7. El consejo
—Gracias por acudir al llamado, Danyeel.
Danyeel aterrizó entre sus hermanos dragones con un sonoro aleteo. Su cola chocó contra el suelo haciendo eco en la caverna.
—Disculpen el retraso. No quería venir.
—Oh, Danyeel...
Ilvanar se le acercó y le puso la mano en el hombro. Le dedicó una sonrisa.
—Sé que eres lo que los humanos llaman alguien retraído, pero tu opinión se nos hace muy valiosa. Especialmente tras haber interactuado tanto con los humanos.
Formaron un círculo perfecto. La luna iluminaba el suelo perfectamente pulido. Había cinco humanos rodeándolos, y tras hacer movimientos con las manos, tras cada dragón apareció una lujosa y cómoda silla. El centro estaba vacío. Tras ellos sólo había oscuridad. No había otra luz en la estancia.
—¿Soy quien más ha pasado tiempo con ellos?
—Sí.
—Me es difícil de creer.
—Nos aburrimos pronto.—Dijo Marte, colocando su largo cabello rojo a un lado.
—Salvo cuando nos abrieron nuestros negocios e inversiones. Fuera de eso, no hay nada qué aprender de ellos.
—Vitruvius, hermanos, no cuestionemos la curiosidad de Danyeel. Nos puede ayudar a expandir nuestras fronteras. A mí me parece muy interesante e inteligente involucrarse más con los humanos, así sean magos. Pueden moldear el mundo mucho mejor de lo que nosotros podemos hacerlo ahora mismo.
Ilvanar se abrió un botón de su chaqueta azul cielo, y abrió su mano hacia el frente. Una llamarada sin color se encendió a dos metros de altura en el centro de ellos. Tardó unos segundos en volverse nítida, y en medio de las llamas se vio una figura.
Era un adolescente pelirrojo, delgado, acurrucado y dormido. Tenía una cicatriz en la mejilla, algunas pecas en la frente y los hombros.
Danyeel se inclinó hacia adelante. Entrecerró los ojos color naranja, y se tocó la mandíbula. Estaba intentando definir al muchacho. Parecía humano, pero tenía algo de dragón.
—¿Qué piensas de él, Danyeel?
—¿Por qué tiene... ése es su corazón?
—Sí.
—¿Cómo es posible?
—Se lo dimos cuando era pequeño.
Danyeel se volteó a mirar al dragón que le había respondido.
—¿Puedo entender por qué, Jorge?
Algunos dragones se rieron tras oír el nombre, Ilvanar alzó la mano, y se hizo el silencio.
Jorge se inclinó hacia adelante, sus escamas verdosas nacían en su frente y se iban esparciendo a ambos lados de su rostro y todo su cuello, acentuando sus ojos verdes y brillantes, casi luminosos. Sus cuernos de carnero color acero reflejaban el brillo de la luna.
—Me gustan los experimentos. Quise saber si este corazón defectuoso de dragón podía mejorar su condición en un cuerpo sano. Como es fácil de notar, los seres humanos reciben mutaciones mucho más fácilmente, y se pueden aparear con casi cualquier cosa.
—¿En serio?
—Sí. No suelen estar muy interesados en mi trabajo, pero mientras se tenga forma humana, se puede inseminar a un humano, o ser inseminado por uno. Tengo algunas híbridas de sirena, de duende, de hada incluso. Los hombres lobo y humanos es más complicado porque a veces, se vuelven estériles.
—Jorge...—pidió Ilvanar.
—Ah, me emocioné... Bueno, cuando Ryaf nació, notamos su debilidad. Pero su madre es mitad humana, y no quiso comérselo. Así que pensé en darle utilidad. Buscamos una familia de humanos, a un niño de la misma edad, y les intercambiamos sus corazones.
Danyeel alzó las cejas.
—¿Y mi opinión?
—Bueno, no sabíamos si te parecería una aberración, o algo interesante.
—Es interesante—sentenció—, pero ¿qué harán con él?
—No sabemos—admitió Jorge—. Apenas lo conocimos. Es como cualquier humano a esa edad, impredecible, desafiante...
—Apuesto—añadió Marte.
—No sabemos si podrá ser un verdadero dragón.
—¿No lo han visto?—se burló Danyeel.
—No sabemos si puede transformarse.
—Hmmm...
Jorge pareció nervioso, jugueteando con sus dedos.
—Estaba en contra de este experimento al principio—comenzó a decir Ilvanar—, le hubiera arrancado del nido el huevo a la madre, pero no se dejó.
—Ponlo a prueba, entonces.
—¿Qué se te ocurre?
—Que aprenda a ser un dragón—dijo Danyeel con ligereza—. Es joven, si se pone en contra, podrán acabar con él. Primero debe mostrar su forma de dragón, después, ya se podrá educarlo, o ver qué hacer con él—Se levantó de la silla, y dio un bostezo tan grande que se le desencajó la mandíbula. Volvió a acomodársela sin ningún esfuerzo—. Tal vez lo visite pronto, por ahora, estoy cansado.
Todos se levantaron a su vez.
—Oh... ¿y el otro?
—¿Hm...?
—¿Qué hicieron con el dragón que le quitaron el corazón?
—Ése es Ryaf. Es un aprendiz de mago, Elliot está a cargo de él.
—¿No hablaremos de él?
—No es un dragón.
Danyeel alzó las cejas, y después se encogió de hombros.
Era sencillo. Podías haber nacido dragón, pero si no podías mantenerte como un dragón, ya no lo eras. Danyeel se retiró, y mientras volaba hacia sus habitaciones intentó entender cómo se sentiría ser esos muchachos, y cómo eran vistos de manera tan diferente por algo que ellos no habían tenido oportunidad de decidir.
Danyeel atravesó múltiples túneles y un par de montañas hasta llegar a su cueva. No necesitaba ninguna luz para encontrar el camino dentro de ella, la conocía muy bien. Aunque tenía intervenciones nuevas hechas por sus hermanos, mantuvieron lo más profundo intacto. Llegó a una gran estancia muy alta y de suelo liso, llena de espejos y otros muebles útiles. Se desvistió, despacio, cuidando de no estirar o romper ninguna pieza de su ropa. Era un tesoro que estaba dispuesto a coleccionar también. Suspiró.
Él sólo quería dormir, le habían interrumpido para esa reunión, a la que no le veía el sentido. ¿Sería que todos estaban despiertos al mismo tiempo? Era posible. Ya no importaba.
Al terminar de dejar su ropa en cestos y las joyas en un pequeño cofre, caminó desnudo hacia el interior de la caverna, donde cada estancia era cada vez más grande y menos intervenida que la anterior.
A su vez, su cuerpo fue haciéndose cada vez más grande, sus alas necesitaban plegarse, y sus brazos se convirtieron en patas que necesitaron apoyarse para seguir andando. Su cola iba dando tumbos de un lado a otro, y su cabeza se aplastaba en algunos recodos, especialmente hechos para que no pasara otro dragón.
Finalmente llegó a una bóveda, y un nido semiderretido de piedras preciosas, oro, plata y hierro. Danyeel dio vueltas en él, y se acurrucó sobre sí mismo.
Sabía que era peligroso dormir así, podía pasarse de largo otra vez, pero no le importó. De alguna manera, quería olvidarse de lo que había escuchado, olido y sentido ese día.
Resopló por su grande nariz, echando una humareda espesa y caliente. Y se quedó dormido, derritiendo algunas partes de su tesoro sin darle importancia.
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¡Hey! Has leído ya 7 capítulos. Para bien o para mal, ya he editado un poco la historia. Pero no he dejado los cambios en esta plataforma aún.
Me gustaría que me dejaras algún comentario y me dijeras si te está gustando, o si crees que haya algo que pueda mejorarse. Espero que este año te esté tratando bien ;)
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