Capítulo 04 (1/2)

Los ojos marrones de Moon Bin se iluminaron en admiración y avaricia cuando pisó el penthouse de Dongmin aquella noche. El lujo, la elegancia y el buen gusto caracterizaban aquel lugar, con una exquisita decoración en tonos fríos y sobrios. Podía ver su reflejo a través de las baldosas de mármol, y sintió satisfacción al ver todo exquisitamente ordenado dando una impresión de limpieza y pulcritud.

—Puedes sentarte mientras voy a ponerme algo cómodo, tú también siéntete cómodo—le dijo Dongmin marchándose hacia su habitación.

Pero Bin poco retuvo de aquello, demasiado ensimismado en aquel lugar. No era que su casa fuera pequeña o que no fuese similar a aquel enorme penthouse en cuanto a decoración y espacios, sino que Dongmin apenas era un año mayor que él y ya podía vivir de esa manera.

Bin, sin embargo, seguía viviendo bajo el mismo techo que sus padres porque se negaba a bajar su nivel de calidad de vida al mudarse solo a un lugar que, ni remotamente, se acercaría a su casa o al penthouse de Lee Dongmin. Tendría que conformarse con algo más "modesto", y él no lo estaba dispuesto a ello.

Caminó con pasos lentos hacia la cocina, la cual era solo un poquito más pequeña que la de su casa, lo que lo asombró. Aquel penthouse era una locura y no pudo evitar que la envidia y los celos lo carcomieran. Él quería todo eso para sí mismo, y le parecía injusto que él no pudiera gozar de tremendas comodidades y privilegios.

—¿Quieres algo de beber, o de comer?—le preguntó Dongmin entrando a la cocina.

El menor lo escaneó brevemente, notando que había cambiado su atuendo por unos shorts de lino blancos y una camisa oversize azul que le quedaba un poco más abajo de su trasero. Observó con asombro la figura de Dongmin con más detenimiento, teniendo que admitir que Lee poseía una gran figura atlética. Tenía piernas bien tonificadas y con justo volumen, una cintura pequeña y glúteos grandes y fornidos, ni hablar de sus hombros y espalda ancha.

—Dongmin, ¿practicas algún deporte de casualidad?—quiso saber de imprevisto.

Dongmin no se esperaba aquella pregunta, porque salió de la nada.

—Sí. Practico fútbol y natación en el club de mi padre, y años atrás también solía practicar jiu jitsu—respondió disipando sus dudas.—¿Por qué?

—No, por nada. Simple curiosidad.

—¿Entonces? ¿Sí vas a querer algo?—volvió a preguntar mientras sacaba una lata de cerveza del refrigerador, y unas papitas de la alacena.

—¿Qué tienes?

—Tengo cerveza, soju, en el bar de la sala tengo vino, champán, whisky, ron, tequila, vodka...De chucherías tengo papitas de diferentes marcas, chocolates y gomitas.

—Creo que se me apetece un poco de champán con unas gomitas—dijo Bin con inocencia.

—Ok, ve al bar y elige el que quieras, yo te llevo las gomitas.

Como niño pequeño en dulcería, Bin se encaminó al bar, donde apreció con detenimiento las botellas carísimas de las diferentes bebidas que Dongmin había mencionado. Conocía a la mayoría de ellas y sabía en qué precios rondaban, y está demás decir que eran precios exageradamente altos, cosa que él sabía a la perfección.

Fue a la más cara de todas en el bar, un Dom Perignon 1959. La última vez que se cercioró, el precio rondaba entre los cuarenta y dos mil dólares. La gente no mentía cuando decía que Lee Dongmin era asquerosamente rico.

Minutos después, los dos se encontraban en la cama de Dongmin, tomando de sus bebidas y comiendo de sus aperitivos mientras conversaban de esto y aquello, en ese momento habían entrado en un tema de conversación que involucraba experiencias amorosas del pasado.

—No te creo, eres muy guapo—le decía Bin a Dongmin tras escuchar que este no se consideraba como tal en la secundaria.

—Lo sé, pero no lo era en ese momento. Tenía un montón de acné y usaba aparatos en los dientes, no obtuve esta sonrisa perfecta de nacimiento, ¿sabes?—relataba el mayor bebiendo toda la lata de un sorbo.

—No pudo haber sido tan malo—insistió.

—Pero lo fue. Luego tuve un glow up a los dieciséis—mencionó orgulloso.

—¿Cómo?

—Me quitaron los aparatos, solucioné mis problemas con el acné, empecé a hacer deporte y cambié mi estilo de vestir. No puedo negarlo, me veía bien—alardeó de su pasado.

—Me imagino que tuviste a un montón de chicos y chicas detrás–acotó Bin, siguiéndole el hilo de la conversación.

—Aunque hubiera preferido que no, solía ser agobiante a veces, y pude haberme ahorrado malas experiencias—contó con algo de amargura en las ultimas palabras, recordando memorias no gratas y amargas.

—¿Qué tipo de experiencias serían esas?—preguntó por mera curiosidad.

¿Qué malas experiencias podría tener una persona como Lee Dongmin?

—Me enamoré de un tipo ocho años mayor que yo que terminó estafándome—le contó entre risas sarcásticas recordando lo tonto que fue.

—¿Hablas en serio?—preguntó sorprendido.

—Hablo en serio, lamentablemente.

—Cuéntame más—le pidió totalmente interesado en el historia.

El contrario lo miró algo desconfiado pero terminó riendo mientras aceptaba.

—Su nombre era Cristopher, yo tenía dieciséis y él acababa de cumplir los veinticuatro, nos conocimos en una fiesta en la que, claramente, no debí estar a esa edad—dijo empezando con la historia, y Bin podía ver en sus ojos el disgusto del mayor.

—Así que fuiste un adolescente rebelde—comentó Bin.

El contrario sonrió de lado.

—Algo así...Pero en resumidas cuentas,  yo me sentía lo suficientemente maduro para sobrellevar todo eso, incluso me sentí orgulloso porque un tipo mayor estaba interesado en mí. Creí tontamente que lo tenía a mi merced, consintiéndome y desviviéndose por mí, vaya idiota...No existe tal cosa en una relación tan desigual.

—¿Cómo terminaron?

—Estuvimos juntos seis meses, y en esos seis meses me enamoré de él al punto de confiarle mis tarjetas de crédito y débito, ese idiota sí que aprovechó esa confianza...Un día llegó llorando porque supuestamente su abuela se encontraba hospitalizada y no tenían dinero para solventar los gastos médicos, así que como buen novio puse a disposición mi tarjeta de débito con más de cien mil dólares—contó y de repente lo invadió la vergüenza, tapando su rostro con sus manos.

—Supongo que su abuela no estaba enferma, en primer lugar.

—Supones bien. Vació la tarjeta y me ghosteó huyendo a Australia, ¿puedes creer? No solo me costó dinero su hazaña, sino que también mi salida del closet con mis padres...Traumático—dijo, concluyendo la historia de su ex.

—¿Cómo fue todo ese asunto?—preguntó acomodándose.

—Como dije, algo traumático. Tuve que confesarles lo que pasó y cómo se dieron las cosas. Mi mamá pegó el grito al cielo y mi papá perdió la cabeza porque su primogénito salió maricon—rió sin gracia—. De ahí me mandó a terapias de conversión que no sirvieron de mucho, como podrás notar. Con el tiempo solo le quedó resignarse y aceptarme tal como soy, aunque eso no se dio de la nada, tuve que demostrarle que mi orientación sexual no tenía nada que ver con mis capacidades.

—¿No supiste nada del tipo ese después de eso?

—Solo supe que mi papá le dio un escarmiento discretamente, no quiso denunciarlo porque la prensa podría enterarse y para él era preferible ignorarlo a que todo el mundo se enterase de que su hijo era gay.

—Entiendo, debió haber sido muy duro y desolador para ti todo ese proceso.

Cualquiera que lo escuchara y viese pensaría que Bin estaba genuinamente preocupado y conmovido. Pero solo era parte de su actuación.

—Por supuesto, pero al menos me quedo con las enseñanzas. Ese evento canónico me enseñó a ser más perspicaz, más precavido, menos confianzudo...¿Sabes qué Bin? Ya nadie logra poder engañarme, porque sobre-analizo cada mínima cosa, y siempre me aseguro de ir un paso más adelante.

Un escalofrío recorrió toda la espina dorsal de Moon Bin ante la seriedad de aquellas palabras y aquellos ojos vacíos que lo miraron sin pestañear mientras las  pronunciaba.

Sin embargo, cinco segundos después el semblante del chico cambió a una sonrisa.

—En fin, suficiente de mí, Bin. Cuéntame sobre ti ahora, quiero escucharte—dijo zanjando el tema de su salida del closet y la estafa de la que fue víctima.

La mirada y expresión de Dongmin le produjeron cierta inquietud, pero decidió ignorarlo.

Los siguientes veinte minutos estuvieron llenos de verdades a medias, dejándose lucir como un tipo encantador delante de Dongmin. Bin era un mentiroso sinvergüenza, sin escrúpulos ni remordimiento. Le contó que fue un estudiante sobresaliente (verdad) que hizo todo lo posible por portarse debidamente con tal de no avergonzar a su padre (mentira, era un jodido busca pleitos, y un mujeriego), que tuvo relaciones bonitas en su adolescencia (otra mentira, les terminaba siendo infiel a cada una de ellas), y que era muy unido a su madre (verdad, lo avaricioso y ambicioso lo heredó de ella así que siempre compaginaron bien).

Entre risas y bromas, terminaron besándose. Sus bocas se fundían armoniosamente en una danza placentera, saboreándose entre sí. Bin estaba feliz, tenía la corazonada de que aquella noche finalmente podría terminar victorioso con su apuesta. Llevó su mano a la cintura del muchacho, atrayéndolo hacia él para sentarlo en su regazo, obteniendo un jadeo placentero por parte de Dongmin como respuesta.

Con una mano en su nuca, y otra en los muslos jugosos de Dongmin, se dejó de llevar tratando de no pensar mucho en lo que estaba sucediendo y en las sensaciones que estaba sintiendo. Dongmin acariciaba el pelo de su nuca y alaba de él buscando más cercanía, aunque ya no había tal cosa como distancia entre ellos. Solo se podían escuchar los suspiros y los chasquidos que producían al besarse con hambre.

De un momento a otro Dongmin empezó a frotarse contra Bin, el cual se asustó al sentirse tan excitado de repente, al encontrarse a sí mismo disfrutando del roce de sus cuerpos.

"Solo es por la estimulación. Solo es por la estimulación". Se repetía en sus pensamientos a la vez que una erección empezaba a crecer en sus pantalones.

El menor llevó sus manos a las nalgas semidesnudas de Dongmin, pues su short se había subido a mitad de sus nalgas en aquella posición. Y le gustó la textura suave en sus dedos, se sentía muy bien bajo su tacto, tan jugoso y tonificado.

—No puedo negarlo, Moon, besas muy bien—susurró Dongmin sobre sus labios al despegarse unos segundos por oxígeno.

—Lo sé—respondió con una sonrisa coqueta, para luego volver a lanzarse hacia sus labios.

Las manos de Dongmin se pusieron más juguetonas, adentrándose por la camisa de Bin, para poder sentir la piel tersa de su espalda, sintiendo los músculos bajo sus manos, disfrutando de lo grande y ancha que era. Dongmin se separó de aquellos labios que le parecían una delicia, para empezar a repartir besos mojados por la mandíbula de Bin, bajando hasta su cuello, donde se entretuvo chupando, lamiendo y besando, logrando sacar sonoros gemidos de Bin que lograban hacer palpitar su polla.

—¿Hoy sí me vas a dejar cogerte?—preguntó Bin en medio de un jadeo.

Dongmin rió al notarlo desesperado, desesperado por él. Cómo lo encendía sentirse deseando.

—No sé, por ahora solo déjame comerte la polla, ¿sí?—susurró el mayor rozando levemente la entrepierna de Bin por encima de su pantalón.

—No preguntes, solo hazlo—dijo mirándolo a los ojos totalmente dilatados ante la expectativas

Dongmin sonrió, satisfecho con la respuesta.

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La cortó hasta acá para no hacerlo muy largo bellas 🫶🏽

Espero les esté gustando, y agradezco mucho el apoyo y la paciencia 🥺

Lxs tqm 😽 nos vemos pronto por acá

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