Capítulo 9: El Gato Enfermo
Gohan
Comenzaba a sentir que la estación de policías era casi un segundo hogar.
Por suerte, esa vez no habíamos cometido ningún crimen, pero por activar las alarmas, Ashton había tenido que comprobar que la casa era de él.
Ya que, no estábamos arrestados, yo estaba dando vueltas por la estación, mirando cosas y viendo que hacían los policías.
Había notado que había poco personal y, por lo tanto, nadie se percató cuando había entrado a una sala llena de archivos, la cual era todo un cochinero.
Había un ordenador en un lado, con una página abierta y no pude evitar sentir curiosidad, por lo que me senté en la silla de enfrente.
Era la página en la que se veían los antecedentes y arrestos, por lo que, por pura diversión, busque los míos.
—Desorden público, desorden público, desorden público, posesión, allanamiento de propiedad privada, más desorden público —leí—. Soy todo un partidazo —dije irónico.
Si yo hubiera sido otra persona y me hubiera conocido, jamás me hubiera hecho amigo cercano. Yo era una pésima influencia. Ashton realmente debía amarme tanto como decía para haberme soportado desde que teníamos diez.
De pronto, la puerta de la habitación se abrió y yo solo reaccioné a lanzarme al suelo y fingir una lesión.
—¡Ay, mi páncreas! —me quejé, meciéndome de un lado a otro, boca arriba.
—Gohan, te estas agarrando la rodilla —me dijo una voz conocida.
Abrí mis ojos para mirar a la persona, dándome cuenta de que era mi amigo policía, el mismo que me había ayudado a conseguir datos de mi padre un tiempo atrás.
—Alan, que bueno que eres tú —dije—. No sabía que estabas en esta estación...
—Me asignaron aquí hace poco... ¿Qué haces acá? —preguntó extrañado—. Aquí sólo entra el personal.
—Veía mi prontuario. Ashton esta resolviendo un mal entendido —respondí, poniéndome de pie.
—Sí, ya vi a Ash. Y tu prontuario puedes verlo en tu casa... además, siempre te arrestan por las mismas razones. La mitad de tus arrestos han sido por orinar en la calle ebrio, mientras hacías alguna otra estupidez —comentó.
Yo solté una pequeña risa a la vez que me levantaba del suelo y cuando estaba por salir, una idea vino a mi cabeza.
—Alan —le hablé, mientras él sacaba unos papeles de una repisa.
—¿Qué pasa?
—¿Conoces a Mike Williams? —pregunté con curiosidad.
—No... —dijo extrañado.
—Es un productor de cine —le expliqué—. ¿Tú crees que podrías conseguirme sus antecedentes o algunas denuncias?
Alan lo pensó un momento.
—Veré lo que encuentro..., ¿pero que tienes que ver tú con él?
—Es complicado de explicar, pero no estoy haciendo nada malo, te lo prometo —dije alzando mi dedo meñique.
Alan agarró mi dedo meñique con el suyo y me dio una sonrisa, cerrando la promesa.
[...]
Ashton había tenido que llamar a una compañía de vidrios para que pudiera reparar la ventana y a otra de limpieza para que se encargarán del lío que había quedado con la fiesta y el humo.
Debido a que la casa era mucho más grande que nuestro antiguo departamento, Ashton había contratado a Misty y a otra muchacha para que fueran a hacer una limpieza profunda los días lunes, pero el desastre que había quedado después de la fiesta era demasiado para ellas dos.
Yo estaba en la habitación que habíamos dejado como gimnasio, haciendo ejercicio, cuando Alie apareció con Twinkle en sus manos y una expresión de preocupación en el rostro.
Me quité los audífonos y la miré con curiosidad.
—¿Qué pasó?
—Algo sucede con Twinkle —respondió muy preocupada—. No quiere comer, toma mucha agua y apenas se mueve... ¿y si se va a morir?
Me bajé de la caminadora y me acerqué.
Era cierto que el animal se veía muy extraño. Twinkle solía ser activo cuando no dormía. Jugaba con sus rascadores y a veces corría por la casa como si hubiera inhalado cocaína o hubiera tomado veinte tazas de café.
—Tal vez deberías llevarlo al veterinario —le dije.
—Sí, supongo que tendré que ir antes de que se ponga peor... ¿no quieres acompañarme? —preguntó—. Twinkle no tiene veterinario estable aquí y sabes que aún no soy buena del todo con las calles de Los Ángeles.
Yo lo pensé un momento y luego asentí.
Claramente, Ashton no podía acompañarla porque estaba ocupado tratando con las personas extrañas que estaban metidas en nuestra casa.
Alie salió de la habitación y yo fui a la mía para darme una ducha y cambiarme.
Cuando me encontré con Alie nuevamente en el pasillo del segundo piso, estaba con Twinkle dentro de su caja de transporte, la cual estaba cubierta en su parte inferior con una frazada esponjosa para ablandarla.
Twinkle tenía sus ojos azules abiertos, pero no del todo, sus párpados estaban caídos, como si estuviera agotado o triste.
Cuando bajamos, nos despedimos de Ashton y fuimos al auto de Alie.
Yo me subí al asiento del conductor, pues Alie quería ir con Twinkle encima, aunque estuviera dentro de su caja.
Yo conduje hacia el veterinario con las mejores reseñas en Internet y a la mitad del camino, Twinkle emitió un maullido que pareció de dolor.
—Twinky —lo llamó Alie con tristeza—, tranquilo bebé, tu papi Gohan y yo estamos aquí y te vamos a ayudar.
—¿En qué momento acepte ser papá de esa bola de pelos mugrosa?
—¡Oye! —me reprendió para luego susurrar—: si él muere, desearas haberlo apreciado más.
Realmente, Twinkle me había dejado de desagradar hacía varios meses, incluso, había noches en que dormía con él sobre mi cabeza.
Yo no quería ver a Twinkle muerto y esperaba con sinceridad que lo que le pasaba no fuera algo grave.
Cuando llegamos al veterinario, yo me acerqué a la recepción y la señorita llamó a una doctora, la cual era una universitaria en práctica.
La doctora nos hizo pasar por un pasillo y llegamos a una habitación con un mesón de metal en medio y otros artefactos alrededor.
Alie puso la caja de Twinkle encima del mesón y luego sacó al animal y la manta, para acostarlo sobre ella.
Twinkle se quedó quieto sobre la manta acolchada, maullando con algo de dolor.
La doctora comenzó a revisarlo y luego de hacer unas cosas, dijo:
—Es muy probable que sea un problema urinario por cómo lo describen y por su actitud —explicó—. Voy a ver si la doctora Coleman esta desocupada, ella es una veterinaria experimentada y ha tratado estos problemas toda su vida.
Nosotros asentimos y nos quedamos esperando en la sala. Alie, mientras tanto, acariciaba a Twinkle con delicadeza.
—Tranquilo, vas a estar bien.
Justo antes de que la doctora entrara, Ashton me envió un mensaje y yo me quedé en una esquina respondiéndole.
Pude oír como Alie le contaba a la veterinaria como había estado actuando Twinkle y cuando esta ya lo estaba revisando, yo me acerqué, quedando en un trance.
—¿Él es tu novio? —le preguntó a Alie.
Alie me miró de reojo y luego negó.
—Es mi mejor amigo, vivimos juntos —explicó.
La mujer nos dio una sonrisa y entonces volvió a Twinkle.
—Bueno, para descartar que sea algo más que una infección urinaria o un cálculo renal, haremos unos exámenes —explicó—. Dependiendo de lo que sea, le recetaré unos remedios.
—Está bien —accedió Alie.
—Bueno, lo llevaré a la sala de exámenes. Pueden esperar aquí —nos indicó.
Alie asintió y la mujer se llevó a Twinkle en sus brazos fuera de la habitación.
Alaska se volteó a verme mientras secaba sus lágrimas que se habían desbordado de sus ojos por la preocupación y entonces, puso una cara de confusión.
—Han, ¿te pasó algo?
Yo la miré sin una expresión en particular.
—La doctora Coleman es mi madrastra —contesté.
Alie abrió los ojos con una gran sorpresa.
—¿Qué dijiste?
—La veterinaria es la actual pareja de mi... —pasé mi lengua por mis labios antes de decirlo—. Es la actual pareja de la porquería que me procreo.
Sí, "porquería que me procreo" era mucho más adecuado a "papá".
Alie pareció confundida y entonces levantó la vista repentinamente.
—Es cierto —dijo—. Era la mujer que estaba con tu padre cuando te desmayaste —recordó.
—Esa misma.
Por un momento yo también había olvidado que Alie había visto a mi madrastra y hermanastro en esa ocasión. Había días que realmente quería olvidar ese encuentro, pues si eso no hubiera sucedido, no hubiera pasado por malos ratos con mis padres.
Alie y yo nos quedamos en silencio por bastante tiempo, pues el ambiente se había puesto algo tenso.
El silencio sólo de acabó cuando la puerta del cuarto se abrió y la doctora volvió con Twinkle en los brazos.
—Bueno, efectivamente tiene un cálculo renal —confirmó—, por lo que deberá tomar unos antibióticos y mucha agua. Habrá que hacerle otros exámenes de orina, pero esos los deberán hacer ustedes cuando orine en su arena con unas tabletas que les voy a entregar...
Mi madrastra siguió hablando, pero yo no la estaba oyendo del todo, así que esperaba que Alie sí.
Cuando la doctora nos llevó a recepción para escribir la receta de los remedios y cobrarnos lo que correspondía por la atención, la situación sólo se puso peor.
Mi padre entró por la puerta del veterinario, dándole una sonrisa a mi madrastra, la cual ella respondió con gusto.
Ambos se saludaron con un pequeño beso y cuando mi padre miró hacia el lado y me vio, supe que eso no terminaría bien.
—¿Gohan? —preguntó.
—Hola... —dije sin mirarlo directamente.
Mi madrastra nos miró a ambos con una sonrisa confundida.
—¿Se conocen?
¿Cómo le explicaba que el hombre con el que dormía había puesto un espermatozoide para que yo existiera? El muy infeliz me había llevado a ese mundo para agonizar y además de eso, me había hecho lo suficientemente listo como para estudiar una carrera universitaria... realmente me había condenado a vivir una tortura.
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