Capítulo 23: Secretos de los Johnson

Ashton

Ya había pasado casi una hora y media desde que Gohan y Beverly habían desaparecido y me sorprendía que Anette no se hubiera percatado.

Era la primera vez que veía a mi hermana más elegante y tranquila divertirse en una fiesta de cumpleaños tan simplona... claro, comparadas con a las que ella asistía.

Anette estaba muy divertida jugando Just Dance con la consola que había llevado Ana y me sorprendía que incluso se hubiera quitado sus preciados zapatos de diseñador para bailar más cómoda.

La madre de Alie, quien estaba un poco cansada se había ido a recostar al antiguo cuarto de Alaska y en cuanto a ella y su hermana, ya estaban un poco pasadas de copas.

Anette no había bebido tanto, pues ella tenía gustos más especiales y Ana, por lo que me había dicho Alie, tenía bastante resistencia al alcohol.

Luego de casi cuarenta minutos más, decidí ir a ver que todo estuviera bien entre Beverly y Gohan, quienes no tenían la mejor relación de todas.

Cuando llegué frente a la puerta del cuarto de Gohan, giré la manilla y la empujé, encontrándome con una escena que casi hace que mis ojos se quemen.

—¡Hijo de perra!

Gohan dio un salto y Beverly se cubrió con la sabana, aunque, por suerte, no había visto nada que no quisiera ver de mi hermana.

—¡Te cogiste a mi hermana!

Gohan se puso de pie al tiempo que se subía su ropa interior.

—Hermano...

—No me digas hermano ahora, después de que te cogiste a mi hermana verdadera —pedí asqueado—. ¡Mi hermana! ¡Mi refinada e insoportable hermana!

—Ashton, no exageres, ni siquiera te importa tanto o me hubieras dicho que no lo hiciera antes —argumentó.

—Nunca pensé que una de mis hermanas te prestaría atención —confesé—. Tú eres un pobre diablo que no tiene donde caerse muerto y ellas no pueden usar la misma ropa dos veces en la semana.

—¡Oye! —se quejó Gohan ofendido—. Aun así, lo siento, ¿contento?

—No me importan tus disculpas vacías. Además, me da igual con quien te acuestes... —miré a mi hermana con furia—. ¡Siempre dijiste que Gohan era muy poca cosa para un Johnson como novio o amigo!

—Ay, Ashton...

—¡Cierra la boca! —le ordené—. ¿Recuerdas cuando le contaste a papá y a mamá que Gohan y yo nos estábamos besando en el patio cuando teníamos trece?

Beverly rodó los ojos con fastidio.

—Sí, ¿y eso qué?

—Pues te la voy a cobrar.

Saqué mi teléfono de mi chaqueta y comencé a buscar el contacto de mi mamá, algo que Beverly debió suponer, porque se puso de pie con la sabana aún cubriéndola y fue a intentar quitarme el celular.

Yo corrí a encerrarme en mi cuarto y entonces mamá contestó.

—¿Ashton? ¿Pasa algo? —preguntó preocupada—. Son las doce de la noche... espero que el cumpleaños de tu novia no se haya salido de control y Gohan y tú estén con todas sus partes en su lugar.

—Sí, tranquila, estamos muy bien. De hecho, Gohan y Beverly están más que bien —comenté, mientras Beverly golpeaba mi puerta y gritaba.

¿Qué es ese ruido?

—Mamá, Beverly se acostó con Gohan —solté.

Hubo un silencio al otro lado de la línea por unos segundos y entonces mi mamá río.

Ay, sí, que chistoso —dijo irónica—. Tú hermana, la misma que ha detestado a Gohan toda su vida, se acostó con él... sí, claro.

—Mamá —dije como un ruego—. Yo sé que para ti mis otros hermanos son intachables, pero tienes que creerme. Beverly se acostó con Gohan y estoy segura de que fumo marihuana porque no hay otra explicación.

Ashton, dame con Beverly.

—No puedo, me quiere matar.

Ay, Ashton, por Dios —se quejó—. Ambos son adultos. Beverly ya tiene ya treinta años y tú estás por salir de la universidad, no sean infantiles... Te quiero aquí mañana, todos vamos a hablar.

Pero mamá...

Nada de peros, vamos a hablar los tres.

Y entonces colgó.

Yo suspiré y esperé a que Beverly dejara de golpear la puerta para salir.

Ni Gohan ni ella estaban por ahí, pero cuando bajé al segundo piso, me encontré con mi hermana de frente ya vestida.

—Que bajó caíste —me burlé—. Hueles a hierba y al perfume barato de Gohan... comienzas a parecerte a mí.

Beverly fingió una risa.

—Lo mío fue sexo de una vez, tú vives con él hace años, le compras todo como un niño consentido y lo sacas a pasear en tu horrenda motocicleta —argumentó—. Tú y yo no nos parecemos en nada.

Beverly bajó la escalera y entonces Gohan apareció a mi lado.

—Tiene un punto.

Yo lo miré con el ceño fruncido y me crucé de brazos.

—¿Cómo pudiste hacerlo con ella?

—Ay, Ashton, ¿desde cuando eres el hermano celoso?

—No me importa si Bev tiene una orgia con cinco tipos distintos —expliqué—, pero no me gusta que sea contigo.

Gohan me dio una sonrisa divertida.

—Así que me estas celando a mí.

Mi amigo se pegó a mí, rodeando mis hombros con uno de sus brazos y con su otra mano tomó mi rostro para hacer que lo mirara.

—Eres tan lindo cuando me celas —dijo con un tono algo burlesco—, pero sabes que tú para mí no tienes comparación.

Gohan estaba a punto de darme un beso en los labios cuando tapé su boca con mi mano.

—No quiero saber en qué partes del cuerpo de mi hermana pusiste tu boca específicamente, pero de que tienes sus gérmenes ahí proliferando, los tienes —aseguré—. Así que, al menos por una semana, no vas a poner tus labios sobre los míos, ¿entendido?

Gohan asintió con la cabeza, aun con mi mano en su boca, la cual, al despegar de sus labios, limpié en su ropa con asco.

Cuando bajamos nuevamente, Beverly estaba obligando a Anette a marcharse, aunque ella no parecía del todo de acuerdo, pues no dejaba de cuestionarla.

Laura fue a despertar a su madre para tomar un taxi e ir de vuelta a su hotel unos minutos después de que mis hermanas se marcharon, dejándonos solo con Ana, quien fue a acostarse al cuarto de Alie.

Alaska, quien parecía estar algo mareada, no tardó en dormirse.

Yo me acomodé a su lado e intenté cerrar los ojos para dormir, pero no podía sacar la idea de que mi hermana hubiera permitido que Gohan se metiera entre sus piernas.

Por lo menos había sido Beverly, pues los otros tres me hubieran dejado mucho peor. Beverly solo tenía siete años de diferencia con Han y siempre había tenido más contacto con él que los demás.

Tenía la impresión de que era noche no dormiría, por lo que encendí la televisión con el volumen bajo para no molestar a Alie y puse lo más interesante que encontré.

[...]

Debido a que Ana estaba en casa, Alie se había quedado con ella y Gohan y yo habíamos ido en mi motocicleta a la casa de mis padres.

A penas estacioné la moto en la acera, Misty abrió la puerta y se acercó a recibirnos.

—Mi pulguita —me dijo dándome un abrazo—. Tu mamá me dijo que vendrías, así que les hice comida rica para que lleven hoy a casa.

—Ay, Misty —dije con ternura—. Muchas gracias...

Misty abrazo a Gohan también y le comentó que estaba muy delgado, por lo que debería comer un poco más.

—Es que estoy bebiendo menos —comentó Gohan, provocándole una risa a Misty.

Cuando entramos a la casa, Misty nos guio hacia la oficina, donde estaban todos... absolutamente todos.

Beverly me dio una mirada llena de odio, pero yo estaba disfrutando mucho eso. Tal como todos se habían enterado de mis intimidades con Gohan, se entrarían de las de ellas.

—¿Y ustedes cuando trabajan? —preguntó Gohan curioso—. Siempre que vengo están aquí.

—Hola, Gohan —saludó mi madre—. Hoy es domingo y no hay ningún asunto importante que debamos resolver... aunque eso a ti no te importa.

—Es mi día libre también —comentó Gohan ignorando el desagrado de mi madre.

—¿Trabajas? —preguntó mi padre, quien estaba de pie a un lado del gran escritorio de madera.

—Sí, soy cajero en un pequeño café.

Mis hermanos reprimieron una risa, menos Beverly, quien sabía que lo que venía sería su perdición.

—Un cajero —repitió Marco—. Wow, Bev, es todo un partidazo.

—Cierra la boca —le dijo Beverly.

—Tú cierra la boca —le dijo Anette casi como una orden—. Tú adoras criticar cada uno de los errores que cometemos, ahora es tú turno de cerrar la boca y aceptar los comentarios.

—¡Al menos yo no tiré al suelo un implante mamario de mil doscientos dólares!

Anette la miró furiosa y, como jamás lo había hecho, agarró a Beverly del cabello para tironearla.

Marco, Pierce y yo las debimos separar, pero algo me pareció extraño y no era nada de mis dos hermanas... era de Pierce.

Pierce estaba muy callado y parecía preocupado, incluso estaba más pálido de lo que era.

Mis ojos se posaron en Pierce el resto del tiempo que mis otros hermanos se atacaban por cada error que habían cometido en sus vidas.

—Por tú culpa hay un abusador suelto —le dijo Beverly a Marco.

—¡Era un caso complejo! —se defendió—. ¡Hice todo lo que pude!

De pronto, noté que mi papá también estaba fijando su atención en Pierce y le hizo unas señas a mi madre.

Cuando los otros tres dejaron de discutir como si tuvieran quince y volvieron a su edad mental de treintañeros, todos miramos a Pierce, quien estaba de pie frente al librero respirando muy fuerte.

—¿Qué le pasa a este? —me preguntó Gohan al oído.

Yo me encogí de hombros.

—Pierce, cariño —lo llamó mi mamá—. ¿Qué pasa?

Pierce pareció salir de su trance y le dio una mirada nerviosa a mi mamá.

—Nada, s-solo que... —se quedó en silencio—. Ya no aguanto...

—¿Qué cosa?

—Soy gay —soltó de pronto.

Un silencio de entierro se instaló en la habitación, al menos hasta que Gohan y yo comenzamos a reír, llamado la atención.

Ambos chocamos las palmas y Gohan me dijo:

—Me debes diez dólares con intereses —recordó.

—Te daré once y quédate en silencio —le dije.

Pierce nos miró a ambos sin entender.

—Ambos somos intuitivos —me excusé dándole poca importancia—. Aunque llegué a pensar que nos habíamos equivocado después de tanto tiempo...

Pierce ya tenía treinta y dos años y había estado metido en el closet durante todo ese tiempo, lo que me había hecho pensar que nos habíamos equivocado y Pierce solo tenía algunas actitudes que encajaban con el estereotipo de hombre homosexual como su buen gusto de vestir, el que tuviera más amigas que amigos y que jamás hubiera presentado una novia.

Mi papá lo miró serio y entonces preguntó:

—¿Por qué lo dices ahora?

Pierce lo miró como un perrito siendo castigado. No parecía el hombre serio y duro que era todo el tiempo.

—Tengo pareja...

Ahí estaba. Todo tenía sentido.

¿Quién lo diría? Después de todo, todos los Johnson comenzaban a demostrar que eran personas y no máquinas.

¡Holis!

Este es de mis capítulos favoritos de esta historia, junto con otros que vienen más adelante 😉

¿Les gustó? Espero que así sea.

¡Tengan un lindo día! ¡Besitos!

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