conociendo
Cuando vio a Thomas por primera vez, hace ya un año y medio, lo primero que se le vino a la cabeza fue sexo. El hombre era un pecado con piernas largas y cara de ángel. Siempre lo veía solo con su hijo y pensó que era padre soltero.
Hizo mil malabares para acercarse a él, pero el rubio ni caso le hacía. Lo había observado semanas enteras, este no hablaba con nadie más de lo necesario. Incluso intentó acercarse y entablar una conversación, siempre se acobardaba al final .
Llamaron del colegio para que le lleve la lonchera a su sobrina, frunció el ceño cuando llegó a su auto y vio el pequeño bolso rosa en los asientos traseros. Suspiró, tomó el bolsito y lo colgó en su hombro, colocándose su casco antes de encender su moto y arrancar camino al jardín de infantes.
Llegó a los minutos, sintiendo miradas en su persona mientras estacionaba a un lado de la acera. Se había acostumbrado a ellas, solía llamar la atención cuando iba en moto y usaba su casaca de cuero negro con botas militar del mismo color. Extrañaba vestirse así, había estado usando ropa más elegante, simplemente para llamar la atención de cierto rubio que no tenía ojos para algo más que no fuera su hijo.
Grande fue su sorpresa cuando el rubio por el que había suspirando semanas, se acercó y le habló, sonriendo tímido al terminar.
—¿Es esa una Harley 1200?
Su cerebro se hizo puré cuando escuchó su voz por primera vez y tragó saliva, tratando de disimular su nerviosismo; con la mejor sonrisa y voz seductora, respondió: —Sí, ¿quieres dar una vuelta?
Lo vio debatirse internamente, a la par que miraba directo a sus ojos. Sonrió amable, negando. Se le desinfló el corazón y algo más. La esperanza de poder llevarlo a casa y hacerlo suyo de una vez por todas se esfumó por completo.
Y la desilusión lo golpeó por completo cuando el rubio acomodó su cabello, dejando a la vista un anillo dorado en su dedo anular, joder, estaba casado. Sin embargo...
—Mi pequeño está afiebrado y tengo que llevarlo a casa. ¿Tal vez otro día?
Sonrió grande, la expectación recorriendo su cuerpo rápidamente, —Cuando quieras.
Sonrió de lado y el brillo encantador en los marrones ojos del otro provocaron reacciones peligrosas dentro suyo.
—Por cierto, soy Thomas Sangster, ¿tú eres?
Sonrió grande y estrechó la mano que el otro le ofrecía. —Will Poulter, un placer.
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