¿Soy rara? La voluntad de seguir.

—¡Una, dos y tres! —Luffy terminó de contar, solo que yo no había descubierto un lugar para escondite pronto y me encontraba justo detrás de él. —¡Estás atrás de mi!—Gritó pero rápidamente me acerqué a él a tocarlo del hombro.

—¡Las traes! —me miró confundido por el repentino cambio de juego. Salí corriendo para que no me alcanzara.

—¡Oye! —Me gritó enojado y yo me reía a carcajadas, por la velocidad a la que iba terminé chocando con alguien y reboté el suelo. Era un señor alto y regordete, moreno pero con cabellos azabaches y un poco plateado. Tenía barba y un traje blanco con el símbolo de la marina.

—¿Quien es usted?—pregunto mientras me levanto y sacudo mis shorts y mis rodillas.

—Dime ¿quien eres tú?—me respondió haciéndome una pregunta mientras se inclinaba un poco hacia mi.

—Dígame quien es usted y le digo quien soy yo. —le dije cruzándome de brazos.

—Mi nombre es Garp, mocosa. —dijo y se cruzó de brazos también.

—Oh bueno, soy Amie mucho gusto. —le respondí y de mis brazos cruzados, los acomodé a los lados de mi cadera mientras sonreía y sacaba la lengua.

—¡Me las vas a pagar Amie!—a la distancia me gritó Luffy mientras corría hacia mi enfurecido.

—Oh diablos. —me hice para atrás solo un poco, estaba lista para correr pero el señor Garp gritó muy fuerte.

—¡Luffy!— el rugido de Garp hizo que tapara mis orejas por debajo de el pañuelo que las cubría, que desconsiderado es el gritar tan fuerte cerca de alguien. Luffy rápidamente frena parando sus pies sobre la arena y corre hacia el lado opuesto gritando como loco, el señor Garp lo persiguió, era una escena muy cómica pero extraña, Garp lo agarró finalmente.

—¿Luffy, quién es él? —pregunté extrañada con una sonrisa boba. Garp ya lo tenía agrrado del cuello de su camisa y Luffy tenia un puño preparado para atacar, voltearon a verme y Garp le da un puñetazo a Luffy en la cabeza.

—¡Que desconsiderado eres por no hablar de tu familia, mocoso!—Luffy se soba, parece que en serio le duele.

—¡Jamás le hablaría de ti a alguien!—le gritó de nuevo, empezaron a discutir pero yo ya estaba hambrienta de la curiosidad

—¿¡Luffy, quién es!?—le volví a preguntar gritando mientras cerraba con firmeza mis puños.

—Es mi abuelo... —me dijo con total naturalidad, me quede plasmada y la boca abierta que hasta sentí que llegaba hasta abajo. Pero creo que en el fondo solo me sentí más curiosa porque después de todo, Luffy tiene una familia.

[AMIE]

Diario de Amie
20 de Junio [Era pirata]
Querido diario, lamento no haber escrito antes sobre ti, viendo mis notas pasadas veo que en serio me retrase mucho, perdóname diario. Pero estoy dispuesta a contarte mis más profundos pensamientos ahora.

Ha pasado un tiempo desde que mi isla quedo destruida, pero espero que todos mis amigos, conocidos, familiares y gente de mi isla ahora descansen en paz en la eterna tranquilidad. Conocí a Luffy, un chico muy lindo y gracioso, tambien conocí a Shanks, que debido a que unos bandidos capturaron a Luffy, Shanks perdió un brazo. Dejándole su sombrero de Paja a Luffy y a mí dándome un cofre pequeño lleno de semillas, perlas y otras piedras preciosas se despidió de nosotros. ¿Sabes diario? Me alegro que Shanks me encontrara, puede que el destino me haya sonreído después de todo, de grande me quiero casar con él. Ay diario, que vergüenza que haya escrito eso, que bueno que no tienes ojos porque de lo contrario verías a una Amie toda sonrojada y nerviosa, creo.
También conocí a un viejo muy genial, se llama Garp y me cae bien, aunque a veces puede ser muy regañón, es el abuelo de Luffy y también ha pasado un rato ya desde que lo volví a ver, me despido diario, se que ha sido alto corto pero Luffy me está llamando.

Ansiando volver a escribir sobre ti.
Diamond Amie.

—¡Heymi! ¡Vamos por carne!—Llegó Luffy con una gran sonrisa en su rostro. Lo mire con ojos entrecerrados.

—Luffy...-cerré el diario—Yo no me llamo "Heymi" soy Amie, se pronuncia "eimi" no "jeymi"

—¡Es lo que dije! —me respondió de una manera que casi sentí que sonaba ofendido.

—No, no es cierto... —le respondí con una sonrisa con duda.

—¡Eso no importa, Heymi! ¡Acompáñame por carne! —me agarró de la mano y me llevó afuera de la habitación, saludamos a Makino que estaba limpiando unos vasos y salimos del bar.

Íbamos de camino al mercado hasta que Garp nos detuvo. Nos dijo que ya era hora de que supieramos ser buenos marinos y empezáramos nuestro entrenamiento, supongo que se refería a "empezar" porque también hablaba de mi, Luffy ya había estado entrenando muy duro, había veces en las que Garp se lo llevaba por mucho tiempo y Luffy al llegar quedaba cansado hasta no poder más.

—¡Pero si yo no quiero ser marino! —me miró, tomó mi mano y la alzó junto a la suya. —¡Amie tampoco quiere serlo!

Empezaron a discutir y yo me inquietaba cada vez más, sentía una tensión en mi espalda, era la gente, mucha gente. A pesar del pañuelo que llevaba, muchos ya sabían sobre mis orejas anormales, se me quedaban viendo mientras pasaban al lado mío. ¿Acaso seré tan... rara?

Al final Garp nos llevó a las montañas, según yo era solo un paseo familiar. Caminábamos camino arriba, había muchos árboles y Luffy estaba algo ansioso.

—¿Oye, a dónde vamos? —Le pregunté rascándome la cabeza.

—Amie... Creo que antes de llegar debo decirte que ahora eres parte de mi vida ahora. —me quedé en silencio, es decir, me lo dijo de tono serio que parecía como si fuera algo malo. —Tú has elegido tener a Luffy como amigo, y él también te eligió, ya ha pasado un tiempo y aunque no seas mi nieta de sangre. —me miró— te has ganado mi afecto. —le sonreí y me sonrojé un poco, seguimos subiendo por el camino. —no te voy a pedir que entrenes, solo que seas la voz de la razón.

A lo lejos podemos ver una casa en medio de todo este bosque, era bastante linda y se veía acogedora, Luffy está emocionado, le quiero seguir pero escucho algo extraño... miro a mi alrededor y creo haber visto una sombra.

—Luffy...—murmuré, vi que estaba bastante lejos de mí porque se hallaba junto a la puerta de la casa, creo haber visto a esa sombra de nuevo, me da escalofríos y corro. Salto levemente sobre Luffy y lo abrazo.

—¿que tienes?— me pregunta algo curioso.

—¡Dadan! —Garp gritó tan fuerte haciéndonos a Luffy y a mi voltear. Me separo de este y me acerco a Garp, de la puerta sale una mujer robusta de pelo largo de color anaranjado, un poco de arrugas, labios gruesos y ojos grandes.

[...]

Ahora entiendo todo, Garp nos mandó a Luffy y a mi a vivir con los bandidos del bosque, un grupo liderado por Curly Dadan, para ser una bandida es bastante honorable y llega a ser muy graciosa. Los días eran bastante agradables y los bandidos se tomaban la molestia de traernos de comer a Luffy y a mi, aunque nos advertían que debíamos aprender a cazar y ganarnos nuestra comida. Hablando de comida, hay un chico que es mayor que Luffy y yo, creo que tiene diez años, es bastante serio y tiene cara de mala espina. Se llama Ace. El primer día que lo conocimos escupió sobre Luffy, fue algo asqueroso pero desde entonces Luffy ha querido conocerlo y ser su amigo. Ace es un tipo bastante serio.

Recuerdo una vez en donde Luffy trataba de perseguirlo, yo no soy capaz de hacer esas cosas, nunca he golpeado a nadie -al menos que yo recuerde- mucho menos sé moverme como lo hacen ellos dos, me limitaba a valerme en la casa por Luffy y yo, iba por agua, plantas y tal vez una que otra piedra que me gustara, recuerdo que caminé bastante lejos e iba a anochecer, me estaba poniendo nerviosa y con ganas de llorar, hay bastantes criaturas por aquí. Entonces me topé con él, con Ace. Lo miré y él me vió, quise pedirle ayuda pero sabía que era en vano, muy apenas se dignaba a mirarme y con Luffy era peor, sabía que él no me ayudaría... o eso pensaba. Vi que salió corriendo, pero entonces se detuvo, y se giró a verme, en ese entonces entendí que me estaba guiando... Tal vez no era un mal chico pero en serio no me da buena espina.

—¡Oye Amie! —me gritó Luffy. —¡Ven! ¡Ya se como llegar con Ace! —me dijo.

—Mm, vale pero ¿y yo que? Apenas y se correr Luffy... —entonces me tomó de la mano y puso mis brazos en su cuello. —¡Luffy, no—!

Brincamos, escalamos, tropezamos y casi morimos, al final del recorrido tuve el susto de mi vida y seguía temblando. —¡Lo hice! —dijo Luffy emocionado, ahora vamos a buscarlo. No tardamos mucho pero lo encontramos con otro chico, uno rubio y un gran sombrero. Al parecer se dieron cuenta de nuestra presencia. ¿Saben qué es el sentido común? En este caso se podría explicar al ver la mirada de Ace y el otro Niño, no nos querían ahí. Eso era sentido común por lo que quería alejarme lo más rápido de ahí, pero mis piernas seguían temblando por el tremendo recorrido que me dio Luffy. Lo que me lleva a seguir con mi pensamiento. ¿En que rayos pensaba Luffy al mostrarse tan simpático con ellos?

Lo siguiente qué pasó fue que nos ataron a un árbol, mis mejillas se inflaron al no querer llorar o gritar. Sabia que mirar a Ace no era necesariamente un grito de ayuda, pero al ver al otro chico hice trompa con los labios, y mirándolo con esperanza de que me desatara. Hizo una mueca y desvió sin vergüenza la vista. Luffy platicaba con ellos con tal energía, tal vez debería estar molesta con él, pero... creo que en serio, desde donde lo veo, verlo ahí tan sonriente, con sus ojos brillando de tal manera. Era algo fascinante, y quería ser cómo él, inocente pero al mismo tiempo no se fiaba de cualquiera.

—Hay que matarlos. —Ace dijo de manera fría con un rostro espeluznante, el chico asintió de igual fría manera.

Luffy no era tan ingenuo después de todo, porque ambos gritamos como si no hubiera un mañana. —¡No nos maten! ¡Quiero vivir! —gritamos al unísono, trataron de callarnos pero estaba hasta el borde de mis lágrimas. Grité y grité hasta que sentía que se me iba la voz.

—¡Ya cállense! —nos callamos al instante, tenía miedo y bastante pero me imagino que pudo haber pasado si no seguía sus órdenes.

—¡no sean tan crueles! —les dije. —¡Luffy y yo no les hemos hecho nada que pueda afectarlos! —dije algo enojada. —¡No tienen algún derecho! —grité.

—¡Deben estar cerca! ¡Escuché los gritos por aquí! —se escuchó una voz a la distancia. Todos nos quedamos perplejos, Ace y el otro chico se susurraron entre ellos. Nos soltaron y nos escondimos detrás de unos arbustos, eran unos tipos de una tripulación pirata. Escuchaba con atención. Al parecer el dinero que tenían lo habían conseguido robándose el tesoro de los piratas de Bluejam.

—Están en serios problemas. —les dije algo molesta. —No todos los piratas tienen alma de pollito.

—No había razón para que nos encontraran, si tú y tu tonto amigo no me hubieran seguido... —me susurró de manera agresiva. Iba a responder a la defensiva pero el chico de rubio me interrumpió.

—¿Oigan dónde está el crío? —Mencionó, miramos hacia mi lado y después miramos hacia los piratas y ahí estaba, corriendo hacia ellos.

El sudor me recorría y estaba temblando, miré a Ace y al otro y no estaban haciendo nada. ¿Qué debería hacer? Mi mente se nublaba, yo no sé pelear, y si al menos pudiera moverme rápido pudiera crear una distracción, no sirvo para esto ¿Qué debo hacer? No iban a hacer absolutamente nada.

—¡Luffy! —salí corriendo. —¡Por favor déjenlo ir! —les supliqué pero solo logré que me captaran también, me tomaron muy fuerte del brazo.

—¡Traigan a esa mocosa también! —gritó el jefe, al parecer "Porchemy" era su nombre y en serio me daba miedo.

—¡Déjenme ir! ¡Ya suéltenme! —grité y grité más fuerte con Luffy. —¡Alguien ayúdennos! —mi voz se cortó y una lagrima me salió por lo fuerte que tenía agarrado mi brazo y empezó a dolerme demasiado.

[...]

—¡Te estoy diciendo que me comí la frita gomu gomu. Los golpes normales no me hacen daño! —gritó Luffy. Porchemy soltó un leve "ya veo" y ordenó ir por sus guantes.

—¡Por favor déjenos ir! ¡Se lo estoy rogando! —le grité con desesperación, mi corazón palpitaba tan fuerte que sentía que se me iba a salir del pecho. En el fondo se que nadie iba a rescatarnos pero si no trataba entonces lo poco que me quedaba de esperanza se iba a ir e iba a enloquecer. Al contrario de Luffy yo sólo estaba atada de manos a un tubo, con la espalda por fuera.

El señor se me quedó viendo a los ojos y después dijo. —Quítenle la camiseta. —Sonará feo, pero abajo tenía una blusa sin mangas que se abrochaba del cuello y abierta de la espalda, se dispusieron a quitármela. —Tráiganme la cadena de púas. —sentí como ahí mi corazón se detuvo, caminó hacia mi y entonces me quitó el pañuelo de la cabeza. —¿Qué eres? ¿Un monstruo? pero si no pareces más que una mocosa. —dijo algo sorprendido. —Te dejaré ir si me dices ¿Dónde está mi dinero? —Miré a Luffy, él no hacía más que mirarme, ni siquiera mostraba señales para que no dijera nada, miré a Porchemy y después hacía abajo. —¿No? Entonces si no hablas, haré que al menos valga la pena,esto va a dolerte mucho.

Primero agarró los guantes y le dio un puñetazo a Luffy. Este gritó de dolor —¡Esto me dolió! ¡Ya basta! —lo miré asustada.
—¡Por favor ya déjalo! —exclamé, por última vez aterrada, le estaba saliendo demasiada sangre, no me gustaba para nada verlo así.
Agarro una cadena y me preguntó otra vez. —¿Donde está? —negué con la cabeza, a este punto ya estaba con bastante pánico. Impulsó la cadena y el dolor en su máxima expresión estuvo presente en mi espalda desnuda. Lancé un grito desgarrador, sentía como mi sangre recorría mi piel.

—¡Detente, desgraciado!—gritó Luffy entre lágrimas, pero estoy segura que él lloraba porque ese golpe con púas si que le dolió.

—¡Escúchenme bastante bien mocoso! ¡Yo no me contendré por ser un par de niños! Obtendré lo que quiero, a toda costa.

[...]

Ya a este punto mis piernas temblaban aunque estuvieran descansando en la tierra, mi nariz estaba cubierta de mocos y mi cara de lágrimas secas, no podía respirar bien y el dolor que sentía era inmenso, hacia ya rato que Luffy no estaba gritando, no teníamos las fuerzas. Me dolía verlo así, más de lo que me dolía a mi, la sonrisa que llevaba siempre había desvanecido y no había nada que yo pudiera hacer.

—¡No te lo voy a decir! —le gritó con las únicas fuerzas que le quedaban. No tenía fuerzas para voltear, pero aún así lo intenté, mis mejillas estaban apoyadas en el tubo para poder ver sin necesidad de mover mi espalda, me dolía mucho.

—Está bien. —Porchemy caminó y agarró una espada, el dolor que tenía desapareció pues miré como se dirigía a Luffy, oh no, oh no. No se de donde saqué fuerzas para ponerme de nuevo de pie e intentar jalonear mis cadenas.

—¡No, no lo hagas maldito! ¡Aléjate de él! —le grité, jaloneé con fuerza, pateé el tubo sin éxito. —¡Détente ! —mis ojos derramaban lágrimas, no lo podía perder, a él no, a él no, a él no, a él no, a él no, a él no, a él no, a él no, a él no, a él no, a él no, a él no, a él no. —¡Luffy!—le grité con toda mi fuerza, mi garganta dolía demasiado.

—Muere. —dijo Porchemy y alzó la espada.

—¡No! —grité con bastante furia y temor, una fuerza bastante conocida me rodeó, me sentí extraña y entonces lo comprendí. —Abrahel... —susurré, la fuerza que adquirí hizo lo posible porque había logrado romper las cadenas, caí sobre mi trasero y me disponía a correr, en ese entonces las paredes se rompieron, eran Ace y el otro chico. Ya no me sentía fuerte y caí sobre mis rodillas, la espalda me volvió a arder. Lo único que vi era que desataron a Luffy, solté una lagrima de alivio.

[...]

-¡Estar solo es peor que estar muerto!—gritó Luffy, yo me hacía la desmayada, estaba a punto de levantarme pero lo escuché decir eso. —Amie se la pasa con Dadan y no es muy expresiva, quiero estar contigo Ace. —eso me puso a pensar, suspiré, "perdón por ser así"

[...]

—¡Demuestra quien manda Luffy! —le grité, Ace pareció molestarse y me sacó la lengua para después de una patada mandar a volar a Luffy. —Uh... será a la próxima. —le sonreí. Miré a Sabo y lo tomé de la mano. —¡Te deseo suerte con tu entrenamiento! —pareció sonrojarse un poco y sonrió.

—Gracias. —rió nervioso, él era Sabo, era bastante agradable, amable, honesto y muy divertido. Era casi igual de fuerte que Ace. —¡Muy bien Ace!—exclamó. —Está vez no me contendré. —procedió a atacarlo, estábamos en un entrenamiento, oh bueno, estaban. Yo no sé pelear y para este punto enfrentarme a ellos me da miedo. Cuando me di cuenta Ace ya había derrotado a Sabo. Ace sonrió victorioso y me miró.

—¿No quieres intentarlo? —preguntó a lo que bufé.

—Sabes que yo no sé pelear, prácticamente si lo intentara acabaría muy mal. —dije alzando una ceja.

—Bueno, digo, aunque supieras pelear no tendrías oportunidad conmigo. —me reí y me paré para ponerme enfrente suyo.

—Ace si supiera pelear barrería el suelo contigo. —Le saqué la lengua mientras me burlaba.

—Uy, ¡no me voy a contener contigo! —iba a responderle pero el den den mushi sonó, era una alarma que había puesto.

—Me tengo que ir, Ace. —estiré mi brazo. —Hasta luego. —le sonreí. Hizo una mueca y nos dimos la despedida.

—Ten cuidado... —dijo y se dió la vuelta, asentí y me despedí de Sabo y por supuesto, de Luffy.

—¡No me tardo! —dije corriendo hacia el bosque, iba a ir al pueblo, a ver a mi padre. Ha estado muy mal estos días y quiero estar ahí para él.

Es la única familia que tengo...

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