Capítulo 29: Fiesta del Equipo

Ya llevábamos una semana en Miami y, por suerte, hablamos conseguido una buena información gracias a una conversación de Williams y su asistente.

Alaska le había dejado la tarjeta de la habitación tirada en su cuarto, como si se hubiera caído, por lo que no había sospechado que la habíamos robado. Con eso, no habían encontrado las pequeñas grabadoras, pues estas debían estar bien ocultas.

Resultaba que para esa semana harían una fiesta para festejar los buenos resultados de las grabaciones y, aunque la fiesta era en un recinto privado, eso no nos impediría entrar.

Los tres fuimos de compras por unos vestuarios de fiesta que nos harían pasar desapercibidos en algunas situaciones.

No era que no tuviéramos ropa de fiesta, pero no la habíamos llevado a Miami, pues no creímos que tendríamos que usarlas.

—Odio las corbatas... —se quejó Gohan, mirando el mostrador con corbatas.

—Solo serán unas horas —lo animé.

Gohan bufó de mala gana.

—Bien, pero yo elegiré el color y diseño.

Yo lo miré algo dudoso, pero terminé por asentir.

Aunque el estilo de Gohan no era nada parecido al mío, no creía que pudiera elegir una corbata tan fea.

Cuando salimos de la tienda con lo que habíamos comprado, fuimos a la tienda donde habíamos dejado a Alie comprando, quien ya estaba afuera mirando su celular con las bolsas en sus brazos.

—Toma —me dijo apenas me vio, entregándome la boleta—. Guárdala para que luego pueda devolverte el monto.

Yo rodé los ojos y tomé la boleta.

No me importaba tener que gastar dinero en esas cosas, menos si era para ella. Alaska era mi novia y yo era millonario, no tenía nada de malo que le hiciera regalos.

Además, si les hacía regalos a Gohan y Alie, gastaba menos dinero en cosas innecesarias para mí, pero me sentía igual de feliz por comprar.

Los tres comenzamos a caminar en dirección al departamento, el que no estaba muy lejos y caminar nos permitía apreciar un poco más Miami.

—Bien, solo nos hace falta los micrófonos para la ropa —dije yo—. Mañana nos encargaremos de eso.

Los dos a sintieron y seguimos hablando de las cosas que había comprado cada uno.

[...]

Era el día, por fin, y en tan sólo una hora, comenzaría la fiesta del equipo de la película producida por Mike Williams.

Los tres nos estábamos acomodando los micrófonos de la ropa para que lo que fuera que pudiéramos oír por ahí quedara grabado.

Alie tenía un vestido verde esmeralda, un tanto ajustado y que llegaba a la mitad de sus muslos. Se veía más que perfecta, incluso cuando debía usar una peluca negra ondulada, que le llegaba bajo el pecho y unos lentes de contacto cafés.

Además de cambiarnos el color de ojos, Gohan y yos nos habíamos puesto lentes falsos y maquillaje para cambiar un poco nuestras facciones.

Alie también se había maquillado bastante e incluso se había hecho pecas falsas, quedando bastante distinta a como era usualmente.

Además de eso, habíamos dejado listas nuestras maletas, debido a que nuestro vuelo para volver a Los Ángeles era en la noche del día siguiente.

—Ya quedan diez minutos, vamos —dije, mirando la hora en mi celular.

Los tres fuimos al auto de Marco y emprendimos el viaje de veinte minutos hacia el salón de fiestas que había arrendado la producción.

Dimos una vuelta por alrededor del lugar para ver qué tanta seguridad había y, por suerte, encontramos un lado más vulnerable.

Estacioné el auto a unas calles y luego caminamos hacia el lado del recinto que notamos menos vigilado para saltar la reja y entrar.

El reciento era como una casa muy típica de Miami. Pintada de blanco, con una parte de tres pisos y la otra de uno, con una entrada de autos y una piscina en la parte de atrás.

Nosotros habíamos entrado por un costado, justo donde estaba la entrada de autos, donde en ese momento no había nadie.

El lugar estaba lleno de autos adentro y había música bastante fuerte.

Los tres nos asomamos para ver hacia el patio trasero, donde había personas en la piscina y distintas mesitas de playa.

Después de eso, entramos a la casa, donde nos encontramos con un lujoso lugar, decorado con luces de tonos morados, algo que no permitía ver todo con tanta claridad... lo que nos convenía.

Los tres nos separamos para evitar que fuera más fácil reconocernos y fuimos en busca de algo que nos sirviera para incriminar a Williams en lo que fuera que pudiéramos.

No me importaba si descubrimos que Williams consumía cocaína, lo que fuera que hiciera y fuera contra la ley, sería un aporte.

Mientras me movía por el lugar, iba cabizbajo, pues era menos probable que alguien reconociera mi verdadero rostro así.

Entré a una habitación, la más grande que había, encontrándome con mucha gente bailando o conversando sentados en unos sofás blancos.

Fui hacia una barra con tragos y pedí algo para relajarme y parecer que al menos disfrutaba la fiesta.

Mientras el hombre de la barra preparaba mi trago, una mujer llegó a mi lado y, al verla de reojo, pude notar que era la coestrella de Brian.

La chica me dio una sonrisa y pidió un trago, para luego quedarse a mi lado esperando.

—Hola —me saludó.

Yo solo le di una sonrisa, pero ella siguió intentando entablar una conversación.

—¿Y tú quién eres?

—Soy amigo de un amigo de Cole Maguire —mentí.

Por supuesto, habíamos investigado a todo el equipo de la película y habíamos decidido inventar ser amigos o familiares lejanos de estos.

La chica soltó una risa.

—Ahora entiendo cómo es que esta tan lleno —comentó—. Hay gente que ni siquiera sabía que existía aquí.

Yo asentí con una sonrisa, intentando disimular mi nerviosismo.

—Tú eres la actriz principal, ¿no? —pregunté con la intensión de ganar su confianza.

Quizás, esa actriz sabía o había sufrido algo.

Ella sintió con un notorio orgullo.

—Es mi tercera película y mi primer personaje principal —explicó—. El productor me contacto directamente después de ver mis trabajos de niña.

—¿El productor? ¿Mike Williams?

La chica asintió.

—Mis padres me introdujeron en el mundo de la actuación desde niña, actúe en varios programas infantiles y series —comentó—. Además, soy modelo desde los cinco años.

Yo la miré algo sorprendido.

—Entonces tienes experiencia.

—Así es, pero este es mi mayor proyecto. No cualquiera tiene la oportunidad de trabajar con Williams o McNeil.

El último era el director que, por lo que sabía, también era muy prestigiado.

—Entiendo, ambos son grandes y exitosos hombres.

Me tragué el asco que sentí al decir eso y mantuve la conversación con la chica, esperando sacarle algo que me sirviera.

—Por cierto, soy Amy —se presentó, tendiéndome su mano.

—Yo soy Anthony —mentí—. Un gusto.

Con el paso de los minutos, pasamos a sentarnos en uno de los sofás en una esquina de la habitación, mientras bebíamos.

La chica ya estaba ebria y yo también un poco, por lo que había comenzado a beber más lento.

—Voy a decirte algo —balbuceó la chica de pronto—. Yo no quería trabajar en esta película.

—Ah, ¿no? —pregunté curioso.

Ella negó y se acercó a mí para susurrar al oído.

—He oído que Williams es un cerdo..., pero un cerdo que puede impulsar carreras.

La chica se alejó de mí otra vez y se tiró contra el sofá bebiendo su margarita.

Yo me quedé pensando en lo que me había dicho. ¿O sea que se había metido a la boca del lobo solo para impulsar más su carrera?

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