05 Marry You
En una larga y algo taciturna caminata los chicos regresaron al hotel. Como Lucy todavía estaba algo afectada por el recuerdo de su madre decidieron que lo mejor sería dejarla dormir un rato hasta que se recuperara. Alrededor de las dos de la tarde, mientras almorzaban en el restaurante del hotel James sorprendió a sus amigos con algo que sin dudas les vendría muy bien a todos.
—Si adivinan lo que tengo aquí se los doy. —dijo el rubio mientras sostenía la misteriosa sorpresa detrás de su espalda.
—Mientras no sea un perro sarnoso todo está bien. —bromeó Lucy, que se encontraba más animada, y todos se echaron a reír.
—¡Dios mío, las cosas que esos dedos deben ser capaces de hacer! —Madelaine dejó escapar un suspiro mientras observaba al pianista praguense deslizar sus dedos ágilmente sobre las teclas del piano de cola. Las risas estallaron en la mesa y sólo entonces se dio cuenta de que lo había dicho en voz alta, y quiso cambiar de tema—. ¿Qué es? ¿Algún libro?
—¿Un hobbit? —bromeó Sebastian.
—¿Camisetas que nos identifican como los mejores amigos del mundo mundial? —dijo Layla, ignorando la tontería que acaba de decir el chico.
—Esas ya las tenemos, Layla. ¿Qué sentido tiene regalarles algo que ya tienen? —respondió James exasperado—. Les daré una pista: Son entradas para un concierto, esta noche, y las compré pensando en una persona en especial que sé que lo va a disfrutar mucho.
Por la mirada que el rubio le dedicó a su novia todos supieron de qué se trataba. Sólo podía ser eso.
—¡No! ¡Dime que no es cierto! —gritó Katherine, ganándose la atención de varios de los desconocidos que almorzaban en otras mesas a su alrededor—. No puede ser. ¡Bruno Mars!
Cuando James mostró las entradas que escondía, Katherine saltó sobre él y lo colmó de besos que llenaron de satisfacción al rubio. Más que en el grupo, al comprar esas entradas había pensado en ella, porque su novia era fanática de Bruno Mars, y sabía que le encantaría conocerlo.
—El concierto es esta noche en una pequeña plaza no muy lejos de aquí —informó el rubio mientras se separaba de su novia—. ¿No es genial?
—Lo más genial del mundo. —asintió Katherine, y el resto de la tarde la ocupó en pensar en lo que llevaría puesto.
Cuando decidieron que ya habían comido suficiente todos se dirigieron a la habitación de las chicas para una tanda de películas. Entonces James recibió un mensaje que era todo menos inesperado, y puso en marcha la segunda fase de un plan que había estado llevando a cabo desde la noche anterior.
«Llego en cualquier momento»
Tras deslizar el dedo sobre la pantalla para descartar la notificación James se escabulló haya el fondo de la habitación para encontrarse con Madelaine. Los demás estaban demasiado concentrados en Letters to Juliet como para percibir este cambio.
—Ey. —el rubio pellizcó suavemente a la pelirroja para llamar su atención, y esta apartó la vista de la pantalla con cierto aburrimiento.
—¿Qué pasa? —preguntó.
—Necesito que vengas conmigo. —dijo James, y la expresión de Madelaine pasó de aburrida a confundida en cuestión de segundos.
—¿Ahora? —cuestionó ella con el ceño arrugado.
—Sí. No hagas preguntas, sólo ven conmigo. Prometo que lo explicaré todo fuera.
—¡Silencio allá atrás! —los reprendió Lucy sin apartar la mirada de la pantalla, y ambos chicos se pusieron de pie y salieron de la habitación.
Ninguno de sus compañeros preguntó a dónde iban, tanto por lo concentrados que estaban en la película como porque ellos también estaban al tanto del plan.
—¿Y bien? ¿Vas a decirme a dónde vamos? —quiso saber Maddie una vez que estuvieron fuera.
—Sólo quiero que me des un consejo —mintió James—. Ven, camina conmigo.
Y ambos chicos dejaron el hotel, y se adentraron en las calles de la ciudad de las cien torres. Eran alrededor de las tres de la tarde, y cientos de personas iban y venían en todas las direcciones, a pesar de no estar en el centro de la ciudad. La confianza que existía entre todos los miembros del Club había permitido que la pelirroja siguiera a James sin pedir más explicaciones, pero el rubio sabía que eso no le duraría mucho tiempo, así que decidió comenzar a hablar antes de que ella lo colgara en el alféizar de alguna ventana.
—Seré directo —dijo, y dejó que su imaginación tomara el control de la conversación—. Quiero pedirle matrimonio a Kath, pero tengo muchísimo miedo a que me rechace.
—¡¿What?! —exclamó Madelaine sorprendida, provocando que un grupo de españoles que pasaba junto a ellos se les quedara mirando. Ella cambió de humor rápidamente y se dirigió a ellos con pesadez—. ¿Qué miran?
—¡Madd! —la reprendió el rubio, y el grupo continuó su camino evitando lo que sin dudas habría sido un gran espectáculo—. Esto es serio.
—James, qué tierno. Planeas viajes a otros continentes, nos guías por una ciudad completamente desconocida, ofreces tu hombro cada vez que alguien necesita apoyo, evitas que tus amigas las más locas de América desaten el Armagedón, ¿pero no puedes pedirle matrimonio a tu chica?
La burla de la pelirroja no le hizo ni puta gracia a James, pues no hacía aquello sólo para entrenar a Madelaine, sino porque de verdad estaba decidido a casarse con Katherine.
—No tiene gracia. —protestó y se cruzó de brazos.
—Lo siento. ¿Qué quieres que te diga? Estoy segura de que a Katherine le encantaría casarse contigo. Digo, ustedes son la pareja perfecta, si tú no eres el indicado para ella entonces no sé quién lo sea.
—No lo sé —dudó él, y la inseguridad que lo había acompañado durante los primeros meses de su relación lo volvió a invadir—. Hemos vivido tantas cosas juntos, y no hay amor más puro en este planeta que el que siento por ella. Pero, ¿y si ella no está tan segura como yo?
—James, ¿tú has visto como se le ilumina el rostro cada vez que entras en la habitación? ¿Cómo puedes pensar que te va a rechazar?
—No lo sé —James, un poco cansado, se dejó caer sobre un banco en el pequeño parque por donde caminaban en ese momento—. ¿Y si no soy lo suficientemente maduro?
—¡No lo puedo creer! —exclamó Madelaine al escuchar aquellas palabras que casi la indignaban—. ¿Tú cuestionando tu madurez? Voy a fingir que no escuché eso. James, mírame, eres el chico más increíble que existe. La mayoría de los chicos de nuestra edad sólo piensan en drogas y alcohol, pero tú no, y eso te hace casi único. Cualquier chica estaría encantada de que le pidieras matrimonio, y sobre todo Katherine, que te ha demostrado durante todos estos años que ninguna otra persona la hace tan feliz como tú.
—¿De verdad lo crees? —cuestionó James una última vez. Su terrible inseguridad lo había acompañado desde pequeño, por lo que era desconfiado por naturaleza, pero las palabras de Maddy estaban consiguiendo convencerlo de lo mucho que valía.
—Totalmente.
—Muchas gracias.
James miró el reloj y vio que había pasado más de una hora desde su salida del hotel, así que ya podía regresar sin ningún riesgo de que se frustrara su plan maestro. Agradeció a Maddy por sus palabras y juntos emprendieron el viaje de regreso.
La fila de personas era inmensa. La plaza en la que se celebraría el concierto no era muy ancha, y eso hacía que la multitud pareciera más grande. Había una tarima de hierro con enormes bocinas a ambos lados y unos juegos de luces bastante atractivos. Por suerte, los chicos llegaron con suficiente tiempo de antelación como para conseguir uno de los lugares más cercanos a la plataforma, cosa que encantó a Katherine, ya que podría ver al cantante a menos de quince metros. Mientras el equipo hacía pruebas de sonido y verificaba que las luces funcionaran a la perfección el club se dedicó a recordar algunas de las canciones de Bruno Mars que todos se sabían y que podrían cantar juntos.
Alrededor de las diez de la noche el nivel de expectación era inmenso y la tensión que había en el ambiente sólo se disipó cuando la música empezó a sonar y Bruno Mars salió de entre una cortina de humo de diferentes colores cantando Today my life begins. Inmediatamente toda la plaza pareció transformarse y unirse en un sólo coro que cantaba casi tan alto como el hawaiano. Katherine se volvió como loca, y esto puso tan feliz a James que a pesar de no saberse la canción comenzó a sacudirse al ritmo de sus amigos.
Cuando llegó la hora de Uptown funk Bruno Mars demostró su versatilidad no sólo en el canto, sino en el baile; y los miembros del club recordaron con tristeza a Michael Jackson, que tenía igual o superior capacidad para mantener entretenidas a grandes multitudes gracias a sus habilidades como showman.
—Esta canción... es para esos pocos afortunados que han sido capaces de encontrar una amistad verdadera. —anunció Bruno jadeando después de un pequeño descanso intermedio, y Katherine supo inmediatamente de qué canción se trataba.
—¡Count on me! —gritaron varias personas a la vez, entre ellas la pelirroja.
—Tenemos que cantarla —dijo Katherine a sus amigos. Sebastian no conocía la letra, pero al menos podría tararearla—, me recuerda mucho a ustedes.
»If you ever find yourself stuck in
the middle of the sea
I'll sail the world to find you
If you ever find yourself lost in
the dark and you can't see
I'll be the light to guide you
Esta era una canción que hablaba sobre el valor de la amistad, por lo que enseguida se sintieron identificados. En el momento del estribillo gritaron tanto que más de uno estaba seguro de que al día siguiente no sería capaz de pronunciar ni una palabra.
»You can count on me like one, two, three
I'll be there
And I know when I need it
I can count on you like four, three, two
And you'll be there
'cos that's what friends are s'posed to do
Oh yeah
Al término de la canción el grupo se unió en un cariñoso abrazo colectivo, que llegó a su fin cuando James sintió su teléfono vibrar en el bolsillo y se apartó de sus compañeros, alegando que debía ir al baño. A todos les extrañó que James decidiera irse conociendo la importancia de lo que estaba a punto de ocurrir, pero ninguno puso ninguna objeción. Él estuvo agradecido, ya que no sabía cómo iba a reaccionar si alguno se ofrecía a acompañarlo al "baño". No porque le molestara, sino porque sus amigos solo conocían una parte del plan, el resto lo había improvisado una hora antes, y había decidido que sería una sorpresa para todos.
Las notas de la siguiente canción aparecieron un minuto después, pero no como estaban acostumbrados a escucharla, sino que esta vez provenían de una guitarra. Un poco de confusión apareció en la multitud, pero la nueva versión parecía agradar al público. Los miembros del club gritaron sorprendidos cuando se dieron cuenta de que la persona que estaba a punto de catar no era Bruno Mars, sino James, su James.
»It's a beautiful night,
we're looking for something dumb to do,
Hey baby, I think I want to marry you.
Ninguno podía creer lo que estaba pasando, en especial Katherine, a quien James miraba espectante mientras sus dedos se deslizaban por el brazo de la guitarra para definir los diferentes acordes.
»Is it that look in your eyes,
Or is it this dancing juice?
Who cares baby, I think I wanna marry you.
Well I know this little chapel on
the boulevard we can go,
No one will know,
Come on girl.
Who cares if we're trashed got
a pocket full of cash we can blow,
Shots of patron, And it's on girl.
La pelirroja de Kansas estaba en shock, pero no tanto como Madelaine cuando escuchó que una nueva voz se sumaba al estribillo de la canción.
«Hero», murmuró casi instintivamente, y esa fue la única palabra que fue capaz de pronunciar.
Hero, su Hero, estaba de pie frente a ella tan guapo como siempre y con un micrófono en la mano pidiéndole a gritos que se casara con él.
»'Cause it's a beautiful night,
we're looking for something dumb to do,
Hey baby, I think I want to marry you.
Is it the look in your eyes,
Or is it this dancing juice?
Who cares baby, I think I wanna marry you.
En cuestión de segundos las pelirrojas se vieron arrastradas hasta la primera fila, y sus caballeros se acercaron al borde de la plataforma, de modo que ambos pudieron ver perfectamente la estupefacción en los rostros de ellas, y ellas la ilusión en los ojos de ellos.
—Madelaine —dijo Hero—. A pesar de mis fallos eres la única persona a la que he logrado amar realmente. ¿Te casarías conmigo y me dejarías demostrarte que lo que siento por ti es más verdadero e indestructible que el tiempo mismo?
—Katherine —prosiguió James—. ¿Aceptarías convertirte en mi esposa sabiendo que casarme contigo es lo único de lo que he estado completamente seguro en toda mi vida?
La multitud estalló en vítores de apoyo a los dos chicos que probablemente acababan de hacer la proposición de matrimonio más original del siglo. Toda esa presión cayó sobre las dos pelirrojas, que sentían el peso de miles de ojos sobre ellas, principalmente el de los chicos a los que amaban con tanto ahínco.
En sus mentes sólo se formuló una idea: huir de ahí.
Y eso fue lo que hicieron.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top