Capítulo 4: Sistema de Seguridad

Ashton

Ese día Alaska había salido a hacer unas audiciones más, mientras Gohan y yo vigilábamos a los hombres de la agencia de seguridad que habíamos contratado.

Habíamos contratado un pack que incluía una alarma, ocho cámaras y dos generadores de cortina de humo.

Había un grupo de cuatro hombres instalando los distintos artefactos por la casa. Habíamos decidido instalar un generador de humo cerca del ventanal trasero y el otro en el hall de la casa; dos cámaras adelante; dos cámaras atrás; y un par más por cada lado de la casa para cubrir todo el perímetro.

—¿Sabes que hace falta? —me preguntó Gohan mientras estábamos en el patio trasero.

—¿Qué?

—Esos osos de peluche con una minicámara dentro.

—Tenemos ocho cámaras grandes, ¿para qué quieres un oso con una minicámara?

—Porque nadie sospecharía de un oso...

Le puse una mano en el hombro y negué.

—Amigo... no te voy a consentir eso, debo cuidar mis finanzas.

—¿Tú cuidando finanzas?

—El dinero no es eterno y por más que tenga, no puedo gastarlo todo en estupideces si quiero mantener mis lujos el resto de mi vida —expliqué.

Gohan pareció entenderlo porque se quedó en silencio mirando la pared de arbustos del fondo.

—¿Y si trabajo?

Eso hizo que girara mi cabeza de golpe para mirarlo.

—¿Trabajar tú? ¿En qué?

Gohan me miró con el ceño fruncido.

—¿Me estas subestimando?

—No, ¿pero para que harás eso? Yo puedo mantenernos bien.

—¿En qué momento te volviste el hombre trabajador de esta casa que debe mantenerme?

—No soy trabajador, solo tengo una herencia millonaria y no entiendo para que vas a trabajar en algo por un sueldo miserable cuando ya estamos a un semestre y un poco más de salir de la universidad —expliqué—. Además, ¿qué harías?

—No sé —respondió encogiéndose de hombros—. Podría ser mesero o bar tender...

Yo lo miré dudoso. No decía que Gohan fuera torpe..., pero era irresponsable y apenas sabía calentar comida congelada. Una vez, cuando teníamos veinte, había intentado hace huevos fritos y había terminado prendiéndole fuego a la sartén con los huevos encima.

Sabía que en algún momento él y yo debíamos madurar y salir al mundo real como verdaderos adultos, no como jóvenes con suerte y una herencia millonaria, pero aun así tenía algo de temor.

—Bueno, puedes intentarlo si realmente quieres.

—¿Ahora me debes dar permiso?

—No es eso lo que...

—¿Quién te crees que eres?

—Gohan...

—Ni siquiera mi mamá me da órdenes, no lo vas a hacer tú.

—Han, ya cierra la boca.

—Lo haré porque quiero, no porque tú me lo ordenes —aclaró.

Estuvimos un momento en silencio, hasta que Gohan tomó mi rostro y dejó un beso en mi mejilla.

—Te amo. Iré por un sándwich.

—Yo también —dije rodando los ojos por sus cambios de humor, e intentando no sonreír tanto.

Yo seguí vigilando el proceso de instalación de seguridad por unos minutos hasta que sentí un grito adentro de la casa:

—¡Ashton!

Sin pensarlo mucho corrí hacia adentro y cuando aparecí en la cocina me encontré con un paño de cocina incendiándose sobre el mesón.

—¡Gohan, te dije que no usaras la cocina!

—¡Quería calentar el pan!

—¡Para eso está el microondas!

Entre el pánico, tomé una cuchara de madera y con ella agarré el paño de una punta.

—¡¿Ahora qué?! —pregunté aterrado.

—¡La piscina! —dijo Han.

Ambos corrimos hacía el patio con cuidado de no tirar el paño y cuando estuve a unos centímetros de la piscina lancé el paño, el que cayó en el pasto, a centímetros del agua.

—Oh, oh... —susurró Gohan.

Cuando el pasto comenzó a prenderse, ambos no dudamos en comenzar a pisar y saltar sobre el paño hasta que el fuego se apagó.

Los dos soltamos un suspiro, aliviados, hasta que vi la cuchara de madera en mi mano, la cual estaba en llamas.

Pegué un grito agudo y sin pensarlo, la tiré a la piscina. Esta vez sí cayó en el agua y fuego se apagó en unos segundos.

Luego de nuestra ridícula escena, me percaté de que los trabajadores que estaban en el patio nos miraban extrañados, lo que provocó que me sonrojara.

—Bueno, tampoco tenía intenciones de ser prevencionista de riegos —comentó Gohan sacudiéndose las manos.

—Creo que está más que claro hace años que tú no sabes prevenir riesgos —comenté.

Yo tampoco sabía hacerlo del todo, pero lograba algo. Si yo no hubiera estado en casa en ese momento, todo el lugar se hubiera terminado incendiando.

[...]

Luego de que las personas que instalaron el sistema de seguridad se fueran, Gohan y yo nos quedamos en la sala viendo televisión y comiendo comida china.

Ya iban a ser las seis de la tarde, cuando la puerta principal sonó y luego de unos segundos Alaska apareció en la sala con una clara expresión de cansancio.

—¿Cómo te fue? —pregunté.

—Supongo que bien... no lo sé —contestó sentándose en el otro sofá—. ¿Cómo les fue a ustedes?

—Incendié un paño de platos y Ashton una cuchara de palo, más allá de eso, todo bien.

Alie abrió los ojos con sorpresa, pero después volvió a su expresión anterior.

—No sé para qué me sorprendo, no es nada del otro mundo viniendo de ustedes.

—Si, ya llevas más de un año siendo parte de nuestro grupo, hemos tenido sexo y vivimos juntos; ya deberías estar acostumbrada a esa clase de eventos —le dijo Gohan.

—Después de una vida tranquila, en un pueblo tranquilo, rodeada de personas estereotípicamente normales; me cuesta un poco —se excusó Alie, cambiándose de sofá para sentarse a mi lado y robar algo de comida de mi plato.

—En vez de dar excusas, deberías hacer algo para cambiar —se quejó Gohan con la clara intención de molestarla.

Alie rio y pasó por encima de mí para quitarle un arrollado primavera a Gohan.

—Me lo debes por eso.

Gohan le sacó la lengua y luego sonrió para volver a su comida.

—¿Y cuando te llamaran si quedas en algún papel? —le pregunté a Alie.

—Dentro de dos semanas o algo así —contestó—. Hay unos que pueden ser la próxima semana... espero quedar en algo.

—Que sí, tú tranquila —le dije para luego darle un beso en los labios.

Pude oír como Gohan hacia una arcada falsa para expresar su falso disgusto por las muestras de afecto. Yo sabía que a él no le encantaba presenciar esos actos, pero también sabía que no le asqueaban.

Alaska y yo reímos para luego lanzarnos hacia él y llenarlo de besos, provocando que Gohan se quejara entre risas. En el fondo, yo sabía que amaba la atención y aún más la atención de Alie y mía; y al menos por mi parte, yo amaba darle atención.

[...]

Cuando le había dicho a Alie que estuviera tranquila con el asunto de su trabajo, lo había dicho en serio, pero en ese momento, me arrepentía un poco.

Mi pobre novia estaba arrancándose los pelos por el nerviosismo. Nadie la había llamado para ningún proyecto y ya ni siquiera estaba consiguiendo audiciones que realmente le gustaran.

Cuando decía que se arrancaba los pelos, no era tan literal, más bien, se le caían. Esa mañana había encontrado una mata de pelos en la ducha, estaba pelechando incluso más que Twinkle.

En ese momento estábamos afuera, en el patio delantero. Gohan y yo estábamos limpiando mi moto y Alie estaba sentada en una silla de playa a un lado de nosotros, revisando su celular una y otra vez.

Sinceramente, me costaba creer que Mike Williams la estuviera saboteando, pero así parecía ser.

Yo no me había entrometido mucho en el mundo del cine, aun cuando mis abuelos habían sido personas importantes dentro de él, por lo que jamás había presenciado de cerca un caso de chantaje como ese. Aun así, sabía que no eran casos extraños.

Lamentablemente, el mundo del cine era, en gran parte, manejado por hombres y algunos de ellos eran violadores seriales, abusadores o locos narcisistas; los que eran capaces de usar su poder, dinero e influencias para destruir los sueños y oportunidades de jóvenes actrices solo porque no consiguieron lo que querían de ellas.

Alie se levantó de la silla y se acercó a nosotros con clara preocupación.

—Me está saboteando, ¿no?

Gohan y yo intercambiamos unas miradas.

—Dale tiempo —le dijo Gohan—. Si en dos semanas sigue igual, entonces definitivamente pasa algo malo.

Alie asintió apretando su teléfono con ambas manos, como si quisiera estrujarlo y volvió a sentarse en la silla a mirar el horizonte.

Me molestaba bastante pensar que alguien era capaz de arruinarle todos sus sueños a una persona solo porque se le daba la gana, pero ¿cómo se podía resolver un lío así sin ir a un juicio que claramente no ganaríamos?

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