el inicio

Dylan y Thomas estaban felizmente casados, o bueno, eso era hasta hace un par de años, cuando Dylan pasaba más tiempo en casa y menos viajando por trabajo. Thomas al principio entendía que su trabajo era demandante y no había nada que hacer al respecto.

Cuando llegaba lo iba a recoger al aeropuerto junto a su hijo, comían algo rápido para luego ir a casa y dejarlo dormir hasta el día siguiente, el que pasaba haciendo maletas de vuelta para volver a viajar esa misma noche. Hasta que dejó de llegar a casa para ir de un lugar a otro. El único día que Thomas lo veía era el domingo y por FaceTime.

Su pequeño extrañaba a su papá y se pasaba toda la semana esperando a que llegue el fin de esta para aunque sea ver a su padre a través de una pantalla, preguntando todos los días sí ya era domingo, él se había cansado de decirle que no y ya no respondía.

Debido al tiempo que Dylan pasaba fuera, la idea que tal vez lo engañaba no lo dejaba dormir tranquilo. Por lo que una mañana, a sabiendas que allá aún era madrugada habló con Dylan sobre ello.

Vio a su esposo sonreír con ojos tristes y repitió lo que alguna vez le dijo frente al altar. —Prometo serte fiel hasta el final de mis días y amarte incondicionalmente toda la eternidad. —Thomas se sintió la basura más grande del mundo por dudar de él. —Nunca miraría a nadie que no fueras tú, Thomas. Te amo y nada ni nadie lo cambiará. —Thomas lo miró a través de la pantalla, esta no le hacía justicia a los preciosos ojos de Dylan, no mostraban el brillo del que recordaba haberse enamorado, ni los sentimientos que solía transmitir con solo mirarlo. Suspiró. —También te amo Dyl, descansa.

Un tsunami de nostalgia lo ahogó de a pocos, hasta hace un año se desesperaba por escuchar la voz del castaño y ver su sonrisa en la pantalla o plasmada en una foto. Ahora... Ahora es otra historia.

Se sentía solo y triste, su familia estaba en Inglaterra, y los amigos que tenía aquí estaban muy ocupados con sus propias familias. Sabía que su casa era demasiado grande para dos personas y eso simplemente aumentaba el sentimiento de soledad, a pesar de tener a su más grande tesoro junto a él.

El Thomas de veinticinco que se casó con Dylan hace ya cinco años, jamás hubiera pensado en serle infiel a su castaño favorito, lástima que ahora tenía treinta y el pensar de las personas cambia conforme pasa el tiempo.

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