Como he dicho, luego no derrames lágrimas por quienes alguna vez les dijiste que estarían para toda la vida mientras que uno de los dos, respondía inseguro. Tan cegado por el amor hizo que la estética de su bienestar fuera tan pronunciado y tan terco a la hora de poner atención en sus pupilas que cada vez que le hacían repetir: futuro, se encorvaba y encogía sus hombros en forma de derrota.

Aguantarás aquel rencor que en las venas se pudrirá, y no te dejará en paz, y seguirás llorando, porque sabes que eso te llena, llena más tu inseguridad. Alimentas a la bestia que engullese tu bombeante órgano. Pero sigues llorando, y sigues buscando refugio, refugio en personas que alguna vez te sostuvieron y luego las dejaste ir, porque eres así, y debemos suponer que aquellos meses fueron simple descanso para luego adentrarse a tu vida ya que, así, derrocharemos lágrimas todos juntos, hasta llegar a sentir la salada combinación de sustancias inalienables. 

Sigues llorando y, gritas y, golpeas tu pecho y, vuelves a llorar. Porque según tú, esa es una etapa de sufrimiento, una de las más liberales, una sin margen. Y luego las emociones que pasan por un corazón con anhelo a esperanzas, tan testarudo, que se perdona cada error, sin embargo, vuelve a hacer lo mismo.
Y sigues llorando y, gritas y, golpeas tu pecho y, vuelves a llorar.

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