Capítulo 39: Denuncia
Alaska
Desperté en la mañana por el sonido del timbre. La persona que estuviera tocando parecía desesperada y me estaba provocando un mayor dolor de cabeza del que ya tenía por beber la noche anterior.
Ashton balbuceó algo, pero no sé levantó, por lo que yo fui al primer piso para abrir la puerta.
Amy entró aceleradamente.
—No puedes dejarme tanto tiempo afuera, si alguien me reconoce y me toma una foto o algo y Williams se entera...
—Relájate —le pedí, masajeando mi sien.
—Tengo algo —me dijo—. Williams le hará una audición a una chica de veinticuatro en su departamento.
—¿Cómo lo supiste?
—Debí usar mis contactos de confianza, los que son cercanos al círculo de Williams —explicó—. Me costó mucho convencerlos y evitar que nos descubrieran. Como sabes, nadie quiere ser enemigo de Williams.
—Lo sé... ¿entonces? ¿Cómo conoció a la chica?
—Uno de sus amigos poderosos se la consiguió, es una latina sin familia acá y que llegó hace no demasiados meses a trabajar. Aunque estudio actuación, trabaja como secretaria —explicó—. Seguramente no tenía una buena situación en su país y Williams se va a aprovechar de ella y de sus sueños.
Amy parecía realmente preocupada, probablemente porque estaba casi segura de que la chica aceptaría lo que fuera que Williams le ofreciera. Era una chica sola, con un sueño, inmigrante... Williams la manipularía como quisiera.
—¿Sabes donde vive?
Amy asintió.
—Entonces vamos a hacerle una visita y como sea, tenemos que convencerla de ayudarnos y evitar que ese idiota le haga algo.
[...]
Ashton condujo hacia el departamento donde vivía la chica, llamada Sofía. Estaba ubicado en un sector de clase media-baja con muy poca seguridad, principalmente compuesto por inmigrantes.
Los cuatro nos bajamos del auto y subimos al piso correspondiente para luego tocar la puerta.
Una chica morena de cabello negro y que no debía medir más de un metro sesenta, abrió la puerta, mirándonos con confusión.
—¿Sofía Sánchez? —preguntó Amy.
—Eh, sí... ¿los conozco?
—No, pero nosotros a ti sí. ¿Nos dejas pasar?
—Eh... ¿no podemos hablar aquí?
—Está bien —accedí yo.
Imaginaba que meter cuatro extraños a su departamento cuando vivía sola no le parecía una buena idea y no la culpaba.
—Mañana tienes una audición con el productor Mike Williams, ¿no? —pregunté yo.
Sofía pareció nerviosa con eso.
—¿C-cómo saben eso?
—Somos actrices —explicó Amy—. Yo he trabajado con Williams antes y Alaska... a ella le hizo lo que probablemente te hará a ti mañana.
Sofía nos miró extrañada.
—No entiendo de qué hablan.
Entre Amy y yo le explicamos a Sofía lo que sabíamos de Williams y lo que me había hecho a mí meses atrás y como durante todo ese tiempo había hundido mi carrera.
Sofía pareció bastante afectada y asustada.
—¿Por qué me dicen esto?
—Porque queremos acabar con esto —dije yo—. No queremos que siga extorsionando chicas que quieren cumplir un sueño y que se aproveche de su influencia y poder. Necesitamos pruebas concretas de lo que hace y así, podremos acusarlo de algo.
—¿Qué es lo que quieren que haga?
—Un trabajo en cubierto —contestó Amy—. Será como actuar en una película.
Sofía lo pensó un momento y luego abrió la puerta de su departamento completamente.
—Pasen —nos dijo.
Los cuatro pasamos con tranquilidad y entonces hablamos de nuestro plan en la sala del pequeño departamento.
—Tendrás que ir con un micrófono oculto y nosotros estaremos muy de cerca para parar la situación si es que sucede algo —explicó Ashton—, pero, por lo que sabemos, nunca ha tomado a una chica por fuerza física.
—Te intentara chantajear, pero es todo lo que necesitamos —le dije yo—. Yo pondré una denuncia e intentaremos que la policía nos apoye con esto, así pueden llegar muchas víctimas más.
Solía pasar que ninguna chica se atrevía a dar el primer paso por temor a estar sola. Si ya estaba yo y estaban las pruebas con Sofía, las demás no tendrían tanto miedo de poner una denuncia o al menos dar a conocer su historia, si es que no estaba dentro del estatuto de limitación.
—Está bien, lo haré —accedió—. No importa si se sale con la suya y destruye mi carrera, de todas maneras, ya no tenía muchas esperanzas.
Yo le di una sonrisa con algo de tristeza.
—A veces cuando menos lo esperas llegan a tu vida personas buenas que te ayudan y te dan una oportunidad —comenté—. Nunca tienes que perder la esperanza.
Ella me dio una sonrisa más animada.
—Gracias y lamento mucho lo que te pasó.
—Tranquila, ya aprendí a vivir con eso.
[...]
Luego de que habláramos con Sofía, Amy fue a su casa y nosotros tres fuimos a conseguir refuerzos.
Entramos a la estación de policía en busca de Alan, el amigo de Gohan y Ashton, a quien encontramos en un escritorio haciendo algo de papeleo.
—Chicos —dijo al vernos—. ¿Qué los trae por aquí? ¿Los arrestaron?
—Por primera vez podemos decir que no —bromeó Ash.
—¿Entonces?
Ashton se sentó en la silla frente a Alan.
—Necesitamos de tu ayuda con un asunto.
—¿Están haciendo algo ilegal? —preguntó preocupado—. Porque ahí no me pienso meter.
—Oye, deja de pensar lo peor de nosotros —pidió Gohan—. Esta vez estamos del lado de la ley.
—¿En serio?
—Así es. Tenemos un caso que te puede interesar.
—¿Mike Williams? —preguntó en voz baja—. ¿Descubrieron algo?
—Estamos seguros de que mañana cometerá un crimen —le dijo Ash—. Tienes que ayudarnos con la misión en cubierto.
—¿Qué? ¿Tienen una misión en cubierto?
—Amigo —rogó Ashton—. Te necesitamos de nuestro lado. Realmente Williams hará algo malo...
—Está bien, está bien —aceptó Alan—. ¿Tienen una denuncia que hacer para que podamos proceder con esto?
Alaska asintió.
—Yo tengo una.
—Bien, te llevaré con alguien que tomara tus datos y declaración, y en cuanto a su misión secreta, la haremos a mi modo.
—Claro que si, tú eres el oficial —le dijo Gohan, haciendo un saludo militar.
Alan soltó una risa y dejó los documentos dentro de un cajón.
—Le comentaré de esto a mi sargento, para poder pedir apoyo en cualquier caso y cuando sepa que Ashton es hijo del juez Johnson se verá en la obligación de aceptar.
—Y después te quejas de que nosotros hacemos cosas inmorales —se quejó Gohan.
—Al menos yo no ando bañándome desnudo en la calle —contraatacó Alan con una risa—. Mi turno termina a la una, ahí nos pondremos de acuerdo para saber que hacer con exactitud.
—Está bien, venimos por ti a esa hora —le dijo Ashton.
Luego de que Alaska hiciera su denuncia, los tres salimos de la estación y caminamos hacia el auto.
—¿Podemos tomar desayuno ahora? —pidió Gohan desde el asiento trasero—. Me voy a fatigar.
—Aún no puedes desayunar —le dijo Ashton.
—¿Qué? ¿Por qué no?
—Pedí una hora para que te hagan unos exámenes para ver si todo está bien contigo, es a las once y para los de sangre necesitas ocho horas de ayuno —explicó.
—¡¿Qué hiciste que?! —Gohan comenzó a sacudir el asiento de Ashton, mientras él conducía.
—Sabía que no te gustaría la idea, por eso lo te dije.
—Ya llevo casi doce horas sin comer y aun queda una hora para las once. ¡No sabes como te odio!
—No pensé que Amy aparecería tan temprano, te pretendía despertar antes de las diez y luego llevarte a la clínica diciéndote que irnos por el desayuno.
—Eres un monstruo. Eres el peor amigo del mundo...
Gohan siguió hablando, pero Ashton no parecía interesado. Él sólo conducía con la vista puesta en el frente, hasta que nos detuvimos frente a una clínica y nos metimos al estacionamiento subterráneo.
—Mi mamá me dijo los exámenes que debías hacerte —dijo Ashton—. Es un electrocardiograma, un examen de sangre, uno de orina y un test de esfuerzo. Para el último te traje unas zapatillas y una tolla en mi mochila.
—Por eso te demorabas tanto arriba —supuso Gohan—. Eres insoportable.
Yo me volteé a verlo.
—Se preocupa por ti más de lo que tú mismo lo haces, ¿y lo llamas insoportable?
—¿A caso yo se lo pedí?... No, yo no lo hice.
Ashton también se volteo a verlo.
—Mira, pedazo de idiota, no me interesa lo que tú quieras, pero olvida que yo voy a dejar que te pase algo malo y si para eso te debo arrastrar hasta la clínica, lo voy a hacer —aseguró—. Ahora, saca las malditas zapatillas de mi mochila y póntelas porque te dolerán los pies con las que traes puestas.
Gohan no dijo nada más, solo tomó la mochila de Ashton y sacó las zapatillas para cambiarse.
Una vez que Gohan estuvo listo, Ashton me miró y dijo:
—Si quieres ir a comer o ir a casa, ve. Yo lo acompaño.
—Iré por mi laptop a casa y supongo que iré a desayunar —le dije—. Avísame cuando estén casi listos, así les traigo algo para comer o Gohan estará de peor humor.
—Está bien.
Ashton me dio un beso en los labios y se bajó del auto con Gohan, agarrándolo del brazo casi inmediatamente, como si creyera que era capaz de correr y huir del edificio.
Yo me cambié de asiento y salí del estacionamiento subterráneo para ir a casa.
Aunque Ashton tampoco sabía que escribía en mi laptop, sabía que era mi nuevo pasatiempo y que ya solo me faltaban unas páginas para terminar lo que fuera que hacía.
A veces me preguntaba que haría después de eso. No creía que debía seguir escribiendo más guiones si no pensaba trabajar con ellas, por lo que estaba decidida a encontrar otro trabajo, uno estable.
No sabía que haría, pero mientras fuera algo que me mantuviera ocupada y fuera remunerado, me conformaba.
Incluso estaba dispuesta a ser modelo de pies o manos... lo que fuera menos estrella porno.
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