mundo zombie (especial de halloween 🎃 no canon)primera parte

10 años después de lo del torneo

Lincoln, Stella, Zach, Rusty, Clyde, Dash, Azula y Dipper se habían reunido en su base de operaciones, un lugar que, con los años, había pasado de ser su refugio de entrenamiento a su centro estratégico como héroes. Ahora adultos jóvenes, el peso de la responsabilidad de ser protectores de sus ciudades recaía sobre ellos, pero, en estos momentos, estaban en un ambiente más relajado, aprovechando el descanso tras una larga misión.

Stella, apoyada en una mesa de planificación, miraba a Lincoln mientras ajustaba su equipo de combate. "Nunca pensé que terminaríamos haciendo esto de tiempo completo, pero aquí estamos. A veces me pregunto cómo habría sido una vida normal."

Lincoln, quien se había convertido en un líder nato, le sonrió. "Bueno, esto es lo más cercano a lo normal para nosotros. Además, no cambiaría nada. Lo que hacemos importa."

Rusty, que estaba sentado en un sillón, interrumpió la conversación, lanzando una pelota de goma al aire. "Yo sí lo cambiaría. Podría estar en una playa ahora mismo, descansando, en lugar de luchar contra... ¿qué era lo último? ¿Un monstruo de tentáculos gigante o un ejército de robots?"

Clyde, siempre el más serio del grupo, sacudió la cabeza. "Robots. Pero, Rusty, sabes que no podemos dejar de hacer esto. Si no estamos nosotros, ¿quién va a proteger a los inocentes?"

Zach, que estaba al lado de Clyde, asentía. "Además, admitámoslo, ser héroes tiene sus ventajas. No todos los días tienes poderes o habilidades como las nuestras."

Azula, que estaba más distante, con su típico aire frío y calculador, añadió sin emoción: "Ustedes pueden disfrutarlo todo lo que quieran, pero no olviden que esto no es un juego. Los enemigos son cada vez más fuertes, y nosotros no podemos permitirnos fallar." Aunque se había suavizado desde su juventud, Azula seguía siendo la más dura de todos.

Dash, riendo, se levantó del suelo después de haber estado haciendo flexiones. "Vamos, Azula. Relájate un poco. Si no disfrutamos esto de vez en cuando, nos quemaremos. Además, no todos somos tan intensos como tú."

Dipper, que estaba en una esquina revisando unos papeles, levantó la vista con una sonrisa. "Estoy con Dash. Ser héroes es un trabajo difícil, pero no tiene que ser todo seriedad. Aunque... no negaré que a veces extraño el simple hecho de estar investigando misterios sin tener que pelear todo el tiempo."

Lincoln miró a Dipper, reconociendo su punto. "Sí, todos extrañamos algunas cosas de nuestras vidas anteriores, pero ahora estamos en una posición en la que podemos hacer una verdadera diferencia. Hemos logrado tanto juntos."

Stella se cruzó de brazos, mirando al grupo. "Eso es cierto. Cada uno de nosotros ha crecido y cambiado tanto desde que éramos solo adolescentes. Ahora somos héroes reconocidos, pero lo más importante es que somos un equipo."

Azula, en su tono habitual, agregó: "Somos fuertes, pero no indestructibles. No lo olviden. Debemos estar preparados para lo que venga."

Rusty se inclinó hacia atrás en el sillón. "Sí, sí, todos lo sabemos. Pero también debemos darnos crédito. Somos de los mejores."

Lincoln se rió. "De acuerdo, Rusty, somos buenos. Pero eso no significa que podemos relajarnos. El próximo desafío puede estar a la vuelta de la esquina."

La conversación siguió fluyendo entre ellos, hablando de viejas misiones, futuros planes y cómo cada uno había encontrado su propio camino como héroe. Aunque sus vidas eran muy diferentes ahora, el lazo que habían formado cuando eran adolescentes seguía siendo fuerte, y juntos, sabían que podían enfrentar cualquier cosa que el futuro les deparara sin saber lo único que les espera era Un futuro sombrío.

En su escondite subterráneo, el Líder, uno de los más brillantes y peligrosos enemigos de los Vengadores, trabajaba en su más reciente creación. A su alrededor, enormes tanques de químicos burbujeaban y las luces verdes brillaban en las pantallas de control mientras observaba los datos. Su intelecto descomunal siempre había sido su mayor arma, y esta vez, creía haber encontrado la forma definitiva de subyugar a la humanidad.

El Líder sonrió mientras observaba los tanques: "Pronto, todos los que me enfrenten se arrodillarán ante mí... No habrá más resistencia, no habrá más pensamientos propios. Serán simples marionetas, obedientes y serviles."

En sus manos tenía un vial de una sustancia brillante, un líquido verde y espeso que parecía tener vida propia. Esta sustancia, una creación de su genio, era un agente neuroquímico que penetraría en la mente de las personas, eliminando su capacidad de cuestionar o rebelarse. Con solo una pequeña exposición, convertiría a cualquiera en un seguidor leal, incapaz de actuar por su cuenta.

El Líder, con una risa maliciosa, proclamó: "Una vez que esto se esparza, no quedará ningún ser humano que pueda desafiar mi autoridad."

Su plan era simple pero efectivo: convertiría a todos en seguidores ciegos, y con su vasto intelecto, él sería el único en controlar cada aspecto de sus vidas. Las autoridades mundiales, los ejércitos, los héroes, todos caerían bajo su control. Y con ellos bajo su mando, nada podría detenerlo de gobernar el planeta entero.

El Líder, convencido de su superioridad intelectual y de la perfección de su creación, continuó trabajando en su laboratorio, ajeno a las consecuencias imprevistas de su suero. Mientras se preparaba para realizar las pruebas iniciales, un grupo de sus más leales seguidores, quienes ya habían sido expuestos a dosis mínimas del agente neuroquímico, entró al laboratorio con una mezcla de admiración y temor.

"Maestro," dijo uno de ellos, con voz temblorosa, "¿estamos listos para la primera fase del plan?"

El Líder se volvió hacia ellos, sus ojos brillando con ambición. "Sí, pero primero asegúrate de que la sustancia sea distribuida en la siguiente reunión pública. Quiero que todos vean lo que somos capaces de lograr."

Los seguidores asintieron, pero un murmullo de inquietud recorrió el grupo. Sin embargo, su lealtad hacia el Líder superó cualquier duda que pudieran sentir. Se marcharon, llevando consigo frascos del suero, convencidos de que estaban a punto de ser parte de algo grandioso.

Mientras tanto, el Líder se sumergió en sus cálculos, pero pronto notó un extraño efecto en los resultados de sus pruebas. Al revisar los datos, se dio cuenta de que la exposición al suero no solo estaba anulando la voluntad de los sujetos de prueba, sino que también estaba causando una rápida degeneración de sus células cerebrales. Las imágenes en las pantallas mostraban a los sujetos en un estado de locura, gritando y convulsionando, en lugar de volverse obedientes y sumisos.

El Líder frunció el ceño, sin comprender completamente la magnitud del problema. "¿Qué está sucediendo? Esto no era lo planeado," murmuró para sí mismo, mientras trataba de ajustar las variables en su fórmula. Pero, a medida que más sujetos eran expuestos, los resultados se volvían cada vez más alarmantes.

Los seguidores, que habían recibido el suero, comenzaron a manifestar comportamientos erráticos. En lugar de volverse soldados leales y controlables, algunos desarrollaron una violencia inusitada. Comenzaron a atacar a otros, dejando un rastro de caos en su camino. El Líder observó horrorizado cómo uno de sus más fieles seguidores se desmayaba y convulsionaba en el suelo, mientras que otros se lanzaban unos contra otros, desatando el caos en el laboratorio.

"¡Detengan eso!" gritó el Líder, pero su voz se perdió entre los gritos y el alboroto. Mientras trataba de recuperar el control de la situación, una pregunta aterradora se formó en su mente: ¿qué había hecho? El suero que había creado para someter a la humanidad ahora estaba desatando un furor destructivo que amenazaba con desmoronar sus planes.

En un frenesí, el Líder comenzó a buscar una solución, pero a medida que más personas recibían el suero, la situación se descontrolaba rápidamente. La risa maníaca que antes había resonado en el laboratorio ahora se transformó en gritos de desesperación, mientras él se daba cuenta de que su creación se había convertido en un monstruo del que no podía escapar.

El caos se extendió más allá de las paredes del laboratorio, comenzando a afectar a las áreas circundantes. Los primeros que recibieron el suero no eran solo sus seguidores, sino también ciudadanos inocentes que se habían cruzado en el camino de la distribución del agente. Sin darse cuenta, el Líder había desatado una plaga que transformaba a la gente en seres peligrosos, ansiosos por la violencia, en lugar de las marionetas sumisas que había imaginado.

La risa del Líder se desvaneció, dejando solo el eco de su error mientras observaba cómo su visión de un mundo controlado se convertía en un infierno de caos y destrucción.

El laboratorio del Líder estaba sumido en el caos. Explosiones resonaban y las luces intermitentes reflejaban el terror en las caras de los que quedaban en pie. Sus monstruos, abominaciones creadas a partir de exsoldados, estaban luchando entre sí, desatando una destrucción inimaginable. Entre ellos, Abominación, una criatura colosal que alguna vez había sido un hombre, ahora se movía con la fuerza de un titán, rompiendo todo a su paso.

Con el corazón desbocado y la mente llena de pánico, el Líder se arrodilló en el suelo, su ropa arrugada y su rostro empapado en sudor. “¡Abominación!” gritó, levantando las manos como si eso pudiera apaciguar a la bestia ante él. “¡Por favor, escúchame! ¡Te necesito! ¡Acaba con esas cosas! ¡Protéjeme!”

Abominación, con su piel verde y músculos hinchados, giró su enorme cabeza hacia el Líder. Su mirada era feroz, pero había un destello de reconocimiento. “¿Por qué debería protegerte?” su voz retumbó como un trueno, lleno de rabia. “¡Eres solo un hombre asustado!”

“¡Yo te di poder!” replicó el Líder, su voz llena de desesperación. “¡Tú eres mi creación! ¡Eres más fuerte que ellos! ¡Recuerda tu promesa de lealtad!”

La furia en Abominación creció. “¡Tú me convertiste en esto! ¡Me prometiste control y grandeza, pero solo me diste cadenas! ¿Por qué debería salvarte cuando tú mismo me has traicionado?”

“¡No he traicionado nada! ¡Te hice grande! ¡Te di la oportunidad de ser lo que siempre quisiste ser! ¡Ahora, ayúdame!” El Líder se inclinó hacia adelante, su voz casi suplicante.

Abominación dio un paso hacia el Líder, su sombra cubriendo al hombre, quien se encogió de miedo. “¡Termina con ellos! ¡Tú eres el único que puede! ¡Protéjeme!” La angustia del Líder se volvió más palpable, su miedo evidente.

“¿Qué obtengo a cambio de salvar a un traidor?” preguntó Abominación, su tono más sombrío. La lucha interna en su ser era evidente. El odio y la lealtad se debatían en su interior.

“¡Te necesito! ¡Sin mí, no serás nada! ¡Termina con ellos y vuelve a ser el que eras!” La voz del Líder se alzó en un grito desesperado, sabiendo que su vida dependía de la decisión de la criatura frente a él.

“Si caigo, caerás conmigo,” dijo Abominación, su voz un susurro lleno de conflicto. El eco de su antigua humanidad resonaba en su pecho.

“¡No! ¡No puedes fallarme! ¡Eres el más fuerte! ¡Acaba con ellos y ven a protegerme!” El Líder insistió, su súplica llena de miedo.

Con un último vistazo al caos que lo rodeaba, Abominación apretó los puños, su decisión comenzando a tomar forma. “Está bien, Líder. Pero si me traicionas de nuevo, no habrá piedad.” Con ese grito, se lanzó a la batalla, dispuesto a acabar con los monstruos que amenazaban a su creador.

El Líder observó con una mezcla de alivio y temor, consciente de que su destino estaba entrelazado con el de Abominación, en un juego peligroso que él mismo había desatado.

Abominación, con su imponente figura, se lanzó hacia las criaturas que habían invadido el laboratorio. Su fuerza era abrumadora, y cada golpe que asestaba enviaba a los monstruos volando por los aires, dejando a su paso un rastro de destrucción. Sin embargo, mientras se adentraba en la batalla, algo extraño comenzó a suceder.

En medio de la pelea, el líquido verde que había sido diseñado por el Líder, un agente neuroquímico destinado a controlar a los humanos, empezó a filtrarse de los tanques rotos y se escurrió por el suelo, acumulándose cerca de Abominación. Sin darse cuenta, la criatura pisó sobre el líquido, y una pequeña cantidad logró penetrar su piel a través de las heridas de batalla.

Al instante, Abominación sintió una oleada de dolor intenso que recorrió su cuerpo. Una sensación punzante se disparó desde sus extremidades hasta su mente, como si algo estuviera desgarrando su ser interno. Su rostro, antes lleno de rabia y determinación, ahora se retorció en una mueca de agonía. “¡Nooo!” gritó, su voz resonando en el laboratorio con una fuerza aterradora.

El Líder, que había estado observando con alivio el desarrollo de los eventos, ahora sintió un escalofrío recorrer su espalda al escuchar el grito de su creación. “¡Abominación! ¿Qué te sucede?” preguntó, aunque sabía que estaba más allá de cualquier ayuda que pudiera ofrecer.

Abominación comenzó a moverse de forma errática, golpeando todo a su alrededor. La furia y el dolor se entrelazaron en su mente, transformándolo en un ser incontrolable. “¡No puedo… soportar… esto!” bramó, lanzando un puñetazo contra la pared, haciéndola estallar en escombros.

El líquido en su interior se propagaba, haciéndolo perder el control. Cada instante que pasaba, el dolor se intensificaba, y con él, su rabia crecía desmesuradamente. “¡Líder! ¡Me duele!” gritó, su voz ahora distorsionada por la agonía.

El Líder, aterrorizado, se dio cuenta de que su creación, que había sido su mejor defensa, ahora se convertía en un peligro incontrolable. “¡Basta! ¡Controla tu rabia! ¡Eres más fuerte que esto!” intentó gritar, pero su voz se perdió entre el caos que Abominación estaba creando.

Sin poder soportar el dolor, Abominación se volvió contra los monstruos que aún quedaban en pie, pero su ataque era desenfrenado y sin objetivo. Golpeaba todo a su alrededor, volcando mesas y destruyendo todo lo que se interponía en su camino. “¡No… puedo… detenerme!” El grito resonó, mezclándose con el ruido de la destrucción.

Las criaturas, al ver la locura que había tomado a Abominación, intentaron aprovechar la oportunidad para atacarlo, pero él no podía distinguir entre amigo y enemigo. Con un movimiento de su brazo, desató una onda de energía que derribó a varios de ellos, pero su propia naturaleza lo traicionaba. Los ojos de Abominación estaban llenos de una locura temporal, su mente nublada por el dolor y la rabia.

Mientras el caos reinaba, el Líder, viendo que su creación se estaba desmoronando, supo que necesitaba hacer algo. “¡Abominación!” gritó, tratando de alcanzar a la criatura a través del desorden. “¡Necesitas luchar contra el dolor! ¡Eres más que esto!”

Pero Abominación, sumido en su tormento, solo pudo responder con un rugido ensordecedor. “¡No puedo! ¡No puedo pensar!” El laboratorio se sacudía con cada golpe que propinaba, mientras el Líder se daba cuenta de que había creado un monstruo que ahora podría acabar con él y todo lo que había construido.

Sin saber qué más hacer, el Líder retrocedió, su mente girando con planes de contingencia. Era un genio, pero había subestimado las consecuencias de su propia creación. Si Abominación no podía ser controlado, todo lo que había planeado podría desmoronarse en un instante, llevándose consigo no solo su vida, sino también el futuro que había imaginado.

Mientras Abominación continuaba desatando su furia contra todo lo que se interponía en su camino, algo inesperado ocurrió. De repente, se detuvo en seco, sus ojos desorbitados y llenos de terror. La misma ola de dolor que lo había consumido comenzó a cambiar, su cuerpo se retorcía en una lucha interna. No era la fuerza descontrolada de un monstruo, sino el verdadero Abominación tratando de emerger en medio de la tormenta de tormento.

El Líder observó con horror cómo Abominación se volvía hacia él, la furia que antes lo caracterizaba se disipó en un momento de claridad aterradora. La bestia se estaba convirtiendo en algo más, algo que ya no podía ser controlado. El aire en el laboratorio se volvió denso, y un silencio inquietante se instaló, solo interrumpido por el eco de los gritos y el sonido de los escombros.

"¡No! ¡No, no, no!" el Líder balbuceó, comprendiendo que su creación ya no era la arma invencible que había imaginado. En lugar de un aliado, estaba frente a una fuerza incontrolable. El terror se apoderó de él al darse cuenta de que lo que había creado se había vuelto en su contra.

Abominación, ahora un ser dividido entre el dolor y la rabia, extendió su mano hacia el Líder, pero ya no había amor leal en su mirada, solo la agonía de una criatura atormentada. "¡¿Qué... qué me has hecho?!", gritó Abominación, su voz resonando con un eco desgarrador que llenó el laboratorio. Su forma titánica se encorvó, luchando por recuperar el control, pero el líquido que había absorbido solo alimentaba su sufrimiento.

El Líder, sintiendo que su final estaba cerca, retrocedió lentamente, pero no podía escapar de la realidad que había creado. "¡Por favor, Abominación! ¡Tú me prometiste lealtad! ¡Te creé! ¡Eres mío!" sus palabras se convirtieron en un grito de desesperación.

La atmósfera se oscureció mientras Abominación luchaba, y el Líder se dio cuenta de que no había forma de revertir el daño. La pantalla detrás de él comenzó a parpadear, mostrando las imágenes de la destrucción que había causado, y el horror en su rostro se intensificó. "¡No! ¡No puedo... no puedo morir aquí!" su voz se transformó en un grito de terror absoluto.

Finalmente, la pantalla se apagó, y en la penumbra del laboratorio, el único sonido que quedó fue el grito desgarrador del Líder. Se desvaneció en el aire, un eco de su desesperación que resonó en el vacío, dejando atrás la promesa de su ambición y el precio de su locura. En ese instante, se hizo evidente que el verdadero monstruo no era Abominación, sino el hombre que había intentado jugar a ser un dios, enfrentándose a las consecuencias de su propia creación.

En la Torre de los Cuatro Fantásticos, La Mole estaba cómodamente sentado frente a la televisión, disfrutando de su partido de fútbol americano favorito. Las palomitas volaban mientras él animaba a su equipo, sintiéndose completamente en paz. Pero de repente, la pantalla comenzó a mostrar imágenes alarmantes.

Abominación había irrumpido en el estadio, y lo que antes era un emocionante juego de fútbol se convirtió en un escenario de horror. La Mole se quedó paralizado, viendo cómo la bestia devoraba a los espectadores. "¡No puede ser! ¡Esto es una locura!" exclamó, con los ojos ampliándose mientras el horror se apoderaba de él.

Rápidamente, La Mole se giró hacia sus compañeros, quienes estaban ocupados en otros asuntos. "¡Chicos! ¡Tenemos que hacer algo! ¡Abominación está devorando a la gente en el estadio!" gritó, su voz llena de urgencia.

Reed Richards, conocido por su lógica y raciocinio, levantó una ceja y respondió: "¿Estás diciendo que Abominación se está comiendo a las personas? ¿Estás loco, Ben? Eso suena como una película de terror."

La Mole, sin embargo, no estaba dispuesto a dejarlo pasar. "¡No puedo quedarme aquí sin hacer nada mientras ese monstruo está devorando a inocentes!" insistió, apretando los puños. "¡Es una masacre! ¡Mira las imágenes!"

Sue Storm, que había estado escuchando la conversación, se unió a La Mole. "Ben tiene razón, Reed. Si lo que dice es cierto, no podemos simplemente quedarnos aquí. ¡Es nuestra responsabilidad ayudar!"

Johnny Storm miró la pantalla, atónito. "¡No puedo creer que esté pasando esto! ¿Se volvió loco de verdad? ¡Eso no es normal!"

La Mole asintió con determinación. "¡Sí, lo es! Y debemos ir a detenerlo antes de que mate a más personas. ¡Él está causando una locura!"

Reed, viendo la determinación en los rostros de sus compañeros, suspiró, sabiendo que no podía desanimarlos. "Está bien, está bien. Vamos a intervenir. Pero debemos tener cuidado; Abominación es extremadamente peligroso."

La Mole se preparó, listo para actuar. "¡Entonces, vámonos! ¡No hay tiempo que perder!"

Con eso, el equipo se dirigió a la salida de la torre, decididos a enfrentar la amenaza inminente y proteger a los inocentes antes de que Abominación causara más estragos.

Sin saber que eso sería su más grande error

Cuando los Cuatro Fantásticos llegaron al estadio, lo que encontraron los dejó paralizados. La escena era un horror indescriptible: cuerpos sin vida y restos esparcidos por todas partes, la evidencia de una masacre brutal. El rugido de Abominación resonaba a lo lejos, mientras los ecos de su ataque aún reverberaban en el aire.

La Mole fue el primero en avanzar, su corazón golpeando con fuerza en su pecho. "Esto es... esto es una locura," murmuró, su voz apenas un susurro. La sangre y los escombros llenaban el lugar, y un olor a destrucción invadía sus fosas nasales. Se detuvo en seco, observando cómo los destrozos contaban una historia de terror que no podía ignorar.

Reed Richards, incapaz de procesar completamente lo que veía, se acercó a la pantalla, aún transmitiendo imágenes de lo que había sucedido. "No puede ser... esto es demasiado. Necesitamos evacuar a cualquier sobreviviente que pueda quedar," dijo, tratando de mantener la compostura a pesar del horror.

Sue Storm cubrió su boca con la mano, horrorizada por la brutalidad que Abominación había desatado. "¡Debemos detenerlo antes de que haga más daño! No podemos dejar que esto siga," exclamó, su voz temblando con la mezcla de miedo y determinación.

Johnny Storm, aún en estado de shock, miró alrededor, buscando cualquier señal de vida. "¿Hay sobrevivientes? ¿Qué demonios le pasó a la gente aquí?" preguntó, intentando comprender cómo alguien podía ser tan cruel.

La Mole, sintiendo la rabia burbujear en su interior, apretó los puños. "Él no puede salirse con la suya. ¡Vamos a encontrarlo y a detenerlo! ¡Por ellos!" gritó, señalando los restos. La motivación en su voz resonó con sus compañeros.

En medio de este mar de destrucción, escucharon un estruendo y gritos lejanos. La Mole miró hacia la fuente del sonido, la ira creciendo en su pecho. "Ahí está. Debemos apresurarnos," dijo, guiando al grupo hacia el caos en el campo.

Mientras se acercaban, la figura de Abominación se destacaba, rodeada de caos. El monstruo estaba en medio de lo que había sido un juego, ahora convertido en un campo de batalla. Sus ojos reflejaban una mezcla de furia y descontrol. La Mole sintió que la adrenalina se disparaba al enfrentarse a la verdad de lo que debían hacer: no solo luchar por ellos, sino por aquellos que no podían defenderse.

"¡Por todos los que cayeron aquí hoy!" rugió La Mole, y el equipo se preparó para lo que vendría a continuación, sabiendo que no podían dejar que más inocentes sufrieran a manos de Abominación.

La Mole se abrió paso entre los escombros, su corazón palpitando de rabia y preocupación. Al llegar frente a Abominación, lo encontró inmóvil, con su imponente figura bloqueando el camino, como una montaña de pura destrucción.

"¡Abominación!" gritó La Mole, su voz resonando en el aire. "¿Por qué has hecho esto? ¿Qué demonios te ha llevado a convertir un juego en un campo de batalla?"

El monstruo permaneció en silencio, su mirada vacía fija en un punto en el horizonte. No había respuesta, ni indicios de que comprendiera las palabras que se le dirigían. La Mole sintió una extraña inquietud al ver a su adversario tan quieto, como si la furia que había desatado hubiera desaparecido por completo.

"¡Contéstame!" insistió La Mole, frustrado. "¡Las personas han muerto! ¿Acaso no sientes nada por lo que has hecho?"

Abominación seguía sin moverse, su respiración era pesada y profunda, pero no había rastro del salvajismo que había mostrado antes. La Mole dio un paso adelante, su instinto de protector llevándolo a investigar. La atmósfera estaba cargada de tensión; algo no estaba bien.

Reed, Sue y Johnny se acercaron, sus rostros reflejando la misma preocupación. "Esto no tiene sentido," dijo Reed, frunciendo el ceño mientras estudiaba la situación. "No actúa como normalmente lo haría."

La Mole se acercó aún más, y en un instante, pudo ver que el cuerpo de Abominación temblaba levemente, como si estuviera lidiando con algo dentro de sí. "¿Estás... sufriendo?" preguntó La Mole, su voz más suave, intentando conectar con el monstruo que solía ser un soldado.

De repente, Abominación gritó, un sonido desgarrador que resonó en todo el estadio. Era un grito de agonía, de un dolor indescriptible que resonaba en lo más profundo. La Mole dio un paso atrás, perplejo.

"¡Eso es! ¡Él no está bien!" exclamó Sue, mirando a su alrededor, buscando cualquier indicio de lo que estaba ocurriendo.

La Mole, sintiéndose impotente ante la escena, se giró hacia sus compañeros. "¿Qué le ha pasado? ¡Esto no es normal! Necesitamos saber qué le ha afectado."

Mientras el caos y la confusión llenaban el aire, Abominación seguía gritando, como si estuviera atrapado entre la rabia y el dolor. La Mole sintió que el miedo se apoderaba de él. "Esto no es lo que debería ser. No podemos dejar que más inocentes paguen el precio de su sufrimiento," murmuró, la determinación surgiendo nuevamente dentro de él.

La escena frente a ellos era más compleja de lo que habían imaginado. No solo tenían que detener a Abominación, sino entender qué lo había llevado a este estado. La lucha que se avecinaba no solo sería contra un monstruo, sino contra un ser que, en su interior, estaba lidiando con un tormento que parecía consumirlo.

La tensión en el aire se cortó como un hilo al momento en que Abominación, en un arrebato de furia y hambre, se lanzó hacia Sue. Su figura imponente avanzaba como una tormenta, y ella apenas tuvo tiempo de reaccionar. Con un grito de advertencia, levantó sus brazos para protegerse, sintiendo la poderosa onda de energía del ataque inminente.

La Mole, alertado por el movimiento, gritó: "¡Sue, cuidado!" y se lanzó hacia adelante, pero era demasiado tarde. Abominación se abalanzó sobre ella, su mandíbula abierta en un intento voraz de devorarla. La velocidad de su ataque era desmesurada, impulsada por la hambre y la locura que lo habían consumido.

Sue, con rapidez y reflejos agudos, activó su campo de fuerza justo a tiempo. La barrera invisible se creó entre ella y Abominación, deteniendo su avance a milímetros de su rostro. El impacto hizo vibrar la estructura y casi la arrojó hacia atrás. "¡Esto es una locura!" gritó, mirando fijamente a Abominación, quien retrocedió un paso, aturdido por la repentina resistencia.

"¡No podemos dejar que continúe así!" exclamó Reed, analizando rápidamente la situación. "Sue, mantén el campo activo. Johnny, intenta distraerlo. Necesitamos averiguar qué le ha pasado para detenerlo."

Johnny, asintiendo, se transformó en fuego y lanzó un torrente de llamas hacia Abominación. "¡Oye, monstruo verde! ¡Aquí estoy!" gritó, volando alrededor de su cabeza y esquivando las garras que trataban de atraparlo. "¿No tienes suficiente con devorar a la gente? ¡Ahora también quieres un poco de fuego a la parrilla?"

Abominación, enfurecido por la distracción, giró su enorme cabeza hacia Johnny, lanzando un rugido que resonó en todo el estadio. Sus ojos ardían con hambre, y parecía que había olvidado la presencia de Sue en su impulso primario por cazar a los otros.

Mientras tanto, La Mole se posicionó frente a Sue, su forma pétrea brillando a la luz del caos. "¡No te preocupes, Sue! No dejaré que te haga daño. Estoy aquí," le aseguró, sintiendo la firmeza de su papel como protector en este momento crítico.

Reed observó, con la mente trabajando a mil por hora. "Hay algo más aquí. Abominación no suele actuar de esta manera sin razón. Debemos descubrir qué lo ha llevado a este estado. No puede ser solo hambre."

"¿Qué tal si intentamos atraerlo lejos de la gente?" sugirió Sue, manteniendo su campo de fuerza. "Si logramos llevarlo a una zona más segura, tal vez podamos detenerlo y averiguar qué le pasa."

"Buena idea," dijo Reed. "Pero necesitaremos tiempo, y Johnny, tienes que seguir manteniéndolo ocupado."

Con un plan en mente, La Mole se preparó para actuar. "¡Vamos, equipo! Esto no es solo un enfrentamiento; es una carrera contra el tiempo. Si Abominación está fuera de control, tal vez podamos ayudarlo a regresar a sí mismo, pero primero, debemos contenerlo."

La tensión aumentó a medida que se preparaban para la lucha. La Mole se plantó firme, listo para proteger a sus compañeros mientras se preparaban para enfrentar la creciente amenaza de Abominación, sin saber que el verdadero peligro aún estaba por desatarse.

La escena se desplaza a la Torre de los Vengadores, donde el ambiente se tornó frenético tras el repentino aviso de emergencia. En la sala de operaciones, la pantalla central brillaba con un mapa del estadio de fútbol americano, mostrando áreas de concentración de actividades inusuales.

La alarma sonaba intermitentemente, y el ordenador emitía un tono de alerta. "¡Atención, Vengadores! Se ha detectado un desastre en el estadio de fútbol americano. Se requieren héroes en el lugar para evaluar la situación. Detalles limitados."

Tony Stark se movía rápidamente por la sala, revisando los monitores. "¿Qué es lo que está ocurriendo ahí? Necesitamos información."

Steve Rogers, con el ceño fruncido, observaba las imágenes que parpadeaban en la pantalla. "No hay tiempo para perder. Debemos ir ya."

En ese momento, Bruce Banner, que había estado en el laboratorio, entró en la sala. "¿Qué está pasando?" preguntó, ajustándose las gafas mientras se acercaba.

"Desastre en el estadio," respondió Natasha Romanoff. "Testigos mencionan una figura gigante causando estragos. Necesitamos evaluar la situación antes de que se convierta en una masacre."

Bruce sintió un escalofrío recorriendo su espalda. Sabía lo que eso significaba. "Voy con ustedes," dijo, su voz firme. "Es posible que haya algo que pueda ayudar. No sabemos si esto es una criatura o algo más."

"Buena idea," asintió Tony. "Tu experiencia puede ser útil. Pero recuerda, si las cosas se ponen difíciles... bueno, ya sabes cómo funcionan las cosas con Hulk."

Bruce sonrió levemente. "Intentaré mantener a Hulk bajo control."

Steve dio un paso adelante. "Entonces, vamos. Todos listos. No podemos dejar que más personas salgan lastimadas."

Mientras se preparaban, Thor apareció con su hacha en mano. "¡Estoy listo para la batalla!" exclamó. "No permitiré que un monstruo aterrice en Midgard sin enfrentar la ira de un dios."

"¡Eso es lo que necesitamos!" dijo Clint Barton, alistándose con su arco. "Un poco de músculo en el campo."

Con un último vistazo a la pantalla que mostraba el caos en el estadio, el grupo se dirigió hacia su transporte, un quinjet preparado para la acción. La tensión en el aire era palpable mientras despegaban, cada uno consciente de la gravedad de la situación que les esperaba.

En el trayecto, las imágenes del estadio se hacían más claras, mostrando cómo los asistentes corrían en pánico mientras una sombra gigante se movía entre ellos. Hulk observó la pantalla, sintiendo la energía de la rabia crecer en su interior. La combinación del caos y el sufrimiento humano lo empujaba hacia el borde.

"Esto no es bueno," murmuró Bruce, sintiendo cómo el monstruo que llevaba dentro se agazapaba, listo para liberarse. "Debemos detenerlo antes de que se vuelva demasiado."

Mientras el quinjet se acercaba al estadio, el equipo estaba decidido. Una vez más, los Vengadores se encontrarían con el peligro y, esta vez, tendrían que enfrentarse a una amenaza que ponía en riesgo no solo a ellos, sino a toda la multitud presente. El destino de muchos dependía de su intervención, y sabían que no podían fallar.

La escena regresa a la devastación en el estadio de fútbol americano, donde el caos y la sangre reinaban. La atmósfera estaba impregnada de un intenso olor a miedo y desesperación. En el centro del horror, lo que había sido un lugar de celebración se había convertido en un campo de batalla ensangrentado.

Susan Storm, conocida como la Mujer Invisible, yacía en el suelo, su cuerpo partido por la mitad, la expresión de dolor aún visible en su rostro. A su alrededor, los restos de la multitud estaban esparcidos, mezclados con el aterrador eco de los gritos de los que habían sobrevivido, quienes corrían en busca de refugio. Su traje, una vez blanco y azul, ahora estaba manchado de un líquido rojo que parecía fluir de los cuerpos que Abominación había devorado.

En la distancia, el humo se elevaba, mezclándose con el polvo y el terror que inundaba el aire. Richard Reed, conocido como Mr. Fantastic, había sido testigo de la brutalidad y el horror. Su traje, que había simbolizado la esperanza, estaba manchado de sangre y trozos de carne, un recordatorio escalofriante de lo que había ocurrido.

La Mole, que había intentado enfrentar a Abominación para proteger a su equipo y a la multitud, yacía inconsciente sobre el césped, su forma de roca contrastando con la tragedia a su alrededor. Había luchado valientemente, pero la fuerza desatada del monstruo había sido demasiado para él.

Desde lo alto, Johnny Storm, la Antorcha Humana, volaba por el aire, tratando de mantenerse a salvo mientras observaba el horror que se desarrollaba a sus pies. Su corazón latía con fuerza al ver a sus compañeros en esa situación crítica. "¡Susan! ¡Rich! ¡Ben!" gritó, su voz resonando en el aire. Pero no había respuesta. Solo el eco de su propia angustia.

Mientras se mantenía en el cielo, la Antorcha Humana sintió un torrente de emociones. La rabia y el dolor se entrelazaban en su interior. No podía dejar que esto continuara. "¡Tengo que hacer algo!" se dijo a sí mismo, decididido a actuar.

Aterrizando con suavidad cerca del caos, sus llamas iluminaban la oscuridad a su alrededor. Johnny se preparó para enfrentar a Abominación, sintiendo el calor de su fuego latente, pero también el temor de enfrentar al monstruo que había causado tal masacre. Sin embargo, sabía que debía luchar no solo por sus amigos, sino por todos los que habían caído esa noche.

Mientras tanto, la figura de Abominación se alzaba, imponente y aterradora. El monstruo, cubierto de sangre y con un brillo salvaje en sus ojos, se volvió hacia Johnny, su mirada fija en la Antorcha Humana. Johnny sintió un escalofrío recorrerle la espalda al darse cuenta de que no solo tenía que enfrentarse a un monstruo, sino que su propia familia había sido destrozada ante sus ojos.

"¡No te lo permitiré!" gritó Johnny, lanzándose hacia Abominación con todo el fuego que podía generar. En su interior, una promesa ardía: no dejaría que el sacrificio de Susan, Richard y Ben fuera en vano. Sin embargo, el poder que se oponía a él era abrumador, y la batalla apenas comenzaba.

Mientras la Antorcha Humana se lanzaba contra Abominación, el caos seguía desatándose a su alrededor. Johnny Storm, con el corazón latiendo con fuerza, observaba horrorizado cómo su amigo y líder, Reed Richards, se encontraba en la línea de fuego.

Reed, todavía en shock por la devastación que había presenciado, se recuperó lo suficiente para intentar encontrar una forma de salvar a su equipo. Pero antes de que pudiera reaccionar, Abominación se abalanzó sobre él con una rapidez sorprendente, mostrando sus colmillos afilados y una sed insaciable de destrucción.

El tiempo pareció detenerse para Johnny mientras miraba impotente. "¡Reed, muévete!" gritó, pero la advertencia llegó demasiado tarde. Abominación, en un giro brutal, atrapó a Reed entre sus garras, y en un instante desgarrador, el líder de los Cuatro Fantásticos fue devorado.

El terror invadió a Johnny mientras observaba cómo su amigo desaparecía entre las fauces del monstruo. La imagen de Reed siendo devorado se grabó en su mente, el horror y la angustia llenándolo de impotencia. "¡No, no, no!" gritó, sintiendo que su mundo se desmoronaba.

Con Reed fuera de combate, la escena se volvió aún más caótica. La Mole seguía inconsciente, y la realidad de que su equipo se estaba desintegrando ante sus ojos se convirtió en una carga insoportable. Johnny miró a su alrededor, viendo los cuerpos sin vida y los restos de una batalla perdida. La lucha se tornó personal; no solo debía enfrentarse a Abominación por sus compañeros, sino también por aquellos que no habían tenido la oportunidad de escapar.

"¡Te lo juro, pagarás por esto!" bramó Johnny, su fuego resplandeciendo más brillante que nunca. Con cada fibra de su ser, se lanzó nuevamente hacia Abominación, decidido a vengar a Reed y detener la masacre. Pero en su interior, sabía que se enfrentaba a un monstruo que había dejado su humanidad atrás, un adversario que solo parecía conocer la destrucción y el caos.

El campo de batalla estaba lleno de desesperanza, y mientras Johnny se preparaba para lo inevitable, la sombra de Abominación se alzaba sobre él, listo para devorar no solo su cuerpo, sino también su espíritu.

Los Vengadores llegaron rápidamente al estadio, la atmósfera estaba cargada de humo y un hedor insoportable llenaba el aire. Iron Man, Steve Rogers, Clint Barton y Hulk se detuvieron en la entrada, horrorizados por la escena que se desplegaba ante sus ojos. Lo que había sido un vibrante evento deportivo se había convertido en un campo de batalla sangriento.

La Antorcha Humana estaba en el centro de la devastación, con lágrimas fluyendo por sus mejillas mientras miraba la escena de la masacre. Su cuerpo temblaba de rabia y tristeza, incapaz de asimilar lo que había sucedido a su equipo. Junto a él, la Mole yacía inconsciente, su cuerpo inmóvil y cubierto de escombros.

"¡Dios mío!" exclamó Clint, incapaz de procesar lo que veía. "¿Qué demonios ha pasado aquí?"

Steve, con el rostro pálido, se acercó a Johnny. "¡Johnny! ¿Qué ha ocurrido?" Su voz era firme, pero llena de preocupación.

Johnny levantó la vista, su expresión un mezcla de dolor y furia. "Abominación... se lo llevó todo... Reed... ¡lo devoró!" Su voz temblaba mientras hablaba, y no podía evitar el sollozo que se apoderaba de él. La pérdida de su amigo y líder era abrumadora.

Iron Man activó su visor, analizando rápidamente la situación. "Debemos asegurarnos de que no haya más sobrevivientes aquí. Abominación tiene que ser detenido antes de que cause más destrucción." Miró a Hulk, cuya furia contenida parecía estar a punto de estallar.

"¡RUGIDO!" Hulk grunó, su voz resonando como un trueno mientras se preparaba para enfrentar a la criatura que había sembrado el caos.

Clint, con su arco en mano, se movió hacia la escena, listándose para apoyar a Johnny. "No podemos dejar que esto siga. Debemos detener a Abominación ahora mismo."

A medida que avanzaban hacia el centro de la escena, la visión de cuerpos mutilados y el horror palpable del lugar les llenaban de determinación. "Lo vamos a detener", dijo Steve, mirando a su equipo. "Por Reed y por todos los que han caído aquí."

Johnny, todavía sollozando, sintió una chispa de esperanza al ver a sus aliados llegar. Aunque la pérdida era devastadora, sabía que no estaban solos. Con la ayuda de los Vengadores, tal vez aún había una oportunidad de detener la locura que Abominación había desatado. Pero en el fondo, la sombra de la tragedia que se había apoderado de su vida permanecería grabada en su corazón.

El eco de los gritos aún resonaba en el aire

La Mole comenzó a mover los brazos, sus músculos aún pesados por la inconsciencia. Con un profundo suspiro, se sentó lentamente, tratando de aclarar su mente nublada. La confusión reinaba en su interior, pero algo le decía que la situación era grave.

"¿Qué pasó?" preguntó, su voz resonando entre los escombros y el caos que lo rodeaban. Miró a su alrededor, notando la devastación, los cuerpos esparcidos y el pánico en los ojos de Johnny. "¿Dónde están los demás? ¿Dónde está Sue? ¿Reed?"

Johnny, aún con lágrimas en los ojos, luchaba por encontrar las palabras. "Ben… no lo entiendes. Abominación... se llevó a Reed y a Sue. Están... están muertos."

La Mole sintió que el aire se le escapaba de los pulmones, como si un pesado yugo se hubiera colocado sobre su pecho. "¿Qué? ¡No! No puede ser... ¡Sue!" Su voz se elevó en un grito de angustia mientras la realidad comenzaba a desmoronarse a su alrededor. El dolor y la incredulidad lo inundaron, y su mirada se volvió hacia sus compañeros. "¿Cómo pudo pasar esto?"

Los Vengadores, viendo el sufrimiento en su rostro, comprendieron que tenían que actuar rápidamente. Iron Man se acercó, colocando una mano reconfortante en el hombro de Ben. "Ben, necesitamos que te levantes. Abominación sigue suelto, y no podemos permitir que haga más daño."

Ben asintió lentamente, intentando reunir sus fuerzas mientras se ponía de pie. La rabia se apoderaba de él, mezclada con la desesperación. "No voy a dejar que se salga con la suya. ¡Voy a detenerlo!" Su determinación renovada resonó en su voz, mientras miraba a Johnny. "Debemos encontrarlo y hacerle pagar por esto."

Con la angustia aún palpable en el aire, los cuatro fantásticos y los Vengadores se prepararon para enfrentar a la bestia que había desatado el caos, sabiendo que no podían permitir que más vidas se perdieran. Pero en el fondo, la pérdida de Sue y Reed pesaba sobre ellos, un recordatorio de la fragilidad de la vida en su lucha constante por la justicia.

Iron Man, con una mirada decidida mientras ajustaba sus sistemas de comunicación, abrió un canal de emergencia hacia un equipo que sabía que podría marcar la diferencia. "Jarvis, contacta al equipo Vanguardia Estelar. Los necesitamos ahora."

A través del enlace, Lincoln y su equipo de héroes, quienes ya habían enfrentado crisis de gran magnitud, recibieron el llamado. El tono de urgencia en la voz de Tony Stark era inconfundible.

"Lincoln, aquí Stark. Tenemos un desastre en nuestras manos. Abominación ha desatado algo horrible en la ciudad. No solo estamos hablando de destrucción, sino de una masacre. Ya perdimos a Sue y Reed, y la situación está fuera de control. Necesitamos su ayuda. ¿Puedes reunir a Vanguardia Estelar y llegar aquí lo antes posible?"

Lincoln, al escuchar la gravedad en la voz de Tony, intercambió miradas con sus compañeros, Stella, Clyde, Rusty, y el resto del equipo. Sabían que este no era un enfrentamiento cualquiera. Asintiendo, respondió con firmeza: "Entendido, Stark. Nos dirigimos hacia allá de inmediato. No dejaremos que esto se salga de control."

Iron Man cerró el canal, con una leve sensación de alivio al saber que contaba con el apoyo de uno de los equipos más prometedores. Sabía que con Vanguardia Estelar a su lado, tenían una mejor oportunidad de detener a Abominación y evitar más pérdidas. El reloj corría, y el destino de la ciudad ahora dependía de la unión de fuerzas entre los Vengadores y el equipo de Lincoln.

Hulk se lanzó con furia contra Abominación, su viejo enemigo, después de ver la masacre que había dejado atrás. El estadio estaba lleno de escombros y cadáveres, y Abominación parecía más descontrolado que nunca. Bruce Banner había visto a Abominación en muchas peleas, pero algo era diferente esta vez. Esa criatura que una vez fue un soldado parecía haber perdido todo rastro de humanidad.

Con un rugido, Hulk golpeó a Abominación con toda su fuerza, pero Abominación, impulsado por el suero corrupto que corría por sus venas, contraatacó ferozmente. Sus garras se hundieron en la piel de Hulk, rasgando profundamente y luego, en un momento de brutalidad, Abominación lo mordió.

Hulk rugió de dolor, un sonido que raramente se escuchaba. Pero Abominación no se detuvo. Con movimientos rápidos y salvajes, mordió a Hulk varias veces más en el cuerpo, cada mordisco transmitiendo el suero mortal que comenzaba a infiltrarse en la sangre del gigante verde. Aunque Hulk seguía luchando, cada golpe se hacía más lento, cada rugido más débil. Abominación había sido alterado de manera que el suero que corría por su cuerpo ahora podía afectar incluso a aquellos con energía gamma, como Hulk.

Mientras seguían luchando, los ojos de Hulk comenzaban a cambiar, sus pupilas se dilataban y su respiración se volvía errática. La rabia que lo alimentaba comenzaba a mezclarse con un dolor profundo e incomprensible. Su piel verde, normalmente invulnerable, ahora mostraba venas negras que se expandían lentamente, como una infección que se propagaba por su cuerpo.

Tony Stark, observando desde una distancia segura, gritó a través de sus sistemas de comunicación. "¡Bruce, retrocede! ¡Está infectándote!"

Pero Hulk, consumido por la furia y el dolor, no escuchaba. Cada mordida de Abominación lo hacía tambalearse más cerca del borde de la destrucción. Los Vengadores observaban con horror mientras la batalla se tornaba más desesperada.

Iron Man miró a Steve y Clint. "Esto no pinta nada bien. Si ese suero puede afectar a Hulk, estamos en problemas más graves de lo que pensamos."

Abominación, con una sonrisa oscura en su rostro deforme, sabía que estaba ganando. Hulk, el ser más fuerte que había existido, estaba comenzando a sucumbir.

La batalla entre Hulk y Abominación se intensificaba cada segundo. Cada golpe resonaba como un trueno, pero Hulk, normalmente invencible, ahora tambaleaba. Sus piernas, fuertes como pilares, comenzaban a ceder bajo el peso del dolor que Abominación le infligía. Cada mordida había hecho que la infección se extendiera más, debilitándolo poco a poco.

Dentro de la mente de Hulk, Bruce Banner luchaba por mantener el control. Estaba atrapado en un lugar oscuro y profundo, observando impotente cómo su cuerpo gigante y poderoso era golpeado sin piedad. "¡Hulk, escucha! ¡Tienes que alejarte de él! ¡No podemos seguir luchando así!", gritaba Bruce dentro de su mente. Sabía que si Hulk seguía combatiendo, esa infección gamma los destruiría desde adentro.

Pero Hulk, impulsado por su rabia, no quería escuchar. Sus ojos irradiaban una furia descontrolada, pero incluso él comenzaba a sentir el agotamiento. Sus manos temblaban mientras intentaba lanzar otro golpe a Abominación, pero su enemigo lo bloqueó con facilidad y lo empujó hacia atrás con una fuerza brutal.

"¡No hay tiempo, Hulk!", volvió a gritar Bruce, desesperado. "¡Tienes que huir! ¡Ya es demasiado tarde!"

Sin embargo, antes de que Hulk pudiera reaccionar, Abominación lo golpeó brutalmente en el estómago, haciéndolo caer de rodillas. La criatura infectada lo miraba con una sonrisa malévola, como si supiera que la batalla estaba casi decidida. Hulk intentó levantarse, pero su cuerpo falló.

Era demasiado tarde.

La infección ya había alcanzado un punto crítico, las venas negras ahora cruzaban todo el cuerpo de Hulk. Su fuerza colosal, que lo había sostenido durante tantas batallas imposibles, comenzaba a desvanecerse. Bruce Banner, sintiendo la desesperación, gritó una vez más desde lo profundo de su mente, pero Hulk apenas podía escucharlo.

En el exterior, los Vengadores observaban con horror cómo el gigante verde, su aliado más fuerte, se tambaleaba ante Abominación. Steve Rogers apretó el escudo, listo para intervenir, pero incluso él sabía que si Hulk caía, sus posibilidades de detener a Abominación eran mínimas.

"¡Tenemos que hacer algo!", gritó Iron Man, pero sabían que la situación era crítica.

Abominación, viendo su victoria asegurada, se preparaba para dar el golpe final. Hulk, tambaleante, apenas podía mantenerse de pie.

Tony Stark, Clint Barton y el Capitán América se enfrentaban a Abominación, conscientes de la amenaza que representaba. Aunque la bestia parecía cada vez más monstruosa, ellos sabían que debían evitar por todos los medios ser mordidos o incluso tocados, ya que Abominación había infectado a Hulk y su suero estaba diseñado para afectar a cualquier ser impulsado por energía gamma.

Tony volaba a toda velocidad en su traje de Iron Man, lanzando ráfagas de energía para distraer a Abominación. "¡Cuidado! No podemos permitir que nos toque ni por un segundo", gritó a los otros mientras esquivaba un golpe devastador. Clint, siempre preciso, usaba sus flechas especiales para mantener la distancia y evitar que Abominación se acercara demasiado.

El Capitán América, con su escudo en alto, desvió los ataques directos, manteniendo a Abominación a raya con golpes calculados. "¡No podemos vencerlo de la forma tradicional!", dijo mientras daba un salto acrobático para esquivar una garra gigantesca de la criatura.

Abominación gruñía, frustrado por no poder alcanzarlos. Sus ataques eran rápidos y feroces, pero los héroes, trabajando en perfecta sincronía, se mantenían fuera de su alcance. Cada mordida que intentaba lanzar terminaba fallando, golpeando el aire o el suelo.

"¡No podemos seguir así para siempre!", gritó Tony, mientras lanzaba una serie de misiles dirigidos a las piernas de Abominación para intentar derribarlo.

"¡No necesitamos más tiempo, solo una oportunidad para contenerlo!", respondió Steve Rogers, lanzando su escudo directamente a la cara de Abominación, distrayéndolo lo suficiente para que Clint pudiera disparar una flecha con un dispositivo que envolvía las piernas del monstruo en un campo eléctrico.

Abominación gritaba, sacudiéndose violentamente mientras intentaba deshacerse de la electricidad que lo rodeaba, pero los Vengadores sabían que este monstruo no caería fácilmente. Sus movimientos seguían siendo rápidos y peligrosos, pero el equipo lograba evitar cualquier contacto directo. Sabían que un solo mordisco sería fatal.

La batalla continuaba, y los héroes buscaban una manera de detener a Abominación antes de que causara más destrucción.

En medio de la feroz batalla, justo cuando los Vengadores intentaban contener a Abominación, una figura blanca con negro cayó del cielo, aterrizando directamente sobre la monstruosa criatura. Era Lincoln, fusionado con Antivenom, que envolvió a Abominación con fuerza, inmovilizándolo mientras trataba de purgar el veneno de su cuerpo.

"¡Lo está purgando!", exclamó Tony Stark, esperanzado al observar la escena con sus sensores. "Está eliminando la infección...".

Pero algo andaba mal. Mientras Antivenom intentaba curar a Abominación, la monstruosidad seguía moviéndose erráticamente, rugiendo y luchando contra la intervención de Lincoln. A pesar de los esfuerzos de Antivenom, Abominación no mejoraba.

"¡No está funcionando!", gritó Steve Rogers al ver cómo Abominación seguía retorciéndose, su cuerpo resistiendo el proceso.

El simbionte brillaba intensamente mientras luchaba por sanar lo que quedaba de humanidad en Abominación, pero Lincoln, sintiendo lo que sucedía dentro del monstruo, se dio cuenta de la horrible verdad. Abominación había estado infectado durante tanto tiempo que el daño ya era irreversible. Su cuerpo y mente habían sido completamente devorados por la locura y la mutación.

"¡Es inútil!", rugió Lincoln, retirando parte del simbionte. "Esto lo ha consumido por completo... ¡no queda nada que salvar!"

Abominación, ahora más violento que nunca, lanzó un rugido desgarrador, liberándose parcialmente de Antivenom. Los Vengadores retrocedieron ante la nueva amenaza, mientras Lincoln hacía todo lo posible por contener la situación.

Tony, con el rostro sombrío, asintió. "No podemos detenerlo así. Hay que encontrar otra forma... o terminar esto de una vez por todas."

Lincoln, en su forma de Antivenom, se encontraba en una feroz lucha contra Abominación. Ambos seres se enfrentaban con fuerza titánica, cada golpe resonando como un trueno en el aire. Mientras que Abominación arremetía con su inmensa fuerza, Lincoln, gracias a su conexión con el simbionte, se movía con agilidad y precisión, igualando la brutalidad del monstruo.

Con cada embestida, Lincoln se sentía más poderoso, su cuerpo blanco y negro absorbía el veneno que la criatura había desatado. "No puedes vencerme", gritaba Lincoln mientras lanzaba un golpe certero al rostro de Abominación, que retrocedió un paso, sorprendido por la resistencia del joven.

La batalla se intensificaba. Abominación, frustrado, cargó contra Lincoln, pero este esquivó la embestida y contraatacó con una serie de rápidos y precisos golpes que resonaban en el aire. Antivenom lo protegía, impidiendo que el veneno del exsoldado afectara a Lincoln. "¡No puedo dejar que arruines más vidas!", exclamó Lincoln mientras se lanzaba en un giro, golpeando a Abominación en las costillas.

A medida que la pelea continuaba, Lincoln notó que Abominación no solo luchaba físicamente, sino que también parecía lidiar con un tormento interno. El monstruo, aunque poderoso, estaba siendo consumido por el dolor y la rabia. Lincoln aprovechó esto, utilizando su propia fuerza y resistencia para igualar la pelea, pero también con la intención de liberar al antiguo soldado de su sufrimiento.

"¡No eres un monstruo, Abominación! ¡Recuerda quién eras!", gritó Lincoln, tratando de llegar a la parte humana que aún pudiera quedar. Pero la criatura, en su locura, solo respondía con un rugido ensordecedor y un ataque descontrolado, golpeando con más fuerza. La lucha seguía, y Lincoln sabía que debía actuar rápido para detener la destrucción antes de que fuera demasiado tarde.

Mientras la pelea entre Lincoln y Abominación rugía en el estadio, el equipo de Lincoln, compuesto por Dipper, Zach, Liam, Rusty, Clyde, Stella, Azula y Dash, se encontraba en plena operación de evacuación, trabajando juntos para llevar a las personas a un lugar seguro.

Dipper, con su astucia habitual, organizaba a la multitud. "¡Chicos, por aquí! Mantengan la calma y sigan las luces de emergencia!" decía, guiando a un grupo de personas hacia una salida segura. Su voz era firme, infundiendo confianza en los evacuados.

Zach y Liam estaban en la parte central del estadio, ayudando a las personas a levantarse y moverse. "¡Vamos, hay que apresurarnos! ¡No hay tiempo que perder!" gritaba Zach, mientras Liam, con su energía contagiosa, alentaba a los más asustados. "¡Pueden hacerlo, sólo sigan avanzando! ¡Ustedes son fuertes!"

Rusty, con su naturaleza solidaria, asistía a los ancianos y a aquellos que estaban heridos. "Tranquilo, abuelo. Solo un poco más, ya casi llegamos a la salida," decía mientras apoyaba a un hombre mayor, asegurándose de que no cayera.

Clyde, con su espíritu protector, se situaba en la parte trasera, asegurándose de que nadie quedara atrás. "¡Vamos, sigan adelante! No se detengan, no miren atrás!" instaba, mientras revisaba constantemente que todos estuvieran bien.

Stella, por su parte, utilizaba su agilidad para moverse entre la multitud, asegurándose de que nadie estuviera en peligro. "¡Evacuen hacia la derecha! ¡Rápido, ahora!" ordenaba, mostrando su liderazgo mientras mantenía el control de la situación.

Azula, demostrando su fuerza, levantaba obstáculos que obstruían el camino. "¡No se preocupen! Yo me encargaré de esto," decía con confianza mientras apartaba escombros y despejaba el camino.

Dash, conocido por su velocidad, corría de un lado a otro, ayudando a las personas a salir rápidamente. "¡Rápido, rápido! ¡Sigan corriendo!" exclamaba, asegurándose de que todos se movieran rápidamente hacia la salida.

El equipo trabajaba en perfecta armonía, coordinando sus esfuerzos mientras el estruendo de la pelea resonaba detrás de ellos. A medida que evacuaban a las personas, la tensión aumentaba, pero su determinación no flaqueaba. Sabían que, aunque la situación era crítica, cada vida salvada contaba.

Finalmente, después de un esfuerzo arduo, lograron evacuar a la mayoría de los espectadores, asegurándose de que estuvieran a salvo. Sin embargo, todos sentían una urgencia creciente por ayudar a Lincoln. "Debemos unirnos a la lucha," dijo Dipper, mirando a sus compañeros. "No podemos dejar que enfrente esto solo."

Con un asentimiento decidido, el equipo se preparó para entrar en el estadio, listos para unirse a la batalla contra la Abominación y apoyar a Lincoln en su lucha por proteger a todos.

El ambiente en el estadio se tornó sombrío y caótico. A medida que los miembros del equipo de Lincoln se preparaban para entrar al campo de batalla, un eco de gritos desgarradores resonó por todo el lugar. Aquellos que habían sido infectados por Abominación habían encontrado a los no infectados, y la desesperación llenó el aire mientras intentaban escapar de la amenaza inminente.

El grito de las personas se alzó, un sonido aterrador que indicaba que la masacre no había terminado. Algunos infectados, ahora deformados y con una sed insaciable de carne humana, perseguían a quienes aún estaban a salvo, sus ojos desorbitados y sus cuerpos temblando de hambre.

"¡No, no, por favor!" se escuchó el clamor de una mujer, su voz entrecortada por el terror. Un grupo de infectados se abalanzó sobre ella, y su grito se convirtió en un lamento angustiante que resonó en el aire, paralizando a quienes estaban cerca.

Dipper, al escuchar el eco de los gritos, se volvió hacia sus amigos con una expresión de horror. "¡Debemos ayudar! No podemos dejar que esto siga sucediendo," exclamó, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros.

"¡Rápido! Tenemos que llegar a ellos antes de que sea demasiado tarde!" gritó Stella, corriendo hacia el origen de los gritos.

Liam y Zach siguieron su ejemplo, mientras que Rusty, Clyde y Azula se movieron rápidamente hacia el lugar donde se escuchaban los alaridos, el impulso de ayudar a los que aún estaban vivos superando su miedo.

"¡No podemos permitir que les pase nada!" insistió Zach, mientras su corazón latía con fuerza. "Si llegamos a tiempo, tal vez podamos salvar a algunos."

El equipo, en una carrera contrarreloj, llegó a la zona donde los infectados habían comenzado su ataque. La escena que se presentó ante ellos era un caos absoluto. Las luces parpadeaban, proyectando sombras inquietantes en las paredes, y el suelo estaba cubierto de escombros y gritos de desesperación.

"¡Alto! ¡Deténganse!" gritó Dipper, tratando de hacerse escuchar sobre el tumulto. "¡No dejen que los atrapen!"

Mientras tanto, los infectados continuaban su avance, y la tensión aumentaba en el aire. Los gritos de las personas resonaban en sus oídos, llenándolos de determinación. Sabían que no podían mirar hacia otro lado, que debían actuar rápido para salvar a aquellos que aún estaban en peligro.

Con una mezcla de valentía y temor, el equipo de Lincoln se lanzó al frente, decididos a enfrentar la amenaza que acechaba a los inocentes. Era una carrera contra el tiempo y la desesperación, y su objetivo era claro: rescatar a los sobrevivientes antes de que fuera demasiado tarde.

Lincoln se encontraba en medio de una feroz batalla con Abominación, intercambiando golpes poderosos que resonaban en todo el estadio. A pesar de la fuerza abrumadora de su oponente, él se mantenía firme, utilizando su agilidad y la ventaja que le daba ser Antivenom. Cada golpe de Abominación parecía más desesperado, como si el monstruo en el que se había convertido estuviera perdiendo el control.

"¡Váyanse! ¡Salven a las personas y evacúen el estadio!" gritó Lincoln, manteniendo su mirada fija en Abominación, que rugía de rabia. "Yo me encargaré de esto. ¡No hay tiempo que perder!"

Los Vengadores, sorprendidos por la determinación de Lincoln, intercambiaron miradas. Hulk, con una herida que comenzaba a infectarse, frunció el ceño. "No podemos dejarte solo. Abominación es demasiado peligroso."

"¡Yo soy el único que puede lidiar con él ahora!" Lincoln insistió, sintiendo la presión de la situación. "Ustedes tienen que ayudar a los que aún están vivos. ¡No puedo dejar que más personas sufran! ¡Vayan!"

Tony Stark, viendo la determinación en los ojos de Lincoln, asintió lentamente. "Está bien, pero ten cuidado. No dejes que el veneno te afecte," le advirtió.

Capitán América, con su característica seriedad, añadió: "Confiaremos en ti. Vamos, equipo." Con eso, los Vengadores se dieron la vuelta y comenzaron a dirigirse hacia el lugar donde los gritos de las personas eran más intensos.

Mientras tanto, Lincoln enfrentaba a Abominación, quien, en un ataque desesperado, lanzó un golpe brutal. Lincoln lo esquivó con rapidez y contraatacó, usando su fuerza para desestabilizar al monstruo. "Eres fuerte, pero no podrás vencerme. Esta vez, no dejaré que ganes," le gritó.

Abominación, enfurecido, se abalanzó hacia él una vez más, pero Lincoln estaba preparado. Utilizando sus habilidades, se movió rápidamente, logrando asestar un golpe en el costado de Abominación. La criatura se tambaleó, y Lincoln sintió que tenía una oportunidad.

"¡No más destrucción! ¡Es hora de que esto termine!" exclamó Lincoln, decidido a acabar con la amenaza que representaba Abominación, mientras la lucha continuaba en el caos del estadio.

Mientras Lincoln y Abominación luchaban ferozmente, un rugido ensordecedor resonó en el aire. Era Hulk, quien, después de haber sido mordido y comenzando a sucumbir a la infección, se lanzó a la pelea con una fuerza renovada. Sin embargo, su desesperación y dolor se manifestaban en un ataque implacable.

Con un salto poderoso, Hulk cayó sobre Abominación, aplastándolo con su enorme peso. La colisión fue tan violenta que el suelo tembló, y el aire se llenó del eco de los gritos y el caos que los rodeaba. Abominación no tuvo tiempo de reaccionar; la fuerza del impacto fue suficiente para partir su cuerpo en dos, dejando una escena horripilante a su alrededor.

Lincoln observó con una mezcla de asombro y horror mientras la masa inerte de Abominación caía al suelo, destrozada y sin vida. La lucha había terminado, pero la victoria se sentía amarga. Hulk, todavía emitiendo un sonido gutural, se puso de pie, jadeando, mientras la infección comenzaba a manifestarse en su piel verde.

"¡Hulk!" gritó Lincoln, corriendo hacia él, preocupado por el estado de su amigo. "¡Tienes que luchar contra esto! ¡No dejes que te consuma!"

Hulk, con la mirada perdida y los ojos llenos de furia, no parecía escuchar. Su cuerpo temblaba, y su respiración era pesada. Aunque había derrotado a Abominación, el precio que había pagado era alto. La infección comenzaba a tomar control, y el sufrimiento de Hulk era palpable.

Mientras tanto, el sonido del caos continuaba, con los gritos de las personas resonando en el fondo. Lincoln sabía que aún había trabajo por hacer. "¡Chicos, tenemos que seguir evacuando!" llamó a su equipo, que estaba atendiendo a las víctimas y tratando de mantener el orden en medio del desastre.

En medio de la tensión, Lincoln se enfrentaba a una nueva realidad. Había derrotado a Abominación, pero ahora debía encontrar una manera de salvar a Hulk y detener la propagación de la infección que amenazaba con arruinar todo lo que conocían.

La batalla entre Lincoln y Hulk se intensificó en el estadio devastado, donde el caos reinaba. Cada golpe resonaba como un trueno, y el suelo temblaba bajo sus pies. Lincoln, en su forma de Antivenom, sabía que debía encontrar una manera de alcanzar a Bruce Banner, pero cada intento de comunicarse parecía inútil.

Hulk, en su estado de furia pura, solo lanzaba rugidos ensordecedores. “¡HULK DESTROZA!” gritó, golpeando el suelo con un puño, haciendo que la tierra temblara. Lincoln se dio cuenta de que Hulk no estaba ahí solo para pelear; estaba luchando contra una tormenta de ira que lo consumía.

“¡Bruce! ¡Escúchame!” gritó Lincoln mientras esquivaba un puñetazo que casi lo impacta. “¡No dejes que la rabia te controle! ¡Eres más que esto! ¡Recuerda quién eres! ¡Recuerda a tus amigos!” La desesperación en su voz era palpable, pero Hulk seguía ignorándolo, más enfocado en liberar su furia que en escuchar a quien antes había sido un aliado.

“¡HULK NO ESCUCHA!” volvió a rugir, lanzando otro golpe hacia Lincoln, que tuvo que rodar para esquivarlo. Lincoln se levantó rápidamente, sintiendo la adrenalina correr por sus venas. “¡Tienes que luchar! ¡No eres solo Hulk! ¡Eres Bruce Banner! ¡Eres un héroe!”

Cada vez que Lincoln intentaba llegar a Bruce, Hulk respondía con más furia. “¡HULK DESTRUYE!” gritó mientras lanzaba otro ataque devastador. Lincoln esquivó y contraatacó, golpeando con fuerza, pero sabía que eso no era suficiente. “¡Tienes un propósito, Bruce! ¡No dejes que esto te consuma!”

El enfrentamiento se tornó brutal. Lincoln sabía que debía ser astuto; Hulk no reaccionaba a la lógica, solo a la pura emoción. “¡Tienes a Betty! ¡Tienes a los Vengadores! ¡Están contando contigo!” Lincoln se movía con agilidad, esquivando cada ataque como si fuera una danza de supervivencia.

“¡HULK NO TIENE MIEDO!” rugió Hulk, lanzando un golpe que sacudió el aire. Lincoln sintió el viento de la mano de Hulk pasando cerca de su cara, y el estruendo del impacto resonó en sus oídos.

“¡Eres más fuerte de lo que piensas! ¡Lucha por lo que amas, Bruce!” gritó Lincoln, su voz llena de determinación. Pero Hulk continuaba, solo gritaba y golpeaba, atrapado en su propia furia. Cada intercambio de golpes se sentía como un grito de agonía en el alma de Lincoln.

“¡AMIGO!” rugió Hulk, pero Lincoln no sabía si se refería a él o a la rabia que lo controlaba. “¡HULK DEBE DESTRUIR!” Volvió a arremeter, lanzándose hacia Lincoln con una ferocidad imparable.

“¡NO, HULK! ¡NO TIENES QUE HACER ESTO!” Lincoln esquivó por poco, sintiendo el aire vibrar alrededor de él. “¡Recuerda tu pasado! ¡Todo lo que has superado! ¡No te rindas!”

Hulk se detuvo brevemente, sus ojos llenos de confusión y rabia. Lincoln vio una chispa de humanidad en él, pero rápidamente se desvaneció mientras Hulk volvía a lanzarse. “¡HULK NO ESCUCHA!” gritó, su voz resonando por todo el estadio.

Lincoln respiró hondo, sintiendo que cada golpe que recibía era un recordatorio de la batalla que se libraba dentro de Bruce. “¡Tienes que recordar! ¡Eres un héroe, no un monstruo! ¡No permitas que la oscuridad te consuma!” Lincoln se plantó firme, dispuesto a resistir lo que fuera que viniera, esperando que esas palabras pudieran llegar a Bruce.

Sin embargo, Hulk no se detuvo. La pelea se tornó cada vez más intensa. “¡HULK QUIERE PELEAR!” volvió a gritar, arremetiendo con un puñetazo, y Lincoln sintió cómo la fuerza del golpe vibraba a través de su cuerpo.

“¡Piénsalo, Bruce! ¡Tienes amigos que te apoyan! ¡No estás solo!” Lincoln podía sentir su corazón latiendo con fuerza, sabiendo que el tiempo se estaba agotando. La batalla no solo era física; era un intento desesperado de rescatar a Bruce de su propia mente.

Hulk continuaba sin ceder, cada golpe era una expresión de su dolor y confusión. “¡HULK DEBE PELEAR!” gritó, y Lincoln sintió la rabia en su voz, una furia que parecía imparable.

“¡No, Bruce! ¡No es lo que deseas! ¡Recuerda todo lo que has pasado! ¡Todo por lo que has luchado!” gritó Lincoln mientras rodaba para esquivar otro ataque. Era un juego mortal, pero Lincoln sabía que tenía que continuar, que su lucha era más que física; era emocional.

“¡HULK NO TIENE MIEDO!” rugió una vez más, pero esta vez había una sombra de duda en su voz. Lincoln vio cómo la lucha interna de Hulk parecía intensificarse, como si el propio Bruce estuviera luchando por salir de las profundidades de la locura.

“¡Eres más que solo furia! ¡Recuerda quién eres! ¡Lucha por tu verdadero yo!” Lincoln continuaba tratando de alcanzar a Bruce, pero Hulk era un torbellino de fuerza bruta, su mente atrapada en la tormenta.

En ese momento, Lincoln se dio cuenta de que debía ser más astuto, más directo. “¡HULK, ERES BRUCE BANNER! ¡LUCHA POR TI MISMO! ¡NO DEJES QUE LA OSCURIDAD TE GANE!” gritó, su voz llena de esperanza.

Hulk se detuvo, sus ojos miraron hacia Lincoln con confusión. Por un instante, Lincoln vio una chispa de reconocimiento, un destello del verdadero Bruce. Pero luego, la rabia tomó el control nuevamente. “¡HULK DESTRUYE!” rugió, lanzándose hacia Lincoln con una fuerza aún mayor.

“¡NO, HULK!” Lincoln se preparó, sabiendo que la próxima ola de ataque podría ser devastadora. “¡Tú puedes! ¡Eres más fuerte de lo que crees!”

El enfrentamiento continuó, con ambos combatientes agotándose, pero la voluntad de Lincoln de salvar a Bruce nunca flaqueó. La lucha no solo era por la victoria, sino por el alma de su amigo, y Lincoln estaba decidido a no rendirse hasta que el verdadero Hulk resurgiera.

La pelea entre Lincoln, en su forma de Antivenom, y Hulk se tornaba cada vez más desesperada. Los ecos de sus ataques resonaban en el estadio, y la devastación a su alrededor era testimonio del caos que se había desatado. A pesar de los esfuerzos de Lincoln por alcanzar a Bruce, parecía que la batalla estaba lejos de terminar.

“Hulk, ¡por favor!” Lincoln gritó, intentando penetrar la muralla de furia que envolvía al gigante verde. “¡Recuerda quién eres! ¡Recuerda a Betty, a los Vengadores, a tus amigos!”

Pero Hulk solo respondía con gritos y ataques ciegos, completamente consumido por la rabia. En un momento de furia ciega, lanzó un puñetazo que impactó en el suelo justo al lado de Lincoln, levantando escombros y polvo por los aires. “¡HULK DESTRUYE!” rugió, y la fuerza de su golpe reverberó en todo el estadio.

Lincoln se apartó rápidamente, sus instintos de supervivencia al máximo. “¡No puedo seguir así por mucho más tiempo!” pensó, sintiendo cómo la frustración y la desesperación comenzaban a mezclarse. “¡Hulk, escúchame! ¡Ya es demasiado tarde para salvarte de esto si sigues así!”

Con cada golpe, Lincoln sabía que el verdadero Bruce estaba siendo tragado más y más por la oscuridad. “¡Bruce, estás perdiendo tu humanidad! ¡No puedo dejar que esto te consuma!” gritó, su voz llena de angustia mientras esquivaba otro ataque desmedido.

“¡HULK NO ESCUCHA!” fue la respuesta que recibió, y Lincoln sintió su corazón hundirse. Era como intentar hablarle a una tormenta, y la desesperanza comenzó a calar hondo. “¡No, no puede ser! ¡No quiero que esto termine así!”

Antivenom, con su voz interna resonando, se hizo más fuerte. “Ya es demasiado tarde, Lincoln. Hulk ha cruzado un umbral. La infección lo ha consumido, y no hay manera de que lo recuperes ahora. La rabia lo ha transformado en algo que ya no puede entender.”

Lincoln miró a Hulk, que ahora solo lanzaba ataques ciegos. “¡No quiero rendirme, no quiero perderte, Bruce!” gritó, mientras el gigante verde se abalanzaba hacia él una vez más. La realidad de la situación lo golpeó con fuerza; Hulk no era solo una fuerza de la naturaleza, sino una víctima de su propia tragedia.

En un momento de reflexión, Lincoln se dio cuenta de la verdad desgarradora: “El Hulk que conocía ya no estaba aquí. Esto era solo una sombra de lo que fue. No puedo seguir luchando contra alguien que ha sido consumido por su propia furia.”

Mientras la batalla continuaba, el sentimiento de pérdida se hacía más pesado en el pecho de Lincoln. “Lo siento, Bruce,” murmuró para sí mismo mientras se preparaba para el siguiente ataque. La lucha no era solo una batalla física, sino una guerra por el alma de su amigo, y aunque sabía que la situación era crítica, no podía rendirse, no aún.

“¡HULK, LUCHAMOS JUNTOS ANTES! ¡NO TIENES QUE HACER ESTO!” Lincoln gritó mientras esquivaba un nuevo golpe de Hulk, sintiendo cómo cada intento de comunicarse era como gritar en el vacío. La transformación de Hulk había llegado a un punto de no retorno, y el dolor de esa verdad se asentó en el corazón de Lincoln.

“Si esto sigue, terminaré por tener que pelear contra mi propio amigo,” pensó, decidido a no permitir que la desesperación lo consumiera, mientras se preparaba para lo que sería el enfrentamiento más difícil de su vida.

Fin del capítulo

No te preocupes dasher pronto aparecera la bruja escarlata y de más cosas que me dijiste

Dejen sus opiniones aquí y que les pareció está primera parte (nota esto no es canon de tro de la historia )















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