Especial de Año Nuevo

Alaska

Con ya haber vivido tres años en Los Ángeles, la nieve había dejado de irritarme y, por eso, pasar las fiestas en Nueva York no me parecía ninguna mala idea. Casi cualquier lugar era mejor que Alaska.

Gohan había tenido que viajar dos semanas antes a Nueva York para dar unas charlas sobre el cambio climático y el derretimiento de los glaciares en una universidad. Yo lo había podido seguir una semana después, ya que no tenía proyectos en ese momento, pero Ashton había tenido que quedarse en casa por el trabajo y llegaría el mismo día de noche buena con Twinkle.

Gohan estaba en el hotel The Ritz-Carlton, el que se encontraba en Central Park.

Por supuesto, al principio, Ashton había estado paranoico con que Gohan se fuera solo a Nueva York y, aunque a mí tampoco me fascinaba la idea, sabía que él ya era un adulto y podía defenderse. Toda su vida había vivido entre un montón de narcotraficantes y pandilleros, Nueva York sería pan comido para él.

El gran problema era que Ashton era un tanto aprensivo y sobreprotector, por lo que Gohan había tenido que reportarse cada ciertas horas o Ashton hubiera tenido un ataque cardiaco.

Unos días después de que Gohan estuviera fuera, comenzamos a sentir mucho su ausencia, incluso Twinkle, por lo que había propuesto que pasáramos las fiestas allá y que luego volviéramos a Los Ángeles juntos.

—¿Pasar la navidad a kilómetros de mi familia? —cuestionó Ashton—. Es como un sueño.

Ni siquiera se había demorado cinco segundos en aceptar mi idea.

Yo había decidido llegar antes porque me daba tristeza que Gohan estuviera tan solo en un lugar tan deprimente como Nueva York. Ashton se quedaría solo también, pero al menos estaría en la ciudad que conocía desde toda la vida.

Apenas había puesto un pie afuera del aeropuerto, me sentí muy distinta a como me sentía en Los Ángeles o, incluso, en Alaska. En Los Ángeles, donde en navidad no nevaba y las temperaturas llegaban a pasar los veinte grados en esa época, me sentía feliz y animosa. En Barrow, solía sentirme aburrida y en otros lugares de Alaska, si bien me sentía abrumada por la nieve, al menos tenía una vista natural muy bella.

Si Los Ángeles me había causado un poco de shock al ser una ciudad con tanto movimiento, edificios y autos; Nueva York me había llegado a asustar. Calles rotas, basura, ratas, ebrios... y podía seguir, después de todo, el viaje de media hora en taxi me había dado tiempo para ver bastante.

Incluso con el frio que hacía (el que a mí no me parecía la gran cosa, realmente), había gente en las calles y vagos pidiendo dinero, ¿cómo era que sobrevivían? Aun si después dormían en un albergue o algo así, yo no hubiera querido estar parada en la nieve pidiendo unos miserables centavos.

Una vez que llegué al hotel, fui al cuarto que tenía Gohan y toqué la puerta. No tardó demasiado en abrirme la puerta, estando solo en ropa interior.

—Ay, Alie, creí que eras servicio a la habitación —se quejó—. Llevo diez minutos esperando a que me traigan un whiskey.

—Yo también te extrañaba, Gohan —le dije.

Estaba por darle un beso en los labios, cuando él me tapó la boca con una de sus manos.

—Uy, no quieres hacer eso.

Yo lo miré extrañada, aun con su mano en mi boca, pero entendí todo cuando una chica apareció detrás de él, con su camisa encima. Era una chica de piel oscura, con el cabello lleno de rizos.

Y yo, ingenuamente, pensaba que el desgraciado había pasado su estadía solo y triste, pidiéndole de regalo a Santa que yo apareciera junto con Ashton.

La chica me miró curiosa un momento y luego abrió los ojos con sorpresa.

—¿Eres la actriz de esa película...?

Quité la mano de Gohan de mi boca.

—Sí, soy esa —respondí, sin dejarla terminar.

Sin más, decidí entrar y dejar mi maleta en la clase de sala que había en la habitación.

El cuarto de hotel tenía vista hacía Central Park, con una pequeña sala con un sofá en forma de L, una cama tamaño King y un baño de mármol. La sala estaba separada de la cama por una pared y toda la decoración estaba en tonalidades de color café, lo que la hacía bastante cálida y acogedora para ser un cuarto de hotel tan de lujo.

Antes me hubiera preocupado mucho que Ashton tuviera que pagar tanto (casi tres mil dólares la noche) por esa habitación, pero ahora que los tres teníamos bastantes ganancias gracias a la película y otros trabajos, nos dividíamos esos gastos sin ningún problema.

Gohan cerró la puerta detrás de él y la chica se sentó en el sofá con una sonrisa muy bonita. Parecía muy agradable y era increíblemente bella, pero su presencia no me podía agradar del todo. Me hubiera gustado conocerla en otro contexto, uno menos incómodo.

—Gohan me ha hablado mucho de ti —me comentó, cuando me senté también—. También de Ashton y su gato...

—Twinkle —dije.

—Sí —soltó una risita—, tiene un nombre muy gracioso.

Yo fingí una risa lo más natural posible, pero no le hallaba la gracia al nombre de mi gato.

Gohan estaba por sentarse, cuando tocaron la puerta, lo que hizo que se enderezara de un brinco y corriera a abrir.

Una vez que volvió, venía con una botella de whiskey en la mano.

—¿Quieres un vaso? —le preguntó a la chica.

Ella se levantó y negó.

—De hecho, debo volver, tengo a la niñera esperando —le dijo.

Eso me había tomado un poco por sorpresa, pues se veía bastante jovencita como para tener hijos, incluso parecía menor que yo... quien estaba cada día más cerca de los treinta y sin bebés o planes de bebés.

La chica se vistió, mientras Gohan se preparaba un trago, y cuando terminó, se despidió amablemente de ambos.

Una vez que Gohan volvió a la sala, se sentó muy pegado a mí en el sofá, bebiendo de un vaso.

—Antes de tocarme, date un baño —le pedí.

—¿No quieres un baño de agua caliente? —me preguntó—. Viajaste más de cinco horas, debes estar tensa, por eso tan gruñona.

Yo lo miré un poco molesta porque me dijera gruñona y comencé a desabrigarme. Adentro de la habitación había calefacción y estaba comenzando a sudar por la cantidad de ropa que tenía encima, incluidos el gorro de lana y una bufanda.

—No estoy gruñona —mentí.

—¿Estás celosa? —me preguntó, con una ceja enarcada.

Yo negué, haciéndome la desentendida. Dios, como odiaba mis celos obvios y tontos.

—Oye, yo sé que me amas y que incluso tendrías hijos conmigo —dijo, con un poco de superioridad—. Saldrían bonitos bebés... aunque también lo serían si los tuvieras con Ash, pero ¿sabes que bebes serían más bonitos aun? Los míos con Ash.

—Sí y dudo que llegarían a vivir mucho teniéndolos a ustedes de padres —le dije.

—Ah, pero no negaste que sí tendrías hijos conmigo.

Yo lo miré directamente a los ojos, con seriedad.

—Gohan, ni siquiera sé si quiero tener hijos —le recordé—. Estamos bien así, teniendo a Twinkle y los peces.

Hubo un silencio.

—¿Nos bañamos juntos? —me preguntó, cambiando el tema drásticamente.

—Estuviste con esa chica recién, no te quieras pasar de listo —le advertí.

—Dije bañar, no coger.

Yo lo pensé un momento. Sí me hacía falta un baño relajante y quizás unos masajes que Gohan podría hacerme.

—Está bien, pero un baño y nada más —acepté.

Gohan asintió y dejó su vaso en la mesa de centro.

Las cosas entre la relación de los tres habían cambiado un poco en el último tiempo. Si bien, yo seguía teniendo una relación cerrada con Ashton y, oficialmente éramos novios, yo ya había tenido sexo aparte con Gohan y entre ellos, bueno, no tenían sexo como tal, pero sabía que a veces terminaban manoseándose o masturbándose juntos.

Gohan, por otro lado, tenía una relación abierta con ambos, lo que no me agradaba del todo. A Ashton parecía darle igual, suponía porque se contentaba con ser el único hombre en la vida de Gohan, pero yo, yo era una de las tantas mujeres con que él se acostaba y no podía evitar sentir un poco de celos.

El problema era que, conociendo a Gohan, el solo nombrar la palabra "compromiso" o "fidelidad", se espantaría, así que prefería mantener las cosas como estaban. Después de todo, en el fondo, yo sabía que era su chica preferida.

[...]

Compras navideñas a días de navidad... eso era peor que las torturas medievales, en especial estando en Nueva York.

Gohan no ayudaba demasiado a hacer de la situación algo más ameno, ya que era como un niño y uno problemático. Cuando estábamos en la calle, se dedicaba a jugar con la nieve y cuando estábamos en una tienda, jugaba con los productos.

—Gohan, deja eso ahí —le pedí, cuando lo vi jugando con unas pistolas de plástico para niños.

Estaba buscando un regalo para Ashton y, como en ese último tiempo había estado quejándose de que no tenía ropa, estaba decidida a encontrar algo que supiera que le gustaría y le serviría. El gran problema era que todo tenía colores.

—Este tarado no puede usar, aunque sea, algo verde o rosado.

Gohan se me acercó, revisando las camisetas colgadas.

—Lo más colorido que vas a conseguir que use, será algo blanco —me dijo Gohan—. ¡Uh, mira esta!

Por otro lado, Gohan disfrutaba tener prendas de todos los colores. Había tomado una camiseta celeste con un estampado de palmeras en el frente, igual que las palmeras de Los Ángeles.

—Bien, yo te la compro.

Gohan dio aplausitos y se acercó a darme un beso en la mejilla.

—Eres la mejor, Alie.

Yo le di una sonrisa. A veces me sorprendía la dualidad que tenía, en un momento podía ser un niño adorable y en otro, todo un seductor.

[...]

Después de todo, no había sido tan terrible salir de compras por la ciudad y, en realidad, si había disfrutado tener a Gohan conmigo, aun cuando debía estarlo vigilando para que no fuera a hacer algo que nos metiera en problemas. Amaba sus tonterías y sus comentarios sin filtro, era una de mis cosas favoritas de Gohan.

Habíamos decidido cenar en un restaurante y luego habíamos vuelto al hotel, donde llamé a Ashton para saber cómo estaba.

Estoy en la casa de mis papás.

—¿Qué? —pregunté, extrañada—. ¿Por qué?

—Vine a traerles los peces ayer y entonces Misty me sirvió el almuerzo y... no pude resistir —explicó—. Traje a Twinkle conmigo.

Si Ashton tenía una gran debilidad, era la comida de Misty, pues para él nadie cocinaba tan bien como ella.

—Bueno, si él está contigo, entonces no hay problema.

Sí, estamos bien —me dijo—. Y todo está relativamente tranquilo, solo le jalé el cabello a Beverly por molestosa.

—¿Beverly molestosa? —pregunté, fingiendo sorpresa—. Nunca me lo hubiera imaginado.

Ashton soltó una risa por mi comentario irónico.

Te amo —me dijo—. Y dile a Gohan que también lo amo.

—Claro, mi amor —le dije—. Nos vemos mañana.

Nos vemos.

Unos segundos después de colgar, Gohan apareció en la habitación nuevamente. Había ido al baño.

—Ashton dijo que te ama —le dije.

Gohan solo apretó los labios y se tiró en la cama. Yo me tiré a su lado y lo miré con ternura.

—Ya va a llegar, sé que lo extrañas.

Gohan me miró y asintió.

—¿Te puedo decir algo?

—Claro —dije, completamente segura.

Gohan se acercó a mí para apoyar su cabeza en mi abdomen, mirando para el lado que estaban mis piernas.

—Los primeros días me sentía muy solo y lo único que quería era volver a Los Ángeles —me contó—. Nunca había viajado sin Ash y no me gustaba que me llamara por teléfono porque me daban ganas de llorar.

Yo sentí mi corazón apretarse. Gohan parecía un idiota la mayoría del tiempo, pero sabía lo sensible que podía llegar a ser y sabía también que no estaba mintiendo.

—Cuando conocí a la chica que conociste, al menos pude distraerme un rato —siguió—, pero definitivamente la hubiera cambiado por uno de ustedes.

Yo solté una risa por lo último.

—Bueno, ya pasó —le dije—. Ahora lo vas a tener aquí.

—También te quería a ti —confesó—. Me gustan tus cariños.

Volví a soltar una risa y comencé a acariciar su cabello.

—Y yo amo darte cariño.

[...]

Ese día, un poco antes del almuerzo, Gohan y yo estábamos viendo la televisión y me sorprendió ver que estuvieran hablando de Ashton en el canal de farándula que solía ver.

El hijo menor del juez Johnson, quien mantiene una relación con la actriz Alaska White, viajó a Nueva York esta mañana en el avión privado que adquirió la familia Johnson hace unos meses —dijo la presentadora—. Así que se agrega a la lista de celebridades que pasaran las fiestas en La Gran Manzana.

—¿A quién podría importarle que celebridades pasan las fiestas en que ciudad? —cuestionó Gohan.

—A la gente loca y obsesionada —le respondí—. ¿Crees que haya gente obsesionada con Ashton?

—Yo te puedo hacer una lista de al menos veinte —me dijo—. A una de ellas le vendí un cepillo de dientes de Ashton.

Yo lo miré aterrorizada.

—Tranquila, Ashton me lo permitió y luego me pidió un cincuenta por ciento de las ganancias... el maldito desgraciado, como si no tuviera dinero de sobra —se quejó—. Se dedica a robarle a los pobres que no tienen donde caer muertos.

Yo no dije nada, solo volví mi vista a la televisión.

Esperemos que se comporte estando en Nueva York porque, es de conocimiento público, que Ashton Johnson ha tenido múltiples arrestos en California —bromeó el otro presentador.

Sí, algunos por porte de drogas ilícitas, agresión a un oficial de policía, destrucción de propiedad privada... y solo tiene veinticinco años —agregó la mujer.

No sabía porque, de pronto, estaban comentando el prontuario de gente famosa en la televisión. Era veinticuatro de diciembre, tenían muchas cosas mejores de las que hablar sobre celebridades.

—Que bueno que yo solo soy el amigo que vive bajo su sombra —comentó Han—. Así nadie comenta mis arrestos en televisión abierta.

Yo solté una risa. Si Ashton tenía una gran cantidad de arrestos, muchos vergonzosos, el prontuario de Gohan daba para hablar durante al menos tres horas.

[...]

—No puede ser... —dije.

Ashton entró al cuarto, con su maleta y la jaula de transporte de Twinkle, y, cuando Gohan lo vio, no pudo evitar burlarse.

—¿De qué te ríes, imbécil?

—Por favor, Ashton, no puedes usar esa chaqueta cuando está nevando afuera —le dijo—. Hasta alguien tan estúpido como yo lo sabe.

Ashton traía puesta su chaqueta de cuerina, encima de varias prendas de ropa, lo que se veía bastante incómodo y no debía permitirle mucha movilidad.

—Oye, Ashton Johnson se viste como quiere porque puede hacerlo —le dijo—. Ya suficiente tengo con que los canales de televisión se burlen de mí.

Eso me hizo suponer que se había enterado de que cierto canal había estado hablando de él y de sus célebres arrestos en California.

Gohan se le acercó, aun riéndose, para darle un beso y yo hice lo mismo después.

Inmediatamente saqué a Twinkle de su caja y comencé a instalar su arenero y comida.

—¿Me extrañaste? —le preguntó Gohan a Ashton, mientras yo le daba cariños a Twinkle.

—Un poco...

Gohan lo miró con seriedad, haciendo que Ashton rodara los ojos.

—Ay, Gohan, claro que te extrañé. Nunca habíamos estado tanto tiempo lejos el uno del otro.

Gohan le dio una sonrisa y saltó sobre Ashton, enredando sus piernas en la cintura de este.

—Gohan, me pesas —se quejó Ashton.

—No seas llorón, si tienes músculos —le dijo—. Úsalos para algo.

Una vez que los dos se demostraron el amor que no se habían demostrado en esas dos semanas, Ashton por su maleta y sacó lo que sabía que ambos estaban desesperados por usar.

—Cincuenta gramos de marihuana fresca —dijo Ashton, levantando una bolsa de plástico—. Estuve moliéndola anoche... mi papá casi me mata cuando sintió el olor de un porro que me fumé, pero valió la pena cada palabra de su sermón.

Gohan lo miró con un brillo en los ojos.

—Por eso eres el amor de mi vida.

Ashton soltó una risa y ambos comenzaron a armar porros como si su vida dependiera de eso. Yo no los detuve, después de todo, tal vez también fumaria un poco para relajarme.

[...]

La navidad la habíamos pasado en el hotel. Habíamos cenado, luego habíamos abierto los regalos y en la madrugada habíamos visto películas acurrucados en la cama, con Twinkle incluido.

Había sido tan bueno estar los cuatro juntos otra vez.

Para año nuevo, los planes eran un poco distintos, pues estábamos en Time Square para poder ver el Time Square Drop Ball.

Había mucha gente, lo que no era del todo mi agrado, pero había valido la pena aguantar por el espectáculo. La escena era excesivamente estimulante para la vista, con tantas luces de colores y confeti, incluso llegabas a marearte.

Apenas la cuenta regresiva terminó, los tres nos dimos un abrazo y un beso.

Unos minutos después de empezar el nuevo año, decidimos ir al puente Brooklyn a pasear, mientras disfrutábamos de la colorida vista bajo los copos de nieve.

—¿Saben que sería genial? —preguntó Ashton, mirando hacía el agua.

—Orinar hacía abajo —contestó Gohan.

—Efectivamente —concordó Ashton.

Yo negué.

—No, en California el señor Johnson les puede salvar el trasero, pero aquí ni se les ocurra —le advertí.

Ambos se quejaron desanimados y, después de un rato, yo volví a hablar:

—Sí quieren hacer algo, que sean escupos.

Los tres corrimos hacia la baranda y comenzamos a escupir para ver cual llegaba al agua primero. La verdad era que el agua estaba tan lejos que era difícil ver.

—Yo gané —dijo Gohan.

—No es cierto —le dije, dándole un empujón.

—Todos saben que yo soy el más hábil escupiendo —dijo Ash—. Así que, es obvio que gané yo.

Los tres comenzamos a empujarnos mientras caminábamos por el puente, riendo y provocando que la gente que pasaba por nuestro lado nos mirara intrigada.

En ese momento supe cuál sería el deseo que pediría para ese año. Quizás, era el mismo del año pasado y quizás, seguiría siendo el mismo por los siguientes años de mi vida: nunca separarme de mis dos chicos.

—Oye, Alaska, ¿y tú conociste la casa de Santa alguna vez? —me preguntó Gohan—. Como eran vecinos —se burló.

Yo solté una risa y le di una patada, mientras el desgraciado se reía e intentaba usar a Ashton de escudo.

—Oye, Alaska, ¿en Barrow tiraban fuegos artificiales o era suficiente con las auroras boreales? —me peguntó Ashton.

—¡Sus burlas ni siquiera tienen sentido! —me quejé—. Parece que tomar tanto sol les afecto el cerebro.

—Eso es pura envidia —me dijo Ashton.

Ambos comenzaron a cantar California Gurls de su adorada Katy Perry.

Yo no pude evitar reírme y sentir un poco de vergüenza ajena, pero en el fondo, sabía que ya no podría vivir sin esas estupideces.

¡Holis!

Aquí aún es 2022, así que con este especial voy a despedir el año.

Espero que tengan un lindo comienzo de año, que la pasen bien celebrando y, además, aprovecho de agradecerles todo el apoyo que me han dado este año. ¡Los quiero mucho y feliz año nuevo!

¡Besitos!

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