Capítulo VI
Elizabeth.
Están pasando un buen rato juntos, como siempre lo hacen, se sienten tan felices juntos, es como magia.
Pero ha llegado el momento de las confesiones, Christopher se anima y él revela primero su pasado, del cual él ya se superó.
-Bien bonita, creo que tengo algo que decirte.- le dice acomodándose en el sofá y soltando el trozo de pizza que se estaba comiendo. -¿Lista?- le pregunta y ella le asiente.
-Bien, mi historia es así. Mi padre no sé quién es, mi madre fue una prostituta la cual me vendió a su jefa cuando nací por dinero, para ella siempre fui un estorbo. La jefa me dio su apellido, techo y comida, pero cuando cumplí quince ella quiso que le empezara a pagar con servicios sexuales, a lo que yo me negué, entonces ella me corrió y ese día recibí el anillo.- Christopher hace una pausa y Elizabeth lo escucha atentamente.
-Crecí en un prostíbulo, lleno de alcohólicos y rodeado de gente estúpida, lo malo que se me pego fue ese desorden sexual. Nadie me enseño como tratar a una mujer fuera de la cama. Pero contigo eso ha desaparecido.- termina su confesión sonriéndole.
Elizabeth está asustada ante la historia que oculta ese hombre. Parece sacada de una fea novela, nunca pensó en que él le revelaría algo tan fuerte.
-¿Y sonríes como si nada?- le cuestiona ella, sin podérselo creer.
-Elizabeth, ese es mi pasado, me vale un pepino, ya no importa, estoy aquí por eso, pero no me voy a martirizar por lo que no fue mi decisión y mi culpa.-
-Tienes razón.- dice ella, reconociendo que él sí sabe amistarse con el pasado doloroso. -Bien, ahora es mi turno.- su corazón se encoge, no se siente tan preparada para decirlo, pero tiene que decirlo.
***
Christopher.
La ve respirando profundamente y ocultando sus bellos ojos celestes bajo el cabello rojizo, ella está jugueteando con su anillo nerviosamente. Pero parece decidida a hablar.
-Mis padres murieron hace doce años, entonces yo anduve errante durante meses, durmiendo en la calle, sin comer, ni ducharme, nada. Un día me encontró un señor y me llevo con él para refugiarme, entonces viví con él 2 años, pero un día, hace diez años llego borracho y...- Elizabeth respira y sus lágrimas empiezan a rodar por sus mejillas, las limpia con dolor. Cuando vuelve a hablar su voz esta temblorosa.
-Abuso de mí sexualmente. Después de eso me escape y llegue al parque, me senté a llorar por horas, en ese momento la anciana se sentó a mi lado y me alentó a superarme. Cuando me calme, ella me entrego el anillo y lo demás ya lo sabes tú.-
Mierda. Exclama mentalmente él. La violaron cuando tenía trece años, mi confesión no es nada con lo que ella vivió.
-¿Por eso no te dejas tocar?- Christopher no puede creer la desdicha, ahora todo parece tener sentido, ella le asiente y ve como las lágrimas corren por sus mejillas blancas.
-Nadie me había tocado después de eso, solo la vez que tú me salvaste de los ciclistas, es la única vez que me deje tocar. Pero me sentí tan bien entre tus brazos.- ella le sonríe melancólicamente.
-¿En serio?, entonces, ¿Por qué no me dejas ni agarrar tu mano?- pregunta. ¿Si ella se sintió bien, porque no deja que la bese o abrace? Pensó vagamente Christopher.
-El recuerdo de esa noche regresa. Cuando me intentaste besar, el rostro de ese tipo apareció en mi cabeza, he luchado tanto para reprimirlo pero no he podido. Luego te conocí, y me protegiste con tus brazos.-
Ella parece tan indefensa en este momento, sus lágrimas han cesado, pero el dolor se siente en la voz. Christopher lo único que quiere es abrazarla, abrazarla hasta que ella se dé cuenta que él no le hará nada como lo que vivió.
***
Elizabeth.
-Estoy enamorado de ti Elizabeth, en este momento me siento impotente, quisiera abrazarte y acunarte en mi pecho hasta que te des cuenta lo mucho que te quiero. Porque estoy enamorado de ti.- le declaró él exasperado por no poder besarla.
Ella se queda paralizada ante la fuerte declaración de Christopher analizando todas y cada una de las palabras.
-Yo también estoy enamorada de ti.- le confiesa Elizabeth, él le clava sus ojos color limón y le regala una sonrisa de esas que son para derretirse. -Y necesito un abrazo tuyo.-le susurra sintiendo sus mejillas arder.
Christopher le sonríe y la abraza, no la abraza solo con sus brazos, la abraza con el alma entera, la abraza con el amor que siente. El último abrazo fue de su padre la noche antes de morir.
El terror, el dolor, el miedo, la asfixia, el pánico, no están, se han ido, Elizabeth se siente protegida por él, su corazón revolotea emocionado, su sonrisa se intensifica, siente un delicioso cosquilleo ocasionado por el contacto.
-Solo nosotros.- le dice al oído, haciendo que ella se estremezca.
-Eso que significa.- pregunta curiosa.
-Que quiero que seas mi novia.- le coloca las palabras en su mente, ella rompe el abrazo y lo mira extrañada.
-¿En serio?-
-Sí. ¿Elizabeth quieres ser mi novia? Le vuelve a preguntar. La emoción pasa a un nivel superior.
-Si quiero.- responde ella de lo más emocionada. Novio, nunca tuve novio, y ahora, está jodidamente sexy materia es mi novio. Piensa ella dando saltitos en su interior.
-Entonces... ¿Te puedo besar?- ella se vuelve a congelar ¿Besar?
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