Capítulo 3 : El primer encuentro. Parte uno.

Todo estaba oscuro.

No tenía miedo, la oscuridad no era algo a lo que hubiese que temerle, pero aún así, tenía un sentimiento de soledad  que le inquietaba.

El espacio negro en el que se encontraba se hacía cada vez más pequeño, aplastándola, no podía gritar, las palabras no salía; tampoco podía moverse, cada vez estaba más comprimida, sentía que se ahogaba. Sentía que estaba encerrada en un lugar ajeno a todo que intentaba matarla y estaba sola, completamente sola.

Iba a morir.

Y nadie vendría a ayudarla.





































































































Se despertó de golpe, jadeando, como si tratará de recuperar el aire que perdió mientras estaba en su pesadilla, sudaba frío y temblaba de miedo.
"Solo fue un sueño, un maldito sueño", se decía para tratar de tranquilizarse, "todo está bien...todo está bien..." en un intento de reconfortarse, se abrazo a si misma,  no quería despertar a nadie, resolvería sus problemas sola...como siempre lo había hecho.



No quería volver a dormir y arriesgarse a tener otra pesadilla como esa, por lo que decidió leer un poco para tranquilizarse, tomo del buró el primer libro que su mano alcanzó.

"El retrato de Dorian Gray", de Oscar Wide.

La historia del excéntrico millonario que pierde su alma con tal de permanecer jóven y disfrutar de los placeres mundanos del mundo se le hacía tremendamente familiar.

Su vida era extraña, su familia era extraña, todo el maldito pueblo era extraño.

Ella era extraña.























MÁS TARDE.

La fila para entrar al baño era aburrida, sí, solo eran cinco personas y aún así eran eternas, tal vez por qué solo eran mujeres las que conformaban su familia.

No sé quería imaginar lo que sentiría un chico en una casa llena de mujeres.
Pero el hecho de haberse despertado tan temprano la beneficio, pudo ser la primera en usar el baño, no se molestó en abrir el agua caliente, necesita estar despierta, por lo dejaba correr el agua fría por su pálido cuerpo, enjuagando su largo y negro cabello, intentaba pensar en cualquier cosa que le distragiera de su pesadilla.

El regreso a clases podía ser una buena idea, de no ser porque justamente iba a entrar en la secundaria, ya tenía en claro que pasaría en su primer año : niños creyéndose adultos solo por entrar a la pubertad, los de último grado molestando a los de nuevo ingreso por "tradición", los de nuevo ingreso orinandose en los pantalones de miedo, y todos el alumnado desbordando hormonas hasta por los poros, aulas apestando a sudor y pescado.

Sip, las cosas no eran muy prometedoras, y solo faltaba un día para que empezará.

Cerró la llave, se envolvió en su toalla, empezó a secarse  el cabello, ese cabello que en su opinión, aveces sentía que pesaba bastante.

Luego de vestirse, y cepillar tanto sus dientes como su cabello, salió del baño,  una vez afuera, captó el olor a huevos y tocino, su madre se había levantado a preparar el desayuno, además, esperando a que saliera del baño, estaba su hermanita Cindy, una pequeña morena de cabello esponjoso que a simple vista, nadie pensaría que fueran hermanas.

- ¡Hola Lilith!- Cindy parecía tener esa cualidad de estar alegre todo el tiempo, rara vez cambiaba esa expresión de felicidad de su rostro.

- Hola Cindy, adelante, y recuerda, está vez cierra con seguro.- le recordó Lilith puesto que la infanta parecía siempre olvidar hacer eso, le alboroto el cabello y fue a su habitación a cambiarse.

Mientras se quitaba las pijamas pudo escuchar como se hacía un alboroto en la habitación de sus hermanas mayores.

-¡No!¡No puedes obligarme!- el grito desesperado de Sonnet llamó su atención.

-¡Por supuesto que puedo!¡Llevas un mes entero apestando y no pienso tolerarlo más!- le respondió Cleo a su compañera de habitación.

Lilith había decidido ponerse un vestido que dejaba ver sus hombros gris sin nada especial, un suéter negro y unas botas con dobladillo.

Se podía oír como las gemelas de diferente raza se peleaban entre sí, la puerta de la habitación de estas se habrió de una patada, Cleo sacaba a Sonnet cargando, mientras ella se retorcía y pataleaba.

-¡Suéltame!

- ¡Te vas a bañar, así tenga que meterme contigo ala ducha!

Cuando Lilith acababa de ponerse el calzado, escuchó como la puerta del baño era abierta con violencia...y el grito de sus tres hermanas al unísono.

- Y no le puso seguro.







En la mesa, las  damas degustaban un rico desayuno, tanto Cindy como Lilith comían el cereal del Conde Chocula, Cleo y Sonnet unos deliciosos huevos revueltos con tocino, aunque la chica otaku no le quitaba la vista a su gemela con más melanina en la piel, y a esta última poco le importaba lo que su hermana pensará, ya había cumplido su objetivo.

La madre de todas ellas, Haiku Takeda, observaba a sus hijas mientras bebía café negro y mordía una tostada con mermelada.

- Bueno niñas, ¿tienen planes para el día de hoy?- Haiku parecía nerviosa de hablar con sus propias hijas - pensaba que tal vez podíamos ir al cine, o algún lugar donde pudiésemos divertirnos, solo faltan dos días para que regresen a la escuela, y creo que deberíamos aprovechar este tiempo juntos...

- Tengo que ir a trabajar - contestó Cleo sin ganas - tenemos que hacer inventario, por lo que no creo estar disponible.

El poco interés que mostraba la mayor de las chicas daba entender que no quería presentarse a laborar, pero a la vez no deseaba pasar tiempo con su madre.

- Yo...yo pienso salir de...compras con mis amigas...- Sonnet no tenía planeado acompañar a sus amigas al mall, de hecho rechazó la invitación de ir, pero la situación era conveniente, además, no tenía el impedimento de su mal olor ahora.

- Yo puedo quedarme contigo mamá- la pequeña Cindy siempre estaba contenta al lado de su madre, no había ningún inconveniente en quedarse con ella y pasar el día divirtiéndose juntas...

Un zumbido sonó, era el celular de Cindy.

-¡Oh!¡Mamá, la capitana Leia ha convocado una junta de emergencia!¡Dice que todas debemos ir!¡Los siento, debo prepararme!

Y sin siquiera esperar a que le dieran permiso o decirle a su madre a qué hora volvía.

Eso solo dejaba a Lilith.

Y si algo no quería Lilith era hablar con su madre, al menos no por ahora, lo que pasó aún le deba repeluz.

- Lilith...- Haiku sonaba casí como una súplica, estaba triste de que sus hijas la evitarán desde que descubrieron la verdad de su padre, y lo que eso ocasionó - podrías...- guardo silencio, estaba pensando bien en lo que iba a decir-...¿Podrías sacar a pasear a Asmodeus?

La pregunta sorprendió a Lilith, su madre se había dado por vencida.

- Voy a estar muy ocupada, necesito repasar mi plan de clases, y revisar que todo esté en orden para pasado  mañana, ¿Podrías sacarlo a pasear tú?.

Haiku ya tenía todo listo para volver a dar clases en la primaria de Royal Woods, no tenía nada que hacer en todo el día, pero no quería obligar a Lilith a pasar el día con ella cuando evidentemente esta no quería, resignada, ella misma le dió una escapatoria de esta situación incómoda.

- Sí, claro mamá, lo sacaré a pasear. - Lilith se sintió avergonsada por la situación, pero obedeció al final.

Dejó a su madre sola en el comedor, tomó la correa del perro y se dirigió a la parte trasera de la casa, de un silbido llamó al perro de la familia y este no tardó nada en correr hacia ella para derribarla y lamerle toda la cara.

-¡Asmodeus!¡Basta, acabo de bañarme!- Lilith de hecho disfrutaba mucho el afecto mostrado por el can, era imposible enojarse con él...a menos claro que defecára encima de la mesa y  mordiera los sillones.

Cuando por fin pudo levantarse, enganchó la correa al collar del pastor belga comenzó a caminar para llevarlo a qué estirará las patas.

Salió de casa y pasó por todo el  vecindario, era un lugar tranquilo, nadie tenía problemas con nadie, rara vez había problemas entre los vecinos, y por lo regular todo estaba en silencio. No como en la avenida Franklin, las malas lenguas dicen que en el pasado la familia Loud era la principal generadora de problemas en el pueblo, aunque desde que los hijos dejaron su hogar, todo se había calmado. Hasta ahora, recientemente una familia se había mudado a la casa de al lado, una cuyos hijos eran de lo más... peculiares.

Asmodeus era quien más estaba disfrutando de la salida, no se imaginaba una vida mejor de la que tenía, con una familia que lo quería tanto, a pesar de que solían regañarlo, no era su culpa que los sillones calmaran su comezón en las encías, sabia, pero nunca le agradó el hombre que la señora metía a la casa, sentía que sólo traía problemas y las niñas no se veían bien desde la última vez que el vino, por suerte este no había vuelto en mucho tiempo, y esperaba que así fuera, si lo volvía a ver le arrancaría el trasero a mordidas.

Al llegar al parque de Royal Woods, se sentó en una de las bancas, a reflexionar sobre el tema de su madre, era cierto que su madre era en gran parte responsable de lo que ocurrió, pero descubrir que su "padre" en realidad era un hombre casado todo este tiempo y que ella y sus hermanas eran hijos del adulterio no era así que digamos algo  sencillo de hablar. Pero no podía seguir huyendo de "la charla", está iba a suceder, y debía estar lista para cuando eso pasará.

Se levantó de la banca y cuando estaba por irse con su mascota, un grito resonó por los aires, y vió como una niña pasó por encima de su cabeza para estamparse contra el suelo.

Por puro altruismo, Lilith corrió a auxiliar a la niña, le dió la vuelta para  quitarle el casco, no había heridas, solo se había raspado los brazos y la rodilla, pero no se había roto nada, sin duda había tenido suerte, de lo contrario el mundo habría perdido a otra castaña pecosa, de esas que sobran.

Viéndolo bien, se dió cuenta que no era una niña, era el hijo enano de Luna Loud, el mismo que metió un armadillo entre los balones de básquet y que casí incendio la casa de sus abuelos.

- Mierda, tenías que ser tú...

-¡¡¡LEMY!!!

Alzó la vista y vió a su dos amigos que nunca se despegaban de el : Lina Sharp, la hija de Sam Sharp, y el chico negro cuyo nombre no recuerda, pero también iba con ellos una rubia, igual de enana que Lemy.

- Oh por Dios, oh por Dios, oh por Dios...

- Viejo, ¿Estás...?

- Está bien, no le pasó nada...- Lilith intentaba tranquilizarlos, mientras Asmodeus solo observaba.

- Oh mierda, esto fue una mala idea, no debí sugerir esto...- la rubia estaba al borde del llanto, Lilith no sabía porque, pero esa rubia se le hacía algo insoportable, no era por ser racista, pero las rubias le generaban un poco de desagrado.

- Tranquilos, su amigo está bien, pudo haber muerto, pero sin duda es un idiota con suerte...

Unos quejidos se empezaron a oír, Lemy estaba despertando, y lo primero que vieron sus ojos fue el rostro más hermoso que vería en su vida.

-¿Es...estoy...muerto?- con lo que estaba viendo, no dudaba que estuviera en el cielo... aunque el en sí no perteneciera ahí.

- Por desgracia no.- susurro Lilith.

Continuará...

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Gracias por leer, les juró que actualizaré este fic más seguido, no se crean, no soy de los que abandonan historias, si no vuelvo es por qué me morí o porque Wattpad me borró la cuenta por Copyright.

Se despide GaryStu69, porque donde tú ves el seis, yo veo el nueve.








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