Capítulo 2: La Audición

—¿Y cómo se llama?

—Mike Williams —le respondí a Ashton.

Ya eran las once de la noche, por lo que ambos estábamos acostados en nuestra cama, hablando.

Ashton había estado haciendo muchas preguntas desde que le había contado lo que me había pasado ese día. No sabía porque, pero sentía que le molestaba un poco que hubiera conseguido esa oportunidad.

—¿Y la película de que es?

—Es de romance con algo de acción —le respondí—. ¿A caso quieres leer también el guion?

—No, no...

—¿Entonces por qué tantas preguntas?

Ashton se encogió de hombros sin mirarme.

—Es solo que, ¿no te parece extraño? —preguntó con algo de preocupación—. Tú misma sabes que la industria del entretenimiento es algo cruel y de pronto un productor con mucha fama y dinero se interesa en ti, sin siquiera haber visto algo de tu trabajo.

Yo rodé los ojos.

—Por eso haré una audición. La única diferencia es que llegué a ella directamente a través de un productor —le expliqué—. No me está regalando el papel.

Ashton me dio una mirada con algo de inseguridad y luego suspiró.

—Bueno, si es una buena oportunidad, espero que te vaya bien —dijo para luego dejar un pequeño beso sobre mi frente—. Te quiero.

—Yo a ti.

Ashton apagó la luz de su mesa de noche y ambos nos acomodamos para intentar dormir, o así fue hasta que oí ruidos abajo otra vez.

—¿Cuántas mujeres conoce Gohan? —le pregunté a Ashton, quien también había abierto los ojos.

—A veces las repite, cuando no lo odian por ser un imbécil.

Ashton se puso de pie para ir al balcón y cuando pareció que iba a gritar algo retrocedió rápidamente y cerró los ventanales.

—¿Qué pasa?

—Llama a la policía, yo me encargo de las plantas —me dijo corriendo hacia la puerta para salir de la habitación.

Yo tomé mi celular y lo seguí hasta el cuarto de Gohan.

Ashton comenzó a remecer a Gohan, quien se quejaba molesto.

—¿Qué pasa?

—Nos quieren robar y hay que llamar a la policía.

Gohan abrió los ojos con terror.

—¿Cuántas plantas son?

—Veintidós... ni siquiera si seis fueran de Alie es legal —respondió Ashton.

—El gato.

—El gato no fuma —dijo Ashton molesto.

—¡¿Tienen veintidós plantas?! —pregunté horrorizada—. ¿En qué momento?

—Pensamos que eran semillas de menta... —dijo Gohan con una sonrisa nerviosa.

—Deben dejar de ir a comprar semillas cuando no están en sus cinco sentidos.

Sin más que decir, marqué el número de emergencias y debí decir lo que sucedía, mientras los chicos escondían las plantas que estaban dentro de la casa en el armario de la oficina.

Mientras los chicos escondían las plantas, pude oír como en el primer piso se abría uno de los ventanales, lo que me aterró.

Por suerte, los chicos y Twinkle estaban en la misma habitación, por lo que entré a la oficina y la cerré con seguro.

—¿Qué pasa? —preguntó Ashton.

—Entraron... —dije en susurró, yendo a tomar a Twinkle en mis brazos.

Durante varios minutos se oyeron pasos en el primer piso y, luego, pasos en la escalera.

Los cuatro estábamos en una esquina del cuarto pegados y abrazados, incluso Twinkle no se movía, probablemente porque sabía que los que estaban afuera eran extraños y a él no le gustaban los extraños.

De pronto, la manilla de la habitación comenzó a moverse, lo que hizo que los cuatro nos apretáramos aún más; pero justo un segundo después, se oyó un gran golpe en la puerta principal y un grito aliviador:

—¡Policía de Los Ángeles!

Se oyeron un montón de pasos andar por la casa, hasta que alguien empujó la puerta de la habitación en la que estábamos.

—¿Son los dueños de la casa? ¿Están todos bien? —preguntó un oficial.

Los tres asentimos y nos separamos para ir con él.

En el primer piso estaban esposando a dos tipos vestidos de colores oscuros y en el patio tenían a una chica en el suelo, la que no dejaba de patalear.

La policía comenzó a revisar la casa por todas partes y, en unos minutos, una oficial de acercó a nosotros.

—¿Podrían darme sus identificaciones?

Gohan y Ashton intercambiaron unas miradas y le dieron una sonrisa a la oficial. Los tres fuimos a nuestros cuartos por nuestras identificaciones y se las entregamos.

—Bien, todos son mayores de veintiuno, pero contamos veintidós plantas de marihuana —informó la oficial—. Según la ley de California, se permite un máximo de hasta seis plantas por persona... ¿lo tienen claro?

—¿Puedo llamar a mi abogado? —preguntó Ashton con una sonrisa nerviosa.

—Claro, que nos vea en la estación.

Yo le di una mirada de fastidio a los chicos y los tres debimos acompañar a los policías a la estación más cercana, donde nos encontramos con Marco Johnson y el señor Johnson.

Ashton tragó saliva, nervioso, antes de acercarse a su hermano y padre, quienes lo miraban claramente molestos.

—Gracias por venir...

—¿Veintidós plantas de marihuana? —preguntó Marco—. ¿Cuál es la necesidad de tantas?

—No quieres saberlo...

—Sí, tienes razón.

Gohan y yo estábamos pegados a un lado, un poco lejos de la familia Johnson, por seguridad.

Una vez más, el señor Johnson reprendió a Ashton con dureza y, aunque a mí me parecía que solía ser un poco exagerado, entendía también que Ashton se metía en problema tras problema, si yo hubiera sido su madre, también hubiera estado molesta.

Por suerte, el señor Johnson logró que nos dejaran solo una multa y una bastante pequeña, la cual yo y Ashton podíamos pagar y, en cuanto a Gohan, Ashton pagaría su parte.

Cuando salimos de la comisaría, el señor Johnson nos ofreció llevarnos a casa y no nos quedó de otra que aceptar bajo su mirada autoritaria.

—Les diría que espero que esta sea la última vez que se vean involucrados en problemas, pero no me voy a desgastar más —comentó el señor Johnson.

—Nos intentaron robar, papá —argumentó Ashton—. La policía se preocupa de puras estupideces, no de cosas importantes.

—Lo sé, solo por eso te lo voy a perdonar. E intenta no volver a plantar más de esas cosas —pidió.

—Sí, papá.

—Le pides demasiado, papá —dijo Marco con clara intención de burlarse de Ashton.

—No te metas tú.

—Tú me metiste en el momento en que me llamaste.

Ashton comenzó a discutir con Marco, incluso Gohan se entrometió en algún momento, hasta que llegamos a casa y el señor Johnson los detuvo.

—Espero que algún día maduren, aunque estoy seguro de que estaré muerto para ese entonces —dijo antes de que nos bajáramos del auto.

—También te quiero, papá —se despidió Ashton con ironía.

Al momento en que bajamos, el auto se marchó y entramos a nuestra casa, la cual estaba un poco desordenada por culpa de la intromisión de la policía y los ladrones.

Ashton suspiró al ver algunas cosas en el suelo, esparcidas por la sala.

—Creo que hay que comprar un sistema de seguridad —comentó.

Gohan y yo asentimos resignados.

[...]

El jueves en la mañana me levanté con la mayor emoción de todas.

Me sentía casi tan emocionada e impaciente como cuando hice mi primera audición o cuando esperaba el vuelvo para ir a Los Ángeles.

Debido a que Ashton y Gohan tenían clases bastante temprano ese día, ambos ya no estaban en casa y me habían dejado dormir un poco más.

Mi audición era en la tarde, a las cinco, pero me había levantado a las diez para hacer algo de ejercicio y seguir repasando el guion que debería decir.

Me había aprendido el guion que la asistente del señor Williams me había enviado por correo al revés y el derecho. Jamás había puesto tanto de mi en aprender unas líneas, pero sucedía que no quería decepcionar a un productor que había puesto su atención en mí.

Luego de tomar desayuno y hacer ejercicio, fui a darme un baño y a vestirme para luego prepararme un almuerzo liviano. No quería que por los nervios me doliera el estómago y terminara vomitando frente al director de casting.

Cuando dieron las tres, los chicos aparecieron en la casa.

Yo estaba en la sala leyendo el guion una vez más, dando vueltas de un lado a otro.

Gohan se acercó a mí y comenzó a seguirme por la sala hablando cosas triviales solo para intentar confundirme. No me molestaba que hiciera eso, de hecho, lo sentía como una clase de entrenamiento.

—... y entonces Abby se acercó a Ashton y le dio un beso.

Yo me detuve de golpe y me volteé a mirarlo.

—Ah, eso sí te interesa... —bromeó Gohan.

Ashton, quien ya estaba sentado en el sofá, me miró y dijo:

—Está mintiendo, Abby ya no se nos acerca —aclaró.

—Sí, no creo que quiera que le vuelvas a dejar el cabello lleno de café helado —agregó Gohan.

Yo me crucé de brazos.

—Ella empezó... empezó desde que la conocí.

—No, tú eres muy celosa —dijo Gohan sentándose junto a Ash—, pero te entiendo. ¿Quién no querría tenernos a nosotros para sí sola?

Yo rodé los ojos aún con los brazos cruzados, pero no pude evitar sonreír. En cierto modo, y por más egoísta que sonara, sí me gustaba tenerlos solo para mí.

Ambos se separaron para dejar un espacio al medio del sillón y dieron golpecitos con sus palmas para indicarme que me sentara entre los dos.

Yo les hice caso y dejé el guion sobre mis piernas.

—¿A qué hora es la audición? —me preguntó Ashton, a la vez que Gohan tomaba el guion para analizarlo.

—A las cinco.

—¿Quieres que te acompañemos?

—¿Pueden?

—Claro —dijo Gohan.

—Está bien, eso me ayudará con los nervios —accedí.

Cuando dieron las cuatro, Ashton, Gohan y yo fuimos al auto de Ashton. Yo me senté atrás, aún con las hojas en la mano para seguir leyendo de vez en cuando.

Gohan y Ashton pusieron a Katy Perry en la radio, lo que significo oírlos más a ellos cantar que a mi voz interior hablar, pero no me importaba, de todas maneras, no me podía aprender mejor el diálogo.

En unos veinte minutos, habíamos llegado al destino, el cual parecía ser un edificio, uno residencial.

—¿Segura de que es aquí? —me preguntó Ashton, no parece un lugar donde hagan audiciones.

Yo revisé la dirección que había recibido por correo y asentí. Definitivamente no estaba mal.

—Voy a entrar a verificar.

Salí del auto para ir hacia la entrada del edificio, el cual tenía una recepción con las pantallas para ver cámaras, pero no veía ningún conserje, por lo que fui a un ascensor y subí hasta el piso que salía en el correo.

Una vez arriba, fui hacia la puerta que tenía el número que decía en el correo y toqué el timbre. Sabía que aún era temprano, pero quería asegurarme de que estaba en el lugar correcto.

Unos segundos después, la puerta se abrió y la asistente personal del señor William apareció. Era una mujer muy alta y delgada; con el cabello negro y corto; y la piel clara.

—Lamento aparecer antes, es solo que quería estar segura de que estaba en el lugar correcto —me disculpé.

—No hay problema, le preguntaré al señor si puede recibirla antes —me dijo y antes de que pudiera preguntarle algo, cerró la puerta y se marchó.

Lo que había dicho me había confundido un poco. ¿Haría la audición frente al señor Williams?

Yo había pensado que sería como todas las audiciones, las que se hacían frente al director de casting y a veces alguien más del equipo, pero no frente al productor del proyecto.

Esperé nerviosa a que la mujer volviera a aparecer y cuando lo hizo, me indicó que pasara.

Adentro me encontré con un departamento de lujo que no parecía para nada preparado para hacer audiciones y, por supuesto, no había nadie más.

—El señor está en su oficina, sígame —me indicó la asistente, caminando hacia una puerta.

Eso no me gustó para nada y entonces la voz de mi papá diciendo "ninguna actriz triunfa sin acostarse con alguien", llegó a mi cabeza.

No era que concordara con mi papá, pero si sabía que había hombres que engatusaban a actrices jóvenes como yo con la excusa de hacerlas famosas para conseguir favores sexuales... también había otros que simplemente las abusaban sin más.

Al cruzar la puerta y encontrarme en una oficina, comencé a buscar cualquier otra salida y objeto con el que pudiera defenderme en caso de que eso fuera algo malo.

El señor Williams se levantó de un asiento que tenía frente a un escritorio de madera muy elegante, y me dio una sonrisa.

—Por favor, Alaska, pasa.

Yo fui hacia él y le di la mano, al mismo tiempo que la asistente se retiró, creando la puerta detrás de ella.

—¿Y el director de casting? —decidí preguntar.

—Ah, olvidé comentarte que será una audición especial. Yo me encargaré de ella personalmente —explicó con una sonrisa amable.

—Ah...

—Ponte frente a la cámara y comienza cuando te diga, ¿sí? —dijo apuntando la cámara instalada en un trípode en dirección a una pared lisa con nada en ella.

Yo asentí e hice lo que me dijo.

—Ah, dame la carpeta.

Con mis nerviosa había olvidado que traía la carpeta con las fotografías, la cual le entregué algo temblorosa.

—No estés nerviosa —me dijo mientras encendía la cámara—. ¿Quieres beber algo?

—No, no gracias. Estoy bien.

—Entonces comencemos.

Él tomó unas hojas de su escritorio, las que suponía que tenían el guion y entonces comenzó a grabar.

—Empieza.

Comencé a decir el primer diálogo, el cual él respondió con otro y así seguimos hasta que la escena terminó y él detuvo la grabación.

—Eres realmente buena para ser una novata —comentó, yendo hacia una mesita que tenía junto a un sillón para servirse lo que parecía un vaso de wiski.

—Muchas gracias... entonces...

Antes de que pudiera seguir, me entregó un vaso con wiski, lo que no me gusto para nada. Intenté negarme, pero él insistió y me sentí obligada a aceptar para acabar con toda la situación.

—Sabes, Alaska —comenzó sentándose en el sillón—, en el primer momento que te vi me pareciste una mujer muy hermosa y cuando busqué los proyecto en que has participado, me sorprendí al ver tu actuación, incluso en el comercial de salsa.

«Oh, Dios». Eso me perseguiría hasta la tumba. En mi lápida escribirían: "amada salsa en el comercial de salsa Tomata".

—Gracias, pero no soy tan buena.

—Te subestimas.

No, era realista. Era muy buena, pero tan buena como él parecía creer o fingía creer...

—Ven aquí —me dijo dando palmadas en el espacio vacío a su lado.

Yo tragué nerviosa y me senté a su lado con varios centímetros de distancia.

—¿Tienes algo que hacer el sábado?

—Eh... sí, mi gato tiene que ir al veterinario por sus vacunas —respondí. Aunque era mentira, aun no le tocaban sus vacunas.

El soltó una risa divertida, pero yo no reí. No estaba diciendo ninguna broma.

—Eres tan graciosa —bebió un sorbo de su vaso—. Quizás, después de eso, tú y yo podríamos ir a comer algo.

Yo lo miré confundida y al ver su sonrisa sugerente, decidí beber un buen sorbo del wiski.

—¿P-para hablar de trabajo?

Él volvió a reír.

—Eso lo podríamos hacer en otro momento. El sábado sería una clase de cita para conocernos fuera del trabajo.

Volví a tomar un trago. Había tantas cosas que me preocupaban de su propuesta: tenía quince años más que yo (sí, tenía cuarenta, lo había investigado); yo tenía novio; no quería darle razón a mi padre en algo; y otras más.

—No puedo y no quiero, jamás —terminé por decir—. Tengo novio.

Él me miró con curiosidad.

—¿Quién es?

—Eso no importa.

—Importa —dijo moviendo los hielos de su vaso de lado a lado—, porque estoy seguro de que él no te podrá conseguir una enorme oportunidad en la industria.

Yo me levanté del sillón con seguridad.

—Puedo conseguirme oportunidades yo sola. No necesito a mi novio, ni a nadie para eso.

—Me necesitarás a mí... no querrás tenerme como tú enemigo —amenazó con mucha calma.

Yo lo miré horrorizada.

—Nada de lo que diga o haga hará que cambie de parecer.

—¿Ni siquiera el enterrar tu carrera como actriz?

Eso me dejó helada. Lo que hiciera en ese momento definiría mi futuro como actriz y mis sueños.

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