Capítulo 44: Fin del Juicio
Gohan
El sonido del despertador me hizo abrir los ojos de golpe. Eran las seis de la mañana y en dos horas teníamos que estar en la corte para acompañar a Alie a una parte más del que parecía un eterno juicio.
Se suponía que ese día serían los últimos testimonios y Marco y el abogado defensor de Williams darían sus discursos finales.
Alie tenía su pierna por arriba mío, por lo que la corrí con delicadeza y comenzó a remecerse.
—Apaga esa cosa —pidió Ashton.
Yo tomé el despertador de la mesa de noche y lo tire al suelo, pero no sé calló.
—¿Por qué tienen eso si hoy en día hay alarmas en los celulares? —pregunté.
En mi humilde opinión, no había cosa más inútil que un despertador.
—Es vintage —comentó Alie adormilada.
—¿Y tú que te crees? ¿Chica aesthetic? —cuestioné.
—Mi trasero —dijo haciendo a un lado mis preguntas.
—¿Qué? —pregunté sin entender.
—Mi trasero... Me duele el trasero.
Alie se levantó de golpe, pero cuando se sentó se quejó.
—Yo no fui —dije desligándome de lo que fuera que le pasaba.
—Nadie te lo metió por atrás si eso te asusta —dijo Ashton con algo de flojera.
Aun estaba intentando despertar, por lo que apenas modulaba lo que decía.
—No es eso —dijo Alie—. Son los glúteos, no el orificio.
Alie se destapó y bajó de la cama y entonces, supe que pasaba.
Ashton y yo nos miramos con preocupación, mientras Alaska se metía al baño y de pronto, de oyó un grito.
Alaska salió del baño furiosa.
—¿Por qué pareciera que alguien me asaltó y me agarró a palos?
Yo apunté a Ashton, quien ya estaba completamente despierto.
—Este idiota no mide su fuerza.
—¿Yo? —Ashton pareció ofendido—. Tú eres un salvaje que no piensa cuando está metiéndola.
—Oye —dije, mirando a Alaska—. Si mal no recuerdo, fue la señorita mojigata la que pidió que la azotáramos.
Alaska hizo el además de reclamar, pero entonces pareció recordar las cosas. Ella no había bebido ayer, por lo que debía recordar todo con lujo de detalle.
—Dios, soy una degenerada... y estaba sobria —comentó.
—Para que veas, las que parecen santas son las peores —dije.
—Bueno, no puedo ir así a la corte —dijo Alie asustada—. Tengo las muñecas rojas porque me amarraron con un cinturón, los glúteos con moretones, y las piernas y brazos llenos de mordiscos y apretones... ¡creerán que soy una ninfómana y que me ofrecí a Williams!
—Tranquila —le dije yo—. Usaremos el arte del maquillaje y la ropa y parecerás la mismísima Virgen María. Ella jamás se le hubiera insinuado a un hombre, Dios fue el que le metió un hijo sin preguntar.
—Pues hay que hacerlo ya... —pidió Alie aun preocupada—. Me voy a dar una ducha.
Alaska volvió a meterse al baño rápidamente y después de que todos nos ducháramos y vistiéramos, comenzamos aplicarle base y corrector a Alie en todas las marcas que tenía.
—Si fueras menos paliducha, esto no sería tan terrible —dijo Ashton.
—¿Qué querías? ¿Qué me bronceara en Alaska? ¿Dónde? ¿Sobre una toalla en la nieve y en bikini? —cuestionó con algo de violencia.
—Tranquila, solo fue un comentario.
Hubo un silencio mientras seguíamos difuminado el maquillaje, pero Alaska lo rompió.
—¿Qué tanto recuerdan de anoche?
—No estábamos tan ebrios —dijo Ash—. Así que bastante, ¿por qué?
—Ah... no, es que... me da algo de...
—¿De vergüenza? —pregunté yo con una risa—. Nunca había conocido a una chica que le diera vergüenza ser tan buena chupando...
Ashton me dio un golpe con su codo en las costillas.
—Lo que quiere decir Gohan es que no hay nada de qué avergonzarse —dijo—. Fue buen sexo y eso solo es algo por lo que sentirse bien.
Eso logró que Alaska sonriera.
—Gracias, chicos.
Ambos le dimos una sonrisa y terminamos de cubrir las marcas con base.
—Bien, alimentare a los peces y vamos a la corte —dijo Ashton.
[...]
—Usted dice que sabía que mi cliente hacía estos supuestos chantajes con las actrices primerizas, ¿pero no fue usted quien le recomendó a varias de ellas?
—S-sí, pero yo no creí que lo hiciera con todas...
—¿Entonces que importaba sacrificar algunas si las otras saldrían sin problemas de las audiciones de mi cliente?
Podía ver que Marco estaba complicado con como el abogado defensor de Williams y Lucía estaba desmeritando a uno de sus últimos testigos en el estrado.
No todo había salido muy bien, Williams había llevado dos actrices que juraron que él había sido muy profesional, un director que decía que jamás había elegido a las actrices para las películas en las que habían trabajado juntos y otro productor importante del que no teníamos pruebas de que cometiera algún delito, que dijo que era un hombre ejemplar y profesional.
Por otro lado, nuestros testigos no podían parecer de tanta confianza para el jurado. Teníamos actrices que habían sufrido acoso o chantajes de Williams, que jamás lo habían denunciado; a mi primo, que solo podía dar constancia de los rumores que llevaba oyendo desde hacía años; y un ex compañero de Williams que había dejado su empresa de producción tan solo un año atrás, después de haberle facilitado que tuviera las audiciones con muchas chicas.
Marco estaba esperando un milagro o que el jurado leyera mentes.
—¿Por qué dejó que mi cliente hiciera las audiciones con esas chicas y no las hizo usted? Quien también fundó la productora con él.
—Yo no tenía mucho tiempo, me encargaba de ver otras cosas de la empresa...
—¿Realmente creyó las acusaciones que le hicieron en su tiempo?
—Al principio no, pero después de tantas, sí y por eso me salí de la productora.
—Pero no lo denunció.
—No tenía pruebas concretas.
—Exacto, no tenía pruebas... —una sonrisa de satisfacción se formó en el rostro del abogado—. No más preguntas, señoría.
El abogado fue a su asiento y la jueza hizo bajar al testigo.
—Bueno, daré un receso. Seguimos después del almuerzo.
Todos salimos de la corte, viendo a Marco maldecir.
—No tenemos más testigos y esto no va bien.
—¿Perdimos? —preguntó Sofía, quien había estado asistiendo a todas las sesiones.
—Hasta que el jurado de su veredicto, no —dijo Marco—, pero necesito algo más con lo que trabajar y... y no lo tengo.
Estábamos bajando las escaleras hacia la calle. Ashton iba abrazando a Alaska para contenerla y yo solo iba atrás en silencio, pensando.
Eso era realmente injusto. Mike Williams merecía pagar por todo lo que había hecho, pero no parecía que eso fuera a pasar.
[...]
—Mike Williams creyó que por ser un importante productor de cine se podía aprovechar de actrices sin experiencia y desesperadas por cumplir sus sueños —Marco estaba dando su discurso final—. Él destruyó carreras y sueños sólo porque no consiguió lo que quería. Si dejan que salga libre hoy, entonces todos los hombres poderosos de nuestro país creerán que nunca serán juzgados por su abuso de poder... y eso no es justicia.
Marco se fue a sentar a su puesto y la jueza dio la orden al jurado para que fueran a conversar.
Pasaron veinte minutos cuando volvieron a aparecer y a sentarse en sus lugares.
—Presidenta, ¿han llegado a un veredicto?
La presidenta del jurado se puso de pie.
—Sí, señoría.
—Señor Williams, póngase de pie —pidió la jueza—. En el delito de extorsión, ¿cómo se encuentra al acusado?
Pude sentir un dolor en el estómago que me indicó que eso no saldría bien.
—Encontramos al acusado... inocente.
Un montón de murmullos se empezaron a oír en la corte y pude ver que Alaska agarraba su cabeza molesta.
—Señorita Gómez, póngase de pie.
Lucía hizo caso.
—En el caso de complicidad en el delito de extorsión, ¿cómo se encuentra a la acusada?
—Inocente, señoría.
—Bien, señor Williams, señora Gómez, son libres de irse —la jueza golpeó su martillo y dio por terminado el juicio.
Marco estaba hecho una furia mientras hablaba con los otros dos abogados.
Sofía, por otro lado, parecía triste, pero no sorprendida y salió de la corte sin siquiera despedirse.
—Mi carrera se murió —dijo Alaska al borde de las lágrimas—. Ya jamás voy a volver a ser actriz de Hollywood... arruinó mi sueño.
Todo ese tiempo Alaska se había contenido de decir eso. En el fondo, suponía que aún creía poder recuperar su carrera, pero en ese momento, sus esperanzas habían muerto por completo.
Ashton y yo la abrazamos con fuerza, escuchando como sollozaba contra nosotros.
—Vamos, Alie, no es el fin del mundo —le dijo Ashton—, y tú eres una mujer increíblemente talentosa e inteligente, vas a ver qué vas a salir adelante.
Alie no dijo nada, solo siguió sollozando y fue así todo el camino a casa, hasta que se encerró en su antiguo cuarto, dejando incluso a Twinkle afuera.
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