xxiv. promesa de hermanas
DESASTRE GLOBAL,
capitulo veinticuatro: promesa de hermanas!
PARA CUANDO LOGRARON LLEGAR AL SUBSUELO DEL ALTAR, Leon no se esperó para nada el caos que se desató previo a ello. Ni siquiera Lottie, ni siquiera la propia Helena. La catedral de Tall Oaks demostró ser un maldito laberinto de mecanismos extraños, de arquitectura gótica y grotesca, llena de rompecabezas y enigmas, lo cual dejaba mucho que desear y eso picó el interés de los dos agentes de la DSO. Helena parecía frustrarse con cada minuto que pasaba, más cuando no encontraban la pieza que faltaba dentro de aquel lugar para poder abrir el altar. La tormenta afuera continuó con su pasaje violento, mojando cada baldosa de la catedral, dejando que sus gárgolas goteasen con líquido transparente y la misma cayese en chorros hacia la tierra donde los muertos parecían dominar el mundo.
Dos pares de vírgenes debían ser encontradas.
—¿Qué diablos es esta cosa?—inquirió Leon mirando por primera vez a la virgen.
Helena pasó a su lado—¿Me lo preguntas a mí?
La Virgen de la Claridad fue una, pero solo era la mitad de la llave para abrir el altar. El otro par lo encontraron mientras investigaban las habitaciones de la catedral, topándose con santos que querían matarlos y un sistema de trampas que solo los impacientó más. La Virgen del Dolor, en efecto, era la última llave que completaba el sistema. Cuando Lottie y Helena colocaron las dos vírgenes de color blanco mezclado con azul, el mecanismo se activó de manera inmediata. Un estruendo marcó el inicio de un nuevo pasaje desde donde ellos estaban. Un trueno volvió a resonar en el ambiente, pero ningún rayo iluminó el cielo.
—Bien, ¿ahora qué?—bramó la pelirroja lanzándole una mirada inquisitiva a la novata.
—Ahora bajaremos por allí—señaló ella como si se tratase de algo obvio.
—No me jodas, Helena—se quejó Leon pinchándose el tabique de la nariz.
—¿Esperabas una invitación por fax o algo?—contraatacó la castaña cruzándose de brazos, enfocando sus orbes cafés en el rubio.
—Lo que realmente espero es una maldita explicación de por qué mierdas estamos aquí—volvió a insistir Kennedy empezando a enfurecerse.
—Como si fuese la cosa más fácil del mundo explicar cómo fue que el maldito presidente de los Estados Unidos está muerto gracias a un acto de terrorismo de estado.
—¡Shh!—siseó él antes de volver a responder en voz baja—. Baja la voz. Eso es clasificado y lo sabes.
Lottie se quedó en silencio, dando un paso más hacia el borde y cerró los ojos, intentando de escuchar lo que pasaba en su entorno. Escuchó pasos, pasos pesados, con gran dificultad de las escaleras que había en la entrada. Un ruido agudo, inhumano, resonó como un eco en las paredes de la iglesia. Poco a poco, una figura cubierta de un líquido viscoso, con muchos folículos en su cuerpo, salió de la oscuridad. Lottie golpeó a los dos agentes para atraer su atención, pidiendo un cese a la discusión que ambos tenían.
—¿Qué es esa cosa?—preguntó Helena aterrorizada.
—¿Me lo preguntas a mí?—se burló Leon mirándola de reojo.
—¡No hay tiempo para discusiones!—gruñó Harmon fulminándolos con la mirada.
Al escuchar el primer disparo, el trío observó que del monstruo salía un gas color azul oscuro, similar al que Lottie vio en el campus. Eso infectó a la primera persona que se acercó con el arma, provocando que esta atacase a la siguiente persona y comenzase el pánico que continuó por un buen rato hasta que ellos lograron finalmente abatir a la bestia. Soltó dos veces su gas, infectando a todo aquel que se interpusiese en el camino. Lottie observó el desastre provocado: más infectados y pocos sobrevivientes, el cuerpo del monstruo tirado en el suelo de mármol con la sangre saliendo de su cuerpo como si ninguna vena pudiese contener el líquido dentro. Intentó calmar su respiración, escuchando cómo sus compañeros se acercaban a ella. Helena fue la primera en agacharse, en un principio temerosa, pero luego su resolución se hizo clara.
Tomó una llave que el monstruo tenía.
—Así que esta cosa fue la que desencadenó todo este infierno—dijo Leon al lado de Lottie.
—Puedo apostar a que soltaron uno en el campus y otro en la ciudad—replicó la pelirroja alzando su mirada hacia él—. Alguien está detrás de esto—dirigió su mirada a Harper—. Y tú tienes algo que ver con todo "esto".
Helena alzó la tarjeta llave—Y yo voy a ser quién les explique. Les di mi palabra, no los defraudaré.
El matrimonio Kennedy intercambió una última mirada, la cual duró un buen minuto y ambos asintieron al unísono, dispuestos a seguir a la castaña hacia el subsuelo. Llevó a un pequeño vestíbulo en deplorables condiciones, celdas con científicos infectados dentro y puertas que los llevaron hacia una sala mugrienta donde una sola luz estaba encendida. Una silla, ubicada descuidadamente a un lado del centro, estaba de pie junto a un charco de agua. Helena parpadeó, súbitamente confundida, hasta que se agachó frente a la silla.
—¿Qué es este lugar?—inquirió Lottie.
—Son laboratorios...—declaró la muchacha de cabellos castaños—. Esperen. Yo...yo recuerdo este lugar—se puso de pie—. ¡Deborah no debe estar muy lejos!
Leon miró hacia la pelirroja—¿Quién...?
Helena se dirigió hacia la siguiente puerta, avanzando rápidamente mientras que los dos agentes intentaron seguirle el paso a la misma velocidad. Conforme Helena avanzaba en su propia búsqueda, ellos lograban ver que la catedral de Tall Oaks si que era realmente algo más de lo que se veía en el exterior: una simple tapadera. Harper no había mentido en su declaración, mostrando a sujetos de prueba en camillas, algunos científicos muertos y habitaciones donde retenían a personas probablemente inocentes. Siguieron a la muchacha hacia otro pabellón donde ella se encargó de tirar puertas abajo, de simplemente llamar el nombre de "Deborah" hasta no recibir respuestas.
—No, no, no—bramó frustrada la castaña—. Ella debe estar por aquí.
—¿A quién estamos buscando?—interrogó Leon fulminando a Harper con la mirada.
Helena pateó otra puerta, asomándose para encontrarse con la habitación vacía—Deborah, si me escuchas...por favor, dame una señal.
—No va a decirnos nada—murmuró Lottie pasando al lado del rubio.
—Pues va a tener que hacerlo voluntariamente o yo mismo tendré que hacerlo por las malas.
Entraron en otro pabellón, topándose con más infectados, pero sin rastro de la mujer que Helena buscaba. La castaña bufó con frustración, mordiéndose el labio levemente, al no ver ninguna señal de Deborah, procediendo a trotar a la siguiente puerta antes de sentir que alguien le sujetaba el brazo con fuerza. Helena pensó que se trataba de Leon, pero al girar su cabeza se sorprendió de que Lottie era la persona que la estaba reteniendo en ese momento.
—Estoy cansada de que nos arrastres de aquí para allá sin decirnos nada—espetó la pelirroja manteniendo un firme agarre en la castaña—. ¿Vas a explicar lo que pasa aquí o qué?
—Lo haré, pero es que...—intentó decir Helena al mismo tiempo que tironeaba de su agarre—. Se nos está agotando el tiempo, chicos. Solo...esperen un poco más—al ver que Lottie no la soltaba, ella hizo una mueca ante el dolor—. Lo prometo. ¿Puedes soltarme?
—Un intento más o no te gustará para nada el interrogatorio que te haremos—advirtió la pelirroja soltándola.
—Entendido.
La siguiente puerta que llevaron abajo, en efecto, empezó a sumergirlos más en aquel iceberg. Lottie observó en silencio los tubos que funcionaban como probetas gigantes, albergando cuerpos y capullos en agua. Leon bajó su arma de manera lenta, mirando las probetas con el ceño fruncido, caminado despacio al lado de su mujer. Lottie soltó un respingo al ver tantos capullos, sin saber qué era lo que significaba realmente. Helena bajó su arma instantáneamente, dirigiendo su vista hacia los cuerpos, sorprendida. El matrimonio Kennedy se dio cuenta de que aquellos cuerpos formaban parte de una investigación clandestina y eso debía ser parte del virus.
—¿Pero qué demonios es esto?—bramó Leon.
—Hace tres días...esto no estaba así—dijo Helena.
Lottie lanzó una mirada hacia Helena, siendo seguida muy de cerca por Kennedy y luego ladeó sus ojos hacia un televisor gigante. Se acercó al notar algo que captó su atención: una gran videocasetera. Al tomarla, sus orbes azules se fijaron en el título que tenía en uno de sus dorsos. En tinta negra, algo corrida para su gusto, en letra fina y cursiva, se escribía "Feliz Cumpleaños, Ada Wong". Lottie frunció el ceño antes de mirar a su marido por el rabillo del ojo.
—Leon.
Kennedy alzó la mirada para acercarse a su mujer y ella le enseñó la videocasetera.
—¿Ada?—preguntó él en un murmullo.
—Ahora ya me picó la curiosidad—dijo Harmon colocando el casete en el reproductor.
Helena se acercó—¿Qué están...?
Repentinamente, cuando la casetera empezó el video, una imagen de algo viscoso y en forma de capullo se mostró en la pantalla. Luego, una placa de computadora compartía los siguientes datos: "Proyecto de Virus C N°12235: Proyecto Ada". Lottie se dio cuenta de que el proyecto conllevaba el objetivo de crear nueva vida a partir de una crisálida y que lograron la metamorfosis. Pero lo que ella se preguntó fue el verdadero rol de Ada Wong en aquel experimento. Lo que siguió después fue sumamente revelador: el mismo capullo permaneció inmóvil, hasta que se partió dejando salir una burbuja que explotó y dejó salir a un ser humano desde dentro. Una mujer con cabellos cortos. Esa misma mujer cayó de su capullo hacia el suelo sucio de la habitación y tosió hasta levantar la vista.
Esa era Ada.
La filmación se cortó y la videocasetera fue eyectada del reproductor.
Su título provocó que el trío de agentes se quedara en silencio por un momento.
¿Acaso Wong no era una humana como ellos?
—Dudo que esto sea antes de que la conociéramos—murmuró Harmon—. Ella estaba trabajando en contra de Umbrella para otro benefactor.
—Sí...—declaró Leon aún sin creérselo y miró a Harper—. ¿Esto es lo que nos querías enseñar?
Helena parpadeó perpleja—¿Qué?¡No!¡Yo no...!
Los tres giraron en dirección a las probetas, observando que no estaban solos.
Helena se abrió paso para poder liderar el grupo, llevándolos a través del laboratorio subterráneo que posiblemente Neo-Umbrella se había montado sin que nadie lo supiese. La muchacha fue perseguida por los dos agentes de la DSO hasta llegar a un pequeño compartimento que los llevó a unos túneles más por debajo de la superficie. Harper, armada de valor y coraje, se aventuró a la oscuridad. Leon fue quien logró detenerla por un segundo.
—Helena—dijo él con tono más suave que el anterior—. ¿Por qué no nos cuentas todo?
Harper suspiró—Porque ninguno de ustedes me creería si siquiera dijese parte de esto. Quiero enseñárselos. Y cuando lo haga, tendrán las respuestas y pruebas que necesiten.
—Ya hasta tengo preguntas con el video—señaló Harmon.
—¿Quién era ella?—inquirió Harper.
—Si quieres respuestas de nosotros, tú también tendrás que darlas—declaró Kennedy soltando su brazo.
—Tienes razón. E-Es lo justo—respondió la castaña asintiendo antes de menear la cabeza hacia un lado—. Vamos.
Los túneles parecían pertenecer a unas catacumbas, donde paredes de piedra y pasadizos se abrían paso ante ellos. El dúo de agentes siguió a Harper, hasta llegar a una puerta que tuvieron que tirar abajo los tres juntos y cuando Helena miró al frente; aquella acción fue suficiente para que la castaña saliese corriendo al ver a otra mujer recostada sobre una carretilla de madera. Su nombre salió de sus labios en un grito desesperado, el matrimonio Kennedy se quedó quieto por un segundo previo de seguirla para estar a una distancia segura de ella. Harper llegó hacia la mujer inconsciente, la cual compartía ciertas cualidades físicas, y la zarandeó un poco.
—¡Deborah!¿Me oyes?—exclamó la castaña—. Por favor...
Lottie se acercó para tomarle el pulso, encontrando un latido—Aún respira.
—Vamos, Deborah...—insistió Harper.
Finalmente, la aludida logró moverse un poco, débil y febril, para abrir un pequeño ápice de sus ojos.
—¿Helena...?—preguntó la otra muchacha, extendiendo sus brazos para abrazarla.
—¡Gracias a Dios!—bramó la castaña agradecida, abrazándola—. ¿Estás bien?
—Yo estoy...—dijo Deborah antes de hacer una mueca de dolor, una de sus manos colocándose en su frente antes de soltar un gruñido.
—Bien, ya basta de misterios—declaró Leon acercándose a Helena—. ¿De qué va todo esto?
—Saquémosla de aquí—dijo Helena acomodándose para cargarla—. Necesito sacar a mi hermana de aquí.
Lottie parpadeó ante la revelación: aquella mujer era la hermana de Harper. Recordó haber leído algo en el expediente de la novata, diciendo que ella era la hermana mayor mientras que Deborah era la menor por unos cuatro años de diferencia. Allí se dio cuenta de que parecía ser un tema en el que ambas hermanas estaban implicadas: pero no de la manera que ella creía. Harmon la ayudó a cargársela a la espalda, tomando de nuevo su arma, mientras que Deborah soltaba un suspiro ante el dolor.
—Vámonos, este lugar no es seguro—dijo la pelirroja.
—¿Y qué pasa con esto?—bramó Leon.
Lottie se acercó a él—Nos lo contará cuando esté lista, ¿de acuerdo?
Leon, a pesar de la tensa mirada que recibía, simplemente asintió.
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Al cabo de una media hora de merodear en aquellas catacumbas, Deborah Harper parecía empeorar cada segundo. Lottie se preguntó si realmente había sido buena idea llevarla con ellos para ponerla a salvo, cuando ni siquiera la propia Deborah sabía si algo andaba bien con ella. Ingrid Hunnigan intentó contactar con ellos, intentando determinar su posición, perdiendo contacto con ellos al instante. Leon soltó una maldición al respecto, pero él y su mujer se encargaron de despejar el camino. Cuando llegaron a territorio seguro, Deborah soltó un alarido de dolor, provocando que su hermana mayor decidiese soltarla para dejarla en el suelo mugriento y se arrodilló frente a ella. La expresión de Deborah Harper era de puro dolor, su respiración agitada y un poco de humo emanaba de su cuerpo.
Fue complicado llegar a una sola conclusión: ella estaba infectada.
—Leon—llamó ella.
—Deborah, aguanta, ya casi llegamos—insistió Helena.
La hermana menor de los Harper se tocó el pecho—Me duele. ¡Me duele!
—Vamos, solo un poco más.
El cuerpo se contrajo de dolor hasta el punto de que se prendió fuego por pura combustión, haciendo que la menor de los Harper soltase un alarido de sufrimiento mientras las llamas se encargaban de consumir su piel y su cuerpo. Leon fue más rápido que Lottie, tomando la cintura de Helena para apartarla y retenerla en un fuerte agarre. Ella forcejeó y pataleó, intentando salirse de ese agarre.
—¡No!¡NO!¡Deborah!¡Suéltame!
—Lottie, ve a inspeccionar—gruñó Leon sosteniendo a la castaña.
—No te atrevas a soltarla—ordenó Harmon al alzar su arma.
—¡Basta!¡No la toques!—exclamó Helena negada.
Lottie hizo caso omiso, acercándose lentamente para alzar una mano y tocar la superficie. Era viscosa, como si su piel se convirtiese en un moco pegajoso que se alojó en sus dedos. Un capullo se había formado con la posición en la cual Deborah Harper había decidido morir y la pelirroja soltó un respingo al ver que la parte de su espina se rompía para dejar salir lo que había dentro. Helena, quien había dejado de forcejear contra Leon, se quedó paralizada en la nueva persona que salía de la crisálida. El engendro gruñó, extendiéndose poco a poco, mostrando facciones humanas, pero dejando todo tipo de humanidad debido a su procedencia. Extendió su mano de manera casi instintiva y Lottie estaba preparada para disparar, colocando su dedo en el gatillo.
De no ser por una flecha que se incrustó en la cabeza de la mutación.
(No se dio cuenta hasta sentir el ruido de algo moviéndose muy rápido hasta colisionar con el propio objetivo.)
Helena soltó un grito escandalizado, eso fue suficiente coraje para salirse del agarre del rubio, quien intentó detenerla otra vez y no tuvo éxito alguno. Leon se giró al escuchar un par de tacones marcando sus pasos a espaldas de él, provocando que su mujer también se girase para apuntar su arma. Sin embargo, aquel rostro de cabellos oscuros y cortos, vistiendo una blusa del emblemático rojo, con un pantalón de cuero y unos stilettos inmaculados, fue suficiente para delatar a la responsable de tal acción. Ada Wong hizo su acto de presencia, a pesar de sus visitas clandestinas breves en la casa de los Kennedy para ver a Eider y procurar que ambos progenitores estuviesen con vida, cargando una ballesta que tenía un dije de una mariposa colgado en la culata.
—Ada—farfullaron los dos agentes bajando sus pistolas al unísono.
Ambos no lograron olvidar el contenido de la cinta.
Feliz Cumpleaños, Ada Wong.
—Hmm...Parece que han visto un fantasma—espetó la asiática antes de fijar su mirada a algo a espaldas de ellos.
Leon miró hacia atrás, topándose con Helena Harper apuntándole con el arma. Furiosa, traicionada y angustiada, la castaña apretó su agarre en la pistola. Ada Wong se sumió al silencio, fulminándola con la mirada hasta que Leon posó una mano en el cañón del arma para bajarlo. Helena no tardó nada en romper en llanto, agachándose para terminar arrodillada en el suelo.
—Si ella no va a decir nada—dijo Lottie pasándose una mano por la frente—. ¿Nos vas a decir tú que mierdas está pasando aquí?
—Es complicado—respondió la asiática—. Más complicado de lo que crees.
—Creo que puedo tolerar una confesión complicada, Ada—añadió la pelirroja rodando los ojos, ya impaciente—. Porque esta noche nos sobraron situaciones de cosas locas.
Repentinamente, el suelo empezó a temblar, alertando al grupo de agentes. Ada reforzó su agarre en la ballesta y Leon tomó el brazo de Helena para ponerla de pie a la fuerza. La castaña intentó secarse las lágrimas rápidamente, queriendo recomponerse a pesar del dolor.
—Pues este no es el momento, ni el lugar—bramó Wong—. Vamos. Estas pasarelas no aguantarán. Debemos llegar a los niveles inferiores.
Leon rodó los ojos—Aquí vamos, otra vez...
Cuando Helena intentó despedirse del cadáver de Deborah, lo que menos se esperaron fue que ella mutase hasta el punto de querer sabotear su escape. Fueron separados en dos diferentes pasarelas de madera, teniendo así el objetivo de juntarse en un punto medio. Leon y Ada corrieron mientras que Helena y Lottie intentaban de seguirles el paso. La mutación de Deborah no se las hizo tan fácil, queriendo destruir todo a su paso. A pesar de las balas que gastaron, no tuvieron éxito en matarla y eso los llevó hacia un pequeño tren de carga que Leon tuvo que empujar para poder escapar de la mutación.
—¡Todas a bordo!—bramó él—. ¡No es que me guste demasiado la idea!
Lottie soltó una carcajada amarga—¡Pues a mí me encanta! Solo espero que esto sea un viaje de salida sin retorno, por favor.
—No contaría con ello—dijo Ada agachada.
—¡Allí!—gritó Helena señalando el camino—. ¡Deborah!
Los rieles y la mutación de Deborah los llevaron al final del camino, en una bajada sumamente violenta hasta que no había más rieles para mover el carro de carga. Este se volteó, sacando a los pasajeros que terminaron siendo dispersados de manera poco equitativa. Helena terminó chocando su espalda contra una de las pasarelas viejas, justo en el borde, junto a su hermana mutada. Leon terminó en un nivel más alto junto con Lottie y Ada, quienes estaban sosteniéndose del borde. Harmon observó el agujero negro que había debajo, sin siquiera poder ver el fondo, así apretando el agarre de Ada quien estaba simplemente sostenida a ella.
—¿Estás bien?—inquirió la pelirroja.
—Nunca estuve mejor ante un intento inminente de la muerte—bramó Wong mirando la mutación—. Vaya zorra.
—Pues vas a necesitar un empujoncito.
—¿Que yo qué?
Lottie juntó suficiente fuerza para alzar a Ada y lanzarla hacia la plataforma, haciendo que esta aterrizase, y logrando que la firma pasarela empiece a quebrarse. Leon intentó correr, al mismo tiempo que Helena mantenía su arma en Deborah. Poco a poco, la pasarela donde la castaña estaba tirada se vendría abajo y la promesa de muerte que había en el fondo no era nada atractiva. La pelirroja soltó un gruñido ante el esfuerzo, sintiendo un par de pasos a lo lejos.
—¡Lottie!—exclamó Leon con pánico.
—¡Ella está bien!—gritó Ada agachándose—. ¡Tú encárgate de dispararle a esa cosa ya o tu compañera muere!
Harmon le extendió su mano libre a Wong, quien se la tomó con firmeza.
—No habrá funerales hoy—masculló la asiática—. Si decidías caer, no iba a poder salvarte esta vez como la anterior de un científico loco.
—Sería toda una maldita tragedia.
Cuando Wong logró subirla, Lottie logró colocarse de pie, respirando hondo para poder acercarse hacia la baranda y apuntar su arma hacia Deborah Harper. Sin embargo, fue Leon el que logró detener su mutación. El cuerpo de Deborah siguió moviéndose hasta llegar al borde, Helena queriendo entablar contacto otra vez. Lottie gritó su nombre para advertirla, logrando así que la castaña intentase sostener a su hermana quien cayó por la borda y ahora colgaba únicamente de la mano de su hermana mayor.
—¡Helena, suéltala!—bramó Leon.
—Bajaré a buscarla—dijo Lottie antes de ser retenida por ambos.
—No es buena idea—murmuró Ada.
—Voy a darle la razón a la madrina designada.
Las dos rodaron los ojos ante el nombre, enfocando su atención en Helena, quien continuaba sosteniendo a la hermana menor.
—No lloraré más—sollozó la castaña—. Hasta que logre vengar tu muerte, lo prometo—el agarre se resbaló un poco debido a la viscosidad de la piel de la muchacha—. Por favor...perdóname.
Finalmente, Helena le soltó la mano.
Y Deborah Harper cayó al vacío soltando un grito de angustia, perdiéndose en la oscuridad del fondo.
Lottie fue la siguiente en acercarse a ella, logrando acercarse lo suficiente para alejar a la castaña del borde. Helena temblaba de la rabia, dejándose arrastrar por la pelirroja.
—Pagará por lo que ha hecho—masculló ella.
Cuando se reunieron con el resto, la pelirroja soltó a la agente Harper, quien, apenada, guardó su arma en el cinto. Se relamió los labios secos por un segundo, para luego pasar su mano izquierda por el rostro que estaba lleno de lágrimas; ante la mirada inquisitiva de sus compañeros y otra mirada poco indiferente de Wong, Helena Harper finalmente decidió hablar.
—Derek C. Simmons, consejero de seguridad nacional—empezó ella, afligida, su mirada dirigida hacia el cielo—. Tres días antes de la conferencia de prensa aquí, él y un equipo nos secuestraron a mi y a mi hermana. Nos trajeron a este...laboratorio, justo lo que vimos antes de llegar aquí—señaló Helena antes de hacer un gesto nervioso con sus manos—. Nos encerró juntas en esa habitación...luego se la llevaron frente a mis ojos—soltó una lágrima que corrió por su mejilla—. Simmons me dijo que podría salvarla si yo ayudaba a cooperar en un plan. Que no le haría ningún tipo de daño si hacía lo que él decía. Estaba...Estaba desesperada, así que lo ayudé—se llevó una mano al pecho—. Ayudé a Simmons a sabotear la seguridad del presidente.
Lottie apretó sus labios en una fina línea, mientras que Leon bajaba la cabeza con decepción. Pero ambos se preguntaron qué habrían hecho ellos en el caso necesario: aquella maniobra era el elemento perfecto para poder manipular a alguien, doblegarlos a su voluntad. Aquella se trataba del arma perfecta y más letal dentro de la mente humana.
Derek C. Simmons era, de hecho, un hombre peligroso.
—Si, eso es muy propio de Simmons—declaró Ada colocando una de sus manos contra su cadera—. ¿Acaso él no estaba a cargo de su otra hija?¿La niña de Annette?
—Gracias por marcar lo evidente—sentenció la pelirroja mirándola de reojo.
Leon alzó ambas manos—¿Por qué haría algo así?
—Una larga historia—suspiró Ada.
Harmon rodó los ojos—Ya va siendo hora de que la cuentes, Wong.
Como si fuese justo a tiempo, un pequeño móvil empezó a sonar y Ada lo sacó de uno de sus bolsillos. Primero, lo miró atentamente para ver quién la llamaba y así interrumpir, para luego mirar al resto de sus compañeros.
—Damas y caballeros, nos enfrentamos a la gente que controla el país de verdad—dijo finalmente la asiática pasando por detrás de los dos agentes—. Es un juego francamente peligroso, y si no jugamos bien nuestras cartas, pues...
Con tan solo soltar una risa sin abrir la boca, ella se alejó de ellos disparando su gancho, saliendo disparada hacia la oscuridad.
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