Puen Lauquen
«Thomas»
La oscuridad se había convertido en lo único que mis ojos podían captar. No sabía en dónde estaba o cómo había llegado ahí. Lo último que recordaba es cómo había perdido la cordura cuando Newt me afirmó que él sí había muerto y después... nada; sólo gritos, dolor y una profunda desolación.
¿Entonces todo lo que dijo lo soñé yo? Supuse que mi mente me hizo otra mala jugada para torturarme como cada noche en la que sueño que apunto su cabeza con un arma mientras él me pide que lo mate. Pero esta vez fue diferente, porque fue un sueño lindo en el que yo había fantaseado con tenerlo en mis brazos en un intento de llenar el horroroso vacío que su ausencia causaba en mí.
Pensé que todo había sido real...
Ahora, no tengo ni la más remota idea de dónde estoy. Me aturdía que yo podía escuchar mis pensamientos apropiadamente, más no sentía mis extremidades y tenía la impresión de que todo mi ser estaba disperso en ese espacio oscuro como una nebulosa que simplemente flotaba.
¿Acaso era otro sueño? ¿Y si en realidad la crisis que tuve en mi alucinación era real y ahora me encontraba en un estado inconsciente? Tantas preguntas se arremolinaban a mi alrededor y me asfixiaron tanto que me dio terror no saber cómo escapar de ese infierno mental.
—¡Newt! —grité como pude, mientras las preguntas formaban un torbellino lleno de vocecitas agudas que no querían cesar—. ¡Ayuda! ¡Newt!
Tal vez gritar su nombre no me ayudaría de mucho. Es decir, ¿cómo Newt podría sacarme de todos mis líos mentales si su imagen fue producto de una burla de mi cerebro? No obstante, era la única persona a la que quería aferrarme antes de comerme vivo la cabeza. Quería mantenerlo junto a mí, aún si eran mis labios profiriendo su nombre.
Entonces, un pequeño punto dorado se apareció frente a mí, era tan resplandeciente que tuve que entrecerrar mis ojos -donde fuera que estén- para aliviar el malestar de su magnífico brillo después de tanta oscuridad. Tuve que reprimir mi felicidad cuando el pequeño cuerpo brillante se agitó de una forma graciosa, como si estuviera bailando.
—¿A dónde vas? —dije cuando el puntito se alejó de mí rápidamente.
Este, al notar que aún permanecía en mi lugar, volvió a acercarse a mí para volver a moverse extraño. Era una cosita muy enérgica y parecía tener urgencia por querer salir de aquí. Pero por más que intentaba acercarme, sentía que cargaba una masa de hierro que impedía trasladarme.
—No puedo moverme.
La luz de esa diminuta esfera disminuyó, opacando el espacio totalmente. Me sentí culpable por desanimar a esa cosa, pero sabía que la situación rebasaba mis capacidades para resolver el problema.
«Tú puedes controlar tu mente, Tommy.»
Mi propia voz retumbó en la cabeza, como si yo mismo hubiera tenido esa idea; aunque no parecía cuadrarme, sentía que de algún modo alguien había insertado ese pensamiento en mí y lo había modificado para hacerme creer que yo había ingeniado tal cavilación. Por algún motivo, quise pensar que fue Newt, porque nadie me había puesto el diminutivo "Tommy" además de él.
Entonces si yo podía controlar mi mente, yo podía convertirme en lo que yo quisiera. Así que puse a mi cerebro en marcha y lo mandé a moldear cada músculo, tejido, hueso y piel como un rompecabezas para volver a construir la complexión que tenía anteriormente. Claro que fue agotador; mi cabeza no dejaba de mandar pulsaciones eléctricas a lo largo de mi cuerpo, pero supe que valía la pena cuando empecé a recuperar la sensibilidad de mis extremidades.
Cuando me sentí listo, nadé entre la espesa nubosidad como agua y me acerqué al puntito brillante, el cual volvió a relucir cual Sol. Sonreí cuando me transmitió calor al pegarse a mi mejilla, era como si verdaderos rayos de sol me estuvieran pegando en la cara.
—Vamos por ello.
Solecito no perdió mucho tiempo, al segundo partió hacia adelante y yo no me quedé atrás; comencé a nadar rápidamente entre la oscuridad, tratando de no perder el rastro de ese curioso punto brillante. Recorrimos un buen tramo, hasta que Solecito se detuvo en una pequeña abertura que dejaba entrar frescas ráfagas de aire.
«Thomas», el murmullo se escuchaba más claro y con fuerza, era como si me estuviera acercando más al lugar proveniente de esa voz.
—¿Qué haces? —exclamé al ver que esa pequeña luz se dejó absorber por la pequeña hendidura. Pero no obtuve respuesta.
Me había quedado solo.
Intenté asomarme por la abertura de nuevo, aunque no alcancé ver más del intenso fulgor que lastimaba mi visión. Si ponía atención, podía escuchar el suave murmullo de olas de mar rompiendo contra la costa y algún canto de ave que volaba a lo lejos. Casi podía sentir que estaba en el paraíso con los demás larchos; con Minho. Tengo que volver con él.
Palpé la barrera que me impedía ir al otro lado y me sorprendí al sentir que su textura era como una cortina de pergamino interminable. Volví a fijar mi vista en ese orificio antes de usar mis manos para comenzar a rasgar el papel sin descanso. De pronto, la oscuridad fue reemplazada por luminosos rayos de sol que me cegaron por completo unos segundos; tuve la intención de cubrirme los ojos con mis manos, pero una ráfaga de aire me arrastró en un torbellino hasta absorberme por completo.
«¡Thomas!»
Tuve la necesidad de toser porque sentía que estaba siendo asfixiado por litros de agua, como si una gran cantidad de líquido estuviera acumulado en mi garganta y nariz. Fue entonces que enormes borbotones de agua dulce surgieron de mi boca y ya no encontraba que mis pulmones estuvieran llenos de algo más que no fuera oxígeno. Jadeé un poco y abrí los ojos ligeramente, encontrándome con la cara exaltada de Minho a centímetros de mí.
Me incorporé junto a la ayuda de Minho para apoyar mi espalda en un árbol y recuperar el aliento.
—¿Mi-Minho? —le hablé cuando vi que sus ojos rasgados se llenaban de lágrimas.
—¡Eres un maldito miertero! —dijo alejándose de mí para tallar sus ojos furiosamente y caminar de un lado a otro—. ¿Tienes idea del tremendo susto que me diste cuando te busqué porque no regresabas y te vi flotando medio muerto en el lago? ¿Te haces una puta idea, garlopo? —caminó hacia mí, sus temblorosas manos afianzaron mis hombros y exclamó—: ¡Eres lo único que tengo, Thomas! No quiero perderte, ¿escuchas? No-quiero-perderte. A ti no.
Los fornidos brazos de mi amigo me envolvieron en un fuerte abrazo que yo correspondí apretando su espalda contra mí, no pronuncié palabra alguna cuando sus sollozos fueron en aumento. Sólo seguí abrazándolo y apoyando mi cabeza en su hombro. Era la primera vez en nuestra estadía en el paraíso en donde se dejaba ver tan... afectado. Y odiaba que fuera mi culpa.
—Lo siento, Minho.
—No soportaría que no estuvieras conmigo después de lo de Newt, ¿entiendes?
Asentí consternado, no podía asimilar los últimos momentos desde que desperté. ¿Eso quiere decir que... morí por un instante? No, no, no, porque si así fue... eso quería decir que fue real haber visto a Newt, pero también significaba que la única manera de verlo es morir dejando a Minho solo. ¿Newt hubiera estado dispuesto a dejar a su mejor amigo solo con tal de que yo me fuera con él? No, no tenía sentido.
—Estoy contigo, amigo. No te liberarás tan rápido de mí —bromeé, ganándome un buen golpe en la cabeza por el azabache, a lo cual reí.
Pero, si Newt quisiera que fuera a su paraíso... ¿accedería a quedarme con él a sabiendas que dejaría solo a Minho? No quiero saber lo que respondería.
『✧』
Maldigo cuando al catre se le da por rechinar cada vez que me muevo, como si estuviera delatando a gritos que me daré a la fuga de nuevo. Desde que me ahogué en el lago, Minho no ha dejado de vigilarme; siempre busca estar en el lugar dónde yo estoy y nunca deja que esté solo. Si no está él, están Brenda o Sonya conmigo. Bueno, no es que no disfrute su compañía, pero de verdad apreciaría tener un momento a solas.
Estoy por ponerme los zapatos cuando me sobresalto al escuchar que Minho se endereza de su cama.
—¿Thomas? ¿A dónde vas?
Suspiro. Da igual, de todos modos ya desperté a mi amigo.
—No puedo dormir. Quiero dar una vuelta.
—De acuerdo, vamos. No haría nada mal dar un paseo —responde levantándose y poniéndose sus zapatos, todo esto a un tiempo récord mientras yo lo observo. Cuando está listo, se acerca a mí y me palmea la espalda—. Apúrate garlopo, vamos a trotar un poco como en los viejos tiempos.
Me termino de calzar y salgo corriendo detrás de Minho, ambos sabemos cuál es nuestro destino, por lo que no es necesario preguntar ni hacer comentarios al respecto. El recorrido es en silencio, pero no me incomoda en lo absoluto, sólo quiero sentir la brisa del mar golpeando mi rostro.
Al llegar, siento que mis pulmones arden por la necesidad de oxígeno, así que tardo un tiempo en recuperarme sintiendo la mirada divertida de un presumido ex corredor.
—Se ve que no has perdido condición.
—Cállate —mascullé caminando a rastras hasta llegar a la orilla del agua y sentarme en el suelo húmedo. Hice caso omiso cuando Minho hizo lo mismo, quedando a un lado mío.
Era consciente de que estábamos en una atmósfera muteada, como si el transcurso del tiempo hubiera sido pausado con un control remoto, pero no me atrevía a romper el silencio. Estaba tranquilo y no tenía idea de qué podía hablar con Minho sin terminar de contarle lo que pasó con Newt esa noche en Denver. Pero sabía que debo decírselo algún día, con la posibilidad de que terminara odiándome.
—Thomas, ¿qué tiene de especial este lugar?
Quise decirle que me ayuda a calmarme cuando tengo un sueño en donde mato a Newt, de verdad que sí, pero no me atrevía a perder al único amigo que tenía aquí. Era un maldito cobarde que prefería mantener a lo único que me sostiene en vida a costa de mentir.
—Me da tranquilidad. Es muy lindo, ¿no lo crees? —Me limité a decir con un encogimiento de hombros.
—De hecho sí, puedo decir que hasta siento la presencia de Newt con nosotros.
No contesté en un principio. Podía sentir que mi pecho se agrietaba poco a poco como un espejo, un movimiento más y podía venirme abajo una vez más. Sin embargo, una oleada de serenidad se me vino encima cuando vi que un ave blanca llegaba volando y se posaba en una rama de un árbol cercano; ahora más que nunca, podía asegurar que se trata de él.
—Me pasa lo mismo —Sonreí.
—Mira, una luciérnaga —señaló Minho entusiasmado, cambiando de tema radicalmente—. Brenda cree que hace representación a los espíritus que fallecen para darnos esperanza y paz. Donde el mundo sigue en orden —dijo con un tono más afligido—. ¿Tú crees que puedan escucharnos? Ya sabes, que Newt sepa que lo echamos de menos.
Observé a la luciérnaga que volaba por encima del agua, era un puntito que parecía bailar muy alegremente. Me quise reír por la coincidencia que tuve al ver esa luminosidad frente a nosotros, casi gritándonos: ¡Hey larchos, aquí estoy!
—Créeme, Minho. Estoy seguro que él lo sabe —Miré a mi amigo que había soltado unas cuantas lágrimas, obteniendo una sonrisa franca de su parte antes de abrazarme.
Si Newt quería unirnos más, lo estaba logrando. Aunque algo en mi cabeza me repetía que necesitaba verlo de nuevo, cueste lo que cueste.
***
Puen Lauquen: Lago de los dos soles.
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