El destino te envió de una forma tan despreciable, tan estúpida y tan histérica. Luciste tus encantos de la manera más egocéntrica posible para sobre-saturar mi tolerancia hacia ti, el primero en decir que arrasaría aquella palabra de mi ser.

Deseaba con desesperación la razón del querer acabar con una virtud de la cual luego sabría, era tu entretención. Un dulce jugar con los valores para sentirte más poderoso como persona, capaz de batallar con cada muro que se acercara, como si fueras inmortal de pensamiento.

Que triste en como la hiciste cambiar para luego dejar a la criatura ya utilizada en un estado de ahogo exasperado. Se quería arrancar ese corazón bombeante de tanto sufrimiento inalcanzable, estaba envuelta en lloriqueos nocturnos para solo hacerle saber que habían jugado con su mente llena de creatividad para regalarla en él, como ella siempre quiso.

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