Capítulo 13

Nomi

No puedo más. Mi pecho estalla al pensar en Asahi. Y verlo en la fotografía que nos tomamos todos juntos cuando vino por última vez me tiene sonriendo hasta con el corazón. Pateo repetidas veces el colchón de mi cama al sacudir mis piernas, donde estoy acostada, abrazando como tonta el teléfono y conteniendo el millar de risas contra mis dientes.

Regreso mis pupilas al rostro del chico que me gusta, ignorando los demás. Ni siquiera miro el mío, por vergüenza de que se me note en la imagen mi enamoramiento.

Paso a las otras fotos, una por una, suspirando con cada una que aparece Asahi. No tengo muchas, no soy de andar sacando fotos, a no ser que sean de edificios, o que Chinatsu o uno de mis hermanos lo proponga. Ahora mismo agradezco sus sugerencias, porque poco a poco, he llegado a tener algunas de las personas que ocupan mi vida y me hacen feliz.

Termino sin darme cuenta en la de Chris Webb y me detengo. Mi sonrisa se barre y me quedo observándolo. Delineo sus músculos duros y equilibrados sin ser corpulento, su perfil, su tatuaje. Y ya no siento el mismo cosquilleo que antes.

Mi dedo se pasea por la pantalla y busco la opción de borrar. Dudo entre las opciones de eliminar o no y me decido finalmente por quitarla de mi móvil.

Ya no la necesito.

Pero me ha recordado que fui una tonta con él. Y temo volver a serlo con Asahi, cuando posiblemente solo me ve como a una amiga. O tal vez, como a la chica que debe entrenar para que no sea una bruta en la universidad.

Sea como sea, no puedo evitar sentir que el tiempo que pasamos juntos, tenerlo en casa, compartiendo con mis hermanos y Makoto me llena de una manera que nunca creí posible.

La alarma del aparato suena, recordándome que Aurora y yo tenemos un encuentro por Skype. Le echo un último vistazo a la sonrisa de Asahi y otra regresa a mí. Reanimada, me siento en el suelo y abro la computadora portátil sobre la mesa baja.

La pantalla se ilumina y la llamada de Skype resuena. No puedo contener la sonrisa en mis labios en cuanto encuentro del otro lado a la criatura que me salvó la vida con la calidez de su alma y el resplandor de sus ojos dorados.

Intercambiamos los saludos habituales y le cuento de mis hermanos, y ella hace lo propio sobre Steve y su vida en América. Hasta que ladea su cabeza y entrecierra sus párpados hacia mí.

Te ves... diferente, Nomi. ¿Por qué?

—Yo... ¡ay! —Me cubro el rostro con mis manos—. ¿Tanto se me nota?

No sé qué se te nota. Solo siento que reluces y tus ojos están iluminados...

—Oh, no me digas eso Aurora. No puede ser tan notorio.

¿Qué cosa? Me estás confundiendo.

—Yo... creo que me gusta alguien. Otro estudiante de la universidad. Es un par de años mayor que yo y extremadamente inteligente. Me estuvo ayudando con algunas asignaturas que me resultan difíciles. —Percibo el calor arder en mis mejillas y trato de ocultarlas con mis manos—. No esperaba sentir esto... yo solo buscaba un tutor, y ahora...

Ambas soltamos risitas de emoción.

¡Nomi! ¡Eso es maravilloso!

—No lo es si para él soy simplemente una estudiante de primer año a la que tiene que explicarle todo. Es solo que con él, Asahi se llama...

No sientes el miedo al acercamiento masculino.

Afirmo lentamente.

—Al principio me costó. Pero mi terapeuta me indicó que debía ponerme desafíos posibles para avanzar en mi confianza y bueno... acercarme a alguien para no atrasarme con los créditos fue un peso importante para tomar valor.

Te felicito Nomi. Eres más valiente y fuerte de lo que crees. Es normal tener miedo, sin embargo, no estás permitiendo que rija tu vida. Lo enfrentas. Así que... Dime más, ¿cómo es él?

—Es atento, amable, tan tímido como yo, y no me presiona cuando me da ansiedad. Incluso, él me da la calma que necesito. Sin embargo...

¿Qué te preocupa?

—Mi pasado. No ser suficiente para él. Que huya cuando le revele lo que sufrí. Lo... sucia que estoy.

Toda ilusión se me desvanecerse.

Antes que nada Nomi, no estás sucia. No lo estamos. Tienes que darte el valor que mereces. Eres una superviviente. Y además, una increíble y hermosa joven de un enorme corazón, que vela por los que ama. Si alguien no ve eso, no desperdicies tu tiempo. No solo eres suficiente, eres lo mejor que le puede pasar a la persona correcta. En cuanto a Asahi, espera a conocerlo bien. Si descubres que es realmente un buen chico a quien podrías confiarle tus más hondos secretos, entonces, no debes preocuparte. No te prometo que pueda aceptar lo que vivimos, pero si es tan maravilloso como dices, y siente lo mismo que tú, sería un tonto por no aceptarte con todo tu pasado y construir juntos un futuro.

—Tú... ¿te has sentido así?

Sí, pero he comprendido que somos más fuertes y grandiosas de lo que creemos.

—Gracias. Por todo. Nunca podré agradecerles lo que me han dado. Lo que nos han dado.

No tienes nada que agradecer. De hecho, si no fuera porque tú me buscaste hace casi un año atrás, hoy no sería quién soy.

—¡Pero si por mi culpa te atraparon y nos encerraron haciendo nuestras vidas un infierno!

Te equivocas Nomi. —Me sonríe de esa manera que hipnotiza, llena de tierna indulgencia—. Vivimos un infierno, sí, pero solo fue un paso para volvernos más fuertes y obtener nuestra felicidad. Atravesar todo ese dolor nos ha llevado a donde estamos. A ser libres para elegir nuestros destinos. Conocimos lo que es que nos quiten esa posibilidad para hoy valorarlo más que a nada. Es por eso que te digo que nada debería darte miedo después de lo que viviste y superaste. Háblale a ese chico de algo más que los estudios. Ve hasta dónde puede llegar lo que sientes. Si no es correspondido, solo será otro desvío momentáneo a tu verdadera meta.

—¡Tienes razón! Ser rechazada no es nada. Un pequeño golpe al ego que pasará.

Pero también puede significar una historia de amor si eres correspondida.


Conversamos un poco más y al terminar, exhalo, dejándome caer hacia atrás. Quedo sobre la alfombra, con mis brazos debajo de mi cabeza, divagando.

Soñando.

Sé que Aurora tiene razón y quiero mantener la seguridad en mí cuando le dije que ser rechazada solo sería una herida en mi ego.

Pero...

Asahi no es cualquier chico. No es como si hubiera estado buscando de quién enamorarme. Chris había sido el único que había navegado por mis pensamientos en tontas ilusiones. En cambio Asahi... él le da valor a mi corazón. No quiero a nadie más. Quiero que me corresponda. Que no sea un desvío en mi camino, sino mi meta. Esa meta que ahora veo al final de mi camino sobre la cuerda floja.

Se ha ido transformando en un sólido puente, esperando haber dejado la mayoría de mis miedos del otro lado.

Mi sonrisa, esa que percibo sin haber llamado, se esfuma.

¿Podré confesarle mi pasado?

¿Es necesario?

Me incorporo, decidida a no dejarme desanimar.

Me propongo un trato. Si apruebo todos los exámenes extraordinarios le diré que me gusta. Empezaré por eso.

—¡Sí! ¡Tengo que pasar todos con buena nota y me sinceraré!

Al menos, en cuanto a mis sentimientos por él.

Me levanto para ponerme a estudiar con más fuerza. Pero antes, iré a recargarme de energías con algo de comer y beber.

Bajo y al pisar la sala, encuentro a Shoma y Jun mirando la televisión desde el sofá, con Ohime, Aiko y Raito en el suelo. Todos ellos riendo por lo que ocurre en la pantalla. Lo que se ha vuelto habitual en esta casa.

Me alegro por esta imagen y me detengo en los rasgos de Jun, que resplandece de una manera que nunca le vi. Y no hay que ser listos para saber quién es el responsable cuando Shoma lo mira y hace algún comentario. Desde que confirmaron su relación, pasan el tiempo libre aquí si no salen de paseo, recorriendo Kobe. Al parecer, sus padres son de los que no aceptan otra orientación sexual, por lo que se ha vuelto distante con ellos.

Lo que me apena. Están perdiendo la posibilidad de disfrutar a su hijo, este chico amable y alegre, de una gran sensibilidad. Y de conocer a mi hermano, claro está.

—¿Qué haces ahí parada, hermana? ¿Quieres venir a ver la tele con nosotros? —pregunta Jun.

—No gracias. Debo estudiar. Quiero sacar buenas notas.

Voy a la cocina a preparar mis bocadillos. Escucho que hay un murmullo entre los chicos y enseguida Jun toma la palabra.

—Nomi, Shoma nos contó que pronto estará el festival de luces de Kobe... —Me giro hacia mi hermano, que tiene el rostro sonrojado—. ¿Po-podríamos ir? No es muy lejos de aquí.

Me pusieron una trampa, porque es imposible negarse a cinco pares de ojos que me miran como gatitos bajo la lluvia.

—No hacía falta que me emboscaran así. ¡Claro que podemos ir! Si es después de mis exámenes extras, no hay problema.

Los cinco festejan y aplauden.

*

¡Lo hice! Tengo todos mis exámenes aprobados y quiero llorar de la felicidad. Me saqué una roca de encima. Sé que todavía quedan los semestrales, pero ya todo está mucho más claro para mí. Apilo las hojas, me abrigo y me cuelgo la mochila y salgo corriendo por el campus, buscando a la persona más importante con la que quiero compartir esto.

Sé que no hay entrenamiento de voleibol el día de hoy, pero Asahi me dijo que estaría practicando por su cuenta en el gimnasio, así que hacia allí me dirijo.

Desde afuera se oyen las pelotas siendo golpeadas e impactando contra el suelo. Al acercarme a la puerta, veo el piso plagado de ellas. ¡Son demasiadas! 

Cuelo mi cabeza por el costado de la puerta y encuentro en el otro extremo del gimnasio a Asahi practicando lo que ahora sé que se llaman saques. Unos donde corre, lanza la pelota hacia arriba y le pega en el aire después de dar un impresionante salto que creo que superaría mi altura.

La pelota vuela por encima de la red a una gran velocidad y se estrella en un rincón de la cancha opuesta.

—Wooowww —exclamo.

—¿Nomi?

—¡Perdón! No quería interrumpirte.

—No lo haces. —Corre hacia mí y quedo embobada con la secuencia.

Tiene la piel húmeda de sudor, su camiseta se pega contra el cuerpo y los brazos, recordándome que tiene un cuerpo perfectamente delineado. Sus cabellos cortos se agitan, desprendiendo gotas con cada paso. Cuando lo tengo frente a mí, descubro que me olvidé cómo se respira. Me olvidé a qué vine y hasta me olvidé de mi nombre.

—¿Cómo te fue?

—¡Ah! ¡Eso! —Tonta—. ¡Mira!

Le muestro la sucesión de exámenes orgullosa de haber tenido buenas calificaciones.

—Lo hiciste, Nomi. Sabía que lo harías. Te felicito.

—Todo gracias a tu paciencia. Contigo fue como descubrir la luz en una habitación oscura.

Si supiera que me refiero a más que solo el estudio...

Me pierdo brevemente en el sonrojo de sus mejillas y en la curvatura de sus carnosos labios. Está feliz y eso me hace feliz.

Pero no puedo evitar también cierta melancolía al sentir que nuestro tiempo de estudio juntos terminará.

—Tienes lo necesario Nomi. Solo era cuestión de acomodarte. Ahora podrás seguir sola.

—Vuelves a decir eso... —refunfuño.

—Digo... Ya no me necesitarás como tutor.

—Puede que como tutor no... pero... —titubeo—. Yo... no quiero... dejar de verte.

Creo que siento calor hasta en mis orejas.

—Yo tampoco quiero dejar de verte. —Desvía su ojos y rasca su cabeza. ¿Está nervioso?— ¿Qué te parece si como celebración hacemos algo? Pronto tendremos el festival de luces de Kobe. Me gustaría mostrártelo.

Aquí me muero. ¿Esto es una cita? ¿Acaba de pedirme una cita? Mi corazón no soporta tanta emoción y creo que colapsará.

Me pidió una cita.

Lo hizo.

Sí. Lo hizo.

Espero parecer calmada, porque por dentro estoy muriendo de nervios.

—Me-me encantaría... —empiezo a decir. Pero me callo, apenada al recordar a Jun y los demás—. Lo siento. Les prometí a mis hermanos, Ohime y a Shoma que iríamos juntos.

Curva más sus labios en una enorme sonrisa que me estremece. Creo que es uno de los atributos que más me gustan de él.

—¡Pues vayamos todos juntos!

—¿En serio?

—Claro. Podemos decirle también a Chinatsu y Hotaro.

—Y Makoto. Por supuesto.

—Por supuesto.

No es la cita que esperaba, pero me sirve. Cualquier momento con Asahi me sirve y allí, le declararé mi amor.

*

Estamos en la habitación de Jun, que nos ordenó probarnos nuestros viejos kimonos, que llevaremos al festival en una semana.

Sostengo en mis manos la gastada pero bellísima tela del kimono celeste de flores rosadas que era de mi madre. Una de las pocas cosas extravagantes que mi padre le regaló y que para mamá era su prenda más valiosa. No por el costo, sino por el esfuerzo supremo y amor que veía en él por parte de nuestro padre.

Otro padre.

Otros tiempos.

Jun y yo lo mantuvimos a salvo de las garras de la versión borracha de nuestro padre y me alegro de que nunca lo descubriera.

Me la pruebo y por un instante se siente como estar en casa otra vez. La veo a ella luciéndolo, tan hermosa y cálida como siempre. Luego, me peinaba mi largo cabello y me lo recogía de una manera maravillosa.


<<—Pareces una preciosa flor de cerezo. El chico que tenga tu corazón será muy afortunado.

¿Estarás conmigo cuando me case, mami?

Siempre, mi niña. Siempre estaré a tu lado>>.


Un nudo se forma en mi garganta y mi visión se nubla al recordar a mi mamá.

—¿Nomi? ¿Estás bien?

—Sí. Perdón. Me trajo recuerdos. ¿Cómo me queda?

—Woooowww —aúlla Aiko, con ojos luminosos.

Raito queda con las manos a mitad de acomodarse el suyo. No dice nada. Y no lo necesita decir, porque su mirada se ablanda brevemente antes de proseguir.

—Luces lindísima... —admira Jun—. Aunque... creo que necesitamos ajustar algunas medidas. Eres más delgada y baja de lo que era mamá. ¡Déjalo en mis manos!

Miramos los kimonos restantes, comprobando que necesitan arreglos porque todos han crecido. Menos yo, claro.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top