un descontrol de simbiontes en las calles

En las calles, el caos comenzó a desatarse cuando los simbiontes liberados por Carnage tomaron control de las personas desprevenidas. Los noticieros interrumpían sus transmisiones regulares para mostrar escenas aterradoras: ciudadanos comunes siendo cubiertos por una masa oscura y viscosa, perdiendo el control de sus cuerpos mientras los simbiontes se fusionaban con ellos.

Reporteros asustados intentaban narrar la situación, pero era evidente que estaban aterrados. "Estamos viendo una escena de pesadilla aquí en el centro de la ciudad. Estas... criaturas, estas masas oscuras, están tomando a las personas, cubriéndolas por completo. No sabemos qué está pasando, pero parece que la gente no tiene manera de defenderse..."

Las imágenes eran devastadoras. Personas gritaban y corrían, pero los simbiontes eran implacables, saltando de un cuerpo a otro, tomando el control de cualquiera que se cruzara en su camino. En cuestión de minutos, las calles que antes estaban llenas de vida ahora parecían un campo de batalla invadido por criaturas alienígenas.

Los pocos héroes que aún no habían llegado a las instalaciones de SHIELD estaban ocupados intentando contener el avance de los simbiontes, pero parecía imposible detener a tantos a la vez. La ciudad se hundía en el caos, y los gritos de terror resonaban en cada esquina. Las cámaras capturaban escenas de personas cayendo al suelo, cubiertas por simbiontes, quienes rápidamente tomaban control de sus cuerpos y los levantaban de nuevo, transformados en seres controlados por estos alienígenas.

"No hay manera de detenerlos. Necesitamos refuerzos...", gritaba un policía en la televisión, su voz llena de desesperación mientras intentaba repeler a los simbiontes con su arma, pero los disparos eran inútiles.

El caos se propagaba, y las pantallas de todos los hogares se llenaban de imágenes impactantes. Nadie sabía cómo detener la amenaza, y los héroes estaban divididos entre lidiar con Carnage y esta nueva oleada de simbiontes sueltos en la ciudad.

En las calles devastadas de la ciudad, Lincoln observa el caos a su alrededor. La oscuridad se cierne mientras las criaturas simbiontes atacan a los inocentes. Con determinación en su mirada, se dirige a Anti-Venom, quien está reacio a ayudar.

Lincoln: (con determinación) ¡Debo hacer algo! No puedo quedarme de brazos cruzados mientras la gente sufre.

Anti-Venom: (frunciendo el ceño) ¡Es demasiado peligroso, Lincoln! No estás preparado para esto. No debes involucrarte.

Lincoln: (frustrado) No puedo quedarme aquí, ¡no mientras haya personas en peligro! Si no quieres ayudar, está bien, pero yo lo haré de todos modos.

Anti-Venom: (mirándolo con preocupación) Si decides hacerlo, no puedes hacerlo solo. Necesitas saber que el camino será complicado y arriesgado.

Lincoln: (desafiándolo) Entonces ven conmigo o aléjate. No puedo perder tiempo discutiendo.

(Anti-Venom mira a su alrededor, viendo el desastre que ocurre y las vidas que se pierden. Su instinto protector lucha con su deseo de mantener a Lincoln a salvo.)

Anti-Venom: (suspirando) Está bien, pero si decides hacer esto, debes estar preparado para las consecuencias.

Lincoln: (con una chispa de esperanza) ¡Lo estoy! ¡Podemos hacer esto juntos!

(Lincoln siente cómo la energía de Anti-Venom se agita en su interior, y decide que es hora de fusionarse con él. Concentrándose, siente cómo sus cuerpos se entrelazan, y una oleada de poder lo envuelve. La transformación comienza, y su forma se vuelve más robusta, con un aspecto monstruoso que combina lo mejor de ambos.)

Lincoln: (mientras se transforma) ¡Esto es increíble!

Anti-Venom: (sintiendo la fusión) ¡Siente la conexión! Juntos somos más fuertes, ¡podemos luchar contra ellos!

Lincoln: (ahora con una voz profunda y resonante) ¡Vamos a detener a esos simbiontes!

(A medida que ambos se fusionan, su nueva forma monstruosa se desplaza rápidamente hacia la zona de combate, donde una horda de simbiontes ataca a los ciudadanos.)

Lincoln: (mirando a su alrededor) ¡Mira! ¡Tenemos que ayudar a esas personas!

Anti-Venom: (concentrándose) Tengo la habilidad de separar a los simbiontes de sus huéspedes. Pero...

Lincoln: (interrumpiéndolo) Si tienes esa habilidad, ¿por qué no la usas contra Carnage?

Anti-Venom: (con una expresión seria) Puedo hacerlo, pero el proceso sería muy lento. Carnage es diferente. Su vínculo es fuerte, y separarlo requeriría más tiempo del que tenemos.

Lincoln: (asintiendo, comprendiendo) Entiendo. Entonces, ¿qué hacemos?

Anti-Venom: Primero, debemos enfocarnos en liberar a los que ya están afectados. Si logramos debilitar a Carnage y su ejército de simbiontes, podremos tener una oportunidad.

Lincoln: (con determinación) Entonces hagámoslo.

(Con su nueva forma, Lincoln y Anti-Venom se lanzan al combate, usando su habilidad para separar a los simbiontes de los cuerpos de los inocentes. Su fuerza aumentada les permite luchar con más eficacia, y mientras lo hacen, ven cómo algunos ciudadanos comienzan a recuperarse.)

Lincoln: (gritando a los ciudadanos) ¡Sigan retrocediendo! ¡Nosotros nos ocupamos de esto!

(Con cada simbionte que desatan, la energía que los rodea se siente más ligera, pero la batalla sigue siendo feroz. A lo lejos, se puede ver a Carnage, observando el caos y riendo maníacamente.)

Carnage: (con una voz burlona) ¡Oh, miren quiénes son! ¡Los héroes en su forma más monstruosa! ¡Esto solo hace el juego más divertido!

Lincoln: (enfocado en la batalla) ¡No lo dejaremos ganar! ¡Vamos a detenerlo!

Anti-Venom: (concentrándose en su habilidad) ¡Vamos a hacerlo! ¡Separaremos a esos simbiontes y liberaremos a los afectados!

(Los dos avanzan, luchando contra las hordas de simbiontes, su unión les otorga una fuerza imparable. La batalla continúa mientras intentan liberar a más personas y debilitar a Carnage, quien sigue acechando en las sombras, esperando su oportunidad para atacar.)

Azula y Zuko se encontraban en el centro de una plaza abandonada. Rodeados de simbiontes, su fuego brillaba con intensidad en la oscuridad de la noche. Ambos hermanos, aunque con un pasado lleno de tensiones, ahora trabajaban juntos, utilizando su dominio sobre el fuego para enfrentarse a las criaturas.

Azula: (con una sonrisa confiada mientras lanza fuego azul hacia los simbiontes) ¿Esto es lo mejor que tienen? ¡Qué decepcionante! Pensé que sería un reto.

Zuko: (enfocado mientras cubre su espalda, lanzando una ráfaga de fuego) No bajes la guardia, Azula. Aunque no sean tan fuertes, siguen siendo peligrosos.

Azula: (con sarcasmo) ¿Desde cuándo te preocupas tanto por mí, hermano?

Zuko: (serio) No es por ti, es por mantenernos vivos. Si Carnage o alguien más poderoso aparece, necesitaremos estar en plena forma.

Azula: (deteniendo por un momento el combate, observa a su alrededor) Hmm, parece que no es el caso. Estos simbiontes apenas pueden resistir mis llamas.

(Un simbionte más grande salta hacia Azula, pero ella lo esquiva con gracia, lanzándole una ráfaga directa que lo consume rápidamente. Zuko, por su parte, bloquea a otro con una barrera de fuego, haciendo que el simbionte se retuerza antes de desintegrarse.)

Zuko: (mirando a su hermana) Tal vez tengas razón, pero algo me dice que esto solo es el principio.

Azula: (sonriendo) Entonces mejor disfrutemos mientras dure.

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En otra parte de la ciudad, en la Mansión de los Pines, Dipper y Mabel defendían a los refugiados que se habían escondido dentro. Los simbiontes intentaban romper las barreras que los gemelos habían levantado, pero cada vez que lo intentaban, eran recibidos por los poderes psíquicos de ambos.

Dipper (apuntando con la mano y lanzando un pedazo de escombro): "Mabel, ¡a tu derecha! No dejes que pasen."

Mabel (con una sonrisa divertida mientras lanzaba una silla telequinéticamente): "¡No te preocupes, Dip! ¡Tengo todo bajo control!"

Dipper (suspirando): "Ojalá te lo tomaras un poco más en serio…"

Mabel (riendo): "¡Vamos, esto es casi como un videojuego! Solo que un poco más... pegajoso."

Mientras ambos gemelos mantenían a raya a los simbiontes, las personas dentro de la mansión observaban con asombro y miedo. Los gritos y golpes de los simbiontes retumbaban contra las paredes, pero Dipper y Mabel no dejaban que se acercaran.

Dipper (a los refugiados): "¡Manténganse atrás! Nosotros nos encargamos de ellos."

Mabel (animada): "¡Y si se ponen nerviosos, siempre pueden ayudarme a buscar más cosas para lanzarles! ¡Esto es un trabajo en equipo!"

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Lejos de ahí, la Familia Increíble peleaba ferozmente contra otro grupo de simbiontes en las afueras de la ciudad. Bob, alias Mr. Increíble, usaba su fuerza bruta para aplastar a los enemigos, mientras Helen, Elastigirl, se movía con agilidad, manteniendo a los simbiontes atrapados con su cuerpo flexible.

Bob (con voz firme): "¡Helen, en la izquierda! ¡Los tengo por la derecha!"

Helen (esquivando y atrapando a un simbionte): "¡Lo tengo! Estos bichos no tienen oportunidad."

Dash corría a su alrededor, golpeando a los simbiontes más pequeños con velocidad y precisión.

Dash (riendo mientras corre): "¡Son demasiado lentos! ¡Esto es como una carrera de obstáculos!"

Violeta, mientras tanto, creaba campos de fuerza para proteger a los civiles que se habían quedado atrapados en medio de la pelea.

Violeta (seria, a su familia): "Cuidado, algunos de ellos son más fuertes de lo que parecen. ¡No podemos confiarnos!"

Bob (mirando a su hija con una sonrisa): "Buena observación, Vi. ¡Mantén esos campos fuertes!"

La familia trabajaba en perfecta sincronización, asegurándose de que cada simbionte fuera derrotado antes de que pudiera causar más daño. Aunque sabían que estaban lidiando con enemigos relativamente débiles, todos tenían claro que la verdadera amenaza aún estaba por llegar.

Helen (a Bob): "Algo grande está viniendo. Lo siento en el aire. Este no es el final."

Bob (asintiendo con seriedad): "Lo sé. Pero estaremos listos."

Los Vengadores estaban peleando con valentía en el corazón de la ciudad, enfrentándose a hordas interminables de simbiontes que aparecían de cada rincón. Eran enemigos escurridizos, implacables, y su número parecía multiplicarse con cada segundo que pasaba. La situación era difícil, pero los héroes más poderosos de la Tierra habían enfrentado crisis similares antes. Sin embargo, ninguno de ellos estaba preparado para lo que estaba por suceder.

Capitán América (levantando su escudo): "¡Manténganse firmes! ¡No dejen que los rodeen! ¡Protejan a los civiles a toda costa!"

Iron Man (volando por encima, lanzando rayos de repulsores): "¡Steve, tenemos que hacer algo más! ¡Esto no se acaba, y cada vez son más!"

Thor (desatando un rayo de su martillo): "¡Estos seres no son naturales! Hay algo más oscuro detrás de esto."

Mientras el equipo continuaba su combate, Natasha, la Viuda Negra, se movía con agilidad, evitando ser atrapada por las redes de los simbiontes. Pero, en un descuido, uno de ellos logró envolver su pierna y la arrastró al suelo. Ella reaccionó rápido, sacando un cuchillo, pero antes de que pudiera liberarse completamente, el simbionte la cubrió por completo.

Natasha (luchando con todas sus fuerzas): "¡No... puedo... controlarlo!"

Clint (ojo de alcon): "¡Natasha, resiste! ¡Voy por ti!"

Clint intentó correr hacia ella, pero antes de que pudiera alcanzarla, el simbionte se fusionó completamente con el cuerpo de Natasha. Cuando se levantó, sus ojos brillaban de un oscuro tono negro, y su sonrisa era macabra. No era más la Viuda Negra que conocían.

Natasha (con una voz distorsionada): "¿Creías que podrías salvarme, Clint? ¡El juego ha cambiado!"

Sin previo aviso, Natasha, ahora controlada por el simbionte, atacó a Clint con una fuerza sobrehumana, derribándolo de un solo golpe. Mientras se tambaleaba, otro simbionte se abalanzó sobre él, atrapándolo antes de que pudiera reaccionar.

Clint (gritando mientras lucha): "¡No... no puedo...!"

En cuestión de segundos, el arquero se convirtió también en un huésped del simbionte, ahora una criatura que solo buscaba destruir.

Tony (observando desde arriba): "¡Esto no está bien! ¡Perdimos a Clint y Natasha!"

Capitán América (mirando la escena con horror): "Tenemos que encontrar la fuente de esto, o pronto seremos todos."

Pero justo en ese momento, otro simbionte atacó desde la espalda, tomando desprevenido al Capitán América. Steve luchaba con todas sus fuerzas, pero a pesar de su entrenamiento y habilidades, la criatura comenzó a cubrir su cuerpo.

Steve (gritando): "¡No voy a dejar que me controle!"

Thor intentó ayudar, lanzando su martillo hacia el simbionte, pero fue demasiado tarde. Steve ya estaba completamente cubierto, su traje azul y rojo se había convertido en un negro viscoso con detalles rojos brillantes. El Capitán América ahora era una versión retorcida de sí mismo, su mirada era oscura y vacía.

Steve (con una voz gutural): "Los Vengadores... ¡pertenecen a nosotros ahora!"

Thor, con furia en su corazón, golpeó con su martillo el suelo, generando un rayo que destruyó a varios simbiontes a su alrededor.

Thor (gritando al cielo): "¡No caeremos ante estas criaturas! ¡Por Asgard!"

Pero, mientras gritaba, un simbionte se deslizó por su brazo, trepando por su cuerpo rápidamente. Thor intentó resistir, usando su poder para tratar de repeler al simbionte, pero ni siquiera los dioses estaban a salvo. El simbionte envolvió su cuerpo, corrompiendo incluso a Mjolnir, el poderoso martillo. El dios del trueno cayó de rodillas mientras la criatura lo tomaba por completo.

Thor (voz distorsionada, luchando internamente): "¡No soy una bestia para ser controlada!"

Sin embargo, poco a poco, su voz se fue apagando mientras el simbionte tomaba control total.

Iron Man (gritando en su comunicador): "¡Bruce! ¡Dondequiera que estés, necesitamos ayuda! ¡Thor, Clint, Natasha y Steve... todos están... infectados!"

Desde su laboratorio, Bruce Banner escuchaba los gritos de Tony. Sabía que si se transformaba en Hulk, el simbionte podría tomar el control de su increíble fuerza. Pero no podía quedarse al margen mientras sus amigos caían uno por uno.

Bruce (hablando para sí mismo): "No hay otra opción... pero tengo que ser inteligente."

Tony (en pánico): "¡Bruce, por favor, responde! ¡No sé cuánto tiempo más podré resistir!"

Pero justo en ese momento, un simbionte se lanzó hacia Tony, golpeando su armadura con una fuerza abrumadora. Tony intentó despegarse, pero la criatura era persistente, filtrándose en las grietas de su traje.

Tony (luchando mientras su armadura comenzaba a corromperse): "¡No! ¡Jarvis, repélelo!"

Pero era inútil. Tony cayó al suelo, sus sistemas internos fallando mientras el simbionte tomaba el control de su cuerpo y su mente.

Ahora, la mayoría de los Vengadores estaban infectados. Uno tras otro, habían sucumbido a la oscuridad de los simbiontes. La batalla que alguna vez habían controlado ahora se había convertido en una pesadilla. Los héroes más poderosos de la Tierra estaban bajo el control de las mismas criaturas que habían jurado destruir.

Steve (hablando con su voz distorsionada): "No hay escape... todos caerán."

La ciudad, que alguna vez fue un bastión de esperanza, estaba al borde del colapso total. Con los Vengadores infectados, el destino del mundo pendía de un hilo.

Iron Man y la Avispa estaban peleando con desesperación mientras los simbiontes los rodeaban por todas partes. Los dos héroes sabían que la situación estaba lejos de su control. Los simbiontes eran demasiados, y con cada segundo que pasaba, más y más se lanzaban sobre ellos, implacables, intentando corromper todo a su paso.

Iron Man (disparando sus repulsores con furia): "¡No podemos seguir así, Janet! ¡Nos superan en número, y ya hemos perdido a demasiados!"

Avispa (volando ágilmente, disparando ráfagas bioeléctricas): "¡Estoy de acuerdo, Tony! ¡Esto no pinta nada bien!"

La batalla continuaba, pero era evidente que no había forma de ganar si seguían en esa posición. Los simbiontes atacaban en oleadas, saltando desde todas las direcciones, incluso desde los techos y las sombras. Tony intentaba mantener la calma, pero su traje ya mostraba signos de daño. Cada vez que destruía un simbionte, otros dos aparecían.

Tony (respirando con dificultad): "¡Tenemos que salir de aquí! ¡Reagruparnos y encontrar una nueva estrategia!"

Avispa (lanzando un disparo que derribó a un simbionte que estaba demasiado cerca de Iron Man): "¡Tony, detrás de ti!"

Iron Man giró justo a tiempo para ver el simbionte abalanzarse sobre él, pero gracias al disparo de Avispa, logró esquivarlo. Su armadura estaba resistiendo, pero Tony sabía que no aguantaría mucho más. El sistema de energía estaba al borde de colapsar, y su nivel de repulsores ya estaba en reserva.

Tony (con preocupación): "No puedo seguir mucho más, Janet. Mi traje está casi acabado."

Avispa (mirando alrededor con desesperación): "¡Necesitamos una salida ahora!"

De repente, una nueva oleada de simbiontes emergió desde las sombras, cerrando completamente el camino delante de ellos. Los dos héroes estaban rodeados.

Tony (gritando mientras su reactor de pecho brilla con fuerza, intentando repeler a los simbiontes): "¡No podemos vencerlos aquí! ¡Tenemos que escapar! Janet, ¡tú puedes volar más rápido que yo! ¡Sal de aquí ahora!"

Avispa (mirando a Tony con incredulidad): "¡¿Qué?! ¡No, Tony, no puedo dejarte aquí! ¡No puedo hacer esto sola!"

Tony (mirándola seriamente): "Escucha, Janet. No hay tiempo para discutir. Si nos quedamos, ambos seremos infectados, ¡y entonces no habrá esperanza para nadie! ¡Tú puedes salir de aquí! ¡Busca refuerzos o encuentra un lugar seguro! ¡Yo los distraeré!"

Avispa miraba a su alrededor, viendo cómo los simbiontes se acercaban rápidamente. Sabía que Tony tenía razón, pero dejarlo solo en una situación tan desesperada iba en contra de todo lo que sentía. Sin embargo, su instinto de supervivencia la empujaba a tomar la difícil decisión.

Avispa (con la voz rota): "Tony... no puedo... ¡No puedo dejarte así!"

Tony (sonando más firme ahora, mientras lanzaba un último disparo con sus repulsores): "¡Hazlo, Janet! ¡Te alcanzaría si pudiera, pero mi traje no tiene suficiente potencia! ¡Ve! ¡Es una orden!"

La Avispa vaciló por un segundo, pero luego, con un nudo en la garganta, tomó una decisión. Se encogió de tamaño rápidamente, volviéndose casi invisible para los simbiontes, y voló hacia el cielo. La angustia en su corazón era palpable mientras se alejaba, mirando atrás una última vez, viendo a Tony luchando desesperadamente contra la horda.

Avispa (pensando mientras volaba): "Tony, por favor... aguanta. Voy a volver por ti."

Mientras escapaba, Tony luchaba con todas sus fuerzas. Los simbiontes se lanzaban sobre él, tratando de envolver su armadura. Sus sistemas estaban al límite, y su HUD parpadeaba con advertencias constantes. La energía de sus repulsores ya estaba casi agotada, y su traje no tenía la potencia para resistir mucho más tiempo.

Tony (jadeando, mientras lucha por mantener a raya a los simbiontes): "Vamos, traje... solo un poco más. Solo un poco más..."

Pero mientras lanzaba sus últimos ataques, una oleada de simbiontes lo golpeó con fuerza, haciéndolo tambalearse. Cayó al suelo, y los simbiontes comenzaron a envolverse alrededor de su armadura, filtrándose en las grietas. Tony luchaba, pero sabía que sus posibilidades de escapar se estaban desvaneciendo.

Tony (hablando para sí mismo, con voz entrecortada): "Janet... espero que lo logres. No podemos perder a más Vengadores hoy."

Mientras la Avispa se alejaba volando, intentaba no mirar atrás, su mente inundada de preocupación por Tony. Sabía que había tomado la decisión correcta, pero eso no hacía que el dolor fuera más llevadero.

Janet se encontraba en medio del caos, volando rápidamente entre los edificios mientras intentaba esquivar las hordas de simbiontes que se esparcían por la ciudad. Cada esquina que doblaba la llevaba a una nueva horda de personas infectadas, todas controladas por esas criaturas alienígenas que habían convertido la ciudad en un infierno viviente.

Justo cuando creía que había ganado suficiente distancia, sintió un tirón en la espalda, tan fuerte que la hizo perder el control y caer al suelo. Gritó mientras una telaraña viscosa y negra la atrapaba, cubriéndole los ojos y dejándola completamente inmóvil. La sensación era sofocante; sentía cómo la oscuridad de esa sustancia envolvía su rostro, impidiéndole ver.

Janet (con voz temblorosa): "¡No! ¡Por favor, no me hagan daño!"

El pánico se apoderó de ella. Estaba sola, sin poder ver, y en manos de una de esas horribles criaturas simbióticas. Intentaba liberarse, pero sus fuerzas eran insuficientes contra esa fuerza alienígena. Sabía que no tenía mucho tiempo antes de que la criatura la controlara por completo, al igual que a tantas otras personas.

De repente, un rugido resonó en la distancia, y una masa blanca y negra se lanzó sobre el simbionte que la mantenía atrapada. Janet, aún cubierta por la telaraña, sintió cómo el simbionte que la aprisionaba comenzaba a ceder, como si algo lo hubiera arrancado de ella. El agarre que la mantenía prisionera se deshizo de golpe, dejándola caer al suelo.

Janet (jadeando, con desesperación): "¿Qué... qué está pasando?"

Sin previo aviso, una mano firme pero cuidadosa comenzó a retirar la telaraña que cubría su rostro. Janet estaba aterrada; no podía ver quién o qué la estaba tocando. Su respiración se aceleró mientras luchaba por mantenerse calmada. Pero la voz que escuchó era suave, casi familiar.

Lincoln (con un tono calmado): "Tranquila, estás bien. No te va a pasar nada."

Janet parpadeó mientras la telaraña finalmente se despejaba de su cara. Su visión aún estaba borrosa, pero cuando pudo ver con claridad, se encontró frente a Lincoln Loud, el joven que había conocido durante el torneo. La sorpresa la golpeó de inmediato. Recordaba a Lincoln como un chico valiente y decidido, pero lo que más la sorprendía en ese momento era la extraña masa simbiótica que lo rodeaba.

Janet (confundida y en shock): "Lincoln... ¿eres tú?"

Lincoln asintió lentamente, su expresión era una mezcla de seriedad y alivio.

Lincoln (con una ligera sonrisa): "Sí, soy yo... Pero esto es un poco diferente de lo que recuerdas."

Janet se levantó lentamente, con la ayuda de Lincoln, mientras sus ojos recorrían su cuerpo cubierto parcialmente por esa sustancia blanca y negra. Había visto simbiontes antes, pero este era diferente. Lincoln no parecía estar bajo el control de la criatura, sino más bien en una especie de fusión con ella.

Janet (todavía asombrada): "Tú... tienes un simbionte. ¿Cómo es posible?"

Lincoln la miró con una expresión seria, pero también con una calma sorprendente.

Lincoln (suspirando): "No es como los otros. Este... es diferente. Me ayuda a luchar contra los simbiontes, a salvar a la gente. No estoy bajo su control, de hecho, trabajamos juntos."

Janet dio un paso atrás, aún procesando lo que había escuchado. Recordaba las habilidades y la determinación que Lincoln había mostrado en el torneo, pero esto era algo completamente diferente. Nunca habría imaginado que él estaría fusionado con una de esas criaturas. Sin embargo, algo en sus palabras y su mirada la tranquilizó.

Janet (incrédula, pero agradecida): "¿Tú... me salvaste? Pensé que estaba perdida..."

Lincoln asintió, mirando hacia el simbionte que había derrotado, ahora desmoronándose en el suelo como una sombra que se disolvía en el aire.

Lincoln (con seriedad): "No podía dejar que te lastimara. Ya he visto suficiente destrucción por estos seres. No voy a permitir que sigan tomando a la gente así."

Janet, aún asombrada, observó el entorno. El caos continuaba a su alrededor, pero de alguna manera se sentía más segura con Lincoln allí. Sabía que no podía perder más tiempo en dudas. Necesitaban actuar rápido antes de que las cosas empeoraran aún más.

Janet (tomando aire y recobrando la compostura): "Tenemos que encontrar a los demás. Tony... están en peligro. No podemos quedarnos aquí."

Lincoln asintió nuevamente, con su mirada fija en el horizonte, donde más simbiontes se movían como sombras inquietantes.

Lincoln (determinado): "Tienes razón. No hay tiempo que perder. Vamos."

Juntos, comenzaron a moverse rápidamente, sabiendo que la batalla aún no había terminado y que cada segundo contaba para salvar a los que quedaban atrapados en el infierno simbiótico.

Janet apenas se había recuperado del susto cuando vio cómo Lincoln comenzaba a cambiar nuevamente. La masa blanca y negra que había estado parcialmente visible en su cuerpo empezó a extenderse, envolviéndolo por completo. Su rostro se cubrió, y sus ojos brillaron intensamente mientras su forma humana se desvanecía para dar paso a esa extraña y monstruosa fusión entre Lincoln y el simbionte.

Janet (con los ojos muy abiertos): "Lincoln... ¿qué estás haciendo?"

El joven no respondió de inmediato. En su nueva forma, su silueta se volvía imponente, casi aterradora, pero seguía manteniendo el control. La transformación no lo consumía; parecía que él era quien guiaba el proceso. Los músculos se tensaron bajo la capa simbiótica, y de repente, Lincoln, ahora convertido en una poderosa criatura, giró la cabeza hacia Janet.

Lincoln (con una voz más grave, pero reconocible): "Tenemos que seguir. No te preocupes, Janet. Todavía soy yo."

Antes de que pudiera reaccionar, Lincoln dio un salto descomunal, recorriendo metros en el aire con una agilidad y fuerza sorprendentes. Janet, a pesar de sus instintos, no pudo evitar quedarse inmóvil por un segundo, asombrada por lo que acababa de presenciar. Era como si su mente tratara de comprender cómo alguien que conocía podía haberse fusionado de tal manera con un simbionte y aun así mantener su humanidad.

Pero no podía perder más tiempo pensando. Se sacudió el asombro y extendió sus alas, volando rápidamente para seguirle el paso. Sabía que necesitaban encontrar a Tony y a los demás, y si Lincoln iba a luchar contra los simbiontes, ella no se quedaría atrás.

Janet (volando tras él, con incredulidad): "¡Espera, Lincoln! ¡Voy contigo!"

Sin embargo, mientras ella volaba a máxima velocidad, para su sorpresa, Lincoln la seguía el paso con una facilidad inquietante. Sus saltos eran tan rápidos y precisos que, aunque Janet estaba en el aire, Lincoln no se quedaba atrás. Con cada impulso, su nueva forma simbiótica le daba una agilidad asombrosa, permitiéndole moverse como un rayo entre los edificios y las calles devastadas.

Janet (impresionada, mientras trataba de alcanzarlo): "¡¿Cómo puedes moverte tan rápido?! ¡Ni siquiera yo puedo mantenerte el ritmo volando!"

Lincoln, corriendo a su lado por los tejados, se volvió un momento para mirarla. A pesar de su transformación, su voz sonaba llena de determinación y control.

Lincoln (con una leve sonrisa bajo su máscara simbiótica): "Es parte de lo que el simbionte me da. No me detendré hasta que esto termine."

Janet no podía evitar sentir una mezcla de asombro y alivio. Aunque la transformación de Lincoln era impresionante e intimidante, estaba claro que él seguía siendo el mismo chico que conocía, con la misma voluntad de proteger a los demás. Y eso le daba confianza.

Ambos avanzaron juntos, él saltando y ella volando, moviéndose a una velocidad impresionante a través de las ruinas de la ciudad. Janet, volando a toda velocidad, veía cómo Lincoln mantenía el paso fácilmente, saltando entre los edificios como si el peso del mundo no lo afectara en absoluto. Aunque ella estaba acostumbrada a volar a esas velocidades, no podía dejar de sorprenderse de que Lincoln pudiera mantenerse a su lado, igualando su rapidez.

Janet (sorprendida, pero con una sonrisa leve): "Tienes que enseñarme a hacer eso algún día."

Lincoln, sin perder el ritmo, simplemente asintió.

Lincoln (respondiendo con confianza): "Primero terminemos con esto. Después, lo que quieras."

Ambos continuaron, sabiendo que cada segundo los acercaba más a una nueva confrontación, y que la verdadera batalla aún estaba por comenzar.

Tony Stark, dentro de su traje de Iron Man, luchaba con todas sus fuerzas contra sus compañeros de equipo, quienes habían sido tomados por los simbiontes. Su corazón latía con fuerza, no solo por el esfuerzo físico, sino también por la angustia de tener que enfrentarse a sus propios amigos. Cada ataque que lanzaba estaba cargado de precisión y cuidado; no quería herirlos, pero sabía que necesitaba detenerlos.

Tony (hablando a través de su sistema de comunicaciones): "¡Jarvis, necesito análisis en tiempo real! ¡Estos simbiontes están mejorando! Y no puedo seguir golpeando a los míos sin saber cómo liberarlos."

Los simbiontes, que controlaban a los cuerpos de sus compañeros, movían a los héroes con una ferocidad que superaba la normal. A través de los ojos de su visor, Tony pudo ver a Thor atacando con su martillo, pero su mirada estaba vacía, controlada completamente por el simbionte. Del otro lado, el Capitán América lanzaba su escudo con precisión implacable, pero sin la humanidad que normalmente caracterizaba su movimiento.

Tony (dudando un segundo mientras esquivaba el martillo de Thor): "Thor… Steve… Maldición, esto no es lo que tenía en mente cuando pensé en una batalla con los Vengadores."

Un rayo de energía salió del reactor en el pecho de Tony, apuntando hacia el suelo frente a Thor. No quería dañarlo, solo distraerlo. Mientras tanto, usó sus propulsores para elevarse y ganar distancia.

Tony (con frustración en su voz): "Jarvis, ¿alguna idea de cómo desactivar estos simbiontes?"

Jarvis (respondiendo): "Señor, los simbiontes están profundamente integrados en el sistema nervioso de los sujetos. Un desbordamiento de energía concentrada podría liberarlos, pero el riesgo de dañar a los anfitriones es considerable."

Tony: "Maldita sea… No puedo seguir así. Si uso demasiada fuerza, los lastimaré."

Mientras Tony pensaba en su próximo movimiento, su atención fue capturada por una sombra en el suelo. Rápidamente giró en el aire, esquivando por poco el ataque de Hawkeye, cuya precisión, incluso bajo el control del simbionte, seguía siendo letal.

Tony (esquivando los proyectiles): "Barton, realmente no facilitas las cosas, ¿verdad?"

Mientras Iron Man esquivaba las flechas de Hawkeye, notaba lo rápido y agresivo que sus compañeros habían sido transformados. Los simbiontes potenciaban sus habilidades, volviéndolos casi imparables. Se enfrentaba a la peor versión de cada uno de ellos.

Tony (volviendo a su comunicación interna): "¡Jarvis, ponme en contacto con Janet ! ¡Necesitamos un plan si vamos a detener esto!"

Mientras tanto, Thor, con el simbionte controlando cada uno de sus movimientos, alzó el martillo Mjolnir y lo lanzó directamente hacia Tony, quien apenas tuvo tiempo de activar sus propulsores y evadirlo en el último segundo.

Tony (frustrado, hablando para sí mismo): "Esto no va a terminar bien si no hacemos algo rápido. Si no los libero, estos simbiontes terminarán destruyéndonos a todos."

La batalla continuaba, y Tony luchaba no solo contra sus amigos, sino también contra el tiempo.

En medio del caos y la confusión, Janet voló hacia Tony con una expresión decidida en su rostro. Sus ojos reflejaban tanto determinación como preocupación mientras gritaba para hacerse escuchar sobre el estruendo de la batalla.

Janet: "¡Tony! ¡Tengo a alguien que puede ayudarnos a liberar a los Vengadores sin lastimarlos!"

Tony la miró, frunciendo el ceño mientras su mente trataba de procesar la información. En ese momento, algo en su interior le decía que podría confiar en ella.

Tony: "¿Quién es? ¿Qué puede hacer?"

Janet (señalando hacia un lado): "¡Es Lincoln! Tiene habilidades que podrían funcionar. ¡Debemos intentarlo!"

La mención del nombre de Lincoln provocó una reacción instantánea en Tony. Recordaba a ese joven que había impresionado a todos en el torneo, pero no estaba del todo convencido de que sus habilidades pudieran realmente hacer una diferencia ahora.

Tony (escéptico): "¿Y de qué sirven sus habilidades en este momento? Los simbiontes están dominando a nuestros amigos. ¡Necesitamos poder real!"

Janet: "Él sabe cómo separarlos. Dale una oportunidad, Tony. Si no funciona, siempre podemos pensar en un plan B."

Tony dudó, pero vio la determinación en los ojos de Janet. Entonces asintió, resignándose a la idea de que, quizás, Lincoln era su última esperanza.

Tony: "Está bien, llámalo. ¡Rápido!"

A unos metros, Lincoln había estado observando la batalla, sintiendo la tensión en el aire. Cuando escuchó a Janet mencionar su nombre, se acercó con confianza, sus ojos llenos de determinación.

Lincoln (con voz clara): "¿Qué necesitan que haga?"

Janet (acercándose): "Lincoln, necesitamos que liberes a Steve y a los demás del control del simbionte. ¡Puedes hacerlo!"

Lincoln asintió, comprendiendo la gravedad de la situación. Se acercó a donde Steve estaba luchando contra el simbionte que lo dominaba, viendo cómo sus ojos reflejaban el tormento interno.

Lincoln: "¡Steve! ¡Voy a separarte de esa cosa!"

Steve (luchando, pero con fe): "¿Puedes hacerlo, Lincoln?"

Lincoln: "Confía en mí. ¡No te haré daño!"

Con una concentración intensa, Lincoln extendió su mano hacia el simbionte que se aferraba a Steve. Sentía cómo la conexión oscura vibraba y se retorcía, resistiéndose a ser separado. Sin embargo, Lincoln no se detuvo. Utilizando su poder, comenzó a extraer el simbionte de Steve, sintiendo la resistencia pero también la fragilidad de la criatura.

Lincoln (con fuerza): "¡Vamos! ¡Libérate de su control!"

Con un último esfuerzo, Lincoln sintió cómo el simbionte se desgarraba de Steve, liberándolo finalmente de su influencia. Pero no se detuvo allí. Con un movimiento rápido, transformó su poder en un calor intenso que comenzó a derretir al simbionte, haciéndolo retroceder y finalmente desaparecer.

Steve (jadeando, con gratitud): "¡Lincoln! Lo hiciste… ¡Estoy libre!"

Lincoln (sonriendo mientras retrocedía): "Pero no es el momento de celebrar. Hay más simbiontes por ahí."

Tony observó la escena con una mezcla de sorpresa y alivio. Había subestimado el potencial de Lincoln, y ahora sabía que era un aliado invaluable.

Tony (mirando a Janet): "No puedo creerlo. Funcionó."

Janet: "Lo dije, ¿verdad? ¡Ahora, tenemos que seguir liberando a los demás!"

Lincoln, sintiéndose más seguro de sí mismo, se preparó para avanzar hacia el siguiente objetivo, mientras Tony, Janet y el resto de los Vengadores se organizaban para recuperar el control sobre la situación caótica. La batalla seguía, pero ahora tenían una luz de esperanza, un nuevo aliado en su lucha contra el mal.

En medio del caos que se desataba en la ciudad, la familia Loud se encontraba en un refugio improvisado, un sótano oscuro que apenas podía contener a todos los sobrevivientes. Las luces parpadeaban, y el sonido de la batalla resonaba en el exterior, llenando a todos de temor e incertidumbre. Las hermanas Loud estaban inquietas, mirando a su alrededor mientras se preguntaban por Lincoln, su hermano, quien había salido a ayudar a los demás.

Lori, inquieta, se mordía las uñas mientras sus ojos escaneaban la entrada del refugio. “¿Dónde está Lincoln? Debería haber vuelto ya”, dijo, su voz llena de preocupación.

Luna, con su guitarra en mano, intentaba mantener la calma, pero su mirada revelaba su angustia. “No podemos quedarnos aquí sentadas. Él es fuerte, pero también necesita nuestra ayuda”, dijo.

Lynn, siempre lista para la acción, se cruzó de brazos. “¡Vamos! ¡No podemos quedarnos aquí esperando! ¡Tenemos que salir a buscarlo!”

Las hermanas se volvieron hacia sus padres, Rita y Lynn Sr., quienes intentaban mantener la calma entre los refugiados.

“¡Papá! ¡Mamá! ¡Necesitamos ir a buscar a Lincoln! No podemos dejarlo solo ahí afuera”, exclamó Lori, su voz resonando en la sala.

Rita, con una mirada preocupada, sacudió la cabeza. “Chicas, es demasiado peligroso. No podemos arriesgarnos. Él se cuidará. Sabemos que tiene habilidades especiales”.

Lynn Sr., con una expresión seria, intervino: “No pueden salir. Hay simbiontes por todas partes. No sabemos lo que pueden enfrentar. Es arriesgado, incluso para ustedes.”

Lynn, frustrada, sintió que la determinación ardía dentro de ella. “¡No importa! Lincoln siempre ha estado ahí para nosotros. Es nuestro turno de devolverle el favor. ¡Debemos ir a buscarlo!”

“Es cierto, papá”, añadió Luna, mirando con firmeza a su padre. “No podemos quedarnos aquí mientras él está en problemas. Juntas podemos enfrentarlo”.

Rita, sintiéndose impotente, miró a sus hijas con temor. “No entienden lo peligroso que es. Estos simbiontes no son como los villanos de las historietas. Están poseídos por algo que los vuelve incontrolables”.

Mientras las hermanas discutían, Lynn Sr., decidido, tomó la decisión. “Si están decididas a buscarlo, entonces yo iré. No dejaré que mis hijas se expongan a este peligro. Iré a buscar a Lincoln yo solo”.

Las chicas lo miraron, sorprendidas y a la vez aliviadas. “¿Papá, tú solo? ¿No es peligroso?” preguntó Lori, preocupada.

“Lo sé”, respondió Lynn Sr., poniéndose su traje de héroe. “Pero soy lo suficientemente fuerte como para enfrentar esta situación. Prometo que volveré con Lincoln. Cuídense entre ustedes y no salgan del refugio. Esto no es un juego”.

Rita, con el corazón apretado, se acercó a su esposo. “Ten cuidado, por favor. No te arriesgues más de lo necesario”, le pidió, sus ojos llenos de preocupación.

Lynn Sr. asintió, con determinación en su mirada. “Haré lo que sea necesario para traerlo de regreso. Confíen en mí”.

Mientras se preparaba para salir, las hermanas le dieron un abrazo rápido, sintiendo una mezcla de temor y esperanza. “¡Vuelve pronto, papá!”, dijo Lynn, con la voz entrecortada.

“¡Tú también cuida a tus hermanas!” gritó Lori mientras él se dirigía hacia la salida.

Con un último vistazo, Lynn Sr. salió del refugio, decidido a encontrar a Lincoln y traerlo de vuelta a salvo. Mientras sus hijas se quedaban atrás, la preocupación y la incertidumbre llenaban el aire. Ellas sabían que su padre era fuerte, pero también eran conscientes de los peligros que enfrentaba en el mundo exterior.

Las hermanas se quedaron en el refugio, unidas en su preocupación, esperando con ansias que su familia volviera a estar completa.

Mientras Lynn Sr. se aventuraba en las calles caóticas de la ciudad, su mente estaba llena de pensamientos sobre su hijo Lincoln. El eco de la batalla resonaba a su alrededor, y sabía que cada segundo contaba. Su traje de héroe brillaba a la luz de los destellos y explosiones que iluminaban el cielo. La adrenalina corría por sus venas mientras se mantenía alerta, consciente del peligro en cada esquina.

A medida que avanzaba, escuchó el sonido de una pelea cercana. Sin pensarlo, se dirigió hacia el ruido, con la esperanza de encontrar aliados o, al menos, algo de información sobre la situación. Al doblar una esquina, se encontró con una escena que lo sorprendió: varios héroes luchaban contra hordas de simbiontes.

Entre ellos, reconoció a Frozono, un héroe con la capacidad de controlar el hielo. Frozono estaba concentrado, creando muros de hielo para contener a los simbiontes y proteger a los civiles que intentaban escapar. Sin dudarlo, Lynn se acercó a él.

“¡Frozono! ¡Aquí!” gritó Lynn, levantando la mano para llamar su atención.

Frozono se volvió, sorprendiendo a Lynn con una sonrisa a pesar del caos que los rodeaba. “¡Lynn! No esperaba verte aquí. ¿Qué haces en medio de todo esto?”

“No tengo tiempo para explicaciones. Estoy buscando a mi hijo, Lincoln. No sé dónde está y me preocupa que haya caído en manos de esos simbiontes”, respondió Lynn, su voz llena de urgencia.

Frozono asintió, comprendiendo la gravedad de la situación. “He visto a varios héroes intentar ayudar a las personas atrapadas por estos simbiontes. No estás solo en esto. Hay otros que también luchan”, dijo, señalando hacia un grupo de héroes que se unían a la batalla.

Lynn giró su mirada y vio a Mister Fantastic, La Chica Maravilla, y Daredevil, todos coordinando sus ataques contra los simbiontes. La esperanza creció en su pecho al ver que no estaba solo en su búsqueda.

“¡Vamos! ¡Unámonos a ellos!” dijo Lynn, su determinación renovada.

Los dos héroes se lanzaron a la batalla, Frozono usando su poder para crear caminos de hielo que ralentizaban a los simbiontes, mientras Lynn utilizaba su agilidad y fuerza para combatirlos. La coordinación entre ellos era fluida; cada vez que Lynn atacaba, Frozono cubría su retaguardia con paredes de hielo que mantenían a los simbiontes a raya.

Mientras luchaban, Frozono preguntó, “¿Tienes alguna idea de dónde podría estar Lincoln?”

Lynn frunció el ceño mientras esquivaba un ataque. “No lo sé. Solo espero que esté a salvo. Me preocupa que estos simbiontes no solo estén atacando, sino que también estén controlando a personas inocentes”.

Justo en ese momento, un grito resonó a su izquierda. Lynn miró hacia donde provenía el sonido y vio a un grupo de civiles atrapados en un edificio, con un simbionte tratando de entrar. “¡Debemos ayudar a esos civiles!” exclamó Lynn.

“¡Yo me encargaré de cubrirte!” respondió Frozono, mientras comenzaba a crear una barrera de hielo que detendría al simbionte.

Lynn se lanzó hacia el edificio, su corazón latiendo con fuerza. Con un salto, entró por la ventana rota, encontrando a las personas atrapadas, temerosas y paralizadas por el miedo. “¡Vamos, salgan! ¡Los sacaré de aquí!”, gritó, tratando de infundirles valor.

Con su ayuda, los civiles comenzaron a salir, pero el simbionte estaba cada vez más cerca. “¡Rápido, salgan!” dijo Lynn, mientras una masa oscura se acercaba. Justo cuando parecía que todo estaba perdido, Frozono irrumpió en el edificio, creando una tormenta de hielo que ralentizó al simbionte.

“¡Ahora, salgan!” ordenó Lynn, guiando a los civiles hacia la salida.

Una vez que todos estaban a salvo, Lynn salió detrás de ellos, con el aliento entrecortado. “¡Gracias, Frozono! No sé qué habría pasado sin tu ayuda”.

“No hay problema”, respondió Frozono con una sonrisa, “pero aún tenemos que enfrentarnos a muchos más de estos monstruos. Necesitamos un plan”.

Justo cuando estaban a punto de discutir su estrategia, una onda de energía atravesó el aire, y ambos héroes sintieron que algo había cambiado. Era como si una fuerza poderosa estuviera entrando en juego. Lynn, sintiendo la urgencia, miró a Frozono. “Debemos seguir adelante. Lincoln está allí fuera, y no podemos rendirnos”.

Con un asenso, Frozono y Lynn se unieron a otros héroes en la lucha, con la esperanza de que cada acción los acercara un poco más a encontrar a Lincoln y poner fin a la amenaza de los simbiontes. Mientras avanzaban juntos, la determinación de Lynn solo crecía, y sabía que haría lo que fuera necesario para proteger a su familia y salvar a su hijo.

Fin del capítulo

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