Capítulo 14: Espionaje
Alaska
No estaba muy segura de si seguir el plan de Ashton y Gohan era la mejor idea de todas.
En ese momento estaba acompañando a mi mamá y a Laura a dar su último paseo por Los Ángeles antes de volver a Idaho, específicamente por los lugares que no habían conocido en su viaje anterior y los chicos estaban dando su último examen en la universidad antes de las vacaciones de invierno.
En la tarde, los tres iríamos a hacer nuestra primera misión de espionaje en cubierto al edificio al que me había citado Williams la vez anterior con la esperanza de conseguir alguna clase de información acerca de sus andanzas.
A las cuatro llevé a mi madre y a Laura al aeropuerto y me despedí de ellas. Lamentablemente, no podían quedarse para las fiestas, pues Laura tendría que trabajar unos días después de navidad.
Llegué a casa a las cinco a casa y me encontré con Ashton y Gohan en la sala, poniéndole un traje a Twinkle.
Yo los miré extrañada.
—¿Qué le hacen a mi bebé?
Ambos dieron un salto.
—Ay, no nos asustes así —se quejó Gohan—. Y, ya que tú dices que esta cosa es nuestro hijo, decidimos darle algo más de estilo.
—¿Estilo? —pregunté ofendida—. Twinkle tiene más estilo que ustedes.
—¿Más estilo que Ashton? —preguntó Gohan agarrando el rostro del nombrado con ambas manos—. Míralo, por Dios... con sus cinco chaquetas de cuero sintético idénticas y sus orejas más perforadas que un colador.
Ashton lo miró con el ceño fruncido, sin soltar el agarre de Gohan, el cual le aplastaba las mejillas y lo hacía ver divertido.
—¿Te estás burlando de mí?
—Más o menos..., pero es verdad que tienes más estilo que el gato —aseguró Gohan, soltándolo.
—Pues con esa corbata y lentes, creo que ya me superó.
Fue recién ahí cuando me percate de los lentes rosados y la corbata celeste, que combinaba con sus ojos, que tenía puestos Twinkle.
—Ay, si es cierto —admití—. Es precioso.
Fui a tomar a Twinkle en mis brazos y lo besé en su cabeza peluda.
—Aunque una chaqueta como la mía le quedaría mejor —comentó Ashton.
—Claro que no —negó Gohan—. No es un delincuente juvenil, es un artista francés... nos falta la boina.
—Primero, el gato no tiene nada de francés, es alaskaniense...
—Alaskeño —corregí a Ashton.
—Cómo sea —dijo y siguió—: y segundo, esos lentes redondos parecen más de hippie haciendo un viaje intergaláctico, que de artista francés.
—Ay, Ashton, no sabes nada de moda. Cállate —le pidió Gohan tapándole la boca con la mano.
—Bien, podemos seguir con la sesión de moda más tarde —dije yo—. Creo que es hora de movernos.
Ambos asintieron y fuimos a nuestros cuartos a cambiarnos de ropa. Los tres nos pusimos conjuntos de colores oscuros o poco llamativos a petición de Gohan, quien decía que para espiar no se podían usar prendas de colores chillones, y fuimos al auto de Ashton para dirigirnos hacia el edificio.
Ashton condujo como de costumbre, con Gohan yendo de copiloto y yo atrás. Cuando estábamos cerca del destino, Ashton comenzó a ir más lento, buscando un buen lugar para estacionar.
Terminamos estacionado frente a un café muy elegante y nos bajamos para caminar hacia el edificio.
Los tres nos quedamos pegados a la pared lateral del edificio.
—Este es el plan: uno de nosotros tendrá que distraer al conserje para que no vea las cámaras, luego los otros dos subirán al piso correspondiente y abrirán la puerta —explicó Ashton.
—¿Cuántas puertas han abierto en sus vidas que están tan seguros de que va a funcionar?
—Unas cuantas —contestó Gohan—. Si no hubiera sido porque no teníamos los implementos la vez que nos quedamos afuera de la casa, habríamos evitado romper la ventana.
—Bien... voy a confiar en ustedes.
—No te quedaba de otra —dijo Ashton y después de un silencio siguió—: Bien, voy a ver en que está el conserje.
Ashton fue disimuladamente hacia la entrada y luego de dar un vistazo hacia adentro a través de las puertas de cristal, volvió hacia donde estábamos.
—¡Es mujer! —dijo como un festejo—. Y no debe tener más de treinta, o sea que puedo utilizar mis encantos.
Yo lo miré con una ceja levantada y un tono despectivo, del que claramente se percató.
—Ay, mi amor, será como cuando tú tengas que participar en una película y debas besar a otro hombre. Es solo actuación.
Yo rodé los ojos y le resté importancia.
—Está bien... utiliza tus mentados encantos —accedí de mala gana.
Ashton me dio un beso en la mejilla.
—Bien, cuando tenga todo bajo control, haré esta señal con mi mano.
Ashton agarró el arete de su lóbulo derecho y comenzó a tironearlo.
—No me queda muy clara —confesó Gohan algo inseguro.
—No hay tiempo para pensar otra señal —dijo Ashton algo apresurado.
Y entonces volvió a dar la vuelta en la esquina del edificio para ir a la entrada.
Cuando se marchó, Gohan abrió su mochila y sacó de adentro una peluca pelirroja y me la entregó para que me la pusiera y no me pudieran reconocer.
Luego de que me pusiera la peluca, Gohan y yo nos asomamos por el borde del edificio para ver hacia dónde estaba la puerta transparente y así tener a Ashton en la mira.
—Simplemente pudo hacer alguna cosa como un dos con los dedos por debajo o que sé yo —se quejó Gohan.
—No está tan mal —dije yo—. Nunca lo he visto tocándose la oreja y cuando lo haga, será la señal.
Estuvimos varios segundos mirando la escena. Ashton parecía estar hablando con ella, pues, aunque estaba de espalda, la chica detrás del mesón movía su boca con una constante sonrisa. Una sonrisa muy coqueta.
Yo no era celosa, bueno, no injustificadamente. Lo que había pasado con Abby había sido porque tenía razones, en ese caso, no tenía ninguna..., pero aún así sentía una pequeña molestia en mi interior.
—¿Tú crees que Ashton le gusta a muchas chicas? —pregunté sin pensarlo.
Oí a Gohan resoplar.
—Muchas es poco... yo no conozco ninguna chica que al menos no haya pensado en que Ashton es lindo —respondió Gohan—. Claro, a mi lado no puede brillar tanto, pero debo admitir, aunque me lastime mi gran ego, que él es más atractivo de apariencia que yo.
Yo no estaba tan segura de eso. Sí, a mí me parecía más lindo Ashton, pero era cosa de gustos. Gohan tenía unos ojos muy hermosos y llamativos, y el color más tostado de su piel hacia un contraste especial con su color verdoso.
—Para que me entiendas, él es como Sirio y yo Canopus —yo lo miré sin entender—. Es una analogía.
—Entendí esa parte..., pero no entiendo la analogía.
Gohan rodó los ojos.
—Sirio es la estrella más brillante del cielo nocturno con una magnitud de menos uno coma cuarenta y siete, y se sitúa en la constelación del hemisferio celeste sur Canis Maior; mientras Canopus es la segunda, con una magnitud de menos cero coma setenta y dos, y está ubicada en la constelación de Carina —explicó.
No sabía si eso me había aclarado las cosas o si me había confundido más. La verdad, jamás había tenido gran interés en la astronomía más allá de lo básico y era algo que le pasaba a la mayoría, pues cualquiera querría conocer algo del universo en el que vive.
—Creí que Ashton era más de astronomía y tú de biología —comenté.
Gohan negó con una expresión de extrañeza.
—La biología no es fuerte de ninguno, sólo la comprendemos bien —aseguró—, y aunque si tienes razón con lo de Ashton, yo también soy bueno en física y astronomía.
—Ah, entiendo... ¿y cuál es tu fuerte entonces?
—La química —dijo con obviedad.
Abrí la boca levemente y asentí, comprendiendo. Después de eso, me volví a concentrar en Ash, pues no confiaba que Gohan estuviera del todo atento.
Ashton seguía conversando con la conserje, quien ya no estaba ni siquiera mirando las pantallas con las cámaras por si acaso, y en unos segundos, Ash llevó su mano hacia su oreja.
—Es la señal —dije.
—No —negó Gohan—. Antes se tocó la argolla, ahora se está tocando el industrial.
—Ay, pero quizás es lo mismo —dije algo nerviosa.
—No, ¿qué no sabes la diferencia entre una argolla del lóbulo, el piercing industrial y un hélix?
Yo lo pensé un momento.
—El industrial es el palo largo...
Gohan me miró horrorizado.
—¿Palo? Ay, Alaska, me avergüenzas.
—Luego lo hablamos —le dije—. Y ya vamos, Ashton sigue tocándose la oreja... creo que si es la señal después de todo.
—Bien —accedió Gohan.
Ambos nos movimos hacia la puerta, entramos y pasamos por detrás de Ashton hacia los ascensores.
La conserje parecía muy entretenida con Ash, por lo que ni siquiera nos miró.
Ambos subimos al piso que correspondía, mientras nos poníamos guantes de látex, y al bajar, yo guíe a Gohan hacia la puerta que debíamos abrir.
Gohan se puso de frente a la puerta, tapando el cerrojo lo que más podía para evitar que se viera en las cámaras y sacó de su pantalón una tarjeta, la cual utilizó para abrir la puerta en tan solo unos segundos.
Ambos entramos y cerramos la puerta detrás de nosotros.
—No entiendo porque no tiene un mejor sistema de seguridad para la puerta —cuestioné.
—No creo que viva aquí —supuso Gohan analizando el lugar—. Quizás lo usa para citar a las actrices o escaparse un momento y estar en paz.
Lo que decía Gohan tenía sentido, pues el departamento no era tan lujoso como uno esperaría que fuera el hogar de un productor millonario y tampoco tenía un espacio tan grande.
Entonces fuimos a la oficina en la que yo había estado.
No había muchas cosas ahí, solo unos libros, unas libretas y algunas hojas sueltas.
—Definitivamente no vive aquí —dijo Gohan revisando una libreta que había encontrado en una gaveta del escritorio—, pero tal vez tiene algo útil.
—En el archivo que nos dio el señor Johnson, tenía cuatro departamentos más —recordé—. Otro en Los Ángeles, otro en Nueva York, uno en Las Vegas y el último en Washington.
—Pues el otro de Los Ángeles debe ser su residencia habitual —agregó Gohan—. Mira, aquí hay unos nombres y fechas... todos de chicas.
Yo me acerqué a ver por encima de su hombro.
—Deben ser audiciones...
Gohan dejó la libreta abierta en el escritorio y sacó su teléfono para sacarle fotos a las cosas.
—Listo —dijo al terminar, volviendo a meter la libreta donde la encontró.
Después de eso seguimos revisando las otras dos habitaciones y cuando nos aseguramos de que estas no tuvieran nada muy útil, salimos.
Gohan se acercó a mí con una sonrisa divertida y me mostró su mano, la cual sostenía un condón empaquetado.
—Es de los que brillan en la oscuridad —dijo riéndose—. Lo encontré debajo de la cama.
Yo tomé el paquete y lo analicé.
—¿Cómo se puede tener sexo con esto sin reírse?
—Yo me estoy riendo y aún no lo ocupo —dijo arrebatándomelo y guardándolo en su bolsillo—. Ya vámonos.
—¿Te lo vas a llevar? —pregunté mientras íbamos a la puerta principal.
—Dudo que él lo extrañe, estaba tirado bajo la cama —dijo sin darle mucha importancia.
Yo negué con una sonrisa. Como amaba la capacidad de Gohan de no importarle nada.
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