Capítulo 14

Nomi

Me veo en el espejo y no me reconozco. No llevo nada de maquillaje, y sin embargo, la cara del otro lado no parece ser la de siempre. Pero es la mía. La de una Nomi que destella como nunca antes vi.

Es la Nomi que aguardaba por mí.

—Estás hermosa, hermana.

El reflejo de Jun acompaña al mío y no puedo evitar emocionarme, encontrando nuestras miradas. Él es el responsable de hacerme lucir en este día como una flor. Recogió mi cabello largo y negro de manera magistral, como si llevara años haciéndolo.

—¿Cómo... lo hiciste? —Repaso a cada lado, comprobando el trabajo delicado de trenzas y detalles—. No tenía idea de que podías hacer algo así.

Se ríe.

—Estuve practicando con China.

—¿Qué? ¿Cómo? ¿Dónde? —Recupero la familiaridad con la que la llamó "China"—. ¿Desde cuándo son tan cercanos ustedes?

—Intercambiamos números de contacto y cuando supe que iríamos con todos... —Sé a dónde apunta con ese todos—, me pidió ayudarla con unas cosas. Así que Shoma y yo fuimos un par de veces a su apartamento y aproveché para practicar.

—Pues... me alegro. Y mucho. —Sonrío feliz y me pongo de pie, acomodando el kimono de mamá—. Me alegra que tú y Chinatsu se lleven tan bien. Por cierto... —Lo repaso de pies a cabeza. Él tiene un kimono azul oscuro. Es el mismo que usaba en casa, con algunos arreglos y detalles nuevos que lo hacen ver adulto—. Luces muy apuesto.

Se sonroja mirando a otro lado, y yo beso su mejilla caliente.

—¿Nos vamos? Los chicos deben de estar impacientes aguardando abajo.

Con cuidado, Jun me ayuda a bajar y en la sala nos encontramos con Raito, que también lleva su kimono; Aiko va con ropa informal porque ya no le quedaba el suyo y no quiso uno nuevo; y Shoma, que también va casual. Incluso tiene el arete en la esquina de su labio inferior con el que juguetea usando su lengua, ansioso, hasta que llegamos y queda estático al vernos, con la mandíbula caída. O mejor dicho, cuando sus ojos encuentran a Jun.

Es una reacción encantadora.

¿Cómo será la de Asahi?

*

Después de pasar por la pequeña Ohime —que está adorable con un kimono verde agua con aves de amplias y coloridas alas—, nos encaminamos al parque donde nos esperan los demás. Raito fue especialmente atento con Ohime, que caminaba lento por la prenda.

Shoma es el primero que localiza a Asahi y Hotaro —que hoy usa sus gafas—, gracias a sus alturas y pronto estamos todos reunidos. Los chicos están abrigados en ropa común, pero muy atractivos. Y Chinatsu tiene un kimono tornasolado que va descendiendo de intensidad como un amanecer, con dibujos de pequeñas flores y su cabello recogido similar al mío, resaltando el rosa de su mechón.

—¡Nomi! Estás bellísima. ¿No es así, Asahi?

Su respuesta es un intenso color en todo su rostro y un brillo en sus ojos que tienen a mi corazón batiéndose en un vuelo contra mis costillas, amenazando con salírseme.

—Estás... preciosa —carraspea, nervioso.

Me quedo enlazada a él. A su sonrisa maravillosa y a su tierna timidez.

—Gracias.

Chinatsu toma mi mano y nos anima a movernos para disfrutar del festival.

Vamos paseando bajo un cielo de cientos de miles de luces de colores y calles largas con todo tipo puestos de feria y arte convertido en mágicos brillos que parecen hadas, y poco a poco, entre miradas de soslayo y sonrisas sutiles, quedamos Asahi y yo rezagados. Aprovecho el entusiasmo que el Kobe Luminarie despierta en él y escucho admirada sus explicaciones. Como cuando me enseña, que tiene un aura diferente. Mueve sus manos con énfasis, y su voz vibra igual que una dulce flauta que me hipnotiza.

Cuando nos damos cuenta, el resto del grupo ya no está con nosotros.

—¿Dónde se habrán ido? Deberíamos escribirles y avisarles... —empiezo a decir, preocupada, pero el móvil de Asahi notifica de un mensaje y él lo revisa.

—Es Hotaro —informa. Su rostro vuelve a ponerse rojo y guarda el aparato—. Ellos están todos juntos. ¿Quieres que comamos algo?

Su mano enguantada no me espera y toma la mía, guiándome hacia los puestos de comida y en nada, tengo las manos llenas de diferentes bocados.

—¡Esto es demasiado para mí! —río.

—Es que todo parece delicioso. Lo que tú no quieras, me lo como yo y listo. Recuerda que, aunque soy delgado y bien formado, gasto mucha energía.

El calor me sube por todo el cuerpo.

—No me dejarás pasar lo que dije, ¿no?

Ríe. Pronto estamos en un banco en un camino de faroles y árboles, alejados de la multitud. El frío de la noche no se siente. No sé si es porque estamos bien abrigados o porque su cercanía rompe mi termostato.

—Me olvidé las bebidas. ¿Te apetece algo en particular?

Niego y me observa entrecerrando sus ojos. Se da media vuelta y desaparece.

No mucho después regresa con dos bebidas diferentes, como suele hacer. No son latas, sino tazas descartables con algo humeante.

Acostumbrado a darle a él el poder de elección me da una de ellas. La olfateo arrugando mi nariz, reconociendo el aroma que dispara recuerdos nauseabundos. Alejo la taza de té con brusquedad, tirándola al suelo.

—Pe-perdón. ¡Qué torpe!

—No pasa nada, Nomi. ¿Estás bien?

—Sí... es que... Mandarinas no. Nunca mandarinas, por favor.

Creo que se debate mentalmente por mi reacción, pero suspira y me sonríe, calmándome.

—Muy bien. No te gustan las mandarinas. Por fin dices lo que realmente quieres. —Me entrega el otro, que resulta ser chocolate caliente, y yo alzo mis ojos con mi entrecejo fruncido después de recibirlo—. Cada vez que te ofrecía uno y me dabas a elegir, se notaba en tu cara que no te gustaba el que te dejaba.

—¿Lo hacías a propósito?

Se ríe entre dientes y me regala su perfil cuando deja ir lejos su vista.

—La primera vez no. Fue casualidad. Pero noté que te conformabas con lo que te tocaba. Como si temieras expresar lo que realmente te gusta.

Voltea hacia mí. Sus facciones ya no están risueñas, sino que me atraviesa con sus ojos.

—No quiero que te contengas. Ni conmigo ni nunca. Dime lo que sientas, Nomi. Por favor. Y yo haré lo mismo —suplica en un murmullo que me llega al alma.

No importa que haya poca luz, el rubor es evidente y el brillo de sus ojos refleja los faroles a un lado de nosotros. Esos pequeños destellos dorados en su iris negros bailan en pozos profundos que proyectan anhelo.

Aparta la mirada. Parece titubear.

—Nomi, ¿puedo preguntarte algo... personal? Ese Chris... ¿es un exnovio? —Me observa lleno de incertidumbre—. ¿Estás... enamorada de él?

Quedo en blanco. ¿Este es el momento en que debería confesarle mi putrefacción? No. Si va a alejarse de mí, prefiero haber conocido aunque sea un poco del amor. En algún momento descubrirá cuán rota estoy y aceptaré que no soy para él. Pero hoy, y por un tiempo, quiero, merezco ser egoísta y aferrarme a un instante de felicidad. Dure lo que dure.

—Creí que sí —confieso al final—. Nos conocimos en circunstancias extrañas y creo que más que enamoramiento, fue admiración. Hoy me doy cuenta de eso.

—La fotografía en tu teléfono... —susurra con más pena de lo que esperaba. Eso me avergüenza.

—La borré.

—¿Por qué?

—Porque... —Viro mi cuerpo para quedar de frente a él lo más posible—. Era una tonta ilusión. Prefiero vivir con la posibilidad real de lo que tengo delante de mí.

¿Entenderá lo que quiero decir?

No lo sé, porque en su rostro parece haber confusión. Me mira expectante, aguardando por más.

Veo la taza en mis manos y suelto con toda la determinación en mis venas.

—Tienes razón. Debo empezar a decir lo que quiero. Lo que... siento. —Parpadeo e inspiro confianza—. Tú... me gustas, Asahi.

Su sonrisa emerge, iluminando su rostro. Si alguna vez creí que Chris Webb era atractivo al sonreír, Asahi acaba de encandilar mi mundo, alcanzando cada mísero rincón de mi cuerpo.

—Me alegro de que digas eso, porque... también me gustas Nomi. Mucho.

Yo... le gusto.

Yo, Nomi Sakuragi, le gusto a Asahi Kiyotake.

Quiero llorar. No, de hecho, mis lágrimas me ganan y resbalan por mis ojos, mojando mis mejillas.

—Nomi, por favor, no llores. —La tela de sus guantes absorben mi ridículo río salado cuando abarca con sus largas manos mi rostro—. No soporto verte así. Dime qué puedo hacer para que no llores.

Envuelvo mis manos también abrigadas en sus muñecas y meneo la cabeza.

—Lloro de felicidad, Asahi. Tú me haces feliz. Llegaste a mi vida para sacudirme de mi escondite.

Aparece la misma humedad en él, sostenida en sus ojos.

—Tú eres la que me sacudió. Y prometo que no te daré lágrimas de tristeza. Quiero hacerte sonreír siempre, porque cuando lo haces, te vuelves luminosa, colorida.

—Asahi...

Mis manos dejan sus muñecas y se aferran a su abrigo. Cierro mis párpados y estiro mi cuello hacia él. No lo pienso. No quiero pensar por ahora, solo sentir, dejarme llevar.

Y espero.

Por él.

Lo percibo próximo a mí. También percibo su vacilación.

Pero el roce llega a mis labios justo después de que su cálido aliento me lo anticipara. Un toque inocente, pero fulgurante que me da descargas eléctricas hasta los dedos de mis pies, que se doblan.

Me prueba y yo a él, aprendiéndome su sabor y reconociéndonos a través de nuestras bocas curiosas y tímidas. Todo me burbujea, como cuando me lanzaba al mar y millones de esferas de aire correteaban por mi piel en su ascenso a la superficie. Me hacían reír y yo, para perpetuarlo, volvía a salir y me lanzaba una vez más.

Como si Asahi hubiera leído mi mente, me hace repetir esta sublime sensación de unión con él, porque se separa un parpadeo y vuelve por un segundo contacto, igual de tierno, pero más sostenido, apretándome con sus manos como si fuera a escapar de él.

No, Asahi. No quiero escapar de ti.

Hoy no.


Volvemos con los demás tomados de las manos. Un agarre distinto a los anteriores. Porque ahora, somos novios.

No-vios.

Aunque no tengo idea de qué hacen los novios.

Como siempre, Chinatsu nos recibe sin ningún tipo de vergüenza al gritar por nuestras manos unidas.

—¡¡Lo sabía!! ¡Lo-sa-bí-a!

—Todos lo sabíamos, solcito.

—Al menos, esperábamos que terminaran así —se suman Jun y Shoma.

Mi hermano y mi amiga chocan las manos de manera sospechosamente cómplice.

Por supuesto, nosotros nos sentimos mortificados por tanta atención.

—¿Qué sabían? —pregunta Aiko, mirando a cada uno—. ¿Por qué están Nomi y Asahi de la mano?

—Porque ahora son novios —aclara Makoto—. ¿Verdad?

Quiero esconderme detrás de Asahi. Aprieto su mano, que me devuelve el apretón con cariño y me guiña el ojo, domando mis nervios.

—Sí. Somos novios. Le dije a Nomi que ella me gusta y yo le gusto.

Ohime y Chinatsu se abrazan con un largo "aaaaawwwww".

—¿Serás como otro hermano? —pregunta Raito y noto en él una nueva sonrisa—. ¿Estarás más con nosotros?

Me contengo de entrar en pánico por sentir que Raito está dando pasos de gigante antes que yo. No me atrevo a pensar en el futuro y me fijo en Asahi, esperando por su respuesta. Por si él también siente la presión.

—Bueno... Eso es lo que me gustaría.

Me sorprende.

—¿Lo prometes?

Ríe.

—Lo prometo.

Y lo abraza.

Todos quedamos pasmados por su comportamiento. Asahi le corresponde con su brazo libre y me mira desconcertado. Yo me encojo de hombros, igual de perdida que él.

Raito retrocede y se gira a Makoto, que está con una sonrisa de oreja a oreja.

—Tú y yo ahora también somos hermanos, Mako. No solo mejores amigos.

Gritan felices y se abrazan, riendo.

Una parte de mí sigue pensando que es mucho, pero voy a dejarme llevar. Me dejo contagiar. Todos lo hacemos.

Jamás olvidaré esta noche mágica. Tan mágica como el rostro sonriente de ojos alegres de Asahi.

*

Estoy en la biblioteca, sola, preparándome para el último examen de la temporada. Estoy más que satisfecha de mis resultados y sé que en este también me irá bien. Ya quiero ver la cara de orgullo de Asahi cuando le cuente.

Una sombra se proyecta a lo largo de la mesa al pararse entre la ventana y mi lugar, pero yo sigo en mi libro.

—Hola Nomi, bonita.

—Hola Chinatsu.

La silla de enfrente se desliza y tengo a mi amiga sentada allí, resoplando y haciendo que me aparte de mi página para encontrarme sus mejillas infladas con enfado.

—¿Cuándo dejarás de decirme Chinatsu? Eres la única que no me dice China o Chii.

—Ya me saldrá algún día —respondo riendo entre dientes—. ¿Cómo te está yendo con los exámenes?

—Bien. Creo que paso con lo justo en algunos de ellos. ¡Es que no todas las asignaturas me gustan!

—Shhh, baja el volumen.

Atraviesa el espacio entre nosotras, apoyando sus codos en la madera y cargando su cara entre sus manos.

—¿Cómo anda la parejita? ¿Qué han estado haciendo juntos? Imagino que estudiar... y algo más...

—Pues no. —La que resopla soy yo—. No nos hemos visto desde el festival.

—¡¿Qué?! ¡¿Por qué?!

Ahora todos nos chistan y yo me encojo en mi asiento. Chinatsu, por su parte, sigue atacándome con sus ojos.

—Porque tenemos que concentrarnos en los estudios. Él se ofreció a ayudarme, pero también tiene que dedicarse a lo suyo. Además... —me ruborizo y bajo la mirada y mi voz, volviéndola imperceptible—, no sé qué hacen las parejas.

Creí que se reiría de mí, pero su risita no llega. Subo mis pupilas y me ve con dulzura.

—¿Nunca estuviste de novia? —pregunta con cautela—. Yo creí... por cómo reaccionaste en la librería...

—No. No es por nada de eso —corto. Respiro lentamente para calmar la fibra tocada—. No sé qué es que te traten bien. O corresponder por gusto, por sentimiento a alguien que te gusta.

Espero no revelar mucho. Lo necesario para que me entienda.

—¿Po-podrías enseñarme? —me atrevo a pedir—. Por favor, China.

Su sonrisa y ojos revelan emoción y alegría.

—¡Por supuesto! ¡Usaremos todos los mangas shojo de referencia!

Vuelven a callarnos y yo quiero morirme de vergüenza.


*

N/A: 

Kobe Luminarie es un festival de luces que se celebra en Kobe, Japón, cada diciembre desde 1995 para conmemorar el gran terremoto de Hanshin de ese año, que dejó 6.000 víctimas. Las luces fueron donadas por el gobierno italiano y la instalación en sí es producida por Valerio Festi y Hirokazu Imaoka. Más de 200.000 luces pintadas a mano individualmente se encienden cada año con electricidad generada a partir de biomasa para ser respetuosos con el medio ambiente. A partir de 2024 se empezó a celebrar en enero. (Recuerden que la historia de Nomi sigue la línea de tiempo de Lágrimas de Oro, por lo tanto estamos en el 2008/2009).

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top