- V -
Muzan ya sabía que algo así ocurriría. Escondido, sintiéndose humillado, el demonio intenta nuevamente que su fuerza le de alguna especie de ventaja contra el sol. Pero la luz en su piel sigue ejerciendo tanto o más daño que hace más de mil años.
Partió del lado de Giyuu para aventurarse en los montes que el joven le señaló. Le irrita el hecho de no poder tolerar ni siquiera un atardecer en la cima del monte más bajo de los tres.
No podrá estar junto a Giyuu durante la recolección del lirio azul y claramente Akaza tampoco ni ninguna de sus inútiles creaciones.
Una complicación viene tras de otra.
Le dio a Kokushibo la misión de buscar a la anciana hasta en el último rincón pero a dos semanas de haberlo hecho no ha tenido resultados.
También se suma el hecho de que optó por asesinar a todos los demonios que Giyuu le mencionó, algo que de alguna forma pareció funcionar. Akaza dijo que el menor no ha vuelto a tener pesadillas pero eso sólo implica el tener que estar jugando al esposo protector incluso estando lejos del humano.
La idea de activar la maldición en todas sus malditas creaciones a excepción de las lunas superiores se ve cada vez más tentadora.
"¿Sabes leer?".
"No".
Esa fue una gran mentira. Akaza aprendió a leer y escribir a la perfección, pero una mentira blanca no puede hacer daño si con ello logra que Giyuu dedique su tiempo a enseñarle.
A casi un mes de la partida de Muzan, ambos pueden decir que su relación de maestro a alumno es mucho más agradable y cariñosa que la de amo y sirviente.
Para Akaza los días nunca antes pasaron con tanta rapidez y ternura. Un hermoso sentimiento acalora su pecho cada vez más. Siempre es una pena cuando Muzan reaparece y la sonrisa del endrino se muestra mucho más grande y brillante que cualquiera que haya sido dirigida a él. Al menos esta vez no estará presente cuando eso ocurra.
Hace una gran reverencia, le desea una buena noche al humano y se marcha a tiempo. Cuando ambos demonios se cruzan en el pasillo no hay más interacción que una reverencia por parte de Akaza.
Muzan sigue de largo, entra en la habitación donde es recibido de inmediato por la alegría de su esposo.
—¡¿Cómo te fue?! ¿Pudiste resolver todo?–.
La respuesta aún es no. No encontró una maldita forma de mantenerse en la montaña ni aún siendo apenas primavera y tampoco ha tenido éxito buscando a la anciana, mucho menos Kokushibo.
—Mira ésto, mi querido esposo luce radiante ¿Hay una buena razón?– evita responder la pregunta de Giyuu, distraerlo con halagos y desviar el tema es la mejor solución para no pensar en todo aquello que le enfurece.
Extiende sus manos aparentando buscar un abrazo cuando realmente desea que el joven, antes doctor, note las vendas que envuelven sus brazos desde las muñecas.
Giyuu se traga la respuesta de que es debido a su llegada cuando nota los vendajes, inmediatamente salta la preocupación.
—¿Qué te pasó? ¿Cómo te lastimarte?– de su mente desaparecen incluso las ganas de quejarse debido al tiempo que se fue y a que no recibió siquiera una carta que lo mantuviera tranquilo.
—No es nada, no debes preocuparte–.
—Déjame ver–.
Muzan atrapa las manos antes de que lleguen a tocar los vendajes, tira de ellas con firmeza para acercarlo hasta que sus labios casi chocan.
—Dije que no es nada, sólo estuve mucho tiempo afuera y mi piel lo resintió– une las puntas de sus narices, cierra los ojos y suspira mostrándose agotado.
Realmente lo está, física y mentalmente. Apenas tiene ánimos para sembrar la idea en Giyuu de que vaya él solo en busca de la flor para evitarle malestares.
—Ryue...–.
Abre los ojos, se encuentra con zafiros que lo miran de forma extraña, por primera vez ese lindo rostro le muestra un gesto que no puede descifrar.
Hay muchos pensamientos corriendo en la mente de Giyuu, es su hermana temerosa por su matrimonio, es él mismo pensando que podría solucionarlo, es incluso Ryue diciendo que ellos siempre estarían juntos y que no necesitarían a nadie más.
Pero quizás sí.
—Vamos, debes estar agotado– sube de puntitas a dejar una caricia de sus labios sobre la fría mejilla.
Consigue guiar al mayor, cambiar sus ropas y unirse a él en un arrumaco entre las sábanas. Ambos prefieren rendirse por esa noche a lo que los atormenta en sus mentes.
El humano mucho más preocupado que el demonio.
¿Y si él no es suficiente?
¿Y si ese verano no consigue el lirio azul?
¿Qué pensará Ryue de él cuando le falle?
No puede ni quiere pensar en lo que pasaría si el verano se marcha sin que hayan logrado recolectar la flor y encontrar una cura para su amado.
"No necesitamos de nadie más".
"Giyuu, tú eres todo lo que necesito".
Las dos grandes facetas del menor pelean. Su lado romántico posesivo quiere aceptar ciegamente las palabras de Ryue, ser el único a quien su marido busque y necesite, ser aquel que le brinde la salud que ambos tanto desean para tener un futuro longevo y feliz.
Tristemente, su otra parte, la que siempre lo minimiza, regaña, humilla y menosprecia siempre gana. Cuando sus ojos se rinden al cansancio ya está en su mente la firme idea de que necesita ayuda.
Por el bien de Ryue y su matrimonio, tendrá que buscar personas que lo ayuden.
Giyuu ha estado actuando extraño, Akaza ya puede notar en él cualquier cambio por mínimo que sea, pero lo que ve no es una pequeñez en absoluto. El chico luce demasiado nervioso, lleva días mostrándose acelerado y ha sido así desde que Muzan volvió a marcharse.
Piensa que algo ocurrió en el reencuentro que lo ha mantenido tan acelerado y ocupado en varios escritos, pero ahora incluso camina de un lado a otro, desesperado.
Se muestra por primera vez como debería, alterado en su encierro y eso le preocupa mucho. Lo ve pasearse con angustia, caminar en círculos mientras piensa.
Giyuu medita en lo que ahora debería hacer, ya gastó algunos días preparando todo lo necesario, no quiere seguir perdiendo el tiempo.
¿Ya debería marcharse? Su corazón le dice que sí pero no quiere hacerlo sin antes avisarle a Ryue. El problema son las pocas o nulas interacciones. Durante el día no se atreve a molestarlo y por las noches ya no logra esperarlo.
Desde que Muzan elimina a los demonios de sus pesadillas el sueño lo tumba sin piedad.
Él cree que en algún momento de la noche Ryue se une a él en la cama y luego vuelve a levantarse temprano, se supone que las flores en su cama al amanecer son prueba de ello pero es otra gran mentira.
Akaza es el único que vela su sueño y se ha tomado el atrevimiento de dejarle una flor a su lado cada noche que Muzan no se digna a volver.
—¿Ocurre algo? Hoy parece mucho más nervioso que otros días–.
El joven amo interrumpe su caminata, incluso nota que ha estado mordiendo la uña de su pulgar.
—¿Vas a llevarle el almuerzo?– no contesta su pregunta. Se centra en el hecho de que Hakuji sostiene una bandeja con comida que va a fingir llevar al estudio.
—Sí–.
—¡Espera aquí, no la lleves hasta que vuelva!–.
Akaza obedece, curioso, espera por un largo rato hasta que Giyuu vuelve corriendo y mucho más agitado que antes. No luce enfermo ni lastimado, le hace casi imposible imaginar sus planes.
—No lo distraigas, sólo déjala ahí y que la lea cuando quiera– deja sobre la bandeja una pequeña nota doblada varias veces.
—¿Quiere que le ayude con algo? Me empieza a preocupar su actitud tan acelerada–.
Un quejido infla las mejillas del menor, la verdad es que le encantaría llevar a Hakuji con él pero el lugar al que va es secreto incluso para Ryue.
—No, está bien. Sólo lleva la bandeja con cuidado–.
El camino hacia el estudio se hace terriblemente lento y tentador. Akaza mira la nota con muchas emociones revolviendo su conciencia.
Sabe que la nota es para su rey, leerla podría costarle la vida si su señor lo descubre y está de mal humor.
También sabe que Giyuu actúa muy extraño, cuidarlo es su deber y leer la nota podría ayudarlo a entender lo que ocurre.
Pero... Joder. También sabe que su curiosidad se vierte sobre la nota con la violencia de los celos. Quiere saber qué podría escribir Giyuu con tanta desesperación para alguien que no lo ve de la misma maldita forma que él.
Se detiene a punto de abrir la puerta. Si lo hace se encontrará con la fortaleza de Nakime y una salida en la que siempre bota la comida que lleva.
Muerde su labio, la indecisión lo está matando y haciendo que se tarde demasiado en volver junto a Giyuu, tendrá que inventarle algo por ello.
Deja la estúpida comida en el suelo, toma la hoja con delicadeza, casi como si no quisiera marcar sus huellas en un delito. Abre y lee la nota tan rápido como sale corriendo a la entrada de la propiedad.
"Hay algo muy urgente que debo arreglar, no quise interrumpirte pero debía avisarte que saldré por algunos días.
No te preocupes, vuelvo lo más pronto posible".
¡Mierda!
—¿¡Dónde está tu amo!?– una sirvienta entró a la mansión, Akaza la sostuvo del brazo con tanta brusquedad que lo rompió al instante.
Pareciera que el bloqueo que sentía frente a las mujeres desapareció luego de que sus memorias se contaminaran por sus sentimientos hacia el protegido de Kibutsuji.
Ella lloraba y gritaba, no lograba formular correctamente las palabras. Varios sirvientes acudieron al escándalo sin ser capaces de hacer algo al respecto.
—¿¡Acaso no se les dijo que lo vigilaran siempre!? ¡¿Dónde está el joven amo?!–.
—¡El salió, lo vi hace un momento!– un pequeño, con apenas la edad suficiente para servir, corrió en auxilio de su madre que se retuerce bajo el agarre del mayordomo.
—¿¡Por qué le permitieron salir!? Fue lo primero que el amo Kondo señaló ¡No permitirle salir!– lanzó a la mujer lo más suave que pudo, aún así se pudo escuchar un fuerte crujir.
—Él dijo... El joven amo dijo que usted lo acompañaría, que solamente se estaba adelantando– el guardia tiembla.
Un hombre mucho más robusto y con apariencia mayor tiembla frente a un jovencito delgado con venas saltando en su frente y brazos.
Es obvio que no es así. Él no tiene idea de a dónde se dirige el endrino.
Giyuu escapó.
La única razón por la que todos en esa mansión siguen vivos salió por las puertas en pleno día; un hermoso y caluroso día.
Kokushibo tiene un mal presentimiento. La mujer frente a él es una pobre anciana. Débil, pequeña e insignificante a su parecer.
No comprende del todo la razón de que todas sus otras tareas hayan quedado de lado para buscar a alguien así. Le asombra el hecho de que su señor se presentó frente a él en cuanto dio la señal en su mente de haberla encontrado.
—Debes estar realmente asustado para buscar tan desesperadamente a una simple curandera, Muzan Kibutsuji–.
Ella sabe quién es, lo sabe y no le importa. Kokushibo apenas logra mantenerse firme cuando el nombrado libera su aura y poder demoníaco. Él sigue pensando que es demasiado para alguien como ella.
Cuando vio a su señor absorberla hasta los huesos en lugar de simplemente asesinarla comprendió que el problema era lo que la mujer sabía, no lo que podría hacer con su físico.
Debe ser algo realmente malo si tras unos segundos de haberla asimilado comienza a destruir todo a su paso. Y es que así es.
Muzan pudo comprender las palabras de la vieja cuando supo que todo lo que ha ocurrido fue debido a un simple e inocente deseo que un joven destruido pidió en otra vida, un joven que actualmente es la mayor esperanza que ha tenido de dominar el sol.
No pudo encontrar el escondite de la anciana en donde dejó el tarro con la oruga pero ahora todo estará bien mientras Giyuu permanezca a su lado ¿Cierto?
No.
Nada es tan sencillo y por más que él se esfuerce no puede controlarlo todo ni conseguir que sus demonios hagan lo que se les pide. Supo que algo iba mal cuando un acorde de biwa lo llevó a su estudio y no pudo sentir cerca a Akaza.
Es de noche.
Han pasado al menos doce horas desde que Giyuu se marchó.
El arrebato de violencia que el mayordomo tuvo con la sirvienta fue la mayor piedad en comparación a la masacre que Kibutsuji hizo en la mansión al enterarse de que su cachorro se salió de la jaula.
La distancia no fue suficiente para evitar que Akaza cayera de rodillas en medio de su ardua búsqueda, de inmediato sintió que su interior se licuaba mientras su piel se corroía con mucho más dolor del que alguna vez sintió.
Explicar el problema de la carta no fue suficiente para librarlo de la culpa, porque, en su rápida búsqueda por la casa, Muzan descubrió que Giyuu estuvo muy ocupado realizando apuntes demasiado detallados del lirio azul.
Aunque él no supiera la importancia de la flor, debió haberle avisado sobre algo así.
La sospecha de que Giyuu lograra descubrir algo que lo pudiera delatar como demonio o sus verdaderas intenciones acelera el pulso del rey.
Ya no puede confiar ni siquiera en su sirviente más fiel, necesita encontrar de inmediato al chiquillo estúpido antes de que lo delate.
La imagen de Giyuu y la orden de buscarlo hasta por debajo de las rocas es transmitida a cada maldito demonio cercano a su percepción. Las criaturas más débiles caen muertas al instante debido a la fuerza que Kibutsuji emplea en sus cabezas.
Pero una gran parte, para inconveniencia de la compañía que les da caza, logra levantarse y correr en busca del hombre en sus mentes. Tiemblan de terror, sudan frío mientras se obligan a correr.
Hacen caso omiso a todos los bocadillos que se les cruzan en su búsqueda y un par de ellos mueren debido a que no lograron ver a los cazadores.
Los miembros de la compañía se extrañan al ver el comportamiento tan peculiar.
Sanemi Shinazugawa, el hombre con la sangre más poderosa y apetecible frente a los demonios, maldice y se pregunta qué mierda ocurre con los demonios.
No sólo fue ignorado por un grupo de esas asquerosidades, todos gritan de dolor y uno de ellos, al que sometió, ruega que lo suelte y le permita buscar al jovencito de su señor o morirá.
El pilar los decapita con mucha mayor facilidad que otras veces.
Cada cazador que presenció el terror de los demonios mandó a su cuervo reportando lo sucedido. Una reunión fue concertada de emergencia con el patrón.
Para la tarde del nuevo día, llegaban al cuartel reportes de demonios muriendo quemados por el sol porque intentaban correr para seguir buscando a alguien.
Zenitsu, presente en la reunión junto a Inosuke, dijo que el sonido de los demonios era terrible, como si estuvieran agonizando. Ellos ignoraban a la mayoría de personas, sólo prestaban atención a los hombres de cabello bruno y ojos azules pero los asesinaban o botaban casi al instante, no los devoraban.
Sufrían mucho más cuando el hombre al que sujetaban no parecía ser quien buscaban.
Otros cazadores reportaron similitudes, algo que sembró una pequeña preocupación en el pilar del viento.
"Hombres jóvenes de cabello bruno y ojos azules".
La imagen del joven doctor en la finca del agua le vino a la mente. La última vez que lo vio fue durante la ceremonia en memoria del pilar del agua.
¿Estará bien el joven que varias veces le salvó la vida? ¿Qué hay de su hermana y el nene cachetón que va por ahí corriendo?
Gracias a los cuervos y aquellos con mayor sentido de orientación, las pequeñas hijas de Ubuyashiki lograron trazar un mapa con el área afectada, es realmente grande, incluye varias zonas tanto urbanas cómo rurales pero es de gran ayuda para orientarse.
Un indicio malinterpretado da inicio al final del clan Ubuyashiki cuando Kagaya, desesperado, se deja guiar por el presentimiento de que Kibutsuji se encuentra en esa área.
Algo que sólo es reafirmado por un jovencito porcino que hasta ese momento estuvo sentado aburrido, picando su nariz aunque Zenitsu le pidiera que se comportara. Al ver el mapa, cada vez con más detalles debido a que Kanata continuaba dibujando, quiso intervenir.
—Aquí te falta una casa, es la casa del hermano de la señorita doctora–.
Sus palabras roban la atención de todos los presentes.
—Ojos de agua vive ahí aunque en la casa se siente el peligro de muerte–.
Zenitsu hace un gran esfuerzo por traducir las incoherencias de Inosuke, también para no regañarlo demasiado por no reportar antes algo tan importante.
Inosuke, avergonzado por admitir que se sintió en peligro y en extremo debilucho, grita que lo había olvidado.
Al final del día lo peor no es que Inosuke no sepa señalar con certeza el lugar de la mansión en el mapa, el mayor problema es que tampoco sabría regresar porque todo el tiempo estuvo más al pendiente del cuervo que del camino.
De cualquier forma, Shinazugawa ya se había decidido a ir a dar un vistazo.
—No debiste venir en un momento así, mucho menos con la noche tan cercana–.
—Shinjuro, no lo regañes, creerá que no es bienvenido– Ruka toma con suavidad la mano del joven agitado.
Shinjuro tiene razón, Kanzaburo le advirtió sobre los peligros del área debido a extraños comportamientos en demonios pero ya había tardado dos días y en verdad no deseaba gastar más tiempo.
Su condición física se vino abajo luego de meses estando encerrado, apenas caminando en jardines y de su cuarto al laboratorio o la biblioteca.
Una vez que recupera el aliento hace una reverencia como saludo ante la familia Rengoku que, por lo que ve, va creciendo mucho más de lo que llegó a imaginar.
—La señora Ruka tiene razón, no debe regañar a alguien tan lindo– una joven mujer con demasiada carne a la vista lo toma de la otra mano y lo guía al interior de la finca.
Ignora por completo el regaño de una segunda mujer.
Los cinco se disponen a tener una agradable cena. Giyuu piensa que se ha perdido de mucho cuando Ruka presenta a las mujeres como parte de la relación de su primogénito. Shinjuro está por completo en desacuerdo pero hasta ahora nada ha podido separar a Kyojuro de Tengen y sus mujeres.
Menos aún luego de que Kyojuro se convirtiera en un gran herrero y el encargado de proveer a Tengen de todo lo necesario.
—Entonces tú eres Giyuu, el doctor que salvó la vida a la señora Ruka ¡Debemos mostrarnos muy agradecidas! Rezaré a los dioses por ti– Suma le parece encantadora aún siendo tan ruidosa e imprudente.
—¿Quieres dejar de ser tan grosera? ¡No tutees a quien no conoces!– Makio por su parte es mucho más respetuosa y voluble.
Una vena salta en la sien de Rengoku, parece que hace un gran esfuerzo por soportar a las kunoichi que se quedaron en la finca mientras que Tengen y Hinatsuru se marchaban a una misión.
Giyuu está seguro de que Kyojuro recibirá una gran reprimenda cuando vuelva de la aldea de los herreros.
Su noche corre animada, son completamente ajenos al hecho de que hay un ejército demoníaco buscando al endrino por todas partes. Ni siquiera el expilar, retirado hace más de diez años, es capaz de sentir el peligro cuando la tercera creciente se posa sobre las ramas de un árbol cercano.
Akaza al fin puede detener su búsqueda desenfrenada, logra ver desde la altura a Giyuu dentro de la finca. No deja espacio en su mente para pensamientos sentimentales, el verlo a salvo le es suficiente y prioridad antes que el pinchazo de verlo tan alegre con otras personas.
De inmediato aparece a su lado su señor, ni bien lo llamó mentalmente. Aunque Kibutsuji luce incluso más furioso que antes, el dolor en él y el resto de demonios desaparece.
Muzan hierve en cólera, apenas puede contener sus deseos de entrar y destruir todo a su paso, sin importarle Giyuu o cualquier persona que se interponga.
Pronto se encuentra frente al gran portón, llama al interior ocultando la desesperación que lo consume. Una mujer de aspecto vulgar le abre la puerta.
—¿Sí? ¿Qué desea?– Makio no logra sentir con certeza la presencia del demonio pero sí tiene un mal presentimiento.
—Buenas noches, mi nombre es Kondo Ryue, temo que he llegado tarde al encuentro con mi esposo–.
La mujer chilla de emoción, ignora por completo su instinto para abrirle las puertas al demonio. Ella no sabía que el tan halagado hombre se presentaría.
Ambos caminan hacia el encuentro con la familia donde su presentación se hace calurosa.
El asombro en la familia Rengoku no es ni la mitad del que se muestra en Giyuu. Ese asombro pronto se convertirá en terror.
—No sólo te presentas sin avisar, también omites por completo el hecho de que nos presentarás formalmente a tu marido. ¿Crees que son formas de actuar?– Shinjuro no nota el pánico en el menor, piensa que su palidez se debe al descuido o el frío de la noche.
—Temo que sea mi culpa su mal actuar, quizás lo he consentido demasiado– Muzan toma asiento a su lado.
Las kunoichis se estremecen de ternura mientras que Giyuu comienza a sentir el aura amenazante de Ryue.
—Sea como sea, este simple recibimiento no es el adecuado, permítanos ofrecerles algo mejor–.
Los cuatro se marchan sin que Giyuu pueda hacer algo por detenerlos, cada uno se ocupa en preparar una mejor bebida y bocadillos.
Muzan supo en dónde se encontraba incluso antes de la presentación, siempre ha habido un maldito pilar de la llama entre las filas de Ubuyashiki así que le es fácil reconocer a un miembro del clan.
Por ello la ira de Muzan crece.
—Giyuu, necesito que me des una buena razón para no destruir a cada una de esas personas–.
El corazón del joven se detiene. Mira de reojo a su marido, le asusta incluso intentar mirarlo a los ojos y puede sentir que no hay una pizca de exageración o mentira en la amenaza.
La cabeza le punza con el pánico, ni siquiera puede pensar en cómo es que Ryue lo encontró.
—¿Por qué saliste así de casa? ¿Por qué saldrías en secreto y vendrías con estas personas?–.
Una mano se posa con firmeza en su muslo, se ha mantenido en silencio porque las palabras se atoran en su garganta, la hacen arder mientras alimentan al nudo que parece querer asfixiarlo.
—¡Aquí está, esto es mucho mejor que el té!– Shinjuro es el primero en volver.
Luce bastante animado mientras deja en la mesa una botella de alcohol y varios vasitos.
—Señor Rengoku... Lamento rechazar su hospitalidad... Pero no estoy, no estamos aquí en calidad de visita– Giyuu batalla para al fin poder hablar.
Lucha mentalmente consigo mismo para no arruinar más las cosas. Se grita que ahora no tiene ni una oportunidad de fallar, no frente a Ryue.
Sus manos tiemblan mientras busca entre sus cosas uno de los cuadernillos que realizó con el mayor de los detalles, lo deja en la mesa dispuesto a que la cabeza de la familia flamante lo tome.
—Vinimos buscando la ayuda de su hijo menor. Supe por Tsutako que sus habilidades como médico han incrementado considerablemente–.
El hombre toma los apuntes con cuidado, pasa las hojas sin comprender demasiado el contenido.
—Necesito pedir la ayuda de Senjuro para la recolección y tratamiento de la flor que ve en ese libro. Es tan delicada y escasa que solamente alguien habilidoso como él podría ser de ayuda este verano–.
Rengoku presta mucha más atención a las ilustraciones, sonríe de lado al poder reconocer el lirio de araña azul.
—Es la flor que usaste para sanar a mi mujer– el aspecto varonil e intimidante se deshace en uno alegre, aún puede sentir el alivio que experimentó al saber que su amada Ruka había sido curada por los jovencitos a los que salvó.
—¿Acaso enfermaste muchacho?–.
Giyuu traga en seco. Su mano se posa sobre la mano en su pierna que no ha dejado de apretar, el área comienza a palpitarle de dolor.
Shinjuro mira por encima al hombre. Algo en él no le agrada, por más que se muestre tranquilo, elegante y sonriente, presiente que algo está mal con él.
—Ryue está enfermo. Nuestra única esperanza es el lirio de araña azul– Giyuu se muestra tan asustado, suplicante.
"Un fuerte lazo debe unir a este par," piensa el mayor al saber que Giyuu jamás pedía ayuda a alguien más de no tratarse de un caso extremo.
—Te debo la unión y felicidad de mi familia ¿En serio crees que te negaría algo así?–.
El matrimonio frente a él se muestra asombrado. Muzan ni siquiera sabe cómo reaccionar ante las acciones de Giyuu.
Su agarre por fin se suaviza, medita las intenciones del cachorro que se muestra un poco más seguro y contento con la respuesta del hombre.
—Es muy amable de su parte aceptar ayudarnos de esa forma, no sé cómo podríamos pagarle– Kibutsuji consigue hablar sin que la duda o el disgusto se cuelen en su voz.
—Senjuro estará feliz de ayudarlos y si no fuera así, lo obligaría, tenemos una gran deuda con la familia Tomioka– cierra el cuadernillo y lo recoge, entiende que es todo lo que su hijo va a necesitar para ser de ayuda.
Hará que sea enviado a la finca donde Senjuro ha estado ayudando en cuanto amanezca.
Las tres mujeres vuelven con bocadillos con delicioso aspecto, pronto son puestas al corriente sobre lo que se ha acordado.
—Senjuro es muy amable, aceptará aunque deba alejarse de Takeo–.
Una vena se infla casi hasta reventar en la frente de Shinjuro, el sólo escuchar el nombre del chico que frecuenta a su hijo le hace rabiar.
Al parecer, él puso fin al linaje de pilares, pero sus hijos serán el final de la familia.
Giyuu comprende perfectamente que Ryue esté enojado. Aunque sus intenciones fueran las mejores jamás debió marcharse de esa forma. Ahora sabe que asustó a Hakuji y Ryue pensó lo peor.
Escuchó dulces palabras que disfrazan la masacre ocurrida en la mansión y todo lo que realmente ocurrió.
Palabras filosas que lo culpan y hieren aunque él no se percate.
A pesar de toda la insistencia por los Rengoku, ambos abandonaron la finca en busca de una posada, un lugar alejado de esa maldita finca y en el que pudiera disponer de Giyuu sin interrupciones.
Ryue no comprendió que prefiriera mantener su plan en secreto por el miedo que tenía a fallarle, tampoco sabe cómo es que mantiene una relación, al parecer estrecha, con los Rengoku y aún así nunca fueron mencionados.
Hay muchas cosas en su contra, por ello no se lamenta de ser castigado aunque sus planes salieran como tanto esperaba.
Muzan lo toma con ira.
Trata de pensar en lo que ocurrió esos dos días sin su cachorro enjaulado. Niega que durante ese tiempo perdió la razón. Se rehúsa a aceptar que perdió el control durante tanto tiempo.
Por ello maltrata el cuerpo bajo suyo.
Desquita toda su ira e incomprensión en el joven que se la provoca, apenas sintiéndose satisfecho cuando ve que los zafiros se humedecen.
¿Tuvo miedo? ¿Muzan Kibutsuji tuvo miedo de perder algo?
Siempre lo negará.
Continúa pensando que Giyuu es algo que le pertenece y por ello no debería sentirse mal de usarlo, mucho menos temer perderlo. No ahora que incluso sin él podría obtener la ventaja sobre el sol.
Con la nueva ayuda que se suma de la compañía, si lo asimilara en ese instante no perdería nada.
Aún si lo devorara seguiría teniendo todo lo que necesita para obtener la flor.
¿Qué lo detiene?
Ya no lo necesita a su lado, bastaría con tomar su aspecto para seguir pidiendo la ayuda de los Rengoku.
Escucha sus lamentos, disfruta sus gemidos y rozar la piel lastimada. Le encanta mirarlo así, tendido en la cama, con el cabello regado a su alrededor, mojando las sábanas con sudor.
Muzan está realmente encantado con tal nivel de entrega y devoción.
Giyuu es el mayor ejemplo de permanencia que ha encontrado.
Sin importar lo que haga o diga ¿Giyuu permanecerá a su lado?
Aprieta sus muslos, acelera sus movimientos al sentir que va a terminar. Ésta vez no se retira, eyacula dentro del calor de Giyuu, lo marca por completo con su semilla y descubre que le excita verlo avergonzado ante los sonidos de sus pieles al separarse. Adora verlo encogerse cuando se retira y el semen escurre fuera de su entrada.
Adora tenerlo y podría hacerlo mucho más.
—Giyuu ¿Siempre estarás conmigo?–.
El nombrado se muestra culpable, piensa que Ryue aún se siente abandonado.
Asiente muchas veces, efusivamente. Aún no recupera el aliento.
Se deja levantar, acomoda su cuerpo lo mejor que puede al sentarse de frente en las piernas del mayor, abraza su cuello para no caer.
Aspira el rico aroma de su marido, trata de no pensar en todo el ardor que sacude su cuerpo.
—¿Incluso si fuera un monstruo?–.
—¿Qué?–.
—¿Seguirías a mi lado incluso si fuera un monstruo como los que aparecen en tus sueños?–.
Muzan siente al joven tensarse en su regazo. Lo sabía, nadie podría mantenerse a su lado sin importar las circunstancias.
Toma al endrino entre sus brazos, hunde el rostro en su nuca, se esconde entre los mechones alborotados. La cercanía le permite escuchar el palpitar ajeno, cada vez más sereno.
Será un buen bocadillo, lo ingerirá hasta los huesos para poder asimilarlo como es debido. Sus colmillos crecen junto a sus uñas, abraza el cuerpo hasta pegarlo por completo a su pecho.
—Sí– la tímida respuesta lo detiene.
La sorpresa hace que su agarre se afloje, Giyuu se separa lo suficiente para encararlo. Sus ojos están mucho más acuosos que antes.
—Ryue, incluso si fueras un demonio, yo te amaría y te protegería–.
El corazón de ambos se estrujó.
Muzan no se niega a recibir tiernos besos en su rostro, los delicados labios del menor truenan suavemente en todo el gesto conmovido.
Vuelven a unirse, sus pechos van al mismo ritmo, el abrazo oculta el sonrojo de Giyuu que no puede creer lo que acaba de decir, aunque sea verdad.
Kibutsuji necesita comprobarlo, hablar siempre es fácil pero el actuar siempre es diferente, busca la oreja teñida por el bochorno, susurra mientras aparta las hebras endrinas del hombro.
—¿Incluso si quisiera probarte?– delinea el lóbulo con su lengua, la zona se eriza y el nombrado se estremece.
Su boca baja hasta el hombro, deja que sus dientes se posen sobre la piel como muchas otras veces. Pero ambos saben que no será igual.
El amor ciega, te hace aceptar muchas cosas sin pensarlo, te roba el raciocinio.
Kondo, el joven y entregado Kondo, aprieta los dientes, encaja sus dedos en los costados del mayor e intenta que su quejido se pierda entre esas cuatro paredes.
La mordida de Muzan penetra en la carne con tremenda facilidad, corta el tejido hasta encajarse por completo. La sangre fluye rápidamente, cae en un hilo hasta perderse en la unión de ambos pechos.
El rey de los demonios sonríe en la mordida.
El sabor es bueno. Jodidamente delicioso.
Suelta a su presa, la deja sangrar. Su lengua corre por el camino carmín hasta volver a la herida donde succiona y juguetea aunque con ello provoque gimoteos en el menor.
Sin importarle lo grotesco que pueda lucir, aún con sus rasgos demoníacos ocultos, hace que su cachorro vuelva a mirarlo. Se muestra sonriente, verdaderamente alegre, relame sus labios sucios antes de hablar.
—Giyuu, eres lo mejor de este mundo. Nosotros estábamos destinados a encontrarnos, eres mi regalo del destino–.
El dolor no se va, joder claro que no, pero incluso ese sufrimiento es bienvenido si con ello consigue escuchar esas palabras que le inflan el corazón.
Su torso se llena de cosquillas y el alma se le escapa un poco más al ver el gesto del mayor; la sangre en su barbilla no es impedimento para besarlo profundamente.
Él también toma lo que quiere, él también lo devora a su manera. Disfruta de esos labios mientras que la pérdida de sangre y el cansancio lo van apagando.
—Te amo–.
—Te amo–.
Le agregué Tengen x Kyojuro y Takeo x Senjuro porque recientemente le tomé mucho agrado a esos ships jsjsjs y para más drama porque descendencia ya no van a dejar, otro gran cambio.
Muchas gracias por leer ❣
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