —soltó una ligera risa—, nunca me imaginé enamorado de alguien que hubiese nacido fuera del país.
La respiración de Yixing se entibió y sus nervios a mil, ¿eran en serio esas palabras? Si esa expresión tan linda las acompañaba entonces podría ser un sueño, ¡que nadie lo despertara, por favor!
—A mí también me gusta alguien —esbozó una sonrisa mostrando un hoyuelo.
—Ah, ¿sí? —ladeó la cabeza.
—Síp —afirmó—, es alguien muy especial, no nos conocemos hace mucho pero ya tiene un espacio en mi corazón, es tan lindo y estúpido que no puedo creer que sean la misma persona a veces.
El que escuchaba soltó una carcajada pequeña pero que lejos de ser burlona era suave y mostraba aceptación a la información reciente.
—Es un par de años menor que yo, su cabello es negro y lacio, ¡siempre huele bien! Además tiene muy buen gusto musical, es algo que me encanta de él —hablaba enumerando con los dedos—, nos gustan las mismas cosas, ¡y ambos somos unos glotones a más no poder!
La sonrisa en el rostro de Sehun se desvaneció poco a poco.
—Es coreano, eso sí, es un poco más alto que yo y---
—Yixing —lo interrumpió.
—Deja que termine, estúpido —se rio bastante ansioso—, lo ayudo a escoger su ropa de vez en cuando---
—Yixing, por favor —habló apresurado.
—¡Respeta a tus mayores! —regañó con una expresión de enojo bastante fingida— De verdad pensaba que él nunca iba a---
—Me gusta Luhan.
No, las estrellas no se alineaban a favor de los sentimientos de Yixing, algo no encajaba, algo no estaba bien.
Se suponía que iba a ser mutuo, que Sehun le tomaría las manos y lo abrazaría porque se encontraron uno al otro. No era el sentimiento de cuentos de hadas que esperaba, estaban en la página equivocada, en la historia que no les correspondía, ¡Así no lo había imaginado!
Los ojos del chino se llenaron de lágrimas que no dejó escapar a pesar del dolor que contenía su pecho y lo hacía tambalear con el movimiento del vagón de metro en el que iban.
—Oh, ¿en serio? —intentó recomponer su voz.
—Sí, me gusta desde hace un año.
Las palabras del coreano nunca dolieron tanto, eran como astillas por todo su cuerpo, tan pequeñas e imposibles de retirar con un solo intento.
—¿Y por qué no le has dicho nada? Apuesto a que también le gustas —dirigió sus ojos a un lado, el agua salada se le acumulaba demasiado rápido allí.
—Yixing, yo no tenía idea de que tú---
—¿Yo? —soltó una risa que intentó ser ligera pero que salió en forma de un sollozo lastimero— ¿De qué hablas?
Giró su rostro a pesar de las lágrimas que bajaban por sus mejillas y frunció el ceño. Se encogió de hombros como si le hubiesen preguntado qué deseaba comer, como si realmente no importara, como si su corazón no estuviese roto y cortándole desde el interior.
—Te voy a ayudar a que estés con él, ¿sí? —sorbió su nariz— ¡Un año enamorado! Debe ser duro, Sehun.
El nombrado intentó frotarle el hombro pero el mayor se apartó evitando que siquiera se acercara, cubriendo la zona con su mano restante. Varios de los pasajeros estaban bajando en una de las paradas, así que Yixing emprendió camino hacia una de las puertas.
—Yo me bajo aquí, ve con cuidado a casa.
Ni siquiera volteó a ver el rostro que tanto había rondado en sus pensamientos durante esos meses, si lo hacía se quebraría más y no se iba a dar ese lujo.
Mierda, había metido la pata, ¿por qué había sido tan estúpido al soñar que él podría? El amor no era un concepto que él manejaba pero aún así se había atrevido a dar el salto, como en otras ocasiones, y ahora dolía porque solo lograba estrellarse.
Le pesaba el cuerpo mientras avanzaba en la terminal del metro, las personas no lo notaban pero sus mejillas mojadas le quemaban, lo hacían sentirse desgraciado de su destino y las malas decisiones que tomaba o los malos rumbos que atravesaba. No estaba seguro.
Cuando llegó a casa prendió con velocidad su laptop y tecleó los cientos de mensajes a Baekhyun, diciendo entre risas lo sucedido a pesar de que lloraba frente al monitor.
«Resulta que le gusta Luhan. JAJAJAJAJAJA», gimió de dolor a medida que presionaba una tecla.
«¿Qué? No es cierto, bebé», le respondió al instante.
Asintió mientras escribía como si el contrario pudiese verlo, esas viejas costumbres de hablar o hacer lo que redactaba.
«LE GUSTA Y NO PUEDO HACER NADA AL RESPECTO», replicó, por mensajes no podía gritar pero tal vez unas mayúsculas ayudarían a resaltar el sentimiento.
Se rindió sobre su computadora, echando a llorar como un infante al que le quitaron su juguete favorito, llegando a sollozar tan alto que sus oídos se inundaron de su propio dolor y ni siquiera el silencio lograba colarse entre sus lamentos.
Ni siquiera tenía fuerzas para golpear el suelo, renegado por su suerte, su cuerpo se sentía tan débil que solo dejó que las lágrimas mojaran todo su rostro, que las malditas se fuesen y nunca volviesen porque no las necesitaba en su vida.
«Debías tener cuidado, nosotros nos enamoramos muy rápido y tal vez está mal, pero no podemos evitarlo», leyó borrosamente limpiando su nariz con la manga de la sudadera que llevaba puesta.
«Me duele, Baekhyun», repitió en voz alta con un jadeo como si literalmente le estuviesen arrancando pedazos del órgano que bombeaba sangre por todo su cuerpo.
No era como las películas. No había señales, el tiempo no se había detenido y Sehun no era el elegido.
Durante toda la semana que Yixing estuvo envuelto en sábanas y con dolores de cabeza pronunciados que no lograba aliviar ni siquiera con pastillas se le vino a la mente todo tipo de material que pudiese torturarlo por su infortunio amoroso.
Blancanieves alguna vez había dicho: «Un día mi príncipe vendrá», ¿pero dónde estaba el suyo?
Yixing se sentía estúpido por creer en almas gemelas y medias naranjas, por pensar que Sehun pudo haber sido su sonrisa mañanera o su fecha importante cada año, ¿por qué se ilusionaba con las personas? ¿Por qué asumía y esperaba tanto? Siempre pensaba mucho las cosas, tal vez demasiado.
—Hay otra persona esperando por ti —le dijo Baekhyun acariciando su espalda mientras lo abrazaba y escuchaba los suspiros agonizantes de su amigo—, créeme.
—¿Dónde? —murmuró con la voz rota y al borde del llanto, otra vez desde que llegó al departamento del bajito.
—Eso no lo sé, bebé —lo rodeó con sus brazos—, debes averiguarlo por ti mismo. Pero eso sí, lo que debes hacer es avanzar, aunque duela y sientas que no puedes dar un paso —dejó un beso en el hombro ajeno, justo donde apoyaba su cabeza—, debes darlo.
—Está bien —se tragó su dolor.
Pero no lo estaba.
A pesar de haber transcurrido cerca de un mes desde aquella declaración apresurada en el metro el chino se volvía a encontrar allí con el corazón igual de roto que cuando escapó avergonzado de los ojos de Sehun.
Yixing siempre había creído en el amor, siempre se había esforzado en alentar a sus amigos con cada baja que tenían con respecto a sus sentimientos, ¿y así le pagaban?
Ya tenía amores fallidos: Jongin, su ex-mejor amigo que jugó con él durante meses para luego elegir a otra persona. Ese había sido un golpe bajo no solo a su corazón, sino a su autoestima luego de todas las correcciones que el moreno le había hecho a su apariencia desde has subido de peso hasta nunca vas a tener trasero, ¿cierto, Xing?
Luego estaba Jongdae, el chico de sonrisa gatuna y sentido del humor que alentaba a todos a sonreír y nunca rendirse. Parecía tomarse todo a la broma, pero en cuanto se enamoró de Minseok todo se hizo serio porque por primera vez en su vida no quería malograr algo. Es una persona realmente especial, nunca he conocido a alguien así, no bromeo.
De maneras directas o no, lo habían golpeado mucho, lo dejaron sangrando en el suelo sin voz siquiera para pedir ayuda. Porque incluso cuando Yixing podía resumir esas historias en cortas oraciones, el sentimiento de dolor todavía se instalaba en su pecho cada que mencionaba esos nombres.
Y ahora se sumaba Sehun.
«¡No olviden mantener su ciudad limpia!», anunció la locutora a través del altavoz en el vagón del metro.
Los ojos del pelinegro volvieron a cristalizarse y el estómago se le revolvía nuevamente en un amargo que en algún momento podría hacerlo vomitar.
Yixing sabía que su alma gemela no lo haría sufrir así, ¡estaba afuera! ¡Lo estaba buscando! Sí, por supuesto. Esa persona estaba hecha a la perfección para él, podía verlo.
—Disculpe, ¿se encuentra bien?
El chino levantó la cabeza, mostrando sus mejillas bañadas en dolor líquido y transparente.
Tragó el amargo de sus sentimientos caducados— ¿Le parece que estoy bien? —hipeó.
No se sentía entusiasta como para hablar con alguien desconocido y fingir una sonrisa para que el ambiente dentro del transporte público no se echara a perder por sus males de amores, para fingir un solo minuto más que estaba bien porque no era cierto. No importaba qué tanto se esforzara, no lo sentía.
—No, pero no hay otra forma de saber lo que sucede, al menos no educada.
Aquel joven no le habló altaneramente, su tono de voz era suave y hasta parecía susurrar, como si quisiera que solo él lo escuchara, como si guardara un secreto de estado.
—¿Qué tan malo fue?
Los labios le temblaron y soltó un suspiro, el aire se le acumulaba en los pulmones cada que sentía cerca el llanto.
—¿De verdad tengo que responderle? Porque dudo mucho que realmente le interese —intentó hablar cortante, sin embargo su voz salió débil desde su garganta.
—Pienso que me senté junto a alguien lastimado —mantuvo su tono de voz tranquilo—, que cuando pasé por ese momento hubiese deseado que la anciana a mi lado me preguntara cómo estaba y yo hubiese podido echarme a llorar en su hombro como en las películas —soltó un suspiro que tal vez podría ser una risa cansada—. Realmente me interesó ayudarte.
El vagón del metro detuvo abruptamente su movimiento, varias de las personas en pie y sostenidas de los barandales se tambalearon por la brusquedad de la parada, haciendo preguntas al aire y esperando un mensaje de las bocinas.
Por reflejo el castaño había colocado su mano de golpe en el asiento del frente, limitando el espacio personal del chino y así evitar que se golpeara por la repentina interrupción del viaje.
«Estamos teniendo problemas técnicos, no tardaremos en reanudar el viaje. Gracias», se escuchó la voz del que parecía ser el conductor de la gran maquinaria.
Apartando su brazo con lentitud y seguridad el joven a su lado le dirigió la mirada por completo, el pelinegro se avergonzó no solo por su estado actual, sino por el pequeño chillido que había soltado por la sensación de peligro que el repentino freno le había provocado en el cuerpo.
—Junmyeon —pronunció—, así se llama el estúpido que no te deja sentirte mal en silencio.
El chino soltó una risa mientras sorbía su nariz y a la vez la limpiaba con su sudadera.
—Yixing —intentó sonreír pero el gesto solo tembló intentando aparecer en su rostro—. No quise ser grosero —admitió otra vez avergonzado.
Negó con la cabeza junto a una sonrisa ligera— Está bien, cuando estamos realmente mal ningún consuelo nos parece agradable, lo entiendo —se encogió de hombros— ¿Qué sucedió?
Tragó saliva con el cuerpo temblando nuevamente, no sabía si realmente le interesaba a ese sujeto, parecía tener la edad de Jongdae, ¿sería igual de desinteresado? Tal vez menor como Sehun y Jongin, ¿sería igual de insensible?
Dejó de intentar analizar a la persona sentada a su lado y se apresuró a contestar— Me rompieron el corazón —se rascó una de las sienes y sonrió, de nuevo, como si realmente no interesara.
Junmyeon separó los labios por unos segundos como si hubiese estado a punto de decir algo y terminado por arrepentirse.
—Yo soy un romántico empedernido —inició—, no lo puedes saber pero lo soy —explicó sin sonreír—. Me han hecho mucho daño por pensar en sentimientos cinemáticos y dramáticos con un final de película —el pelinegro clavó sus ojos en sus pies—. Así que luego de la enésima vez en que me rechazaron decidí que no volvería a entregar todo de mí, no volvería a desatarme frente a la persona supuestamente indicada porque estaba seguro de que no existía tal cosa para mí.
Yixing estuvo a punto de decir algo pero la idea se desvaneció cuando los ojos cafés del extraño se posaron sobre los suyos.
—Sin embargo así es como debería ser —mostró una sonrisa honesta—, debería ser como una película, con un final perfecto —señaló—. Porque cuando encuentres a esa persona habrá valido cada segundo, será quien te complete, quien... —suspiró riendo algo avergonzado.
—Acabe tus frases —murmuró esperando no haberse escuchado estúpido.
—Exacto —asintió con la cabeza.
Un mensaje por las bocinas del conductor anunció que el camino sería reanudado y, acto seguido, el vagón volvió a moverse en dirección a las distintas paradas que conformaban la ruta del transporte público.
Observó al castaño en silencio, él también lo hacía.
Los ojos se le llenaron de lágrimas por alguna extraña razón y su corazón volvía a funcionar, como una rosa volviendo a nacer, abandonando esos pétalos arrugados y marchitos que le daban una apariencia acabada.
Fue cuando el vagón se detuvo que se percató que aquella era su parada, que debía bajar para llegar a su departamento a tiempo y así llegar al maratón de películas que iban a transmitir dentro de media hora.
—Esta es mi parada —señaló levantándose y sorbiendo su nariz nuevamente.
Junmyeon no dijo nada, asintió con la cabeza y se despidió con la diestra, se mantuvo así cuando el pelinegro se alejó con lentitud como si estuviese dudándolo.
De alguna extraña manera el peso en su pecho se había hecho menor, sus pies se sentían más ligeros al pasar la línea amarilla de seguridad junto a las numerosas personas por su tras que obstruían la puerta al ser demasiadas.
Giró su cabeza para intentar ver al chico que había estado junto a él, sin embargo eran tantos los pasajeros que abandonaban el lugar que se le era imposible siquiera ver alguna de las ventanas del transporte.
Cuando el ferrocarril volvió a moverse la respiración del chino se cortó repentinamente, caminando apresurado tras el vagón en el que había estado como si de alguna mágica manera fuese a lograr que el conductor detuviese su ruta para que él ingresara y siguiera su corazonada de no ir a ver películas en el televisor de su cuarto.
El mundo de Yixing se había detenido, así es como debió haber sido desde el principio.
Sin embargo el sentimiento de realidad lo embargó cuando el medio de transporte desapareció en el túnel oscuro hacia otra estación. A lo mejor sí era estúpido.
Con un suspiro cubrió su rostro, dejando caer sus hombros con lentitud sintiéndose de alguna extraña forma más miserable que antes. Sus pies no le permitían moverse, los desgraciados habían decidido no seguir sus órdenes, atándolo a ese extraño momento de decepción.
Y en cuanto bajó las manos lo notó.
Junmyeon lo observaba desde el otro lado de la parada, saludándolo con timidez y sonriendo, Yixing se sonrojó violentamente sintiendo su cuerpo de nuevo ligero e incluso los latidos menos dolorosos.
Y solo era el principio.
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