Capítulo 6
P.O.V. James Sirius (hijo de Harry y Ginny, Harry Potter)
El tiempo pasó mucho más rápido de lo que creía. Habían pasado ya casi dos meses cuando en el desayuno nos anunciaron una nueva actividad.
- Los que sean mayores de dieciséis años, tendrán que presentarse al paisaje del miedo. - explicó Tessa. - Para quien no lo sepa, el paisaje del miedo es una simulación que se hacía antiguamente en la iniciación de osadía. Trata de pasar por tus miedos. Una persona normal tiene entre diez y veinte miedos. La persona con menos miedos conocidos hasta ahora es Tobias Eaton, con cuatro miedos.
- Por la tarde llamaremos a los mayores de dieciséis años para que vengan a la sala de simulaciones para hacer la prueba. - continuó Jacob. - Si tenéis alguna duda, preguntárselo a Selly o a Bruno.
Así que por la tarde nos llamaron a Erik, Eva, Mary, Tyler, Renesmee, Bruno, Selly, Becca, Sara, Izan Will y yo.
Yo iba entre Erik y Will. Los tres nos habíamos hecho bastante amigos, junto con Tyler y Bruno, que iban detrás nuestro. Bruno le estaba contando algo a Tyler respecto al paisaje del miedo.
Nos sentaron en una sala para esperar a que llegara nuestro turno. El primero en entrar fue Will.
Will salió diciendo algo que sonaba a: "no ha pasado nada, solo era una simulación, los patos aún no han conquistado el mundo ni te han hecho su prisionero por lo guapo que eres...", mientras sus hermanos Izan y Sara y su prima Becca se reían a su costa.
Will era muuuuuy raro, a veces demasiado. Pero era gracioso y me caía bien.
Después fue mi turno. No sabía cuáles ni cuántos serían mis miedos y aunque no lo pienso reconocer nunca, en ese momento estaba un poco asustado. Vale, muy asustado.
Cuando era pequeño me daban miedo los dementores. Hice que me dejaran de dar miedo asustando a mi hermano Albus contándole historias sobre dementores que se llevaban a niños que se llamaran con los nombres de directores de Hogwarts, todas inventadas por mi.
- James. - me llamó Tessa, cuando entré en la habitación. - Siéntate aquí, por favor. Te pincharé y entrarás en la simulación del paisaje del miedo . Tienes que recordar que solo es una simulación, que no es real. Tienes que mantener la calma.
Yo asentí con la cabeza y me senté. Traté de calmarme, me temblaban las manos. Tessa me clavó la aguja con el suero de la simulación y todo a mi alrededor desapareció para cambiar totalmente.
No os voy a explicar todos mis miedos, puesto que la mayoría son raros y vergonzosos y además sería muy aburrido. Solo el último.
Cuando ya estaba pillando el tranquillo a esto del paisaje del miedo, la imagen cambió y me encontré en una sala totalmente blanca. Delante de mí estaba un hombre, si se le podía llamar así.
Vestía una túnica negra. En su mano derecha tenía una varita. Tenía la piel muy pálida, de color grisáceo. Su cara era lo peor. No tenía nariz, en su lugar habían dos agujeros que parecían ser los de una serpiente. Sus ojos negros y penetrantes parecían querer matarte con una sola mirada.
Era Lord Voldemort.
De pequeño siempre me había dado miedo que Voldemort de alguna manera volviera. Me asustaba porque si llegara a regresar, lo primero que haría sería ir a por mi padre y mi familia, me daba pánico pensar en que podía llegar a perderlos.
- James Sirius Potter. - me llamó. Alargó las 'eses' de mi nombre, como lo haría una serpiente y pronunció mi apellido con asco. Se fue acercando a mi, mientras mi corazón se aceleraba. - Mátales.
Me dio su varita y yo la cogí, mientras me temblaba demasiado todo el cuerpo. Al tocarme, su mano estaba helada, como la de un muerto.
No entendí su mensaje hasta que aparecieron cuatro personas de la nada.
Eran mis padres y Albus y Lily.
Tenía que matar a mi familia.
Me quedé paralizado sin saber que hacer. Voldemort volvió a hablar con esa voz que me ponía los pelos de punta.
- Si no los matas tú lo haré yo. - dijo, mientras iba hacia mí para quitarme la varita que me había dado.
- No. - me negué yo. - Se lo que debo hacer.
Voldemort se empezó a reír con esa risa escalofriante que tienen los malos en las películas Muggle y un escalofrío me recorrió la columna vertebral. Agarré la varita hasta hacerme daño y suspiré.
- ¡Avada Kedavra! - exclamé, mientras una luz verde salía de mi varita.
La maldición imperdonable se estrelló contra el cuerpo de Voldemort, que había dejado de reír y me miraba con rabia. Pero estaba muerto.
Me desperté cubierto de sudor de la simulación.
- Lo has hecho muy bien, James. - me felicitó Tessa Gray. - Puedes irte ya. Dile que pase Eva.
...
P.o.v. Eva (hija de Victoria y Christian, memorias de Idhún)
James salió de la simulación y me llamó para que entrara.
Tenía un poco de miedo (solo un poco) por no saber que me encontraría en mi paisaje del miedo, pero me dirigí hasta la sala con paso firme para que no se notara lo nerviosa que estaba.
- Hola, Eva. - me saludó Tessa cuando entré.
Yo le respondí con un simple "hola" y ella comenzó a prepararme para la simulación. Cerré los ojos cuando me clavó la aguja.
Cuando los abrí, ya no estaba en la sala de simulaciones, sino en la sala de armas de Limbhad. La ventana redonda estaba cerrada, pero tenía mucho frío.
Junto a todas las demás espadas estaba mini-Haiass. Me acerqué hasta allí y la cogí. Me sentí rara, no sentí el calor interno que me recorría cada ver que cogía la espada, sino que me dio frío. Desenfundé la espada.
Intenté mover la mano derecha, donde sostenía la espada, pero mi mano no me respondió. Bajé la mirada y contemplé aterrorizada como mi mano se estaba congelando poco a poco.
Intenté dar un paso hacia la puerta, pero el hielo había avanzado rápido y en ese momento casi toda mi pierna estaba ya helada. Me caí contra el suelo de la sala de entrenamiento.
- ¡Jack! ¡Erik! ¡Mamá! ¡Papá! - les llamé gritando, cuando el hielo ya se extendía por mi cuello, aunque sabía que no había nadie allí para ayudarme. - ¡Ayu...!
El hielo me tapó la boca. Antes de que se me congelaran los ojos, deje escapar una única lagrima que se deslizó lentamente por el hielo.
Cuando abrí los ojos ya no estaba congelada. A decir verdad, hacía demasiado calor. A claro, estaba dentro de una hoguera. Primero se congelaba y luego la mentían en una hoguera, todo muy normal.
Estaba siendo quemada en la plaza central de un reino, posiblemente Vanissar. La gente se amontonaba en la plaza para verme arder, pero mantenían la distancia. Diferencié caras conocidas entre la multitud.
Entre ellos Shail, Zaisei, Kimara y Rando y lo que más me dolió, Jack, Erik y mi madre también estaban allí. Los tres sonreían como si estuvieran viendo un espectáculo.
- ¡Muere! ¡Eres un monstruo! - gritó una mujer desconocida entre el público.
- ¡Es cierto! ¡Es la nieta de Ashran el nigromante! - exclamó otro.
-¡Mamá! ¡Erik! ¡Jack! - les llamé. Ellos continuaron sonriendo. - Erik, ayúdame, eres mi hermano...
- No somos hermanos, tú solo eres un monstruo. - me dijo él, haciendo énfasis en la palabra monstruo.
No sé de dónde saqué fuerzas para transformarme, pero allí estaba yo, una Shek de color negro sobre volando la plaza. Toda la multitud se alejó de allí y me encontré delante de un dragón de color rojo, mi hermano.
- Déjame marcharme, Erik. - le dije en su mente.
- Los Sheks deben ser extintos como ellos hicieron con los dragones. - dijo él. - No puedo dejar libre a un monstruo.
Esquive por los pelos su llamarada de fuego. En ese momento, mi parte racional dejó de funcionar y le ataqué. La pelea fue confusa pero el resultado estaba claro.
Ante mi, en el suelo, estaba el cuerpo muerto de Erik. Y yo le había matado.
Mi madre me miró con odio y susurró la palabra monstruo y desapareció de allí con lágrimas en los ojos. Entonces reaccioné a lo que había pasado y lo que había hecho.
Me volví a transformar y las lágrimas corrieron por mis mejillas.
Era un monstruo.
La imagen cambió. Reconocí instantáneamente donde estaba. Había venido varias veces a Idhún y visitado casi todos los reinos, pero aquel siempre sería mi lugar favorito. El monte Lunn.
La primera vez que lo visité, mi madre me contó que aquí había aparecido el primer unicornio. Aquel lugar era especial para mí madre, al ser la última de su raza.
En ese momento, el cielo se volvió de color rojo carmesí. Estaba en la conjunción astral que hace muchos años mató a casi todos los dragones y unicornios, solo que esta vez era diferente a cuando el alma de Limbhad me lo enseñó, del cielo caían cadáveres de Sheks.
Entonces un Shek cayó muerto del cielo a mis pies. Sentí que mi corazón se rompía en pedazos, ese Shek era mi padre.
Su cuerpo se volvió a transformar en humano.
- ¡Papá! - exclamé, llorando.
- E...va... - susrró Christian, tosiendo sangre. Sus ojos azules iguales a los míos se volvieron blancos y ya no volvió a respirar. Mis lagrimas empaparon su cara.
Los Sheks dejaron de caer, estaban todos muertos.
No se oía ninguna voz, no había nadie.
Estaba sola.
Completamente sola.
Cerré los ojos y me sequé las lágrimas con el brazo.
Cuando abrí los ojos, Tessa me miraba, un poco asustada.
- Lo que has visto no es real, es solo una simulación. - me dijo.
- Lo sé. - respondí, cortante.
- Si quieres esperar aquí hasta calmarte un poco...
- No es necesario. - le corté.
Me levanté del asiento y salí de la habitación dejando a Tessa mirándome extrañada.
Debía tener los ojos rojos de haber estado llorando, porque Erik se dispuso a seguirme cuando salí corriendo de allí, pero fue llamado por Tessa para entrar al paisaje del miedo y no pudo.
Subí al tejado del edificio y me senté allí. Había encontrado ese lugar hacia un mes que había encontrado ese escondite y desde entonces venía todas las noches. Era como mi refugio secreto.
Dejé que las lágrimas corrieran por mis mejillas.
Escuché una voz a mis espaldas y me giré instintivamente.
- Que sepas que corres muy rápido. Creía que te habías dado cuenta de que te seguía.
- ¿Qué quieres, Selly? - le pregunté.
- Solo he venido aquí a ver cómo estabas. - respondió ella sonriendo. - Sé cómo se siente la primera que pasas por tu paisaje del miedo, sé cómo te sientes.
- No tienes ni idea de cómo me siento ahora mismo. - dije.
- No hace falta que seas la chica dura sin sentimientos durante todo el tiempo. ¿No te cansas de pasarte la vida contestando a la gente a base de gruñidos? ¿No te cansas de estar sola?
- No estoy sola. Tengo a mis padres, a Erik y a Jack. - respondí. - Ahora solo a Erik.
- ¿Y tus amigos ? - preguntó - ¿O cortas con tu espada a todo el mundo que se te acerca?
- No tengo amigos. Nadie se me acerca.
- Yo puedo ser tu amiga, lo sabes, ¿verdad? - me dijo Selly.
- Tu podrías hacerte amiga de cualquiera de aquí. - Suspiré- . ¿Por qué malgastar tu tiempo en mi?
- Porque estoy segura de que no tienes un trozo de hielo por corazón. Y porque necesitas a una amiga que te dé lo que necesitas en este lo momento.
- ¿Qué necesito?
- Un abrazo y un hombro en el que llorar. - me dijo, abrazándome.
Después me dejó apoyar mi cabeza en su hombro y me contó cosas sobre la primera vez que pasó por su paisaje del miedo.
No se porque me sentí mejor.
Por fin tenía una amiga en la que confiar y con la que hablar.
A partir de ese día nos hicimos inseparables.
Hola lectores
Lo siento por tardar tanto en publicar, pero aquí les dejo el capítulo.
Espero que les guste!
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