Capítulo 17: Tortugas de la Amistad

Alaska

Cuando desperté, tenía un dolor de cabeza horrible, el que sabía a qué se debía. Era el mismo dolor que sentía cada vez que bebía desenfrenadamente.

Además del dolor de cabeza, sentía un horrible dolor de cuello y eso se debía a que había amanecido en el asiento trasero del auto de Ashton.

Lo primero que hice fue asegurarme de que estuviera con ropa y que no hubiera llegado a hacer un trío en un auto. Por suerte, seguía con mi ropa puesta y los chicos también.

Ambos asientos de adelante estaba bastante reclinados. Ashton estaba en el del conductor y Gohan en el del copiloto, durmiendo profundamente.

Tomé mi celular de mi cartera y revisé la hora. Eran las doce del día y seguíamos estacionados afuera del bar.

—Chicos —los llamé, comenzando a remecerlos—. Vamos a casa.

Mientras ellos despertaban, me di cuenta de que me dolía la oreja, por lo que la toqué con cuidado, notando un objeto extraño.

Tomé mi celular y abrí la cámara frontal para apuntar mi oreja, notando que tenía una argolla en mi cartílago.

Pegué un grito que hizo que los chicos se enderezaran de sus asientos rápidamente.

—¿Qué? ¿Qué pasó? —preguntó Ashton medio adormilado.

—¡Mi oreja! ¡Tiene un piercing!

—Ah, eso —dijo Ashton, masajeando su sien—. ¿A caso se te olvidó lo del local? ¿Dónde nos hicimos perforaciones?

Ashton giró su cabeza para mostrarme su perfil izquierdo y apuntar la pelotita negra incrustada en el trago de su oreja.

En eso, Gohan se volteó a verme y apuntó su nariz, la que tenía una argolla en el lado derecho.

—Todos nos hicimos una.

En eso, recordé algunas imágenes de lo que había pasado anoche y con eso, recordé que el hombre del local estaba haciendo algo con mi tobillo... algo que no podía ser una perforación. ¿Quién se perforaba el tobillo?

Entonces, me agarré la parte de debajo de la pierna, notando que tenía un plástico extraño.

Me tiré en el sillón trasero para levantar mi pierna izquierda hacia el techo y mirar bien mi tobillo, el que tenía un dibujo en negro de una tortuga.

—Eso no lo recordaba —dijo Ashton, mirando mi tobillo con los ojos entrecerrados.

Ashton también revisó su tobillo y luego, pegó un grito.

—¡Ya voy en mi tercer tatuaje ebrio! —se quejó—. ¡Y es una cursi tortuga!

Gohan comenzó a reírse de nosotros, hasta que se detuvo de golpe y revisó su tobillo también.

—¡No! ¡Amo las tortugas, pero no en mis tobillos!

—Al menos no miden más de siete centímetros... pudo ser peor —comentó Ashton—, y creo que ya debemos ir a casa, necesito una pastilla para el dolor de cabeza.

—Si y yo quiero orinar —dijo Gohan—. Así que apúrate.

Ashton comenzó a conducir lo más rápido que pudo, pues Gohan comenzó a quejarse y a retorcerse por las ganas de ir al baño y, mientras tanto, yo miraba mi tatuaje con algo de temor.

Ashton tenía razón, podía haber sido peor, pero la verdad era que yo jamás había tenido la intención de tatuarme una tortuga.

Cuando niña soñaba con tatuarme esos estúpidos signos infinitos y esa clase de cosas que todas las preadolescentes querían en esa época. Ya más grande había pensado en algunas mariposas o flores, nada triste, oscuro o diabólico... Por suerte, una tortuga era bonita y feliz, lo que me hacía sentir menos acomplejada.

—¿Qué tatuaje querías hacerte próximamente? —le pregunté a Ashton, asomándome por entre los asientos.

—Bueno, quería una calavera con flores y una serpiente y un pájaro y unas rosas con espinas y...

—Ya entendí —le detuve.

Conociendo a Ashton, tenía al menos una lista de veinte tatuajes que quería hacerse en el futuro.

—¿Y por qué no te hiciste más?

Por lo que yo sabía, las estrellas de su antebrazo ya eran de hace unos años, igual que la brújula de su muñeca.

—Porque antes de hacerme más, quiero trabajar —explicó—. Aun en este tiempo, los tatuajes y piercings pueden ser una complicación para conseguir trabajo. Aun así, no me tatuaría el rostro o las manos... ninguna parte que no pudiera tapar con ropa.

—¿Te tatuarías el pene? —preguntó Gohan con un tono divertido.

—No, tengo límites —aseguró Ash—. Nadie más que ustedes me verán desnudo, ¿para qué me haría un tatuaje ahí?

Ignorando el hecho de que estuviera argumentado el por qué no se tatuaría el pene, me había parecido muy lindo que pensara que estaría para siempre conmigo.

Yo a veces temía que fuéramos muy jóvenes, en especial Ashton, que había disfrutado de su promiscuidad y podía querer tenerla de vuelta en algún momento, lo que me transformaría en un estorbo.

Aún si Ashton y yo terminábamos nuestra relación como pareja, deseaba que siguiéramos siendo buenos amigos y no nos distanciáramos, pues eso significaría que Gohan también se alejaría de mí y perdería a dos de los mejores amigos que había tenido en mi vida.

Apenas llegamos a casa, Gohan corrió al baño y yo fui a servirle comida y agua fresca a Twinkle quien ya se había mejorado de su cálculo renal.

Hacía días le había llevado a la veterinaria los exámenes de orina y a proveché de llevar a Twinkle para una revisión, en la que notaron que había botado el cálculo. Por supuesto, Gohan no había ido conmigo para evitar ver a su madrastra, en especial después de su altercado con su padre.

Después de eso, pretendía cambiar de veterinario. Por más que la doctora Coleman fuera muy buena, no quería seguir teniendo contacto con ella por obvias razones.

Luego de que los tres nos diéramos un baño, Ashton fue a una farmacia para comprar suero fisiológico y enseñarme a limpiar mi nuevo piercing.

—A veces no es muy bueno usar un hisopo porque deja pelusas —explicó—, pero como la oreja es un poco complicada de limpiar, tienes que usarlo sin frotar muy fuerte.

—Okey —dije acercando el hisopo a mi cartílago de la oreja.

—Te advierto que los piercings en esa zona son muy complicados. Se infectan, se tironean y, por eso, se puede infectar seguido y hasta formar un queloide.

Yo lo miré algo asustada. No quería una pelota en mi oreja.

—Tranquila. Intenta amarrarte el cabello durante al menos un mes —dijo—. Así evitarás que se acumule más mugre o lo jale.

—Gracias... no sé qué haría sin ti —le dije con una sonrisa.

Ashton también me sonrió y dejó un pequeño beso sobre mis labios con ternura.

Ambos estábamos en el baño, frente al lavamanos, pues arriba había un espejo en el que podía mirarme mientras me limpiaba.

—¿Cómo investigaremos a Mike Williams? —preguntó Alaska—. No tenemos los medios para investigarlo y conseguir un investigador privado, ¿crees que sea lo mejor?

Ashton se quedó pensando un momento.

—No lo sé, un investigador privado debe seguir principios éticos —explicó—. Ninguno realmente confiable allanara un lugar privado o algo por el estilo... hay cosas de las que tendremos que ocuparnos nosotros, tal vez.

—¿Y cómo? Será muy complicado —dije desanimada.

—Veremos la forma, tranquila —me pidió, acariciando mi cabello con delicadeza—. Después de año nuevo comenzaremos.

Yo asentí con una sonrisa algo forzada.

Yo sabía que Gohan y Ashton eran capaces de lograr muchas cosas, pues tenían suerte, contactos y mucha valentía.

Imaginaba que Ashton se sentía muy seguro porque sabía que su padre, por más que a veces deseara desaparecerlo, le salvaría el pellejo y con él, iría Gohan.

Aun así, el señor Johnson no era mágico y no podría cubrir todos los delitos o estupideces que hiciera su hijo, lo que me asustaba un poco.

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