Capítulo 16
Nomi
Camino tranquila a la salida de la universidad, cuando el grito de Chinatsu y su abrazo exagerado me atrapan. Ya estoy rendida ante su desbordante energía.
—Nomi... Ayúdame a hacer chocolates para Hota.
—¿Chocolates?
—Para San Valentín. Es en dos días. Tú tienes que hacer para Asahi. Se volverá loco de amor.
—¿Loco... de... amor? —El sonrojo arde en toda mi cabeza. Creo que se debe de ver el humo salirme por las orejas—. ¿Po-por unos chocolates?
—Claaaroooo... es la manera de decirle a esa persona especial que lo amas. Vamos a tu casa a prepararlos.
Así de fácil y rápido Chinatsu me arrastró para comprar todo tipo de ingredientes e implementos para llevar en no sé cuántas bolsas hasta mi casa.
Por suerte, hoy era el turno de Jun de pasar a buscar a nuestros hermanos ya que no le tocaba trabajar, por lo que no tuve que preocuparme por eso.
—Bueno. Y ahora... ¿qué hacemos?
—¡¿Qué?! ¿No sabes Nomi?
—Yo... Nunca hice dulces.
—¿Nunca le diste chocolates a un chico por San Valentín? —Niego. No era algo posible para mí siendo tan pobres. Tampoco era como si creyera que tendría alguna oportunidad. Debo de reflejar mi pena porque China me mira con compasión—. Creo que eso hará que este San Valentín sea el más especial de tu vida, ¿no lo crees? —Me sonríe animándome—. Asahi será el chico más afortunado de todos.
—¿De verdad? —Asiente—. ¿Sabes si él... ha... recibido muchos antes?
Parece dudar al responderme.
—Cuando íbamos a la secundaria y en la preparatoria, recuerdo que en alguna oportunidad le regalaron, y era muy amable al aceptar los obsequios. Pero como tiene un carácter más tímido y solitario, no era tan popular como Hato entre las chicas, a pesar de ser un chico muy atractivo. Aunque también escuché de varias enamoradas de esa vibra medio misteriosa de Asahi. Sin embargo, nunca salió con ninguna. Que yo sepa.
—¿Por qué?
—No lo sé. Creo que es por sus padres, ¿sabes? Parecen muy estrictos. Ya escuchaste cómo hablan de la madre.
—¿Y Hotaro?
Su mirada queda perdida sobre sus manos, que se detienen de la tarea que hacían.
—Él tuvo algunas novias. Las chicas lo rodeaban todo el tiempo, declarándosele. Siempre fue más extrovertido que Asahi. Pero no duraban mucho. Al poco tiempo terminaban, quedando como amigos, y él seguía alegre como siempre.
—¿Cómo fue que empezaron a salir?
Vuelve a cambiar su rostro, ruborizándose y sonriendo enamorada. Seguramente rememorando ese día.
—Fue en su graduación de la preparatoria. Siendo ellos dos años mayores que yo, tuve miedo de perderlo para siempre. —Suelta una risa corta y seca—. Como si lo hubiera tenido. Tonta. El punto es que, sabía que en la universidad, sería igual de popular y me olvidaría. Y si yo no le decía al menos lo que sentía en ese día, no dudaba de que me arrepentiría por el resto de mi vida. Así que, como era su graduación, le di un ramo de flores y junté todo mi valor para confesarme.
Una lágrima solitaria rueda por su mejilla, que se quita con el dorso de su mano, sin bajar la sonrisa de sus labios.
—¿Y? ¿Qué te respondió? Está claro que dijo que sí, pero ¿cómo fue?
—El muy idiota se rio. ¿Puedes creerlo? —No, la verdad que no—. Dijo que una chica de dieciséis años le había ganado de mano.
—¡¿Qué?!
—Eso. Y sacó una cajita de su bolsillo. —Levanta su mano hacia su cuello, acariciando el colgante del sol que siempre lleva consigo y que ahora entiendo el motivo—. Dijo que cargaba esto consigo desde hacía mucho tiempo, pero nunca se atrevió a dármelo. Como era más chica, pensaba que yo no aceptaría ser su novia. También me dijo... que siempre había estado enamorado de mí. Que todas las demás fueron amigas que lo ayudaron a aprender cómo ser un buen novio. O al menos, eso esperaba. Por mí.
—China...
—Me lancé a sus brazos. Sabía que todo estaría bien. Me ha hecho muy feliz todo este tiempo.
—Me alegro tanto por ti.
—Tú también eres afortunada. —La miro fijo, con los ojos abiertos—. Quieres a alguien bueno que te corresponde. Asahi nunca sonrió con una chica como lo hace contigo.
—Yo... espero ser suficientemente buena para él —susurro.
La oscuridad me nubla en ese momento y mi mano busca el recuerdo de un tatuaje espectral. Si supiera mi pasado, ¿me querría igual?
—¡Hey! ¿Qué dices? Si eres demasiado linda. Él también es afortunado por haberte encontrado.
Fuerzo una sonrisa, anhelando que sea así.
Por suerte, la llegada de mis hermanos me devuelve algo de luz. Y cuando ambas giramos esperando ver a los tres chicos, Aiko y Raito son lo que aparecen primero, corriendo.
—¡Llegamos!
—Bienvenidos. Tienen leche y bocadillos preparados en la mesa.
—¡Gracias! —contestan ambos, sentándose para engullir con hambre.
Jun, como siempre, llega rezagado, con calma y una sonrisa.
—Hola.
—Hola, bienvenido a casa.
—¿Qué hacen?
Se acomoda de pie entre nosotras, inspeccionando lo que tenemos.
—Preparamos chocolates para el día de los enamorados —responde China, eufórica—. ¿Quieres preparar unos también para Shoma?
Su pregunta viene acompañada de una cara maliciosa y un baile de cejas que ponen a Jun rojo como un tomate. Definitivamente somos iguales.
—Yo-yo... soy un chico. No hacemos esas cosas para esta fecha. ¿O sí?
China y yo nos encogemos de hombros, porque en realidad, no tenemos idea, pues se supone que el catorce de febrero somos las chicas las que regalamos dulces a los hombres.
—Bueno, los dos son chicos. ¿Acaso significa que ninguno regalará o recibirá chocolates del otro? Después de todo, si quieres decirle a alguien que te gusta, se los das. Punto. ¿A qué persona no le entusiasma que le regalen chocolates? Estoy segura de que Shoma estará encantado.
—¿Lo dices en serio? —Parece dudar y me busca a mí, que le sonrío en concordancia—. ¿Entonces, puedo hacer chocolates con ustedes?
—Claro, hermano. Compramos demasiado. Tienes para elegir. ¿Qué me dicen ustedes? ¿Quieren hacer chocolate con nosotras?
—¡Sí! —Se suma feliz Aiko.
En cambio Raito nos mira con el ceño fruncido.
—Yo pienso recibir.
—Seguro que vas a recibir muchos chocolates —molesta Chinatsu yendo hasta él y despeinándolo—. El chico lindo de primer año.
Otro al que derrota con su coquetería.
—Pobre Raito —me susurra Jun a mi lado, colocándose el mandil—. Le va a estallar el rostro de tanto calor.
No puedo evitar reír por lo bajo observando de reojo cómo mi hermanito finge enfado, pero se deja provocar por mi amiga, que lo abraza hasta con los pechos.
—¿Y tú Aiko? ¿A quién le harás chocolates? —pregunto cuando este también se planta en la cocina con nosotros.
—Mmmm —medita poniéndose un dedo bajo el mentón. Su respuesta llega al mirarme con ojos resplandecientes—. ¡A ti, Nomi!
Juro que siento mi corazón detenerse un segundo para pasar a volar al cielo en un salto. Mis lágrimas llegan a mi cuencas y tengo que parpadear para despejarlas.
A mi alrededor todos están igual de embelesados que yo, que no demoro en abrazarlo con todas mis fuerzas.
—¡Ay, me estás asfixiando! ¡No es para tanto! —Lo suelto, tocándole la nariz con mi índice. De pronto, me mira serio—. Si me gustara una chica, ¿le podría hacer a ella también?
—Deberás esperar al Día Blanco, cariño. Si la chica que te gusta te regala chocolates en San Valentín, tú podrás retribuirle en el día en que los hombres devuelven el gesto de las chicas.
—¿Y cuándo es?
—El catorce de marzo.
—Algo me dice que Aiko también recibirá muchos dulces, especialmente de Ohime —canturrea China, regresando a mi lado.
—¿De verdad? ¿Aunque seamos mejores amigos?
—¿Solo mejores amigos?
—¿Eso es algo malo?
—Chinatsu, no lo molestes.
Mi amiga se ríe de manera coqueta, guiñando un ojo a un confundido Aiko.
*
Dejamos nuestras creaciones enfriándose antes de colocarlas en los empaques que cada uno preparó.
Raito y Aiko —que al final hizo chocolates para todos nosotros—, se fueron a su habitación a hacer la tarea, mientras que Chinatsu, Jun y yo nos quedamos en la sala leyendo mangas, por culpa de Chinatsu que ha logrado corromperme finalmente. Jun recostado en todo lo largo del sofá. China y yo, sentadas en el suelo.
Un largo suspiro de China resuena de golpe. Mas es su declaración la que hace que mis ojos se aparten azorados de las páginas que sostengo.
—Quiero hacerlo. Con Hotaro. Por primera vez.
Jun y yo cruzamos miradas y las regresamos a China, cambiando nuestras cómodas posiciones en unas de acecho. Ella parece seguir sobre su manga.
—Chi, ¿tú nunca...?
—Sé lo que dicen de mí. —Se sonroja y sus ojos se humedecen—. No me importa. Solo me interesa Hotaro y él sabe quién soy. Lo que siento por él.
—Yo... Tampoco me importa lo que digan de ti. Pero pensé que después de casi tres años de novios, ustedes...
—No me sentía lista. Y él simplemente me esperó con paciencia.
—¿Y ahora... estás lista? —pregunta Jun, interesado—. ¿Cómo lo sabes?
También me interesa su actitud. Supongo que él y Shoma pueden estar en esa etapa. Sacudo mi cabeza. No puedo pensar en las dos cosas al mismo tiempo. Ahora me dedicaré a China. Ya hablaré con Jun.
—No lo sé. —Deja el manga y nos mira—. Siento nervios, pero cuando estoy con él, también deseo. Pero me da miedo... dicen... que duele.
—Sí —suelto sin darme cuenta.
Dos pares de ojos se clavan en mí y quiero enterrarme.
—¿Tú lo hiciste, Nomi? Creí que nunca habías salido con alguien.
Deslizo mis ojos hacia Jun, avergonzada. No es algo que quiera compartir. Mucho menos que Jun se entere. Y su forma de mirarme en este momento me mortifica. Está serio y mudo.
—No. No. Nunca salí con un chico. Pero escuché eso. Que la primera vez, duele.
—Pe-pero después pasa el dolor. ¿Verdad? Escuché que se vuelve algo fabuloso.
En mi caso, jamás pasó. Todas las veces por demasiados meses fueron desgarradores al punto de querer morir.
Controlo las ganas de llorar para no delatarme.
—No te sabría decir. —Su rostro se pone blanco y sus labios tiemblan—. Pero tengo una amiga que está casada y nos puede ayudar.
—¿En serio? ¿Podríamos hablar con ella?
Compruebo la hora. En América recién es de mañana.
—Podemos intentarlo. Déjame que le envíe un mensaje.
—Yo... me iré a mi habitación —dice Jun en tono sombrío y sube con su manga BL.
Seguramente, hablar de estas cosas lo incomodan.
Busco mi computadora portátil y la abro. Escribo un mensaje y espero su respuesta. Sé que últimamente ha estado algo... apagada por todo lo que ocurrió, aunque trate de fingir, pero espero que conversar con nosotras la anime.
—¿Una computadora?
—Sí. Mi amiga Aurora vive en Estados Unidos.
—¡La chica de la fotografía! Claro. No me di cuenta. No parece mucho mayor que nosotras.
—Cumplió veintidós años en diciembre. Es la persona más amable e increíble del mundo.
Una hechicera.
Shiroi Akuma.
Un corto timbre me anuncia la recepción de mi mensaje y segundos después, nos comunicamos por Skype.
—¡Hola Nomi! ¡Qué gran sorpresa! —me saluda la mágica chica dorada.
Presiento que está mejor, o que mi llamada la alegró. Aunque las tinieblas en su mirada no parecen haberla abandonado del todo.
—Hola Aurora. ¿Cómo estás? Perdona que te moleste.
—No hay problema —sonríe levemente—. Estamos en el coche. Steve conduce.
Ah, esto puede ser muy incómodo.
—Puedo llamarte en otro momento. Es que... necesito preguntarte algo... personal.
—Aguarda... —La veo moverse por el vehículo y de repente, parece estar en el asiento trasero. Se ríe con ligereza, creo que de algo que masculló su atractivo y gruñón esposo—. Listo. Steve promete no escuchar.
No sé si eso me tranquiliza. Pero la urgencia de Chinatsu apremia, porque no parece tener inconvenientes por ello cuando se pone contra mi rostro y saluda a Aurora, que abre grande los ojos, sorprendida.
—¡Hola! Soy Chinatsu, la mejor amiga de Nomi —saluda, marcando evidentemente su territorio.
Sin embargo con Aurora eso no sirve de mucho, porque ríe.
—Hola Chinatsu. Un gusto, soy Aurora. ¿Y bien, en que les puedo ayudar?
China, con todo su descaro, toma el control.
—Verás, Aurora. Tenemos un cuestionamiento. Yo... yo... ¡Quiero tener mi primera vez con mi novio, pero tengo miedo de que duela!
La comunicación queda en silencio y por un momento pienso que la imagen quedó congelada. Después de unos segundo de impacto, Aurora guía sus ojos dorados hacia mí y parece comprender el aprieto en el que me encuentro. Sonríe. Una sonrisa de comprensión y apoyo, en el que toma el relevo.
—Dime, Chinatsu. Este novio... ¿cómo es? Me refiero, ¿lo quieres? ¿Te quiere? ¿Es bueno contigo?
China se ruboriza, pero no se amedrenta.
—Hotaro es la clase de chico que comparte conmigo sus extraños pasatiempos, porque confía en mí. Me cuida, me hace reír y jamás me presiona para hacer algo que no me siento cómoda de hacer. Lo quiero con todo mi corazón y sé que él a mí también. Quiero... llevar nuestra relación más allá. Pero... lo que dicen de que duele, ¿es así?
Aurora vuelve a curvar sus labios con ternura, como una hermana mayor.
—Creo que si hay confianza entre ustedes, el dolor, ese ardor inicial que no se puede evitar, pasará más rápido. Te olvidarás de eso porque el hombre al que te entregas quiere cuidarte y amarte tanto en cuerpo como en alma. Empezarán con cuidado. La confianza y la experiencia les permitirá explorar con cada encuentro un poco más. Descubrirán juntos lo maravilloso que es hacer el amor. Es un momento sublime.
Nos sonrojamos ante la naturalidad con la que lo explica.
Yo, además, siento un poco de nostalgia de haber perdido la oportunidad de conocer esa primera vez de la mano de alguien que me ame y me cuide.
—La primera vez con ese alguien especial puede ser tan poderosa que borra los miedos o los pesares. Es como si nada antes de eso hubiera existido. Su piel, sus besos y sus caricias se vuelven únicos. Mirarse a los ojos ayuda a superar cualquier dolor. Ver solo a esa persona y nada más.
Al compartirnos esto, percibo la intensa mirada de Aurora atravesarme.
Sé que me lo dijo a mí.
¿Pero seré capaz algún día de sentir eso? ¿De que tantas manos, tantos olores, gemidos y gestos obscenos queden vencidos por un solo hombre?
Aurora parece leerme, porque asiente levemente para mí, como si dijera: "créeme, yo lo conseguí".
No puedo evitar querer llorar, con el corazón comprimido. Desear correr a sus brazos para que me abrace y consuele.
Y de repente, esa imagen es suplantada por otros brazos y otra voz hablándome.
Veo a Asahi y entiendo por fin, que él es mi paz. Mi destino.
Es con él con quien quiero llegar a vivir eso.
—¿Las pude ayudar?
Mucho. Como siempre.
Gracias Aurora.
—¡Sí! Gracias Aurora —responde China por mí, encantada.
—De nada, Chinatsu. Me alegró conocer a la mejor amiga de Nomi. Cuídala por mí, ¿sí?
—¡Por supuesto! Déjalo en mis manos —saluda como un soldado y cortamos la comunicación—. ¡Qué chica más estupenda! Los americanos no se avergüenzan de hablar de estas cosas ni se censuran como nosotros. ¡Y qué bien habla japonés!
—Aurora es especial.
Si le contara que vivía desnuda en un bosque al norte de Japón... y de lo que es capaz de hacer...
Sería más increíble que las leyendas de Hotaro.
*
N/A:
San Valentín es aprovechado para regalar dulces de parte de las mujeres a los hombres, mientras que el Día Blanco (14 de marzo), son los hombres los que devuelven el gesto. Supuestamente, regalando en valor por triplicado, ya sea, galletitas, chocolate blanco, o alguna joya.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top