Para D.P.G.

Y aquí estoy de nuevo,

revolcándome en mi miseria,

pensando en todos los minuciosos detalles

de la tragedia que compartimos,

y que se llamó amor.


Pensando en todo lo que quisimos tener,

en todo lo que anhelamos ser

y nunca fuimos.

En todo lo que nunca se dijo,

en todo lo que nunca pasó.

Estoy mirando tus fotos 

desde el valle del olvido,

y deseando que estuvieras

sentada aquí, conmigo.

Examinando en vano los días perdidos.


La evidencia es bien clara, está ahí en mi pantalla;

una vez fuiste mía, una vez yo fui tuya;

una vez me besaste, una vez me amaste;

pero ahora nada más queda

que las centenas de injurias

que me dedicaste,

y la triste penumbra,

de dolor y de duda,

que cubre tu viejo lugar en mi corazón. 


La incertidumbre me nubla la razón;

me muerdo los labios y contemplo

si debería escribirte de nuevo.

Si debería, luego de seis años lejos,

lanzar mi orgullo al fuego,

mi lógica a la basura,

mi coherencia al mar

junto a mi amor propio y mi respeto, 

para luego atravesar el vacío sinistro,

y buscar a gritos tu espíritu,

entre la oscura y misteriosa bruma. 


Pero algo de calma aún debe restarme.

Un poco de prudencia aún debe quedarme.

Porque así que esta idea aparece, la misma se va.

Cuando recuerdo todo el drama por el que me hiciste pasar.


Pero no te puedo culpar del todo, ni llamar de villana,

cuando yo sé que la culpa por lo ocurrido fue de ambas.

No te puedo exigir explicaciones, cuando ni yo misma las tengo.

Así como no puedo borrar las previas declaraciones

que hice a tu respecto, y de las cuales hasta hoy yo me arrepiento.


Gritos, celos, violencia, desprecio.

Resentimiento, temor, arrepentimiento, despecho. 

Una combinación fatal, que arruinó el final

feliz que debió pertenecernos.


Yo sin diagnóstico; tú en desespero.

Las dos con familias disfuncionales,

cargando traumas y males

que no debieron ser nuestros.


La receta para el caos se escribió sola.

Y ahora, esto es lo que sobra:

Fotos viejas en mi computadora,

y una nostalgia jodida,

que me retuerce el alma. 


Pero si te preguntas si todavía te amo,

si todavía en vano, tu nombre llamo,

sabiendo que nunca a mi vida irás a volver;

si vivo de recuerdos, si vivo del ayer;

la respuesta es "sí".

Simple así. 


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